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Lo que hay para ver: la solidez de los cuerpos, la potencia de la emoción

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El cuerpo es materia, tejido óseo y muscular, tiene peso y volumen. La fantasía virtual irrumpe y promete levedad y velocidad. La oferta es irresistible. Cuidado, es una trampa. La danza y su virtud nos sacan del espejismo: es volátil un cuerpo cuando se pone en movimiento y con alas invisibles, traspasa el aire y el tiempo. Una de las obras que te recomendamos esta semana expresa, con mirada crítica, la urgencia del encuentro real, palpable, que nutra de la piel hacia adentro. Otra de las obras es un canto a la vida, aunque hable de la muerte. ¿Cómo elaborar una pérdida cuando todo estaba por vivirse? Desarrollar un biodrama es la posibilidad de transmutar la pena, dicen que el dolor fortalece, pero también lo hace la alegría. Por último, nuevamente la danza nos traslada a una atmósfera de intemperie que desata la introspección, un viaje sin escalas a nuestro propio mundo. La naturaleza, en su inmensidad, nos invita a observar nuestro abismo interior.

Por María del Carmen Varela

Fake – Todo lo sólido se desvanece en la nube

Lo que hay para ver: la solidez de los cuerpos, la potencia de la emoción
Foto: Fede Akabani

Apenas entramos a la antesala de Galpón FACE, hay una pequeña habitación, allí un cuerpo se mueve frente a una cámara. Continuamos avanzando y vemos proyectada la imagen de ese mismo cuerpo sobre una gran pared blanca. Observamos sus movimientos, la mirada, los meneos. El cuerpo real permanece a unos metros, pero nosotres miramos al que se ve reflejado, como si prefiriésemos ese espejismo plano, carente de sustancia. Cesa la proyección y otro cuerpo está sentado sobre una camilla metálica. Luego de observar su insólito quehacer, somos invitades a ingresar a la sala.

La danza nos recibe. Imágenes proyectadas detrás de lxs intérpretes, como en un streaming que compite con lo tangible. Un mundo virtual se multiplica y aceptamos lo intocable, lo inasible, lo insensible. ¿Hay espacio para la materia, para los sentidos y sus placeres? La carne y los huesos ¿son piezas andantes de un museo? Si todo necesitamos mostrarlo para que tenga sentido, ¿cuál es el sentido de lo que no está en las redes? ¿Cuál es la lógica de la vida regida por el algoritmo?

La labor de concebir, desarrollar y ejecutar el proceso de creación les llevó a reflexionar con respecto a la influencia de lo virtual en la vida cotidiana. La bailarina, coreógrafa y docente Inés Armas asegura: “En cuanto a nuestro cuerpo y a su movimiento, venimos viendo que el uso excesivo de dispositivos tecnológicos va afectando a nuestro movimiento, la postura saludable de balance entre cráneo, cuello y columna vertebral se ve alterada desde muy tempranas edades, lo mismo sucede con la visión, el ojo se vuelve funcional al dispositivo, visión focal y a corta distancia. Que la mayoría de les niñes de dos años estén mirando el celular, tiene claramente consecuencias a nivel del desarrollo cognitivo y de su desarrollo físico. Todo esto interfiere en nosotros y en el futuro de la humanidad, vimos proyecciones de cómo serán los cuerpos de acá a 200 años, y nos asustamos bastante”.

Fake – Todo lo sólido se desvanece en la nube comenzó a gestarse en una residencia de investigación en danza y performance Inés realizó en 2019 en Casa Sofía, Proximidades Expositivas, curada por Federice Moreno Vieyra. Con la bailarina, coreógrafa y docente Laura Peña Nuñez y el equipo del Colectivo Dominio Público iniciaron una investigación denominada AlgoRitmo. “Buscamos un cuerpo-algoritmo. Una calidad ambigua entre el ser físico y el ser digital. Trabajamos con estereotipos de belleza y de éxito impuestos por el mercado e intentamos deconstruírlos, hibridarlos, deformarlos, danzarlos”, describe

Inés, co-directora de Galpón FACE junto al actor, director y dramaturgo Fagner Paván. Les bailarines en escena son Laura Pérez Nuñez, Mauro Cacciatore y Tam Molina.

Agrega Fagner: “Empezamos a relacionar cuerpo-imagen-redes sociales-algoritmos y los límites en una realidad virtual. Las posibles contaminaciones entre la artificialidad y la materia orgánica. Miramos muchos cuerpos en las redes sociales y su relación publicitaria. El uso de filtros, fragmentaciones, cirugías, cuerpos mercancías en una era de la autoexplotación. Jugamos con este cuerpo transversalizado por una relación mecánica y seductora a la vez, estereotipado, gobernado por algoritmos”.

Virtualidad y aislamiento son condenas para los cuerpos. ¿Qué les ofrece el movimiento? “La danza o las artes escénicas vivas son la presencia del cuerpo. Un cuerpo como un espacio de resistencia, de ritualidad, de contacto con una fibra más íntima, frágil. Es un acto político de anclaje ancestral. Antes de todo está el cuerpo. Lo siente y registra todo”, asegura Fagner. Ambxs forman parte de Colectivo Dominio Público, un grupo interdisciplinario que investiga las tensiones entre tecnología, internet y sociedad desde el arte, el periodismo tecnológico y el artivismo.

Cuándo la virtualidad se filtre por todos los resquicios, ¿nos salvará la danza? Inés define: “ La danza es un encuentro con nosotros mismos y con les otres, es un canal de comunicación que se da solamente en la presencia, en el cuerpo a cuerpo, en la vibración próxima de las corporalidades en movimiento”.

Galpón FACE

Dean Funes 2142, CABA

Sábados 21 hs

Hasta el 4/12

@galponface @inesarmas @fagnerpavan

Una obra para mí

Lo que hay para ver: la solidez de los cuerpos, la potencia de la emoción
Foto: Nacho Lunadei

La convocatoria a participar de un festival y escribir autoficción es el resorte que da origen a esta obra y dispara una crónica amorosa plagada de momentos divertidos y también nostálgicos. Cada quien transita el duelo como puede. Y quien escribe Una obra para mí lo desarrolla con técnicas teatrales, con narrativa, con la memoria hecha carne. Para abrazarlo, llorarlo y despedirlo en una secuencia tan desoladora como vital. El humor, el canto y el baile forman parte de este relato de autor que busca revivir los mejores momentos —y otros no tanto— junto a su pareja, con una especie de resistencia que intenta convertirse en aceptación a medida que avanza la trama.

Esta catarsis teatral que oscila entre la carcajada y la emoción, propone un hecho extraordinario: la realidad y la ficción se dan la mano, se entrelazan y conciben un bálsamo reparador, un nuevo punto de partida. La felicidad era verlo preparar huevos revueltos para el desayuno de los dos, nos hace saber. Al fin y al cabo, los mejores momentos son los más simples, los cotidianos, cada vez que apelamos al recuerdo de los seres con quienes fuimos felices.

Con dramaturgia de Sebastián Suñé, Una obra para mí en la realidad surge luego de ver Dolor y gloria, la película autobiográfica del director español Pedro Almodovar (y no por la convocatoria a un festival, como se cuenta en la obra). “Había algo en la manera de contar, en la sinceridad, en lo autobiográfico mezclado con la ficción que me conmovió de tal manera que cuando volví a casa me senté a escribir sin ningún orden preestablecido. No suelo hacerlo así muy a menudo, soy bastante ordenado en lo que quiero contar. O al menos a la hora de sentarme a escribir tengo bien en claro qué quiero contar. Me senté esa noche y apreté las teclas sin parar durante un buen rato. Y el día siguiente fue igual y el otro y el otro. Hacía mucho no me pasaba eso, que no sentía ese frenesí. Lo disfruté muchísimo, como hecho catártico y artístico”.

¿Cómo se conjuga la propia vivencia con el despliegue ficcional en el escenario? ¿Cuáles son los límites entre ambos y como se entretejen para contar una historia? “Es difícil la conjunción de la propia vida y la ficción. Es dolorosa. O al menos para mí lo fue. En los ensayos me costaba separar lo que se estaba narrando de lo que había acontecido en mi vida varios años atrás. Lo emocional invadía zonas del relato en las que no convenía. Casi a diario me preguntaba por qué necesitaba narrar eso. Según una conocida, este acto simbólico de narrar lo vivido era el cierre perfecto del duelo. Un duelo que ya lleva casi veinte años. Siento que la historia va más allá de la propia experiencia, de lo individual, y logra volverse universal. Es un cuentito, sí, pero uno que a todxs nos puede interpelar desde diferentes lugares: en un momento de nuestras vidas todas las personas necesitamos cerrar o corrernos de algunos lugares que nos hacen mal. Una obra para mí es (en cierto modo) una invitación a hacerlo”.

Francisco Bertín interpreta a quien ya no está. Es despreocupado, divertido, adorable y por momentos se provocan fricciones con su pareja, tan enfrascado en su trabajo, en sus cavilaciones, “sos muy enroscado” le objeta. Desprenderse de esa solemnidad quizás sea el desafío, abrazar la propensión a la alegría del ser que tanto amó para hacerla propia y así, despedir el pasado y su persistente añoranza. Una vez más, resuena la palabra: catarsis. “Siguiendo al pie de la letra la definición que Google arroja como primera opción, debo decir que es tal cual: ´Entre los antiguos griegos, purificación de las pasiones del ánimo mediante las emociones que provoca la contemplación de una situación trágica´. Creo, y esto lo digo a título totalmente personal, que quizás ahora pueda volver a enamorarme sin temor a la pérdida, de la muerte, del fin. Quizás ahora pueda entender que esos dolores no nos definen ni trazan un futuro inexorable, sino que, una vez entendidos y transitados, la vida puede seguir deparándonos muchas otras posibilidades, incluso la de volver a amar. Sonó re cursi, pero ojo que lo cursi suele ser bastante potente”.

Espacio Callejón

Humahuaca 3759, CABA

Viernes 22 hs

@espacio_callejon

@sentimeuntema

@francisco.bertin

Animal de montaña

Lo que hay para ver: la solidez de los cuerpos, la potencia de la emoción
Foto: Fedro

He venido por enésima vez a fingir mi resurrección. En este mundo pétreo nadie se alegrará con mi despertar. Estaré yo solo

y me tocaré y si mi cuerpo sigue siendo la parte blanda de la montaña sabré que aún no soy la montaña.

Estos versos del poeta peruano José Watanabe junto con la novela Nieve, del escritor francés Maxence Fermine fueron “dos disparadores muy pregnantes —afirma Federico Pérez Gelardi, el director de lal obra de danza Animal de montaña— a la hora de ensayar y transmitirle a les intérpretes mi imaginario. La obra parte de un imaginario muy concreto que es la montaña y los cuerpos inmersos en un ambiente natural, alejado de un estar citadino. La montaña cómo un reflejo del proceso creativo invita a dialogar con uno mismo, a enfrentarte con esa inmensidad que habita dentro de uno y de la escena”.

Dos cuerpos inician un lento movimiento por un ambiente que parece hostil. La música, el humo, sus cabezas bajas, indican que no les es fácil avanzar, pero late el deseo de llegar. “Es interesante como se piensa un cuerpo y como luego se pasa a la acción. Está dialéctica fue creciendo y desentramando con pautas muy concretas de movimientos. Cómo se poetiza una imagen concreta de un cuerpo que atraviesa neblinas o se pierde en la montaña”. Cuenta Federico que para esta obra se nutrieron de las dinámicas del contacto improvisado, el trabajo en relación al tiempo y al espacio e hicieron hincapié en la palabra llevada al cuerpo en acción”. La música es un elemento clave: “la imaginé como un personaje más”, dice Federico. En su mayoría, está ejecutada por un theremin, increible instrumento cuyo sonido se emite gracias a una conjunción de factores similares a los de una radio analógica y con la rara particularidad de que no necesita ser tocado. Fue creado por casualidad por un físico ruso aficionado a la música alrededor de 1920, Lev Termén, y tiene dos antenas, una para controlar el volumen y otra el tono (de más grave a más agudo). Las manos se van moviendo cercanas a las antenas, como palomas ejecutoras de sonidos. Matías Merelli es el músico, quien antes de arrancar la obra ofrece un mini concierto con distintos instrumentos, como la kalimba y el theremin.

Les bailarines son Lola Caniggia y Jonas Elfenbaum, quienes resaltan en la neblina vestides de naranja. Lola cuenta que con lo propuesto por Federico, trabajó en incorporar imágenes y sensaciones y las llevó al lenguaje del movimiento. “Se comenzó con un trabajo de improvisación pero dentro de una trazado topográfico que ya Federico tenía bastante definido a priori y se fue afinando con el tiempo. Sin embargo la puerta para el aporte nuestro siempre estuvo abierta. Fue un constante ida y vuelta entre ideas y sensaciones pruebas y errores que llevaron al trabajo que finalmente se ve en escena”.

En marzo del 2020 comenzaban los ensayos, por supuesto hubo que postergarlos, aunque siguieron en contacto virtual para compartir textos e imágenes. “Fue un proceso emocional muy marcado por la pandemia, esos encuentros tenían un valor agregado al de estar ensayando un material, era un poco un grupo de supervivencia, también”, dice Jonas, quien a los 17 años vino a vivir a Buenos Aires desde la localidad de Chos Malal, en el norte de Neuquén. Sus vivencias en la niñez y adolescencia estaban entonces muy ligadas al imaginario de la obra. “Es un material que me representa mucho. Fue trabajar sobre imágenes muy propias. Perderse en la montaña, caminar sobre la nieve, la inmensidad y el miedo, lo abismal, la soledad y el silencio de la montaña”.

Planta

Inclán 2661, CABA

Próximamente nueva función

@planta.inclan @federicoperezgelardi @lolitacani @jonaselfen @matiasmerelli

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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