Nota
Estado + empresas + grupos represivos contra la comunidad de Andalgalá: 11 detenidos, pero continúa el rechazo a la megaminería

“La gente está cansada y la respuesta es la militarización. Están imponiendo el miedo en Andalgalá”.
Daniela Fernández es arqueóloga y tiene 36 años. El lunes a las 11 de la mañana estaba en su trabajo cuando un vecino la llamó para avisarle que había 40 efectivos del Grupo Especial Kuntur –una fuerza capacitada para intervenir en toma de rehenes, traslados de “detenidos peligrosos” o “allanamientos complejos”, según su página web– allanando su casa y golpeando y deteniendo a su hermano y a su hermana, Sara.

Ambos fueron parte de las 11 personas encarceladas en los allanamientos del lunes y el miércoles a casas particulares, a lo que se suma una información que la Radio El Algarrobo, el medio de comunicación de la asamblea, difundió por redes sociales por la gravedad del contexto: “El clima en el pueblo es de represión. Patrullas, vehículos de civil, drones fotografían a los pobladores y vigilan armados las casas de conocidos defensores del agua. Hoy, con la excusa de la pandemia, el gobernador Jalil habilitó el ingreso del Ejército en las calles del pueblo que enfrenta la megaminería. La paz en Andalgalá se perdió cuando la multinacional minera Yamana Gold reinició las perforaciones en el nevado del Aconquija a pesar de no tener licencia social”. Un camión y efectivos del Ejército fueron vistos y fotografiados por integrantes de la asamblea. El ministro Agustín Rossi informó que el camión solo estaba de paso hacia Santa María, para «replegar un radar» y volver a La Rioja y que los militares se detuvieron en un kiosco a comprar «agua y gaseosa». Si es así, no eligieron un buen momento, en una ciudad sometida a la violencia de autoridades y grupos especiales.
Daniela describe lo que le ocurrió en primera persona: “Entraron de forma muy violenta, pateando puertas e inmediatamente detienen a mi hermano, que tiene un kiosquito al lado, y vio todo. Entraron con cascos, armas largas y escudos. Adentro también estaba mi hermana, a quien redujeron, le pisaron las manos: tiene múltiples hematomas en el cuerpo, en la cabeza, y marcas de ahogamiento en el cuello. Kuntur es una fuerza especial para actuar en casos extremos, para arrestar narcotraficantes, y acá estaba deteniendo a una mujer desarmada. Somos una familia de trabajo que hace más de 20 años estamos defendiendo el agua y el territorio de la megaminería”.
Los operativos fueron ordenados por la fiscal subrogante Soledad Rodríguez y autorizados por el juez Rodolfo Cecenarro. Se produjeron tras la masiva movilización del sábado en rechazo al proyecto minero de Agua Rica (hoy rebautizado como proyecto MARA), que terminó con incidentes frente a las oficinas de la empresa minera y de la sede del Frente para la Victoria.

La asamblea fijó su posición en un comunicado, donde denunció infilitrados y zona liberada por la policía: “Denuciamos públicamente a la policía por liberar la zona y enviar infiltrados que comenzaron los incendios y los ataques contra el inmueble donde Agua Rica tiene sus oficinas. ¿Dónde estaban los 60 policías que vinieron de la ciudad capital, que hasta esta tarde militarizaron la ciudad y a la hora de los disturbios desaparecieron? Al mismo tiempo, señalamos que operadores políticos aprovecharon la situación incitando a lxs manifestantes a desplazar la violencia hacia otros puntos, acción en la que integrantes de la Asamblea actuamos para disuadirlos. Como todo Andalgalá sabe, desde hace once años y 584 caminatas, las distintas asambleas ciudadanas, incluida la Asamblea El Algarrobo, y demás ciudadanos que rechazamos la megaminería, nos manifestamos pacíficamente por las calles de nuestro pueblo para exigir la inmediata paralización de la actividad en el yacimiento Agua Rica”.
Cada gesto de la Asamblea es revelador:
- El 22 de marzo, Día Mundial del Agua, las vecinas y vecinos comenzaron a realizar bloqueos selectivos en los caminos de Choya y de Potrero, impidiendo solamente el paso de vehículos con trabajadores o maquinarias de la empresa.
- Sin embargo, denunciaron que la minera ingresó de “forma ilegal” maquinarias al yacimiento, por otro camino.
- ¿Por qué ilegal? Explican que en el municipio sigue vigente la ordenanza municipal 29/16 que “prohíbe toda actividad minera metalífera, en la modalidad a cielo abierto, y la actividad minera nuclear, bajo cualquiera de sus formas, en la cuenca alta del río Andalgalá. En diciembre, la Corte de Justicia de la provincia declaró inconstitucional esa ordenanza, por lo que la asamblea apeló a un Recurso Extraordinario ante la Corte Suprema de la Nación, que ya en 2016 había hecho lugar a un amparo en el que alertaba sobre el riesgo ambiental de la producción minera.
- Denuncian que los procedimientos avalados por el gobierno catamarqueño violan a su vez la Ley de Glaciares, la Ley General del Ambiente y el artículo 41 de la Constitución Nacional, que establece el derecho a un ambiente sano.
“Las detenciones continuaron ayer miércoles por la noche, todo fue muy violento”, dice Daniela. “Secuestraron celulares, computadores. Han detenido a Aldo Flores, un hombre de 70 años, histórico de la asamblea, que seguía incomunicado. Han detenido a otro hombre de 60 años, hipertenso, diabético. Este hombre es un ciudadano común que está luchando por el agua, no está dentro del grupo de la asamblea, pero fue señalado como instigador de los incidentes. Pero nada que ver: cuando la gente se puso eufórica, él se descompensó y su hijo se lo llevó. Hasta hace poco fue funcionario del gobierno local y creemos que la persecución que está sufriendo es una venganza política”.
Sobre la acción de las llamadas fuerzas de seguridad: “Andalgalá está sitiada. Hay una cantidad enorme de policías para una población de no más de 20 mil habitantes. Con excusa de aumento de casos de Covid, sitiaron todo. Y es para amedrentar: grupos de 5 o 10 en moto, con armas y chaleco, paran a cualquier transeúnte, piden DNI, hasta los revisan completo, sin ningún motivo porque los horarios de restricción comienzan a las 20 horas. Pero acá tenemos hasta drones. Es una clara muestra que Andalgalá está siendo militarizado”.
Días antes de la manifestación, las mujeres en Andalgalá habían hecho una sentada frente a las oficinas de la empresa: “Ya había 20 efectivos viendo qué hacíamos, pero el día de la marcha no había ni uno solo. Fue una zona liberada en un contexto de mucha violencia desde el Estado, con subida de máquinas de forma ilegal, violando leyes. Creemos que se produjo una conjunción de factores para el enojo de mucha gente que viene sufriendo esta violencia hace 20 años”.
Lo que dejó la movilización, para Daniela, es algo claro: “El pueblo de Andalgalá está firme, está informado y sabe que la defensa del territorio es urgente. Es una situación de urgencia en la que necesitamos que el gobierno, de una vez por todas, haga cumplir las leyes, y que respete el derecho a vivir acá. De acá somos, de acá son nuestros ancestros, aquí vamos envejecer y morir. No nos van a amedrentar. Sabemos por lo que luchamos, y eso es ya es mucho para nosotros”.
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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