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Inundaciones: claves para entender en qué estamos sumergidos

El rol del Estado (municipal, provincial, nacional): ¿vela por el interés común, o por el empresario? Los emprendimientos privados en los humedales, los inexistentes estudios de impacto ambiental, la política de mercado, la sordera frente a las advertencias de los vecinos, el apartheid social y urbano.

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El rol del Estado (municipal, provincial, nacional): ¿vela por el interés común, o por el empresario? Los emprendimientos privados en los humedales, los inexistentes estudios de impacto ambiental, la política de mercado, la sordera frente a las advertencias de los vecinos, el apartheid social y urbano. Como regalo, el PDF de un libro que anticipaba los efectos de las urbanizaciones en la cuenca del río Luján y links a los trabajos científicos que describen la situación. Las voces de vecinos e investigadores que permiten, tal vez, ver debajo del agua.

Inundaciones: claves para entender en qué estamos sumergidos

Foto: Agencia Télam


Del cambio climático a los canales clandestinos, buscar las causas de las inundaciones se parece al dilema huevo y la gallina. Las voces suman el efecto de la tala de los árboles, la incidencia de los emprendimientos inmobiliarios y la falta de obras hidráulicas. Todos tienen su parte de razón, pero en pleno año electoral, el deporte que reina es el de pasarse la pelota.
Adriana Anzolín, del Comité de la Cuenca del Río Luján dice: “Las discusiones siempre son por arriba. Nunca se discute en profundidad. Todo el mundo habla y quiere echarle el fardo político a otro. Estuve en el programa Intratables. Había una diputada del Frente Para la Victoria echándole la culpa a los del municipio de Tigre porque aprueban los countries y barrios privados. Y el de Tigre decía que no, que la Provincia tenía la culpa. Entonces en un momento yo digo: ‘vamos a decir la verdad; los dos tienen la culpa’. Primero es el Municipio, que montones de veces modifica la regulación para que puedan encajar los proyectos; y después la Provincia, que interviene desde el Ministerio de Infraestructura, la Autoridad del Agua y el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible, que tiene que hacer las evaluaciones de impacto ambiental de los barrios, que no sé dónde están. El discurso político superficial es horroroso porque no busca la solución”.

Urbes sobre los humedales

Patricia Pintos, geógrafa, en 2012 coordinó el libro La privatopía sacrílega (descargarlo en versión .pdf), editado por la Universidad Nacional de La Plata y que publicamos junto a esta nota, donde organiza una teoría consensuada académicamente respecto a este problema: si bien existe una suma de causas, lo que agrava la situación es la urbanización sobre humedales, que afecta el escurrimiento del agua.
“No solamente provoca las inundaciones, hay otros conflictos: el avasallamiento de los territorios indígenas y la apropiación de bienes comunes. Es una forma de extractivismo asimilable a la megaminería, a la pesca, a la sojización. Lo que pasa es que es una forma que está de alguna manera socialmente aceptada”.
Un estudio de Eduardo Malagnino, investigador de UBA-Conicet, pone la lupa sobre un caso concreto de esta teoría: la del barrio privado San Sebastián, de Tigre.
El informe revela las “modificaciones antropogénicas” que provocó la urbanización del barrio privado mediante “excavaciones que exponen al nivel freático generando lagunas”, y “acumulaciones relacionadas con fundaciones de futuras viviendas”, entre otros problemas.
Dice el estudio: “Todas estas obras fueron y son realizadas casi en su totalidad sobre la llanura de inundación de la margen derecha del Río Luján”. El resultado es que se recortó la superficie sobre la que se desplaza el agua naturalmente: “Su modificación repercute en la mayoría de las restantes variables dando lugar a cambios irreversibles en el plazo inmediato y mediano, tanto en la sección superior del sistema fluvial como en la inferior. Estos cambios no solo se relacionan con incrementos en el peligro de inundación sino, además, con los peligros de erosión y de acumulación fluvial”, dice Malagnini.

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Foto: Agencia Télam

Romper la llanura

Los números del recorte: “La Llanura de Inundación pasó de tener un ancho inicial de 4.593 metros a 2.573 metros, luego de la pérdida de un ancho de 2.020 metros el que fue ocupado por las obras correspondientes a la urbanización San Sebastián. Esta pérdida representa una disminución del ancho de la llanura de inundación del 44%”.
En una revista editada por distintas asambleas ambientales de la provincia, nucleadas en el Epacio Intercuencas, vincularon las inundaciones del 2012 con el barrio San Sebastián: “Su efecto tapón sumado al de otros emprendimientos, y los endicamientos producidos por la basura son la causa más probable de la inundación de Luján en Noviembre del 2012”.
La revista contiene un repaso de los distintos conflictos, la postura y las propuestas de las organizaciones: www.espaciointercuencas.org

Inundaciones: claves para entender en qué estamos sumergidos

La Basílica de Luján. Foto de archivo: Maximiliano Amena

Privatizar las ganancias, repartir las pérdidas

¿Quién pierde con esto? Los barrios privados se instalan sobre las tierras inundables por ser más baratas, pero no son precisamente quienes se perjudican ante una lluvia extraordinaria y una inundación.
Dice la geógrafa Patricia Pintos: “Siempre digo que estos negocios inmobiliarios internalizan los beneficios y externalizan los perjuicios. Tiran para afuera los conflictos y adentro de los barrios todo es armonía”.
Si el barrio privado se ubica sobre la margen derecha, el margen izquierdo es el perjudicado, dice el informe de Malagnini ya en 2012: “Producido el desborde, solamente en la margen izquierda, la corriente encauzada generara cortes pronunciados, situación que provocara la inundación generalizada de la planicie de inundación situada en la margen izquierda, la que será totalmente cubierta por las aguas”.
Patricia Pintos analiza: “En base a no tener restricciones financieras, todo se resuelve con obras de infraestructura y la técnica. ¡Quieren lagunas? Las fabrican. ¿Se necesita superar la altura 3,75 que establece la ley de edificación? Rellenan el terreno. ¿No quieren que les ingrese agua? Lo pulverizan. Por supuesto esto junto a la flexibilización de las normas y aprobaciones donde el estado municipal y el provincial tienen una responsabilidad absoluta. Es una conjunción fatídica entre los designios realizadores y la desidia pública”.

Canales sojeros

Los Vecinos Inundados y Solidarios de Luján denuncian, además, la existencia de 90 canales que provienen de campos privados que desagotan el agua del riego para sus cultivos al Río Luján, incrementando su cauce. En un capítulo del programa de divulgación científica de la UBA Elemento Vital se constata esta denuncia y se repasan las condiciones de vulnerabilidad histórica del noreste de la provincia, y la incidencia de estos nuevos factores.

La geógrafa Pintos interpreta: “Esto está relacionado con un proceso de cambio del perfil productivo de estos municipios. Han ido cambiado un perfil ganadero hacia un perfil estrictamente agrícola, de la mano de la sojización. En aras de proteger los cultivos, los productores buscan la salida individualista. Y no se mide el efecto cascada que tiene eso, por el volumen de agua adicional que incorporan al caudal normal o a caudales extraordinarios”.

Estado y mercado

¿Se pudo haber evitado todo esto?
Adriana, del Comité de la Cuenca del Río Luján: “A los pocos meses de creado el Comité presentamos un informe y les dijimos a los funcionarios que esto iba a suceder, hace 3 años y medio. Llevamos información científica y estudios realizados sobre el barrio San Sebastián. No nos escucharon, nos dijeron que éramos muy técnicos y muy fundamentalistas. A los 20 días hubo una inundación, y cada vez suceden con más asiduidad”.
Pintos revela otras propuestas desoídas: “En noviembre del año pasado, después de la gran inundación, con los movimientos sociales de Luján, Pilar, Tigre y Escobar escribimos proyectos de ordenanzas para prohibir definitivamente las nuevas habilitaciones de emprendimientos. Las ordenanzas fueron presentadas en los Concejos Deliberantes”. Resultado redondo: “Ninguna fue tratada”. (Es un desafío temible pensar qué temas sí tratan los concejales de esas localidades).
En el 2012 las organizaciones vecinales lograron una ordenanza en el municipio de Pilar que prohibía las construcciones sobre humedales. Nunca hay que cantar victoria: la derogaron en 2014. A los pocos meses, el mismo municipio dio vía libre a la construcción sobre zona inundable del barrio Verazul:

Esta abrupta mutación pro inmobiliaria generó sospechas, y sobre todo certezas sobre el interés que movió a los funcionarios.

Colony Park & Remeros Beach

El antecedente exitoso en estas cuestiones se retrotrae a julio del 2011, cuando la Asamblea del Delta de Tigre logró parar un mega emprendimiento llamado, créase o no, Colony Park (ver la nota en el archivo de lavaca).
Sin embargo, en Tigre la construcción de barrios privados continúa, y uno de los flamantes proyectos urbanos lleva otro nombre pulposo: Remeros Beach, sobre el camino de los remeros.
Patricia Pintos rema en otro sentido: “Parece una tomadura de pelo, son reminiscencias de los noventa. Es hasta confrontativo: frente a la demanda social, redoblan el esfuerzo para mostrar que la decisión de los municipios es seguir siendo funcionales a la dinámica organizadora del mercado desarrollador inmobiliario”.

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Foto: Agencia Télam

Hacer obras puede ser peor

Los vecinos nucleados en distintas asambleas proponen una teoría que parece políticamente incorrecta ante la urgencia: “Hacer más obras puede ser un remedio peor que la enfermedad”.
La idea es que las intervenciones no planificadas son, justamente, las culpables de los desastres. Patricia Pintos explica: “Con seguridad alguna obra hay que hacer. La corrección de todos estos desaciertos históricos no se resuelve con magia. Pero las obras que hay que hacer deben acompañarse de procesos de gestión del territorio que sean absolutamente respetuosos de las características ambientales y que garanticen un piso de sustentabilidad a la población de la cuenca. Porque si las obras no son suficientes, dentro de cuatro años, cuando estén terminadas, se van a necesitar más. Las obras deben ir acompañadas de una recuperación del rol de planificación de un Estado que vele por el interés común y no por el interés de las empresas”.
Una propuesta: “Los reservorios de agua, que son espacios para la contención de agua”.
¿Lo electoral es una oportunidad de impulsar una discusión seria sobre el tema?
Dice Adriana Mazalini: “Lo que creo es que los políticos reaccionan en función de la presión social que haya. En estos momentos críticos la gente sale furiosa. Pero después vuelve todo a lo de siempre, la rutina. Pero como cada vez pasa más seguido, la esperanza es que haya cada vez más gente que reclame por sus derechos. No puede ser que a la gente la arreglen con entrega de colchones y mercadería”, dice, en referencia a los rutinarios ataques de solidaridad que ocurren ante estos hechos, que calman conciencias pero no resuelven sino que agravan problemas estructurales.
“La gente pierde de todo, cosas irrecuperables. La esperanza es que como lamentablemente esto va ser más continuado, haya una presión social cada vez más grande. Pero también está el riesgo que frente a esa presión, los políticos salgan a hacer cualquier obra, para sacarse la foto, y no arreglen nada”.
El informe del doctor Eduargo Malagnino, en formato pdf

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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