CABA
La otra pandemia: conmovedora carta de una enfermera del Garrahan ante la muerte de una adolescente

Esto no es una crónica periodística, sino el testimonio de una enfermera del Hospital Garrahan sobre Antonella Sánchez, fallecida por un cáncer a los 16 años en medio de la pandemia de pueblos sometidos a fumigaciones, pesticidas, y muerte.

O tal vez las crónicas de esta época muchas veces deban ser escritas por enfermeras y no por periodistas, porque las salas de terapia y cuidados intensivos son el mejor lugar para comprender mucho de lo que ocurre en la actualidad con el modelo productivo.
La carta enseña que no se trata solo de observar, sino también de sentir.
La enfermera de cuidados intensivos del Garrahan es Mercedes Mechi Méndez. Es además, desde hace años, un motor de encuentros, eventos y revelaciones que permiten difundir y crear conciencia sobre los estragos del modelo basado en agrotóxicos y transgénicos, cuyo resultado ella puede observar al atender a niñas y niños con cánceres inenarrables llegados al Garrahan desde los pueblos fumigados.
El contexto de la carta de Mechi Méndez: Antonella tenía 16 años. Falleció este jueves 29 de abril de cáncer. Luego de varios meses de internación en el Hospital Garrahan de Buenos Aires y la amputación de una de sus piernas, Antonella había vuelto a su casa en Paraje Puerto Viejo, Lavalle, Corrientes sabiendo tanto ella como su familia que a su corta vida le quedaban apenas días.
Antonella es hermana, por parte de su mamá, de José Carlos Rivero, apodado Kily, un niño que falleció en diciembre de 2012 a los 4 años de edad, a causa de envenenamiento por un agrotóxico utilizado en la cosecha de tomate, actividad productiva central de toda esa zona correntina. En su cuerpo, detectado en un análisis de orina que le hicieron en el hospital de Goya, se encontró un organofosforado. Además, pericias posteriores encontraron el mismo compuesto en las hojas de las plantas de tomate del establecimiento hortícola y en el cuerpo de los chanchos muertos en la propiedad de la familia Rivero.
En menos de una década dos menores de una misma familia perdieron la vida. En ese tiempo ninguna de las condiciones ambientales que produjeron la muerte de Kily se modificaron. Todo lo contrario. Y no son estos los únicos casos.
En ese mismo lugar, en Paraje Puerto Viejo, en marzo de 2011 Nicolás Arévalo de 4 años y su prima Celeste Estévez de 5 años también se habían envenenado. Nicolas falleció el 4 de abril de 2011 por “edema agudo de pulmón producido por intoxicación por plaguicida”. La autopsia concluyó que tenía endosulfán en su cuerpo.
Celeste Estévez sobrevivió, aunque estuvo 3 meses internada en el Hospital Garrahan de Buenos Aires, y continúa en tratamiento de por vida por los graves daños hepáticos producidos por el plaguicida órgano clorado alfaendosulfan.
Esos hechos alcanzaron mayor trascendencia a nivel nacional y terminaron en un segundo juicio tras apelarse el primero en 2016 que hacía absuelto al productor responsable[1] (https://www.juscorrientes.gov.ar/wp-content/uploads/prensa/pdf/2016/Fundamentos-Sentencia-PRIETO.pdf).
En diciembre de 2020, el Tribunal Oral Penal de Goya (Sentencia N° 128/20[2] [1] https://www.juscorrientes.gov.ar/wp-content/uploads/prensa/pdf/2021/SENTENCIA-TOP-DE-GOYA.pdf) condenó a Ricardo Nicolás Prieto, dueño de la tomatera, a 3 años de prisión condicional por el homicidio culposo de Nicolás Arevalo y lesiones culposas de Celeste Estévez. El productor goza del beneficio de la condicional supeditado a tomar clases de capacitación en el buen manejo de agrotóxicos.

Al conocerse la muerte de Antonella, Meche, quien la atendió durante años, escribió esta carta pública que combina la información con el estremecedor panorama que pinta un modelo en el que la vida puede ser apenas un daño colateral. Y el virus es el de otra enfermedad global y local: la indiferencia.
En este texto quedan planteadas todas las preguntas que deberán responder quienes no actuaron a tiempo para evitar otra muerte anunciada.
Perdón y gracias.
Una Carta para Anto, por Mercedes –Mechi– Méndez
“¿Qué más vamos a tener que demostrar?” (Dr. Andrés Carrasco)
Me acabo de enterar y, no por anunciada, tu muerte causa menos tristeza, dolor o impotencia.
Apenas adolescente y tuviste tanto que sufrir, nunca sabremos cuánto, en tu corta existencia.
Sabes Anto que no suelo escribir mucho, tampoco lo hago muy bien. Solo escribo cuando el corazón está muy roto, la pena es muy grande y cuando considero que lo que tengo para decir, vale más que el silencio. Aunque ¿sabes? También siento que se me acaban las palabras para lograr que los que tienen que escuchar, escuchen y también hagan.
Mi relación con tu familia y tu Lavalle querido, lamentablemente no fue por algo feliz. No. Fue a partir de otras situaciones de enfermedad y muertes extremadamente evitables: Durante el año 2011 el pequeño Nicolás y su prima Celeste fueron intoxicados de manera aguda por los venenos de la producción de tomates de esa ciudad, tomates que todos consumimos claro.
Y, un año después, en mayo del 2012 más precisamente, el pequeño José -Kily- como lo nombraban, tu pequeño hermanito de cuatro años, también fue alcanzado por los venenos esparcidos impunemente en ese hermoso lugar de la provincia de Corrientes.
Nicolás murió en Corrientes. Celeste y Kily tuvieron el “privilegio” de llegar a la Alta Complejidad del Hospital Garrahan. En cuanto a Kily, la alta complejidad no alcanzó para salvar su vida.
Creo que no te lo había contado, pero el 2011 en mi vida marco un antes y un después. Estos hechos que narro fueron parte de ese quiebre. Desde entonces visité muchos lugares fumigados, recogí y difundí testimonios de los damnificados y entre esos lugares conocí Lavalle, la belleza del lugar y también observé in situ la situación de exposición continua y permanente a un modelo de agricultura que envenena, enferma y mata.
Viví junto a las familias el vergonzoso primer juicio por Nicolás y Celeste, donde absolvieron a sus envenenadores.
Y fue desde ese 2011 que me propuse intentar hacer un humilde aporte desde el lugar en el que me desempeño, como bien sabés, como enfermera desde hace casi tres décadas –Htal. Nacional de Pediatría Juan P. Garrahan– para visibilizar y difundir este ecocidio a cuentagotas (agudo y crónico) en el que los gobernantes de turno nos han inmerso y en donde la infancia –no tengo dudas– es una de sus víctimas principales, enfermando y muriendo, en territorios cada vez mas agonizantes, producto de estas industrias sucias.
Vos Anto ni habías nacido, pero un tal Lawrence Summers, vicepresidente del Banco Mundial, sostuvo y propuso hace ya unas décadas que verter los residuos tóxicos en áreas donde la gente ya tiene vidas más cortas, no preocupaba a nadie. Lo hicieron. Lo hacen. Y no se equivocó, claro.
Y te contaba, precisamente desde ese año emblemático para mi –2011– insistimos con la Junta Interna de ATE, en traer al Hospital las voces de los damnificados, y de los profesionales comprometidos con la Salud y el Cuidado del Medioambiente, profesionales de distintos ámbitos académicos, muy reconocidos, que explicaron de manera clara y generosa, por qué es INDISPENSABLE a esta altura de las circunstancias asociar la situación ambiental a la salud de los territorios e indefectiblemente de las personas que los habitamos.
Y por ejemplo insistimos no una sino varias veces en la necesidad de instalar en el Garrahan y/u otros establecimientos –agrego ahora– un laboratorio público, accesible y gratuito, sin conflicto de intereses, de pesquisa de tóxicos ambientales relacionados a los modelos de producción.
Nunca fuimos escuchados Anto, ni siquiera han respondido nuestras misivas.
Entonces me sigo preguntando ¿Cómo puede ser que a esta altura, aun no se tenga en cuenta qué pasa en el ambiente de donde provienen ustedes, los pacientes ¿Qué pisan, respiran, tocan o toman? ¿Y sus padres? ¿Qué sustancias venenos-tóxicos cargan ustedes en sus cuerpos?
Lamentablemente Anto, siento que nadie escucha.
Siento que se me acaban las palabras, siento también que se me acaban las estrategias.
Será Anto que los sillones que ocupan muchos de los sordos, son demasiado mullidos y que por mas Posgrados en “ambiente” que tengan o cargos en Sociedades Científicas o Departamentos Hospitalarios con muy buena prensa, nunca abandonaron su comodidad para probar pisar el mismo suelo que pisan ustedes, ni respirar el mismo aire que respiraron ustedes o tomar del mismo agua que lo tomaron ustedes. Tal vez ahí si tomarían otras decisiones.
Parece Anto, que el trasero les pesa mucho y no pueden levantarlo para saber qué pasa en esos territorios, envenenados, arrasados por modelos de producción que cada vez profundizan más este ecocidio.
Me pregunto Anto ¿Qué diferencia hay entre los habitantes-pacientes de esos territorios (que ya casi su daño ocupa la integridad del país) y los ratones de Seralini? ¿O los embriones de Carrasco? ¿O los sapitos de Lajmanovich? Esto que dicho de manera sencilla, a muchos les puede causar hasta gracia, tal vez esconde lo más profundo de todo lo que me sale contarte como homenaje-despedida.
Sabes que en estos días en Córdoba se anunció que nuevamente los niños (todos los estudiados por el equipo de la Dra. Delia Aiassa, quien estuvo dos veces en el Hospital compartiendo gentilmente sus investigaciones) tienen daño genético, en relación a las fumigaciones a las que estuvieron expuestos. No vas a creer si te digo que ¡a nadie se le movió un pelo! Increíble el nivel de indiferencia de quienes deberían decir y hacer sobre el tema y no solo colgar un comunicado en sus portales, sino hacerlo de manera más explícita y contundente.
Sin duda Anto, el llamado menos esperado fue a principios del 2020. Ahora vos, la hermana de uno de los pequeños que fueron emblema de lucha contra este modelo toxico, eras derivada por una enfermedad, grave, oncológica.
Y no voy a hablar de nada relacionado a tu asistencia, no sea cosa que muchos de los que no se le mueve un pelo desde lo ambiental, me acusen de “revelar” cuestiones que tienen que ver con el ámbito de la privacidad. No lo hago nunca y no lo haría por respeto a vos y tu familia, no por ellos y su hipocresía claro está.
Aunque sé que te lo dije, te lo repito ahora: a pesar del dolor, como siempre me pasa, disfruté mucho –sí disfruté- el privilegio de poder conocerte, acompañarte y atenderte en momentos tan difíciles por los que tuviste que pasar y como siempre, también aprendí de vos y de la leona de tu mamá. Gracias por eso.
Sabés que hace poco tuve conocimiento de un Informe del año 2019, que aun no tengo oficialmente en mis manos, que fue la continuidad de una denuncia que realizara en la Defensoría del Pueblo de la Nación en el año 2013 sobre la situación allí en Lavalle.
Tantas cosas habían pasado desde entonces que claro, era más que tardío. Pero si de algo sirve su lectura, es para reconocer que el ambiente toxico que en 2011/2012 se llevo la vida de Nicolás y Kily y enfermó gravemente a Celeste, continuó exactamente igual o peor en toda la zona, por lo que no quedan dudas del ambiente extremadamente toxico en el que vos Anto debiste seguir viviendo, creciendo, enfermando –durante todos estos años– y lamentablemente también muriendo a tan temprana edad.
Y, lo que es peor, algunos que se dicen expertos, sostienen que estas cosas aun no pasan. Muchos sostenemos que el futuro ya llegó hace rato, solo basta con poner el oído a los damnificados, pero si no creen en eso, también hay muchas publicaciones que lo sostienen.
Nadie duda que hay que atender la enfermedad una vez producida, vos comprobaste esto por sí misma, poniendo tu cuerpo.
Pero también sé que tanto vos, como todos los niños de tu lugar y de tantos otros, deberían gozar del derecho de NO ser expuestos de manera crónica y/o aguda a esos venenos y que a esta altura, además de exigir que se dejen de utilizar deberíamos saber qué, cuáles, cuánto portan sus cuerpos, qué daños están produciendo, y también saberlo para poder prevenir posibles daños a futuro.
Es inexplicable que en semejante contexto, las investigaciones solo apunten a tratar la enfermedad.
Te dije Anto que se me acaban las palabras y –al menos por ahora, hasta que el dolor afloje– también las estrategias para poder seguir, junto a otros, esta lucha de oídos sordos.
Solo me resta agradecerte por tus sonrisas, por tus tímidas palabras, por tus hermosos dibujos y flores artesanales que atesoraré por siempre.
Y no tengo dudas de que, cuando la tristeza afloje, se transformará en lucha nuevamente, siempre te hablaba de la importancia de observar las emociones ¿te acordás?
Te prometo seguir exigiendo la Justicia que aun no hubo por la muerte tan temprana de tu amado Kily. Y, aunque el desánimo a veces me gana, seguir insistiendo para que tus otros hermanos que tanto querés y el resto de los niños puedan vivir en un ambiente sano, en el que jugar, respirar o tomar agua no les cueste la vida.
Y perdón Anto por haber esperado en vano, como tantos otros niños, la llegada de una prótesis que pudiera suplir en algo el sufrimiento causado por la amputación/desarticulación de tu pierna como parte del tratamiento recibido para combatir la enfermedad.
Por último Anto, ojala hayas podido perdonar, para irte en paz, la indiferencia de una sociedad que hasta tus últimos días, te cerró el camino –de manera literal– para ser trasladada en ambulancia hasta el Hospital donde debían atenderte, transformando una vez más la frase “El Interés Superior del Niño”, con la que tanto se llenan la boca los funcionarios de turno, en palabras totalmente vacías de contenido y que poco o nada tienen en consideración.
Vuela muy alto hermosa Anto, ojalá –como le dijiste a tu mami que imaginabas el después– puedas estar finalmente junto al Kily; él tocando la guitarra y vos el ukelele, libres, sin dolor, sin sufrimiento e indiferencias varias.
Quiero, deseo, necesito imaginarlos así, porque la realidad es casi inimaginable de soportar.
Mil gracias Anto y perdón por no haber podido hacer mucho más.
Con todo mi amor:
“La Señora Mechi”*
(Como te salía llamarme, aunque te retara siempre)
“La salud de una sociedad puede ser juzgada por la salud de sus niños. Esto supone la identificación precoz de riesgos prevenibles y la traducción inmediata de estos conocimientos en intervenciones eficaces con políticas de protección”
Dra. Delia Aiassa y Equipo de investigaciones sobre los daños genéticos de agrotóxicos en la niñez.
Nota: A todo el que quiera aportar a la opinión-discusión sobre esta grave problemática, solicito el mayor de los respetos para Anto y toda su familia.
Opino que son muchos otros los personajes, más allá de la familia, que deberían ser interpelados seriamente a dar respuestas ante la grave situación de modelos tóxicos de producción que solo dejan desolación, enfermedad y muerte; modelo que ya no tolera mas discusiones o dilaciones para tomar decisiones que contemplen el cuidado de los Territorios y por ende de la Salud de sus habitantes.
Hago un llamado extensivo también a todos los compañeros relacionados a la Ciencia que se expresen al respecto exigiendo medidas sanitarias urgentes que contemplen la problemática aquí planteada.
Gracias, Mechi.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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