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La otra pandemia: conmovedora carta de una enfermera del Garrahan ante la muerte de una adolescente

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Esto no es una crónica periodística, sino el testimonio de una enfermera del Hospital Garrahan sobre Antonella Sánchez, fallecida por un cáncer a los 16 años en medio de la pandemia de pueblos sometidos a fumigaciones, pesticidas, y muerte.   

La otra pandemia: conmovedora carta de una enfermera del Garrahan ante la muerte de una adolescente
Dibujo de Antonella Rivero.

O tal vez las crónicas de esta época muchas veces deban ser escritas por enfermeras y no por periodistas, porque las salas de terapia y cuidados intensivos son el mejor lugar para comprender mucho de lo que ocurre en la actualidad con el modelo productivo.

La carta enseña que no se trata solo de observar, sino también de sentir.

La enfermera de cuidados intensivos del Garrahan es Mercedes Mechi Méndez. Es además, desde hace años, un motor de encuentros, eventos y revelaciones que permiten difundir y crear conciencia sobre los estragos del modelo basado en agrotóxicos y transgénicos, cuyo resultado ella puede observar al atender a niñas y niños con cánceres inenarrables llegados al Garrahan desde los pueblos fumigados.  

El contexto de la carta de Mechi Méndez: Antonella tenía 16 años. Falleció este jueves 29 de abril de cáncer. Luego de varios meses de internación en el Hospital  Garrahan de Buenos Aires  y la amputación de una de sus piernas, Antonella había vuelto a su casa en Paraje Puerto Viejo, Lavalle, Corrientes sabiendo tanto ella como su familia que a su corta vida le quedaban apenas días. 

Antonella es hermana, por parte de su mamá, de José Carlos Rivero, apodado Kily, un niño que falleció en diciembre de 2012 a los 4 años de edad, a causa de envenenamiento por un agrotóxico utilizado en la cosecha de tomate, actividad productiva central de toda esa zona correntina. En su cuerpo, detectado en un análisis de orina que le hicieron en el hospital de Goya, se encontró un organofosforado. Además, pericias posteriores encontraron el mismo compuesto en las hojas de las plantas de tomate del establecimiento hortícola y en el cuerpo de los chanchos muertos en la propiedad de la familia Rivero.

En menos de una década dos menores de una misma familia perdieron la vida. En ese tiempo ninguna de las condiciones ambientales que produjeron la muerte de Kily se modificaron. Todo lo contrario. Y no son estos los únicos casos.

En ese mismo lugar, en Paraje Puerto Viejo, en marzo de 2011 Nicolás Arévalo de 4 años y su prima  Celeste Estévez de 5 años también  se habían envenenado. Nicolas falleció el 4 de abril de 2011 por “edema agudo de pulmón producido por intoxicación por plaguicida”. La autopsia concluyó que tenía endosulfán en su cuerpo.

Celeste Estévez sobrevivió, aunque estuvo 3 meses internada en el Hospital Garrahan de Buenos Aires, y continúa en tratamiento de por vida por los graves daños hepáticos  producidos por el plaguicida órgano clorado alfaendosulfan.

Esos hechos alcanzaron mayor trascendencia  a nivel nacional y terminaron en un segundo juicio tras apelarse el primero en 2016 que hacía absuelto al productor responsable[1] (https://www.juscorrientes.gov.ar/wp-content/uploads/prensa/pdf/2016/Fundamentos-Sentencia-PRIETO.pdf).

En diciembre de 2020, el Tribunal Oral Penal de Goya (Sentencia N° 128/20[2] [1] https://www.juscorrientes.gov.ar/wp-content/uploads/prensa/pdf/2021/SENTENCIA-TOP-DE-GOYA.pdf) condenó a Ricardo Nicolás Prieto, dueño de la tomatera,  a 3 años de prisión condicional por el homicidio culposo de Nicolás Arevalo y lesiones culposas de Celeste Estévez. El productor goza del beneficio de la condicional supeditado a tomar clases de capacitación en el buen manejo de agrotóxicos.

La otra pandemia: conmovedora carta de una enfermera del Garrahan ante la muerte de una adolescente
Familiares de Nicolás Arévalo y Kily Rivero, dos de los muertos a los 4 años de edad envenenados por los agrotóxicos.

Al conocerse la muerte de Antonella, Meche, quien la atendió durante años, escribió esta carta pública que combina la información con el estremecedor panorama que pinta un modelo en el que la vida puede ser apenas un daño colateral. Y el virus es el de otra enfermedad global y local: la indiferencia.

En este texto quedan planteadas todas las preguntas que deberán responder quienes no actuaron a tiempo para evitar otra muerte anunciada.

Perdón y gracias.

Una Carta para Anto, por Mercedes –Mechi– Méndez

“¿Qué más vamos a tener que demostrar?” (Dr. Andrés Carrasco)

Me acabo de enterar y, no por anunciada, tu muerte causa menos tristeza, dolor o impotencia.

Apenas adolescente y tuviste tanto que sufrir, nunca sabremos cuánto, en tu corta existencia.

Sabes Anto que no suelo escribir mucho, tampoco lo hago muy bien. Solo escribo cuando el corazón está muy roto, la pena es muy grande y cuando considero que lo que tengo para decir, vale más que el silencio. Aunque ¿sabes? También siento que se me acaban las palabras para lograr que los que tienen que escuchar, escuchen y también hagan.

Mi relación con tu familia y tu Lavalle querido, lamentablemente no fue por algo feliz. No. Fue a partir de otras situaciones de enfermedad y muertes extremadamente evitables: Durante el año 2011 el pequeño Nicolás y su prima Celeste fueron intoxicados de manera aguda por los venenos de la producción de tomates de esa ciudad, tomates que todos consumimos claro.

Y, un año después, en mayo del 2012 más precisamente, el pequeño José -Kily- como lo nombraban, tu pequeño hermanito de cuatro años, también fue alcanzado por los venenos esparcidos impunemente en ese hermoso lugar de la provincia de Corrientes.

Nicolás murió en Corrientes. Celeste y Kily tuvieron el “privilegio” de llegar a la Alta Complejidad del Hospital Garrahan. En cuanto a Kily, la alta complejidad no alcanzó para salvar su vida.

Creo que no te lo había contado, pero el 2011 en mi vida marco un antes y un después. Estos hechos que narro fueron parte de ese quiebre. Desde entonces visité muchos lugares fumigados, recogí y difundí testimonios de los damnificados y entre esos lugares conocí Lavalle, la belleza del lugar y también observé in situ la situación de exposición continua y permanente a un modelo de agricultura que envenena, enferma y mata.

Viví junto a las familias el vergonzoso primer juicio por Nicolás y Celeste, donde absolvieron a sus envenenadores.

Y fue desde ese 2011 que me propuse intentar hacer un humilde aporte desde el lugar en el que me desempeño, como bien sabés, como enfermera desde hace casi tres décadas –Htal. Nacional de Pediatría Juan P. Garrahan– para visibilizar y difundir este ecocidio a cuentagotas (agudo y crónico) en el que los gobernantes de turno nos han inmerso y en donde la infancia –no tengo dudas– es una de sus víctimas principales, enfermando y muriendo, en territorios cada vez mas agonizantes, producto de estas industrias sucias.

Vos Anto ni habías nacido, pero un tal Lawrence Summers, vicepresidente del Banco Mundial, sostuvo y propuso hace ya unas décadas que verter los residuos tóxicos en áreas donde la gente ya tiene vidas más cortas, no preocupaba a nadie. Lo hicieron. Lo hacen. Y no se equivocó, claro.

Y te contaba, precisamente desde ese año emblemático para mi –2011– insistimos con la Junta Interna de ATE, en traer al Hospital las voces de los damnificados, y de los profesionales comprometidos con la Salud y el Cuidado del Medioambiente, profesionales de distintos ámbitos académicos, muy reconocidos, que explicaron de manera clara y generosa, por qué es INDISPENSABLE a esta altura de las circunstancias asociar la situación ambiental a la salud de los territorios e indefectiblemente de las personas que los habitamos.

Y por ejemplo insistimos no una sino varias veces en la necesidad de instalar en el Garrahan y/u otros establecimientos –agrego ahora– un laboratorio público, accesible y gratuito, sin conflicto de intereses, de pesquisa de tóxicos ambientales relacionados a los modelos de producción.

Nunca fuimos escuchados Anto, ni siquiera han respondido nuestras misivas.

Entonces me sigo preguntando ¿Cómo puede ser que a esta altura, aun no se tenga en cuenta qué pasa en el ambiente de donde provienen ustedes, los pacientes ¿Qué pisan, respiran, tocan o toman? ¿Y sus padres? ¿Qué sustancias venenos-tóxicos cargan ustedes en sus cuerpos?

Lamentablemente Anto, siento que nadie escucha.

Siento que se me acaban las palabras, siento también que se me acaban las estrategias.

Será Anto que los sillones que ocupan muchos de los sordos, son demasiado mullidos y que por mas Posgrados en “ambiente” que tengan o cargos en Sociedades Científicas o Departamentos Hospitalarios con muy buena prensa, nunca abandonaron su comodidad para probar pisar el mismo suelo que pisan ustedes, ni respirar el mismo aire que respiraron ustedes o tomar del mismo agua que lo tomaron ustedes. Tal vez ahí si tomarían otras decisiones.

Parece Anto, que el trasero les pesa mucho y no pueden levantarlo para saber qué pasa en esos territorios, envenenados, arrasados por modelos de producción que cada vez profundizan más este ecocidio.

Me pregunto Anto ¿Qué diferencia hay entre los habitantes-pacientes de esos territorios (que ya casi su daño ocupa la integridad del país) y los ratones de Seralini? ¿O los embriones de Carrasco? ¿O los sapitos de Lajmanovich? Esto que dicho de manera sencilla, a muchos les puede causar hasta gracia, tal vez esconde lo más profundo de todo lo que me sale contarte como homenaje-despedida.

Sabes que en estos días en Córdoba se anunció que nuevamente los niños (todos los estudiados por el equipo de la Dra. Delia Aiassa, quien estuvo dos veces en el Hospital compartiendo gentilmente sus investigaciones) tienen daño genético, en relación a las fumigaciones a las que estuvieron expuestos. No vas a creer si te digo que ¡a nadie se le movió un pelo! Increíble el nivel de indiferencia de quienes deberían decir y hacer sobre el tema y no solo colgar un comunicado en sus portales, sino hacerlo de manera más explícita y contundente.

Sin duda Anto, el llamado menos esperado fue a principios del 2020. Ahora vos, la hermana de uno de los pequeños que fueron emblema de lucha contra este modelo toxico, eras derivada por una enfermedad, grave, oncológica.

Y no voy a hablar de nada relacionado a tu asistencia, no sea cosa que muchos de los que no se le mueve un pelo desde lo ambiental, me acusen de “revelar” cuestiones que tienen que ver con el ámbito de la privacidad. No lo hago nunca y no lo haría por respeto a vos y tu familia, no por ellos y su hipocresía claro está.

Aunque sé que te lo dije, te lo repito ahora: a pesar del dolor, como siempre me pasa, disfruté mucho –sí disfruté- el privilegio de poder conocerte, acompañarte y atenderte en momentos tan difíciles por los que tuviste que pasar y como siempre, también aprendí de vos y de la leona de tu mamá. Gracias por eso.

Sabés que hace poco tuve conocimiento de un Informe del año 2019, que aun no tengo oficialmente en mis manos, que fue la continuidad de una denuncia que realizara en la Defensoría del Pueblo de la Nación en el año 2013 sobre la situación allí en Lavalle.

Tantas cosas habían pasado desde entonces que claro, era más que tardío. Pero si de algo sirve su lectura, es para reconocer que el ambiente toxico que en 2011/2012 se llevo la vida de Nicolás y Kily y enfermó gravemente a Celeste, continuó exactamente igual o peor en toda la zona, por lo que no quedan dudas del ambiente extremadamente toxico en el que vos Anto debiste seguir viviendo, creciendo, enfermando –durante todos estos años– y lamentablemente también muriendo a tan temprana edad.

Y, lo que es peor, algunos que se dicen expertos, sostienen que estas cosas aun no pasan. Muchos sostenemos que el futuro ya llegó hace rato, solo basta con poner el oído a los damnificados, pero si no creen en eso, también hay muchas publicaciones que lo sostienen.

Nadie duda que hay que atender la enfermedad una vez producida, vos comprobaste esto por sí misma, poniendo tu cuerpo.

Pero también sé que tanto vos, como todos los niños de tu lugar y de tantos otros, deberían gozar del derecho de NO ser expuestos de manera crónica y/o aguda a esos venenos y que a esta altura, además de exigir que se dejen de utilizar deberíamos saber qué, cuáles, cuánto portan sus cuerpos, qué daños están produciendo, y también saberlo para poder prevenir posibles daños a futuro.

Es inexplicable que en semejante contexto, las investigaciones solo apunten a tratar la enfermedad.

Te dije Anto que se me acaban las palabras y –al menos por ahora, hasta que el dolor afloje– también las estrategias para poder seguir, junto a otros, esta lucha de oídos sordos.

Solo me resta agradecerte por tus sonrisas, por tus tímidas palabras, por tus hermosos dibujos y flores artesanales que atesoraré por siempre.

Y no tengo dudas de que, cuando la tristeza afloje, se transformará en lucha nuevamente, siempre te hablaba de la importancia de observar las emociones ¿te acordás?

Te prometo seguir exigiendo la Justicia que aun no hubo por la muerte tan temprana de tu amado Kily. Y, aunque el desánimo a veces me gana, seguir insistiendo para que tus otros hermanos que tanto querés y el resto de los niños puedan vivir en un ambiente sano, en el que jugar, respirar o tomar agua no les cueste la vida.

Y perdón Anto por haber esperado en vano, como tantos otros niños, la llegada de una prótesis que pudiera suplir en algo el sufrimiento causado por la amputación/desarticulación de tu pierna como parte del tratamiento recibido para combatir la enfermedad.

Por último Anto, ojala hayas podido perdonar, para irte en paz, la indiferencia de una sociedad que hasta tus últimos días, te cerró el camino –de manera literal– para ser trasladada en ambulancia hasta el Hospital donde debían atenderte, transformando una vez más la frase “El Interés Superior del Niño”, con la que tanto se llenan la boca los funcionarios de turno, en palabras totalmente vacías de contenido y que poco o nada tienen en consideración.

Vuela muy alto hermosa Anto, ojalá –como le dijiste a tu mami que imaginabas el después– puedas estar finalmente junto al Kily; él tocando la guitarra y vos el ukelele, libres, sin dolor, sin sufrimiento e indiferencias varias.

Quiero, deseo, necesito imaginarlos así, porque la realidad es casi inimaginable de soportar.

Mil gracias Anto y perdón por no haber podido hacer mucho más.

Con todo mi amor:

“La Señora Mechi”*

(Como te salía llamarme, aunque te retara siempre)

 “La salud de una sociedad puede ser juzgada por la salud de sus niños. Esto supone la identificación precoz de riesgos prevenibles y la traducción inmediata de estos conocimientos en intervenciones eficaces con políticas de protección”

Dra. Delia Aiassa y Equipo de investigaciones sobre los daños genéticos de agrotóxicos en la niñez.

Nota: A todo el que quiera aportar a la opinión-discusión sobre esta grave problemática, solicito el mayor de los respetos para Anto y toda su familia.

Opino que son muchos otros los personajes, más allá de la familia, que deberían ser interpelados seriamente a dar respuestas ante la grave situación de modelos tóxicos de producción que solo dejan desolación, enfermedad y muerte; modelo que ya no tolera mas discusiones o dilaciones para tomar decisiones que contemplen el cuidado de los Territorios y por ende de la Salud de sus habitantes.

Hago un llamado extensivo también a todos los compañeros relacionados a la Ciencia que se expresen al respecto exigiendo medidas sanitarias urgentes que contemplen la problemática aquí planteada.

Gracias, Mechi.


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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

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La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

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La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.

Por Francisco Pandolfi

Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”. 

Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».

Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.

En la conferencia de prensa convocada por la familia de Pablo Grillo, fotógrafo que fue impactado por una granada de gas lacrimógeno lanzada por las Fuerzas comandadas por Patricia Bullrich, Fabián, su papá, habló sobre la salud de su hijo.

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:35:39.538Z

Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.

Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”. 

En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.

La causa, sin avances

Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.

Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”. 

La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.

Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.

Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.

Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, es junto a Paula Litvachky, del CELS, la abogada que representa a la familia jurídicamente. En este video cuenta los avances de la causa judicial:

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:54:48.310Z

Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.

Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.

Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.

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La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

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Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.

Por Franco Ciancaglini.

La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo. 

En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso. 

“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.

La que habla es una de sus hijas, Paula.

El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10. 

Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.

El arma y la palabra

Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.

Es jubilada.

Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.

Tiene tres hijas.

Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.

Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.

Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.

La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.

Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.

El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.

Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.

Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.

Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.

“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.

Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.

Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.

Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.

Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.

La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”. 

¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.

La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.

¿Necesitan algo? “Sí: paz”.

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