Sigamos en contacto

Nota

La Patota bonaerense: de Wilde a la Amia

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

«La Masacre de Wilde reúne impunidad y brutalidad policial, negocios oscuros con delincuentes, y cuestionamientos muy serios al poder judicial», sostiene el periodista Alejandro Córdoba, quién en su investigación rastrea «la historia secreta» de la conexión entre el emblemático caso de gatillo fácil y el atentado a la AMIA. El resultado de este trabajo es La Patota, un libro editado en forma independiente, que desde el título alude a los grupos policiales de calle, cuya función consistía en recaudar ilegalmente para sus superiores. En el caso de la Brigada de Lanús, responsable de las ejecuciones, al mando se encontraba Juan José Ribelli, quién en uno de sus «cotidianos aprietes a delincuentes» consiguió la Trafic con la cual se volaría la mutual judía.

«La Masacre de Wilde reúne impunidad y brutalidad policial, negocios oscuros con delincuentes, y cuestionamientos muy serios al poder judicial», sostiene el periodista Alejandro Córdoba, quién en su investigación rastrea «la historia secreta» de la conexión entre el emblemático caso de gatillo fácil y el atentado a la AMIA. De los cuatro asesinatos que provocó «la cacería» de enero del 94, para la Justicia tres de las muertes -dos delincuentes y un remisero- están justificadas. La restante, un librero de la zona, es responsabilidad del cabo Marcos Ariel Rodríguez, convenientemente prófugo desde esa época. «Así se pagan las cosas cuando salen mal», afirma el autor, quién cubrió ese tipo de hechos para la sección Policiales del diario La Unión durante años. La Patota, editada en forma independiente, toma su nombre de los grupos operativos de calle, cuya función consistía en recaudar ilegalmente para sus superiores. En el caso de la Brigada de Lanús, responsable de las ejecuciones, al mando se encontraba Juan José Ribelli, quién en uno de sus «cotidianos aprietes a delincuentes» consiguió la Trafic con la cual se volaría la mutual judía. Entrevistado por lavaca, Córdoba advierte que falta poco para que la causa prescriba y se garantice la impunidad. A su vez, señala que los políticos «le tienen miedo» a la Policía Bonaerense porque son «ellos los que tienen las armas y conocen sus movimientos», mientras se permite desconfiar de las «supuestas olas de inseguridad».

¿En qué consistió la Masacre de Wilde?

El 10 de enero de 1994, en Wilde, sobre la avenida Franco, un grupo de aproximadamente 15 policías -dicen ellos en tareas de vigilancia sobre salideras de bancos, en una zona donde no los hay- empiezan a seguir un Peugeot 505 que les parecía sospechoso. El auto lo manejaba Norberto Corbo, remisero, y trasportaba a dos delincuentes de poca monta, con entradas por temas de narcotráfico, que sí eran conocidos del personal de la Brigada de Lanús: Enrique Héctor Bielsa y Mendoza. En un momento comienzan a tirar de los cuatro autos policiales y, luego de cuatro cuadras, el remis choca, mientras los efectivos continúan disparando. Terminan matando a las tres personas. Paralelamente, son avisados que, también sobre la avenida Franco, venía otro auto, un Dodge 1500 en actitud sospechosa que nunca terminan de definir. Los persiguen, y en un momento determinado, cuando parecía que todo iba a terminar como la persecución anterior, se les cruza un camión. El auto dobla, los policías también, y se encuentran con un Peugeot 505, amarillo, muy similar al vehículo original, donde iban dos libreros. Finalmente, luego de tres cuadras, a causa de los disparos policiales, uno muere (Edgardo Cicutín) y el otro se salva milagrosamente (Claudio Díaz). A las pocas cuadras de allí, finalmente detienen al auto que perseguían originalmente, donde iban otros delincuentes y donde encuentran armas.

¿Los vehículos, que «despiertan sospechas» en los policías, viajaban juntos?

Los dos autos, quedó comprobado en la causa, salen de Santos Lugares. Evidentemente fue una cacería, los estaban esperando. La hipótesis del CELS y de Human Rights Watch sobre el caso, el por qué de la saña, tendría que ver con una presunta «mejicaneada» de dinero en el tema drogas. Por testimonios, era conocido que Bielsa tenía relaciones con la Brigada de Lanús en ese negocio.

La conexión es muy clara, los estaban esperando. Lo que pasa es que los policías lo que nunca terminan diciendo es qué estaban esperando. Lo van diciendo otras personas conocidas de Bielsa. Carlos Ancharte, un delincuente que era también buchón de la Fuerza, cae detenido y dice que Bielsa vendía droga para ellos. Esto, en boca de un buchón, puede ser verdad o puede ser mentira. Lo cierto es que es un dato más que reafirma la sospecha, los policías no hicieron toda esa movida gratis. Lo más fuerte de esto es el apoyo con que contaron después. A tal punto, que el secretario de Seguridad por entonces, Alberto Piotti, visitó a la jueza Silvia González, mostrando cierta preocupación por los detenidos. Hay que recordar que fue el caso de gatillo fácil que más detenidos concentró. Ambos mantuvieron un fuerte entredicho y, de hecho, González dejó asentada en la causa la visita, algo que habitualmente no se hace.

¿Cuáles son las primeras repercusiones del caso?

El primer día sale a la luz como un típico enfrentamiento entre policías y delincuentes. Enterada la jueza Silvia González del hecho, le pide a los policías que no muevan nada pero ellos trasladan en el mismo remis a las cuatro personas que ya estaban fallecidas a un hospital de la zona. La jueza, cuando le toma declaración al único sobreviviente, el librero Díaz, se da cuenta que ningún policía está herido-que no consta que desde el remis hayan disparada, que de las dos armas encontradas una no funcionaba, que el remisero era remisero y no delincuente- procesa y después dicta la prisión para doce integrantes de la Brigada. Los policías son detenidos dos días después y al tercero, cuando al siguiente iban a ser sometidos a indagatoria, extrañamente uno de los implicados, el cabo Marcos Ariel Rodríguez, se fuga. La jueza admite el error de dejarlos detenidos en la propia Brigada y los traslada. Todos los que declaran al día siguiente le echan la culpa al prófugo. Lo que dicen era calcado, que Rodríguez estaba sacado y disparaba sin parar, que se bajó del patrullero y los corrió a pie. Nunca se supo nada más de él.

¿Existe alguna hipótesis sobre su desaparición?

Las hipótesis van desde que lo mataron, que trabajó para algunos comisarios de la Bonaerense haciendo tareas sucias y también en la custodia de algunos políticos de bajo rango. Lo cierto, es que nunca más se supo nada.

¿Dónde nace la conexión entre la Masacre de Wilde y el atentado a la AMIA?

En el momento en que quedan detenidos los policías, los operativos, llamados así por ser los que recaudaban en la calle. Por entonces, Juan José Ribelli era el Jefe de Operaciones de la Brigada de Lanús. La masacre ocurre en enero de 1994 y el atentado es el 18 de julio de ese mismo año. A partir de las detenciones, lo dicen los policías en la causa AMIA, empiezan a realizarse colectas entre los propios uniformados para solventar los gastos de la defensa de los compañeros y para sus familias, práctica que es habitual cuando uno de ellos queda detenido, ya que no cobra el sueldo. Ribelli se empieza a desesperar porque había una caja que se tenía que mantener y se venía cayendo. Por eso, comienza a apretar a viejos buchones, conocidos suyos, que sabía que podía detener -a partir de estos aprietes se armó la causa «Brigadas» que la tuvo primero González y ahora Juan José Galeano- y una serie terrible de extorsiones a comerciantes de la zona. Tales como detenerlos en la calle por nada y pedirles 5.000 pesos bajo presión de inventarles una causa. Personas que terminaban cediendo por miedo a quedar pegadas en un homicidio.

¿Cuál era la finalidad de esas recaudaciones ilegales?

La finalidad era solventar los gastos de los abogados. La otra hipótesis nunca comprobada pero sí denuncia ante la Suprema Corte, que después la descartó, era que el dinero era para pagar una coima a los camaristas y a quién después fue el juez de instrucción Rafael Villamayor. Fue una cuestión que quedó en la nebulosa pero que a partir de escuchas telefónicas siempre permaneció como una sospecha muy fuerte. Lo cierto es que las colectas se hicieron, se pagó a los abogados y a los familiares. En esta desesperación por apretar buchones y comerciantes, Ribelli termina deteniendo, de una manera torpe, a Carlos Telleldín, de quién obtiene la famosa Trafic, un Falcón, una moto y 30.000 dólares para quedar en libertad. Esa Trafic es la que termina haciendo explotar la AMIA. La relación no se da de forma directa pero sí conectados por este mismo personaje que es Ribelli, que aparece como detrás de la Masacre de Wilde, como detrás del atentado.

¿Cómo está judicialmente la causa?

Para la Justicia, el primer hecho se trató de un enfrentamiento. No tiene dudas. Encima eran dos delincuentes, están justificadas las muertes. Para el segundo, la Justicia avala la versión de los policías que señalan a Marcos Rodríguez. Como evidentemente Rodríguez ya no estaba, quedaron todos en libertad en noviembre de 1994. La causa continuó, cambió por una cuestión procesal de juez de Instrucción y terminó en Villamayor. Desde que son liberados y la causa se va del juzgado de González, el criterio es el mismo: un hecho está justificado por ser un enfrentamiento y en el otro el único responsable es el prófugo. Incluso, y por eso la causa todavía se mantiene, en 1999 una pericia al auto de Edgardo Cicutín determina que se dispararon desde tres bocas de fuego diferente. Esto hace que el abogado de la familia, ya que están todos los policías sobreseídos en la causa, pida la nulidad del sobreseimiento de dos uniformados, aparte de Rodríguez, que son Julio César Gatto y Pablo Dudek. Villamayor no le da la razón, la Cámara sí, por lo cual están trabados en esa discusión. Los pasos en la causa tardan años: las últimas medidas son tomadas en octubre del 2001, en noviembre del 2002, y así se va llevando la causa hasta el 2004, que es el momento en el que va a prescribir. Son diez años y va a prescribir con un imputado prófugo. Un abogado dice con razón que acá no hay más pruebas que aportar, las pruebas están, la clave está en como uno las lee. Como cuestión más general, la Masacre de Wilde reúne desde impunidad policial, brutalidad, zonas oscuras que tienen que ver con negocios entre policías y delincuentes, y cuestionamientos muy serios al poder judicial.

¿Por qué la causa pasa del juzgado de Silvia González a Rafael Villamayor?

En noviembre de 1994, cuando la Cámara de Apelaciones de Lomas de Zamora le otorga la libertad a los implicados la resolución también cambia. En la última resolución de González, ella vuelve a afirmar la detención de los involucrados pero sí se excusa de seguir interviniendo por una cuestión procesal. Uno de los detenidos tenía otra causa abierta en otro juzgado. Procesalmente, cuando hay una causa pendiente, el juzgado original chupa todo el expediente y por eso recae en Villamayor. A partir de ahí la causa empieza a transitar con el criterio de Cámara, que por un lado existió un enfrentamiento y por el otro fue obra de Marcos Rodríguez. En esa misma tesitura se mantuvo Villamayor. Incluso, los camaristas se han jubilado, han cambiado, son otros. La causa va y viene de Cámara al juzgado de Villamayor porque tienen distintos criterios sobre Gatto y Dudek.

¿Qué sucedió con el resto de los policías?

Algunos están en actividad, otros se han retirado de la Fuerza, otros han sido exonerados como es el caso de Gatto. Y un grupo ha ascendido, como el Sub-Comisario Roberto Mantel que es ahora es Comisario e Ismael Gómez que era inspector y hoy también Comisario. La Fuerza policial no hizo otro cosa que protegerlos en el 80 por ciento de los casos. Hubo una decisión política y corporativa de avalar la actuación de los policías. Cuando los policías van a declarar se asombran, en el caso de los que disparan sobre Cicutín, no podían creer lo que había ocurrido. Pero no podían creer no porque terminan matando a alguien sino porque en realidad no terminan matando a los que ellos querían matar. Y ese auto, el original que ellos persiguen y luego confunden, lo detienen sin disparar porque ya habían salido los vecinos a la calle y no podían hacer ningún desastre. González apuntó a que las tres personas que iban en el otro auto se quebraran. Ninguna abrió la boca porque evidentemente sabían demasiado. La figura de Ribelli metía mucho miedo. La Masacre de Wilde es el resultado de un negocio entre policías y delincuentes. Un negocio que salió mal. Alguien, entre comillas, hizo algo mal. Y las cosas se pagan así.

¿Esa lógica delictiva era extensible a toda la provincia de Buenos Aires?

La Brigada de Lanús ocupaba prácticamente todo el departamento judicial de Lomas de Zamora. Lo cual da la idea de todo el sur del Conurbano. Los focos más fuertes eran las Brigadas de investigaciones, los policías de civil. Los que hacían, entre comillas, el trabajo de inteligencia. Un trabajo del cual dependían muchos jueces. Ahí está la perversión del sistema: los jueces terminan dependiendo para esclarecer un caso de la Policía. Pero ¿qué pasa cuando hay policías en el medio?

¿De ahí surge La Patota?

Claro, La Patota surge de ahí. Los policías cuando declaran, cuando hablan del funcionamiento interno, ellos dicen: «estaba la patota de juego, la patota de la prostitución, la patota de desarmaderos». Es decir, había distintos grupos que se autodenominaban «las patotas» , dedicados a distintos rubros, a recaudar. Las investigaciones siempre se quedaron en el nivel de Brigadas. Lo que siempre se sospechó es que existía una cadena que terminaba en la Jefatura de la Policía Bonaerense, que en esa época estaba conducida por Pedro Klodczyk, que tenía todo el apoyo del gobernador Eduardo Duhalde.

Duhalde pasa de elogiar a «La mejor policía del mundo» a intentar algunas reformas en la estructura de la Bonaerense…

Es cierto. El intento más fuerte se da con León Arslanian en 1997, que fue dejado a mitad de camino porque siempre ocurre lo mismo con el tema de seguridad: se puede tener un muy buen plan pero si no se cuenta con un respaldo político suficiente en cuanto se tocan las cajas o se desplaza a algunos comisarios, empiezan a llegar las presiones políticas. O empiezan a venir estas olas de inseguridad, sospechosas olas de inseguridad que siempre se dan cerca de las elecciones. Por ejemplo, si se sigue el discurso de Felipe Solá y Juan Pablo Cafiero, después de las muertes de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, era muy fuerte, era la idea de revisar legajo por legajo. Ahora, han bajado los decibeles muchísimo. Es que hay miedo y esto es así. Porque los policías son los que tienen las armas y los que conocen los movimientos de los políticos, ellos son los que tienen custodia oficial. A Duhalde desde 1996 hasta 1999 le hirieron a los custodios, les robaron, tuvieron demasiadas agresiones que algunas veces pueden leerse como agresiones comunes y otras como mensajes: «así como podemos hacer con tu custodia podemos hacer con vos». Y son mensajes mafiosos. Era una buena idea la de Arslanian pero se dejó por la mitad. Lo mismo con la reforma judicial que se hizo, con la función de los fiscales. En este caso, más allá de sacarle el respaldo político a la reforma, lo que se hizo fue no dotarla de los recursos necesarios. Trasformaron todo un sistema en otro con los mismos recursos. Le sacaron la instrucción a la Policía de las causas y se las mandaron todas a los tribunales, con los mismos empleados. Y después llegó Carlos Ruckauf y lo primero que hace es pactar con ellos. Esa es una constante en los gobernadores provinciales, ese miedo de que se les desbande el Conurbano.

Ahora que mencionás otra masacre, la del Puente Pueyrredón, ¿no estuvo Alfredo Franchotti, preso por los asesinatos, vinculado a Ribelli?

Bueno, Franchotti fue un subalterno de Ribelli, lo tenía bajo sus ordenes en la División Sustracción de Automotores. En la investigación de la causa AMIA aparecen varias conversaciones entre ellos haciendo pequeños negocios. Curiosamente, los policías que reprimen ese día a los desocupados en el Puente Pueyrredón salen, encabezados por Franchotti, de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Avellaneda, donde funcionaba la antigua Brigada de Investigaciones de Lanús.

¿Es posible subordinar políticamente a la Policía Bonaerense?

Es posible en la medida en que se haga ordenadamente y con mucho tiempo. Lamentablemente, con mucho tiempo. Esto implica cambiar la concepción de seguridad, cambiar todos los planes de formación de la escuela Bucetich, y tomar la seguridad como una política de Estado, pero no para correr rateritos sino básicamente preventiva. Eso requiere cortar con esas canillas de dinero sucio. Todos lo que han intentado hacerlo o les ha ido muy mal o han tenido señales de que sus propias vidas corrían peligro.

Lo que nos remite nuevamente a las «supuestas olas de inseguridad»

Existe una situación de inseguridad fuerte pero si vos, y esto es una decisión editorial de los medios, querés hacer una hora de noticiero policial, lo vas a poder hacer, porque hay material como hubo en los noventa y en los ochenta. Muchos secuestros tienen un tufillo a operaciones. El caso del padre de Pablo Echarri fue el más burdo, donde todos quedaron en offside, expuestos, donde todos tenían la posta. No se puede ser investigador policial en televisión gracias a un celular, estilo Mauro Viale. Algunos periodistas transmiten la idea de que en seguridad se pueden solucionar las cosas hablando por un celular o con un tipo siniestro como Naldi.

Nota

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Mario Mainardi (en la foto tomada hoy), uno de los principales sospechosos por el femicidio de Cecilia Basaldúa cometido en Capilla del Monte, Córdoba, hace poco más de 5 años, finalmente fue citado por la fiscalía de Cruz del Eje para realizarle este martes una extracción de sangre. La abogada de la familia Basaldúa, Daniela Pavón, se enteró apenas un día antes de esta citación a Mainardi. El sospechoso (actualmente vive en Santa Fe) había sido encargado de alojar a Cecilia en Capilla, y fue la última persona que la vio con vida, el 5 de abril de 2020. Sobre su presencia hoy en Cruz del Eje, contó la abogada: “Sacó fotos a todo el edificio, selfis con tribunales de fondo y salió custodiado con personal de la policía de Córdoba. Se subió a un móvil y se fue”.

Las irregularidades y desinformación o manipulación en la causa han sido frecuentes en perjuicio de la familia y sus defensores (además de Pavón, el abogado Gerardo Batistón es querellante en nombre de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación). También ha significado un ocultamiento a la prensa. Audiencias para las que los testigos no eran notificados, falsos argumentos policiales para explicar su propia inoperancia, demoras incomprensibles en la causa, todos temas por los que hay iniciada una denuncia de la Dirección Nacional de Protección de Grupos en Situación de Vulnerabilidad de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, en la Dirección de Investigaciones de las Fuerzas de Seguridad. Además se solicitó a la Fiscalía de Cruz del Eje que la policía de Capilla del Monte, ya no sea la que realiza las notificaciones.

Queda pendiente ahora la información que se brinde a la sociedad sobre este trámite, que permitió ver a un sospechoso clave que nunca dio la cara. La causa ha sido siempre un laberinto sacudido en todo caso por numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad. Aquí publicamos la crónica de lo ocurrido hace menos de un mes, al cumplirse 5 años del hallazgo del cuerpo de Cecilia Basaldúa.

Fotos y crónica de María Eugenia Marengo para cdmnoticias.com.ar

25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..

Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.

      – Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.

Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.

–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.

Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.

La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:

Adrián Lúquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género.  Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.

El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.

Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.

Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como  granaderos.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado  notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón  se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso
Susana, Daniel y Daniela Pavón

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar  que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.

 El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.

La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?

Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.

La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el  centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:

 “Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación  y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.

Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.


Seguir leyendo

Nota

Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld

Publicada

el

Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld
Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Ahora que tenemos la atención de todo el mundo, te pedimos algo: ayudanos a encontrar a las o los nietos de Oesterheld, el creador de El Eternauta: compartí estas placas.

Seguir leyendo

Nota

Cien

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día. 

La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán. 

En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.

En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas. 

Cien

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica. 

Cien

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Cien

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.

En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Cien

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.

Más información en www.observatorioluciaperez.org

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente.