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Dulce Carola: palos con patrón

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El domingo 29 de julio una patota de diez personas comandada por directivos de la marca de lencería Dulce Carola irrumpió en la fábrica para sustraer documentación de las oficinas. En ese momento se encontraban allí 4 de los 43 trabajadores que desde el 7 de junio hacen guardia en la planta reclamando por el pago de 6 meses de salarios adeudados, más vacaciones y aguinaldos. Un trabajador quedó hospitalizado y otro, con el tabique roto.
La fecha del ataque no es casual: fue 2 días antes del vencimiento del plazo que tenía la empresa para saldar su deuda con los empleados, según un convenio firmado en el Ministerio de Trabajo. Los trabajadores reconocieron entre los violentos visitantes al abogado de la empresa, de apellido Corvalán, al jefe de producción, Oscar Sánchez y a la gerente, Liliana Noemí Romero. Antes que llegue la policía la patota ya había huido con documentación y algunas prendas, no sin antes violentar la puerta de la gerencia.
Pablo, delegado de los trabajadores concluye el relato a lavaca con una enérgica frase: “Al contrario del miedo que nos quisieron generar, como grupo salimos fortalecidos., Seguimos con las guardias sabiendo que tenemos que estar más unidos que nunca”.
Dulce Carola: palos con patrón
El largo camino
Alicia tiene 56 años, ex delegada de SOIVA cumplió 20 de antigüedad en junio pasado. Trabaja en el sector de atraque.
Miriam hace 19 años que está en el sector de corte.
Ambas cuentan el proceso que están viviendo.
Y con sus propias palabras están volviendo a narrar la historia de siempre: el largo y doloroso camino que puede llevar o no a trabajar sin patrón.
Siempre es aleccionador recorrerlo de mano de una experiencia actual y concreta. Así nos la cuenta ahora Dulce Carola.
 
El deterioro salarial
“Esto viene desde hace tiempo. Hace como 6 años que venimos con pagos atrasados y parciales, aunque había buena producción y buenas ventas. A partir del año 2009 se fue acrecentando. El aguinaldo de junio lo terminamos cobrando en septiembre a través de un cheque. Y fue peor desde el año 2011, porque ya nos pagaban con vales parciales. Así se fue sumando una deuda enorme con cada trabajador”.
El panorama se completa con la producción en caída: “Las colecciones no iban bien, no hacían las inversiones y no entraban insumos: telas, elásticos”. Continúan las trabajadoras: “Comenzaron a atrasarse con el pago a los proveedores también. Y tal es así que el dueño anterior, comenzó a buscar alternativas para salvaguardar a la empresa. Al menos es lo que nos decía, y obvio que les tenés que creer, porque supuestamente ellos son lo que saben manejar la situación. Entonces ¿qué sucedió? En marzo del 2012 trajeron inversores. El 27 de marzo entra la nueva gerencia, representada por Héctor Casella y José Cantero. Y nos dicen que la situación va a cambiar, que vamos a percibir nuestros salarios en tiempo y forma, que se van a hacer cargo de las deudas con los proveedores y con nosotros.”
 
La trampa
Dulce Carola es la marca de lencería que en un tiempo fue explotada por la ex Virtus. La anteúltima gestión dividió el negocio en dos razones sociales: Underlen SRL, la razón social que aparece en los recibos de sueldo que no se reciben, y Marlio, la empresa que comercializa los productos de la marca. ¿Cuál es la conclusión para las obreras? “Marlio se llena de plata y Underlen está endeudada con nosotros.”
 
El vaciamiento
“Empezaron a hacer inventario, un relevamiento de las prendas que se habían elaborado con insumos de 20 años atrás y que ya se habían cortado. Y para que las terminen se lo dan a tercerizados. Así se estaba generando más deuda, y eso nos llamó la atención. En la semana del 20 de mayo comenzamos un paro, y nos dijeron que estábamos en nuestro derecho. Como trabajadores pensábamos, ¿cómo puede ser que a una empresa como ésta no le haga ni una urticaria un paro? Ahí se llegó a una instancia en que nos unimos todos. Ya no había diferenciación entre lo que era tercer piso de corte, segundo de producción, incluso de administración, que son los últimos que se unen. Estuvimos todos juntos.”
Dulce Carola: palos con patrón
La lucha
La última semana de mayo y la primera de junio ya no les pagaban ni los vales. Fue lo último que decidieron aguantar: “El 7 de junio tomamos la decisión, con el apoyo de los tres sindicatos (SETIA, SOIVA y CORTADORES), de hacer la medida de fuerza. En estas últimas semanas, los dueños venían cinco minutos y se iban, prácticamente no estaban en la empresa. La apoderada de la empresa, Noemí Romero, decía que no tenían plata para afrontar la situación”.
Así comenzaron a quedarse en la planta, con guardias.
Ahora están a la espera de que se presenten en el Ministerio de Trabajo, como corresponde, porque hay un convenio firmado. Ellos han firmado, la apoderada firmó frente al Ministerio y a los tres sindicatos, los tres secretarios sindicalistas, que a partir del 20 de junio y hasta el 30 de julio nos tenían que pagar la deuda, que iban a llamar a tres personas por día para regularizar la situación y seguir trabajando conforme a lo que se tendría que trabajar, pero no cumplieron ni con una cosa ni con la otra.”
 
La asamblea
¿Cómo toman las decisiones? “Siempre hemos hecho asambleas para todos los temas gremiales, para ponernos de acuerdo en todo. La gente de los otros gremios se fue sumando, incluso los cortadores, que no tenía delegado. Después siguieron uniéndose los administrativos y al final éramos una gran masa de gente reunida en el segundo piso. Somos 43 familias aguantando”.
 
¿Bombachas sin patrón?
¿Pensaron en trabajar Sin Patrón? “En este proceso empezó a venir la gente de empresas recuperadas, del Ministerio también. Empezamos a tener reuniones informativas. Gente del INAES, de Bienestar Social. Mucha gente ha venido con ánimo de colaborar, de explicarnos y de orientarnos. Es muy difícil la situación. El conflicto tiene tanto tiempo, no es que te quedás hace un mes sin el sueldo. Ya veníamos endeudados, ya veníamos con falencias, ya habíamos hecho como un achique, ya se debían los colegios y ahora eso se acrecentó. Es difícil estar así, a la espera. Estas entidades que se acercan a ayudarnos por lo menos nos dan una esperanza de que se puede. De alguna manera vamos a salir, con tiempo. No es rápido. Estamos agradecidos.”
Dulce Carola: palos con patrón
Lo fácil y lo difícil
El 8 de julio se hizo un festival en la puerta de la fábrica, se acercaron la gente de Lacar y la gente de Mc Body (dos fábricas sin patrón): “En el festival nos contaron su experiencia, muy parecida a la nuestra. No es fácil para nosotros pensar en una cooperativa. Es una idea, es un pensamiento. Somos 43 que tenemos que tomar una decisión así de importante. Hay que ver muchas cosas: el tema de la razón social, el edificio, ventas… Somos 43 familias que estamos acá. Esa es la razón principal por la que queremos hacer las cosas como corresponde. Cuando llegue ese momento se verá. Todavía no podemos, todavía solamente podemos pensar que estamos unidos en una relación de dependencia con esta gente. Por lo que comentaron, no es fácil, y tenés que perseverar mucho… Es más fácil venir, hacer lo que sabés, con una responsabilidad intermedia, que ponerte a hacer tareas que vos tenés que aprender y que te superan porque son otra responsabilidad, de otra índole… Eso se va a a ver. Yo supongo que es más fácil trabajar en relación de dependencia, excepto cuando caes en manos de esta gente.”
 
Hasta que no me pasó a mí”
¿Antes del festival se enteraron de algunas experiencias de fábricas o empresas recuperadas? Cuentan: “Era muy remota la información. Aparte es como todo: hasta que no te pasa a vos, no sabés lo que es. Porque una cosa es cuando vos lo mirás a través de un periódico o a través de un reportaje en la televisión, pero cuando te toca vivirlo a vos, realmente ahí se te cae la ficha. Además hay un preconcepto de la gente y una falta de información: nosotros no somos ocupas, ni estamos robando nada, ni somos delincuentes. Todo lo contrario. Parece que cuando se habla de estar preservando la fuente de trabajo, se está hablando de quien quiere apropiarse de cosas que no son nuestras. No es así. Eso lo aprendí yo ahora. Yo era una de las que decía: no me veo a mi edad en una situación así. Ya sabemos lo que es, ya entendimos. A lo mejor en un futuro se arma la autogestión. En este momento no podemos decir tal o cual cosa porque hay pasos previos, hay que agotar todas las instancias.
 
La ética obrera
“Esta gente totalmente inescrupulosa que viene, que vacía la fábrica, no te pagan, te dejan sin trabajo, se mueven impunemente. Mientras que nosotros, los perjudicados, tenemos miedo de todo y nos fijamos y tratamos de movernos en un marco legal porque somos gente honesta y no queremos caer en nada que no sea así. Siempre salís mal parado.Siempre el honesto sale mal parado, el trabajador. Nosotros nos levantamos a las 6 de la mañana para venir acá. Hay gente que viene de Moreno, que se tiene que levantar a las tres, en esta época no es fácil manejarse en los trenes, nunca ha sido fácil. Algunas llegan una hora antes para no llegar tarde y no perder los premios. Eso a través de los años. Es un esfuerzo enorme, muchas veces viniendo enferma, para que no se les reste del sueldo, la puntualidad… Y esta gente rompe con todo eso, con las ilusiones, con los proyectos. No podés hacer planes con una persona que no te paga los sueldos.”
 
La miseria
“Mucha gente está endeudada, con las tarjetas, los colegios… Compañeros que como trabajadores quieren la mejor educación para sus hijos y se encuentran en una situación que en un colegio privado no pueden llegar a pagar la cuota y no le van a renovar la matrícula. Vos imaginate el desgaste y el stress psicológico que tienen esas criaturas, más el papá y la mamá, eso no es nada fácil… Y el tema de las obras sociales: los gremios son los primeros que les cortan los servicios si la empresa no paga. Tenemos un compañero recién operado que no tiene obra social ni atención… Además se le debe a la AFIP. Hay 17 millones de deuda en retenciones a nosotros que no llegaban a destino.”
 
El despilfarro
¿Qué hicieron mal los patrones? “Se trató que la marca fuera de primer nivel, una marca que compitiera con las primeras marcas. En un momento se iba a Francia, se buscaban las telas, se veían los modelos. Era todo de primera línea, pero se olvidaron de invertir en máquinas. Es cierto que tenemos una mano de obra impresionante, que suple todo eso, pero los tiempos son diferentes. Hay máquinas muy inteligentes, muy completas. La empresa no cuenta con eso. Ese fue uno de los errores: no invertir. También fallaron varias colecciones por los diseños, no dieron resultado, dos o tres colecciones seguidas. Porque venían familiares a diseñar: así como iban a los negocios, volvían las prendas, eran devoluciones… simplemente no gustaban… Y después malos manejos administrativos, malas inversiones, figuraban cosas que no existían. La última gente que viene nos informa que figuraban 50 Blackberrys. Nunca existieron esos teléfonos. Teníamos teléfonos de los más básicos que comunicaban un piso con otro, distintas áreas. Había muchos rumores y cuando lo intentábamos hablar, él dueño no quería escuchar, decía que no le interesaba.”
 
La paciencia y sus límites
Agrega Pablo, de 33 años que entró a trabajar a los 18: “La gente fue muy paciente, explicaciones que te daban que además de ser ilegítimas eran incomprensibles. Te decían que no se vendía, pero había pedidos ¿Qué hacían? ¿Los regalaban? No tiene lógica. Ni el subsidio del plan de Recuperación Productiva que da el Estado quisieron aceptar. Todo esto indica que había algún tipo de mala intención. Un manejo para conducir a la empresa a este punto. Sacarse de encima a la gente y ellos seguir adelante. La última gerencia, que decía que iba a salvar la empresa, lo primero que hizo fue cortar la entrada de insumos. Sólo vendían y no reponían lo que iban vendiendo. Así no iban a salvar la empresa, en realidad. Desde que iniciamos la medida de fuerza, no vinieron más”.
 
¿Y después?
Mañana vence el plazo para que la empresa se presente en el Ministerio de Trabajo. Los obreros de Dulce Carola estarán allí esperándolos. Una instancia más, de esas que hacen falta que un grupo de obreros rompan el molde.

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia


La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas.

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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