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Los diversos sean unidos

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¿Qué sienten, viven y piensan los que hoy fueron a la #Marcha21F? Una crónica de sensaciones y voces de la multitud que llenó la 9 de julio con mensajes contra el ajuste, la pobreza, sobre el sindicalismo, los jubilados, los docentes, los medios. Y la unidad. 

Fue una marcha enorme, con muchísima proporción de gente ostensiblemente pobre, en un clima que mezcló la angustia por la economía (tema en el que la sociedad sigue acumulando vasta experiencia), con cierto tono de alegría por ese asombro de estar ahí. Y ser tantos. Y tan distintos.
En el cielo había globos sindicales. Y drones mirándonos a todos, tal vez con sorpresa: sobre el asfalto de la Avenida 9 de julio pululaba la multitud que el gobierno porteño postuló en 140.000 personas, y los organizadores en 400.000. En ambos casos, suficiente para convertir al acto en una de esas mareas pocas veces vista, capaz de inundar a la que sigue peleando el récord como avenida más ancha del mundo.
En la Argentina hablan los políticos, los panelistas, los sindicalistas, los periodistas, los masters, los economistas y los opinólogos, sobre temas que a veces son cruciales para esta multitud compuesta por personas con la que casi nadie habla, y de quienes casi nadie sabe qué sienten, viven, y piensan.
Mientras los sindicalistas (Hugo Moyano, Sergio Palazzo, Hugo Yasky, Pablo Micheli) dijeron lo suyo contra el gobierno desde el Escenario Móvil Eiffel, ¿qué contaban sobre el presente, abajo, en el asfalto, quienes hicieron que toda la movida del 21F tenga sentido?

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Foto: Nacho Yuchark

El baile y el merendero

Lu, por ejemplo, trabajadora de un merendero, establece ante lavaca los problemas prioritarios de los barrios del conurbano: “El principal problema es la economía, el hambre…” se queda pensando y agrega “ la situación”.
“Está lo de la droga. Y los chicos que empiezan a robar porque no hay trabajo. Entonces te hablan de inseguridad pero son ellos (el gobierno) los que no hacen nada para mejorar la cosa”. Lu es una mujer joven, con seis hijos, integra el Movimiento Evita y habla de una desaparición: “Todo está para atrás. Todo el mundo habla del trabajo, pero el trabajo no aparece”. Cuenta que los que votaron a Macri creyeron mal. “Creyeron mentiras, creyeron promesas. De todo lo que dijo, ¿qué cumplió? Nada”.
¿Qué piensa hacia adelante? “Enseñarles a mis hijos a luchar, a salir adelante, y que aprendan a no creer en las mentiras”.
Pasan agrupaciones de gente muy seria, pasan camioneros que –según la primicia esbozada por medios oficialistas- tienen un notable vínculo con la industria vitivinícola, pero un poco más allá, a la sombra, hay algunas mujeres embarazadas que buscaron el fresco del pasto y miran divertidas un baile. Un vendedor de chipá con la canasta en la cabeza sonríe y baila con una señora sub 60 y unas chicas sub 22. No hablan. Sonríen. La gente alrededor aplaude marcando el ritmo que mezcla cumbia con redoblantes.
O tal vez hablan sin palabras y dicen que, pese a todo, en esa ronda hay: capacidad de disfrutar el momento, de compartir, de reírse un rato, además de tecnologías como la fertilidad y la convivencia.

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Foto: Nacho Yuchark

Pesadillas mediáticas

El cartel dice: “Seamos la pesadilla de quienes nos arrebatanlos sueños”. Lo lleva Juan Manuel, arquitecto al borde de los 54 años. No es de los que baila ni sonríe: “Vengo solo, no aguanto más. Voy a todas las marchas. Estuve el otro día en la de ATE y voy a ir a la de Rafael Nahuel en el monumento a Roca. No se puede estar con todos los tarifazos que hay. No entiendo por qué la gente no sale más. Como si estuviéramos esperando que se vaya todo a la mierda como el 2001 y entonces van a decir ‘piquete y cacerola la lucha es una sola’, pero ya va a ser tarde. Hay que actuar ahora” dice, y sigue caminando con su pancarta salvasueños.
Mabel es docente en una escuela primaria de Florencio Varela. Dice que el destrato a los docentes es constante, que la infraestructura de las escuelas públicas no cambia, que faltan libros y computadores, que el gobierno eliminó por decreto la paritaria nacional convenida por ley.
Sobre los balbuceos mediáticos que etiquetaron al acto como “marcha de Moyano”, dice Mabel: “Correr el eje y poner que la marcha la convocó tal gremio está mal: el eje es la clase trabajadora. Y los medios han jugado todo el tiempo a instalar un apellido como el que convoco a la marcha: están, pero cada uno tiene que tener conciencia de clase. Desde ese lugar estamos hoy acá. Y la otra cosa que hacen los medios es silenciar lo que pasa en los pueblos, en los barrios” describe, analizando de paso parte de la actualidad.

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Foto: Nacho Yuchark

Populismo y telos

Daniela integra la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular), organización que retumba en los medios dada la alegada amistad de su inspirador Juan Grabois con el Papa Francisco. Daniela explica qué es el trabajo autogestionado que pregonan: “Es cuando la persona genera su propia fuente de trabajo, no trabaja conpatrón, pero sí en cooperativas o en unidades productivas. Así tenemos cantidad de emprendimientos comunitarios, compañeras cartoneras y demás”.
Lo que se ve en los barrios pobres: “Es impresionante la acción de los punteros políticos”. ¿Peronistas? Daniela ríe: “No, macristas, reparten cosas, bolsones de comida, electrodomésticos, ahora no tanto porque no hay elecciones. Es un populismo de derecha” explica confirmando cierta teoría o ilusión global que plantea que en esta época todas las derechas deben ser populistas, para contener y controlar terremotos sociales.
Miguel Peregui, jubilado, camina por la 9 de Julio con una serie de pancartas hacia las banderas de ATE, Camioneros, Bancarios, Curtidores, Barrios de Pie, Metrodelegados, SUTEBA, de AMSAFE, de Aeronáuticos. Explica, con total sinceridad: “Vine porque me han bajado los ingresos, me han quitado todo. Con lo que pagaban en la época de Cristina, me iba con una compañerita del PAMI dos veces por semana a un telo y comía una pizza con birra. Ahora no puedo hacer nada de eso. ¡Nada de eso!”. En la pancarta se lee: “Unidad frente a los profetas del odio”.

Movimientos en movimientos

Nelba integra la corriente Clasista y Combativa: “¿Qué pretende usted de mí?” dice al periodista, y luego, seria, plantea: “El problema es la desocupación, la crisis y el hambre. Avanza la droga pero si los jóvenes tuvieran un trabajo que les permitiera vivir con dignidad, no se volcarían a la droga, que es como los cautivan las mafias”. Nelba confirma que la CCC estuvo contra el kirchnerismo por la 125: “Pero no etábamos conlos latifundista, sino que ellos prejudicaban a los pequeños y mediahos productores. Hoy estamos todos acá porque siempre tenemos que unirnos pese a las diferencias cuando hay un enemigo principal, más allá de las diferencias secundarias” explica, con palabras muy Mao.
Un muchacho con remera de Barrios de Pie y un kirchnerista de La Kasa Néstor aceptan hablar con lavaca: “El compañero no creo que haya votado al macrismo” dice el K. El joven de Barrios de Pie se ríe y cuenta: “Me parece que no se escucha mucho al pueblo. Hay que ver si se logra que exista otra mentalidad y no se engañe más a la gente”. El K: “Si nos ponemos a mirar, estamos todos en la misma”. Le digo que los camioneros si votaron orgánicamente a Macri. Dice: “Bueno, si siguen así las diferencias son insalvables”.
Gustavo es camionero, de Neuquén, y votó a Macri: “Hoy no lo votaría me parece. En ese momento era una opción porque no queríamos que siguiera el kirlchnerismo, y no había nadie más a quien votar. No los queríamos por lo del impuesto a las ganancias que nos sacaban y nos siguen sacando. Y además Cristina lo atacó a Moyano. Nosotros no dudamos de los Moyano, ni de Hugo ni de Pablo. Todo lo que conseguimos como trabajadores es gracias a Hugo Moyano, así que más que respaldado va a estar por nosotros”.
Reconoce que la situación en Neuquén, pese a los millones de petrodólares que se supone abundan por allí, no se reflejan en lo social: cada vez más pobreza y más villas. “El gobierno nacional no hace nada, el provincial algo. Yo no votaría otra vez a esta gente, pero el problema es que entonces, ¿a quién votás?”
El sindicalista de Satsaid (televisión, que integra la Corriente Federal) Carlos Brites, en medio de los bombos: “Es muy positivo que estemos todos aquí. Nosotros venimos de Ideas del Sur donde los compañeros no cobran hace 3 meses. Si no nos movemos nosotros, con los movimientos sociales ¿quién se va a mover?”
Carlos Seydell es secretario general del Sindicato Único de Publicidad. Reconoce que su gremio es atípico, porque la crisis no lo está golpeando tanto como a otros. «Pero de todos modos venimos contra el ajuste, los tarifazos, por paritarias libres y contra las políticas que perjudican a la sociedad. Somos solidarios: si llaman los gremios o los movimientos sociales, tenemos que salir todos». Ríe cuando le pregunto si conoce gente que haya votado a Macri. “Soy cordobés. Es una provincia que hizo la Reforma, el Cordobazo y el Viborazo, lo votaron 7 de cada 10. Pero te puedo decir con conocimiento de causa que hoy Macri no puede ir a la capital, lo han sacado a pedradas, y por eso se maneja entre Rio Cuarto y Villa María cuando va, que son territorios de De la Sota”.

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Foto: Nacho Yuchark

Los pasivos activos

Emilio y Cecilia están parados sobre Venezuela y 9 de Julio, recostados sobre la esquina con la bandera del Frente de jubilados.
Dice Emilio: “Creen que el jubilado es un pasivo. Es una mentira: tengo 82 años, estoy activo, trabajo en ventas de ropa y cobro una jubilación mínima. La creencia de que el jubilado está para el geriátrico es mentira: hoy el jubilado puede ser un ente activo de la sociedad y ejercer todos sus derechos y no permitir que lo devasten. Hemos creado un frente de personas mayores de cualquier idea política. El movimiento debe ser nacional, popular y democrático, y eso no lo puede parar un gobierno de ricos para ricos que en vez de tener una patria, tiene una empresa”.
El pastor Jorge es otro jubilado, de 77 años: “Ya desde los tiempos bíblicos se explica qué pasa si estás separado. Jesús, a sus discípulos, les agarró una ramita que quebró con su rodilla. Luego, agarró un ramo que no pudo romper, diciendo que la unión hace la fuerza. Si acá no nos unimos, no pasa nada”.
Sobre Moyano: “Quieren demonizarlo. Hace un año estaban a los besos y abrazos. Ayer era un niño mimado, hoy es un infame. Pero la lucha es otra. Y, por eso, hay que venir”. Y antes de irse pide aclarar algo más: “Viva la patria”.

No estoy muerto 

En la esquina de Salta y Carlos Calvo, a metros de la manifestación, hay una especie de cementerio de la clase media. Juguetes usados (20 pesos), viejas Barbies desnudas (15 pesos), pavas (50 pesos), termos, ropa (según) zapatos (30 pesos el par), viejos jueguitos de Playstation.
Todo el cambalache callejero ha sido instalado por Fabián, cartonero. La gente sale de la marcha y le compra. “Esa pava es nueva, sale 100. O por lo menos 80. Me la vendió una señora hoy por 50 porque no tenía para comprarle leche a la nena. Estoy hace 30 años por acá. Antes la gente me daba las cosas que no usaba más. Pero ahora me las venden. Ni los finolis tienen un mango, pá”.
Sobre la marcha: “Que se vaya este tipo, varón, nos estamos muriendo de hambre. Todos. Le está empezando a tocar a los ricos la malaria. Por cómo aumentan las cosas, se siente que hasta los de plata se ponen nerviosos”.
No está muy de acuerdo con que el acto se haga en la 9 de Julio: “Hay una mano que tiene que ir a tocar el corazón de él, en la Casa Rosada. No acá, porque se matan de risa. Hay que ir allá. Y tenemos que ir todos, y no es una cosa de un solo día, porque no da para más”. No fue a la marcha «porque si no vendo, no como yo ni comen mis hijos».

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Foto: Nacho Yuchark


Vecinas y vecinos del barrio pasan e invariablemente lo saludan con mucho afecto: “Yo no consigo trabajo porque no sé leer, no sé computación, y entonces te desprecian. Por suerte acá la gente del barrio me trata bárbaro”.
Cuenta que el oficio de cartonero le enseñó a saber mirar, a estar atento, a saber discriminar qué cosas sirven y cuáles no.
Detecta que hay crisis porque hace unos años podía levantar 400 o 500 pesos en una recorrida cirujeando, pero hoy no pasa de 150. «Cuando hay menos basura, hay crisis», informa.
Asegura que nota la crisis porque hay en la basura menos metales y menos papel blanco. «Si hoy encontrás 200 kilos de papel, o dos kilos de cobre, estás en el paraíso».
Fabián tiene 5 hijos y su señora está internada en el hospital Udaondo: “Cáncer. Tengo fe y se la dejé a Dios. Pero no sé si me la devolverá. Y volveremos a ser una familia, todos juntos”. Se ríe con los manifestantes, gente humilde, de los barrios, que descubren su puesto cambalache en la vereda y aprovechan: le compran muñequitos viejos, una ropa para niños, un redoblante de juguete, unos vasos usados.  Levanta Fabián los brazos como respuesta a una vecina que lo saluda desde la vereda de enfrente, me vende una vaca para la Cooperativa ídem.
Y me cuenta parte de su biografía: “Hace unos años casi me mataron, acá mismo. Cuatro tipos y una mina, con fierros de esos de caños del agua. Me robaron los metales que yo había juntado. Me partieron la cabeza y yo me quedé ahí tirado, abrazado a la carreta para que no me la roben».
«Vinieron los milicos, me llevaron en ambulancia, pero en el hospital me mandaron a la morgue. Creían que estaba muerto. Los milicos vinieron al barrio y dijeron que me habían matado. Me desperté en la morgue. Tenía la cabeza abierta a golpes, todo lleno de sangre. Me quise escapar. Un milico del hospital me dijo: ‘vos no te podés ir’. «Yo le contesté. ¿sabés qué pasa amigo? No soy un muerto. Fui a mi casa. Me llevaron al hospital, me dieron 23 puntos en la cabeza”.
Siguen desconcentrándose manifestantes, y con el fin de la marcha Fabián me cuenta algo más de su historia. “Cuando volví aquí, a esta esquina, una señora que sabía que yo estaba muerto me vio, y se desmayó. Como si fuera un fantasma. Y otra vecina me pellizcaba el brazo para ver si era cierto que yo estaba”.
-¿Y vos qué les contestabas?
«Lo mismo que al milico: les decía que no estoy muerto. Y me reía».
Es asombrosa cada parte de su relato. Podría ser un capítulo de esas series de moda sobre misterios fantásticos. Pero es la realidad y así son los fragmentos de la historia, con tantos puntos en común con la biografía argentina: Fabián sigue intentando ganarse la vida cada día sabiendo que es muchas cosas, menos un fantasma.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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