Nota
El ex Padelai, un huérfano en debate
Los miembros de la Cooperativa San Telmo recuperaron el edificio del que habían sido desalojados a bastonazos durante el 2003 por el gobierno de Aníbal Ibarra y que fuera escandalosamente cedido hace tres al Centro Cultural de España en Buenos Aires por la administración de Mauricio Macri. Pacíficamente, el domingo 6 de mayo, previo aviso a las autoridades, 60 familias ingresaron al predio y se instalaron en toda la planta baja. El edificio en cuestión es el imponente Padelai (ex Patronato de la Infancia), inmueble con una larga tradición en dar techo a gente pobre: fue desde 1905 hogar de los chicos huérfanos de la zona. Ahora es un símbolo de cómo se generan las políticas de exclusión en la Ciudad de Buenos Aires: las familias lo ocuparon para exigir viviendas dignas, pero también para instalar un debate sobre su destino, hoy huérfano y abandonado.
En agosto de 2009, la Legislatura dio trámite en tiempo récord -6 días -a la ley que cedió su uso gratuito y por 30 años al Centro Cultural de España en Buenos Aires (CCEBA). Para poder hacer este regalo, la Ciudad debió pagar primero 12 millones de pesos a una empresa fantasmagórica. Luego, entregó los 5.970 metros cuadrados con una sola condición: que el CCEBA presentara “los plazos para realizar las obras, el proyecto arquitectónico y la línea de la programación cultural”, según establece el artículo 2 de la ley. Hasta el momento el CCEBA no cumplió con esa condición.
Los propietarios
Al edificio se entra por la calle Balcarce al 1100. Frente a la puerta la visión es perturbada por las luces parpadeantes de la Policía Metropolitana. Detrás, hay otras más antiguas: las de la Federal. Están custodiando el acuerdo que selló el responsable del Centro Cultural de España en Buenos Aires, Ricardo Ramón Jame, con la fiscalía contravencional porteña: prohibición del ingreso a personas ajenas al edificio. El régimen es estricto: salen los chicos que van a la escuela y las personas que trabajan. No entra nadie. Por eso mismo, la charla entre Carlos Vargas (presidente de la Cooperativa San Telmo) y lavaca se hace fuera del Padelai. Para evitar confusiones de primer orden, como la que cometió el diario Página 12 al titular falsamente “Sesenta familias ocuparon el ex Padelai”, Vargas simplifica: “Esta es nuestra propiedad. No estamos tomando ni ocupando. Tenemos la escritura y tenemos certificado de dominio.”
Sobre un costado del edificio, una pancarta informa:
“ Sr. Vecino:
“La Cooperativa San Telmo informa que ante la estafa, negación y mentiras del Gobierno de España y el gobierno corrupto de Mauricio Macri, los asociados, e nun legítimo derecho de defensa, procedimos a efectuar un ejercicio legal de recuperación y posesión de nuestra propiedad por escritura, a fin de salvar nuestro predio del deterioro y estado de abandono intencional para desarrollar negocios inmobiliarios extranjeros, con la complicidad del gobierno local.”
Antes de dar ese último paso que los encontró otra vez dentro del edificio, los miembros de la cooperativa realizaron una proeza: acamparon en la puerta durante 261 días. Nueve meses. Vargas: “Este es un terreno muy codiciado en pleno corazón de San Telmo. Estamos a una cuadra de Plaza Dorrego, a dos cuadras de Puerto Madero. Esto tiene un valor no solo inmobiliario, sino histórico.” Cualquiera que camine las cuatro calles –San Juan, Humberto 1º, Paseo Colón- que rodean el Padelai, puede comprobarlo.
La historia la continúa .Vargas: “En el 2009 el gobierno de Macri le cede el edificio por 30 años a la Embajada de España, a una corporación, para que haga un centro cultural, que no se hizo. Al contrario: descuidaron el edificio, desaparecieron puertas de todas las habitaciones del primer piso, está muy abandonado.”
La propuesta
La cooperativa San Telmo no tiene intenciones caprichosas de permanecer en el edificio, sino que lanza propuestas. Dice Vargas: “Nosotros proponemos entregar la escritura a cambio de las viviendas necesarias para las familias que hoy están acá dentro. Nosotros estamos dispuestos a restituir esta propiedad. Queremos que este predio sea administrado por alguna organización barrial, un grupo de artistas que no tenga donde desarrollar sus actividades, alguna cuestión local. Que no lo tome la Embajada y tampoco organizaciones internacionales.”
El argumento principal del desalojo por parte de la administración Ibarra fue que el edificio corría peligro de derrumbe. Desmitifica Vargas: “La estructura del edificio está bien. Solo está deteriorada la mampostería.”
Sin gas, cocinando a carbón ollas populares, tirando colchones porque no pueden ingresar ningún mueble, las 160 personas que recuperaron el Padelai –el número no es exacto, están terminando de armar el censo ellos mismos- van tirando. Todos trabajan. En changas, seguridad, comercio, en cocinas de restaurant, se las rebuscan. “La Cooperativa sigue funcionando, pero con algunas dificultades. Necesitamos una ayuda del INAES en el sentido de regularizar esta cooperativa, porque así nos sentaríamos a dialogar de otra manera con el gobierno de Macri,” cuenta Vargas, que vive con intermitencias desde el año 79 en el ex Patronato de la Infancia. El lapso entre el desalojo y la vuelta al edificio fue de actividad: “Siempre nos estuvimos reuniendo acá afuera, porque es la sede y no tenemos otro lugar. No es una ocupación, sino recuperar la propiedad. Nos expropiaron de una mala manera.”
Reunión clave
Hoy, 15 de mayo, el Gobierno porteño propuso una mediación entre la Cooperativa y los plenipotenciarios españoles. Vargas espera “que de ahí salga algo serio. Pensemos en las familias, que quieren una alternativa. Este es un conflicto muy grande. Macri tendría que haber solucionado el problema de 108 familias. Pasó el tiempo, pasó mucho tiempo. Nuestros hijos crecieron, tienen sus hijos y se asociaron a la cooperativa. Hay más familias y el gobierno no solucionó nada. Si esto sigue así, no nos queda otra medida que reflotar el proyecto original de refaccionar. Acá nos quedamos hasta que nos sentemos a hablar con el Gobierno de la Ciudad y nos den una propuesta. De acá no salimos sin una solución”.
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Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld
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Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
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