Nota
Las preguntas que dejó el ¿súper? clásico
Ganó River, perdió Boca, las cargadas estallan en las redes y la televisión rellena sus minutos. ¿Y el fútbol?
Por Ariel Scher para lavaca.org
1) ¿Qué es hablar de fútbol?
3) Si hablar de fútbol es hablar del juego de fútbol, ¿por qué tanto de lo dicho, de lo escrito y de lo mostrado antes y después del fútbol en general y del Superclásico en particular no refiere al juego del fútbol?
4) ¿Qué porcentaje ocupan los noventa minutos de partido si se miden los tiempos y los espacios que la industria de la comunicación destina desde mucho antes y hasta un poco después de los partidos de fútbol como el Superclásico, considerando incluso que el análisis del juego del fútbol no suele ser (no lo fue ni lo es en este Superclásico) el tema dominante en esos tiempos previos y posteriores?
5) ¿Cómo elaboran la industria de la comunicación, los medios y, a veces, los propios periodistas esa percepción de que reflexionar sobre el juego del fútbol no es ni lo más interesante ni lo más profundo ni lo esencial de su tarea? ¿O lo que ocurre es que el análisis del juego es acotado porque, precisamente, como todo ejercicio de análisis, invita a la reflexión, a la complejización y a la comprensión (es decir, a algo que no se plasma sólo en el resultado) y ese no es el propósito con el que abordan/abordamos al fútbol desde la industria de la comunicación, desde muchos medios y vaya a saber cuántos periodistas?
6) ¿Por qué, al hablar del juego del fútbol, los expositores más frecuentes (periodistas presuntamente especializados, ex jugadores presuntamente entendidos, entre otros) no ejercen lo que muchos profesionales de otras profesiones y sí ejercen/ejercemos lo que muchos periodistas dedicados a otros temas y lanzan/lanzamos aseveraciones estridentes («Tevez ya no puede jugar», «Armani debe ir a la Selección», «Guillermo no sabe ganarle a River», «Boca tiene un trauma con River», «Gallardo descubrió la fórmula para sonreír frente a Boca», tal jugador está aprobado y tal otro está aplazado) sin fundamentos que prueben esas aseveraciones?
7) ¿Aceptarían/aceptaríamos esos expositores que su/nuestra labor profesional fuera juzgada en público sin argumentaciones suficientes y sin cobijar el horizonte de la duda?
8) ¿El Superclásico transparenta al mango que el periodismo y los medios eslabonan «un show dentro del show», como sintetiza Jorge Valdano? Por ejemplo, si este Superclásico constituyó, como esparció parte del sistema comunicacional ligado al fútbol, «el partido del año», ¿qué se puede esperar de todos los partidos que se sucederán el año (en el 2017, Argentina-Perú fue «el partido más importante del último medio siglo», pero cuatro días después esa categoría se mudó a la visita de Argentina a Ecuador)?
9) ¿Es un planteo fuera de moda o fuera de tiempo sugerir o demandar o esperanzarse con que un partido de fútbol -este Superclásico o algunos otros en los que hay jugadores muy buenos- exhiba más audacias, más creatividades, más libertades, menos histerias, menos fierezas, más todo y menos todo o nada?
10) ¿Hasta dónde la proliferación de nadas disfrazadas de algo que se propagan por el Superclásico contribuye a algún otro propósito y de quién es ese propósito? ¿Tener mucho Superclásico en pantallas, en tapas, en portales o en audios enmascara o reduce la puesta a la luz de otras cuestiones? Las cuestiones que reduce, ¿son del propio fútbol (las disputas de poder político y económico alrededor de la pelota y del Superclásico, la simbiosis entre el gobierno de Boca y el gobierno nacional) y/o son de otras áreas (infinita lista de conflictividades invisibilizadas o deformadas)? ¿Qué funciona y qué no funciona en esta era en torno de la vieja y no siempre certificada hipótesis de que el fútbol contribuye a la alienación individual y colectiva?
11) ¿Por qué, aunque los reglamentos del juego del fútbol continúan albergando la posibilidad de ganar, empatar o perder, la perspectiva o la certeza de la derrota estimulan el desflecamiento de los derrotados?
12) ¿Por qué en ese desflecamiento de los vencidos y en esa glorificación de los triunfadores ocupa, con frecuencia, un espacio mínimo la consideración de que en muchos partidos (muchos partidos como este Superclásico) apenas algunos detalles («a los partidos parejos los definen pequeños detalles», apunta un entrenador consultado para estas observaciones) tuercen el triunfo o la derrota en una dirección o en otra? ¿Las mismas voces dirían todo al revés o casi al revés si la pelota hubiera entrado en el arco en el que no entró y viceversa?
13) Si hablar de fútbol incluye no sólo al juego del fútbol, a las lógicas del juego y a las faltas de lógica del juego sino también a los mundos emocionales, afectivos, identitarios y de pertenencia que genera el fútbol (escribe Roberto Fontanarrosa en el cuentazo «La observación de los pájaros»: «Uno ha envejecido cinco años otra vez, igual que siempre. Todo por un clásico, apenas. Un partido de fútbol, simplemente»), ¿por qué buena parte de esa enorme trama no dedicada al juego refiere más a la frustración del otro que a la alegría propia? ¿O, de otra manera, por qué en la alegría propia -dulce, maravillosa, vital: cómo no alegrarse al vencer en el partido frente al adversario más adversario- cumple un papel tan notorio la frustración del otro y la manifestación (a los gritos, en los cantos, en lo que ahora se bautiza como «memes») de que el otro perdió?
14) ¿Qué procesos culturales, sociales, deportivos y de otro orden ocurrieron en el fútbol y en la sociedad en la Argentina para que, por ejemplo, cuando Boca partió hacia su histórica gira europea de 1925 hubiera una delegación de hinchas de River, con bandera y todo en la despedida, y hoy, menos de un siglo después, eso nos resulta imposible de suponer y de ver?
15) En 1971, Roberto Jorge Santoro, desaparecido por la dictadura, publicó «Literatura de la pelota» y dedicó el último capítulo al canto de las hinchadas. Allí, hay cargadas, ironías y sarcasmos dedicados a rivales clásicos y no tan clásicos, pero nada suena agresivo. ¿Qué mutación cultural y deportiva se produjo en la concepción del otro y de los otros desde los cantos de ese tiempo hasta los cantos de este tiempo, brutales al mencionar al otro?
16) ¿Será que en esta época (y no en cualquier época) la definición de la identidad futbolera brota desde lo que sostiene el antropólogo José Garriga Zucal, quien estudió barras y violencias en el fútbol de la Argentina: «Estas identidades se construyen ahora primero por definición del otro y a partir de allí recién se define un nosotros. Un éxito del otro habla de un fracaso del nosotros. Hay que reflexionar sobre los cómo y los por qué de las construcciones de identidad como hinchas de clubes más allá de la condición de espectadores».
17) ¿Se inscribirán algunas de las expresiones que suscita el Superclásico en lo que el santiagueño Eduardo Archetti, padre de las ciencias sociales aplicadas al deporte en América Latina, llamaba el paso de un «ritual festivo» a un «ritual trágico»?
18) ¿Será que el fútbol hizo «un triste viaje del placer al deber», tal cual resumió el uruguayo Eduardo Galeano al trazar un itinerario histórico del fútbol que, en otros términos, va desde el «Ganamos, perdimos, igual nos divertimos» con el que apostrofa la primera página de su libro «El fútbol a sol y sombra» a el «Hay que ganar o ganar», que proclaman hinchas, jugadores, entrenadores, dirigentes, periodistas y más actores del fútbol?
19) Y si «hay que ganar o ganar», y si perder habilita el etiquetamiento de crisis y de catástrofes, y si casi todo es show de anticipos sin sustancia y es show de consecuencias con héroes fugaces y demonios pasajeros, y si hay demasiado temor a ser demonios pasajeros y demasiado riesgo para armar el camino que conduce a ser héroes fugaces, y si no hay puesta en cuestión del orden naturalizado sobre cuál es el sentido de este y de cada Superclásico, ¿es posible hablar del juego cuando hablamos de fútbol?, ¿es posible realizarlo en serio, acordándose de eso que enfatizaba Panzeri: «El fútbol para ser serio tiene que ser juego»?
20) ¿Y si empezamos a preguntar y a preguntarnos de nuevo qué es hablar de fútbol?
Nota
Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
Nota
5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
Nota
Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Jubilados y jubiladas se movilizaron desde el Congreso de la Nación hasta Plaza de Mayo en una nueva jornada de reclamos y denuncia por los ingresos de pobreza que perciben y el fin de la moratoria previsional, cuya prórroga sigue durmiendo en Diputados. Como siempre, los carteles manuscritos fueron una forma de expresión y creatividad. En uno se leía: «Francisco está feliz. Jubilados haciendo lío!!!»
La marcha comenzó nuevamente con un operativo desproporcionado con las cuatro fuerzas federales -PFA, Gendarmería, Prefectura y PSA- que reprimió la protesta pacífica: la Comisión Provincial por la Memoria contabilizó una persona detenida y 13 heridos por efectos de los gases lacrimógenos, entre ellos jubilados y trabajadores de prensa.
Frente a la Rosada, realizaron un acto donde distintas agrupaciones de jubilados se manifestaron contra el acuerdo con el FMI y cantaron por la salud de Pablo Grillo.
«Hasta el próximo miércoles», saludaron los jubilados y jubiladas.
La próxima semana, la marcha contará con la participación de los gremios de la CGT como previa al Día del Trabajador y la Trabajadora del 1 de mayo.

Foto: Juan Valeiro para lavaca

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.
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