Nota
Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha
Miles de trabajadores de todas las centrales sindicales (CGT, Frente Sindical y las dos CTA) junto a los movimientos sociales inundaron las calles porteñas en rechazo a las políticas económicas del Gobierno bajo la consigna: “Por la Unidad, la Producción y el Trabajo Argentino”. Las voces que cuentan la realidad a partir del precio del colectivo. Las teorías políticas, los diagnósticos, las hipótesis y las evidencias. Cómo pensar con el bolsillo y reflexiones sobre la burocracia. Nuestra crónica y reportaje fotógrafico.
La ciudad de nombre extraño, Buenos Aires, amaneció con dos noticias:
- Alerta meteorológica por fuertes tormentas y vendavales.
- Pronóstico de caos vehicular en el centro por marchas y manifestaciones.
Los autopercibidos “medios de comunicación” aman convertir las expresiones de la sociedad en problemas de tránsito.
Pero la ciudad tiene otros tránsitos, coros que cantan contra el Presidente y su familia y entonaciones peronistas. Desde Once, sentado en la fuente, a la espera del comienzo de la marcha, está el Sindicato de Industrias Químicas y Petroquímicas de Zárate. Néstor Carrizo, tesorero del gremio, grafica a lavaca: “En la zona industiral de Zárate estamos trabajando con una capacidad instalada del 50 por ciento paralizada. Es decir, estamos laburando a la mitad. Históricamente, a Zárate tardaban en llegar crisis así, era en cierto modo una isla. Hoy está muy afectado, te diría como nunca en la historia”.
A unos pasos está Néstor Villarroel, quien hace cuarenta y cinco años vende golosinas en el ferrocarril Mitre. Tiene 51, por lo que desde los seis años transita el tren que une Retiro con Tigre. Hombre con varios vacíos dentales y una enorme cordialidad. En 2017 tomó una decisión: junto a compañeros y compañeras creó la Agrupación de Vendedores, que da cobijo a 75 trabajadoras y trabajadores del tren bajo la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). Villarroel, el actual presidente de la flamante organización, está parado bajo un diluvio que confirma los pronósticos y que algunos de sus compañeros interpretan con una lectura didáctica: “La CGT se mueve, y mirá lo que provocó”.
A su alrededor hay banderas de Barrios de Pie, del Frente de Organizaciones de Lucha (FOL), del Movimiento Territorial de Liberación (MTL), mezcladas con las de los sindicatos de la televisión (SATSAID), de Molineros, Camioneros y una enorme columna que a las 12 partió desde Once en dirección a 9 de Julio. Además del reclamo por los tarifazos, la falta de trabajo y los pedidos cada vez más insistentes de un paro general, los movimientos sociales también están en las inmediaciones del Congreso para exigir la votación de la Ley de Emergencia Alimentaria en Diputados.

Foto: Nacho Yuchark
Sin molestarse por la lluvia, Villarroel hace una síntesis económica de la actualidad:
- “Las ventas en el tren bajaron un 60 por ciento. En el colectivo, un 80 por ciento. ¿Por qué? Porque la gente tiene que pagar el boleto y entonces no compra nada. Hoy sale más barato el tren. Y los que laburan en colectivo, están ganando por día 150 o 200 pesos. ¿Qué se puede vivir con eso?”.
- “En el 2002 la pasamos parecido ahora. No hay venta porque la gente no tiene plata. Mi consumo también bajó: antes, comíamos un pollo por día, pero hoy me dura seis comidas. Con mi esposa lo hacemos durar porque los dos trabajamos en el tren y la estamos pasando mal. Una pechuga la estiramos cuatro días, cortándole a poquito, vio”.
- “Con las tarifas, sólo sé que con Cristina pagaba 50 pesos la luz y ahora pago 1200”.
- “Algunos sindicalistas de los que vemos acá votaron contra el gobierno anterior. Macri ganó por algunos de ellos. Y ahora vienen a hacerse que está todo mal. Hay que acordarse”.
Villaroel se acuerda, lo dice y así fija una agenda de conversación.
Por Avenida Rivadavia, mientras, asoma la cabecera de la movilización con una bandera de color celeste y letras blancas que postulan:
- «Por la Unidad, la Producción y el Trabajo argentino».

Foto: Nacho Yuchark
El país como kiosco garaje
Entre banderas de los gremios agrupados en las dos CTA, la CGT y el Frente Sindical, unas veinte personas intentan que los remolinos de viento no vuelen la bandera de la Unión de Kioscos de la República Argentina (UKRA), una organización que forma parte de la CGT y de Ni una Pyme Menos. Su presidente, Adrián Palacios, rondando los 40 y con gesto de preocupación, cuenta que la cámara se creó el 31 de mayo de 1947 cuando el entonces presidente Juan Domingo Perón les otorgó la personería. Ante la crisis, hace cinco años, comenzaron a organizar a los dueños de los kioscos.
Palacios resume: “Somos 120 mil a nivel nacional, pero desde hace tres años tenemos 28 mil kioscos cerrados. Vemos cierres en todas las avenidas, con boletas de luz a 27 mil pesos”.
Apunta que la crisis es doble porque muchos kioscos se abren como consecuencia de una pérdida laboral anterior. “En barrios periféricos están surgiendo kioscos ventana o garaje, que son los trabajadores despedidos de alguna fábrica y que se pusieron un almacén con la indemnización. Eso genera mayores kioscos, pero en un país sin consumo, cierran a los seis meses. Lamentable”.
La UKRA lanzó un comunicado a nivel nacional subrayando que “no hay que votar” a ningún candidato de Cambiemos. “Sus políticas son solamente para los grandes supermercados. Tenemos que votar a algún candidado que priorice las pymes argentinas, el consumo interno, los puestos de trabajo. Hoy tenemos compañeros que llegan al día 20 y tienen que pedir fiado el resto del mes”.
Palacios dice que hay que llamar urgente a un paro nacional.
Y avisa: “Se lo haremos entender hoy”.

Foto: Nacho Yuchark
Trabajar al 50 por ciento
Carrizo, del sindicato de Químicos, reitera que Zárate está paralizada al 50% y agrega: “Tengo casi 40 años de trabajo en la industria. Ni en dictadura vi esta pérdida de puestos de trabajo: son más de 600 puestos en estos cuatro años”.
Con la lluvia mojándoles los guardapolvos, por Rivadavia marchan docentes de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE). Son de las pocas trabajadoras en una movilización con mayor presencia masculina, a pesar de que el primer paro obrero al gobierno Cambiemos fue el de mujeres.
Irene Garbus, secretaria de Primaria del sindicato: “Venimos de una pelea de desgaste salarial al que sumamos el empobrecimiento de las escuelas. En la Ciudad estamos en un proceso en el que Gobierno está reduciendo la comida que llega a los comedores escolares. En ese contexto, la escuela, que siempre funcionó como un lugar de amparo, está siendo destruída: no se puede aprender con hambre”.

Foto: Nacho Yuchark
A quién parar
En el peor momento de la lluvia, algunos trabajadores se refugian bajo los techos de los negocios. “¿Trabajador que huye sirve para otra marcha?”, le pregunta un químico a otro, que despliega un paraguas. Por allí también espera el secretario adjunto de la Asociación Obrera Textil, José Listo.
-Un vendedor de golosinas me dijo que el diluvio lo ocasionó la CGT por la marcha.
–(Risas) A nosotros no nos para la lluvia ni las piedras.
-¿Y al país?
-Un país sin industria no es un país. No crece. Toda la actividad y todos los gremios hermanos que estamos hoy acá nos estamos quedando sin trabajo. En los últimos tres años, sólo en el rubro textil hubo 8200 despidos, 200 fábricas cerradas, más de 5000 suspendidos. Esa es la situación actual. No exagero si digo que es peor a la época de Menem.
-Para usted, ¿para general sí o paro general no?
–Nosotros entendemos que un paro no sirve porque la industra ya está parada. Lo que hace ruido y llega a la gente son estas manifestaciones de fuerza, aun con muchos trabajadores que luego retornan a sus puestos. Es que está todo parado: si parás 24 horas, no hacés nada porque al otro día sigue todo igual. La salida es reactivar el aparato productivo, la industria, terminar con el dólar, la tasa de interés y darle participación al trabajo. Entre todas las organizaciones textiles, agrupamos a más de 200 mil trabajadores. Si todo esto no se toma en cuenta, en dos meses vamos a tener todo roto.

Foto: Nacho Yuchark
Dialéctica de bolsillo
Cuando todas las columnas confluyen en Congreso, hay un dato que emerge: la marcha es multitudinaria. Por allí también camina la Federación de Obreros y Empleados de la Industria del Papel, Cartón y Químicos, pertenecientes a la CGT, que agrupa a 20 mil trabajadores siete ramas de producción y reciclado de papel. “La situación está delicada porque la empresa Arcor compró Cartocor, una empresa que recicla cartón corrugado, y están acaparando todo mientras las pymes comienzas a desaparecer”, explica Pablo Ayala, secretario de Medio Ambiente del gremio.
Ayala cuenta que muchos compañeros votaron a Cambiemos en 2015. “Hoy tomamos otra perspectiva: no hacer política, para que cada trabajar vea la realidad desde su perspectiva del trabajo. Esto quiere decir que, cuando vayas a votar, tengas conciencia. Estamos viendo desaparecer grupos de trabajadores en toda la República, desde Jujuy a Neuquén. Entonces: ¿cómo está tu bolsillo? Bueno, votá con eso”.
-Para usted, si todo está tan mal, ¿por qué cuesta tanto salir a la calle?
-Es un tema delicado. Lo que hizo este Gobierno, de manera inteligente, fue dividir sectores. Hay varios sectores del gremialismo con intereses políticos que se han olvidado que están para defender los derechos de los trabajadores y no de aquellos a quienes les dicen que tienen que votar. Los trabajadores tienen que pensarse para ellos, y ellos organizarse para decirle a los dirigentes lo que tienen que hacer. Allí, los dirigentes tienen que tener la coherencia de llevarnos por el buen camino.
-¿Y qué pasa hoy?
-El Gobierno sectorizó y hoy cada uno está defendiendo su industria ante un golpe terrible. Entonces encontrás a cada uno discutiendo sus paritarias en situaciones nefastas. Después dicen que salir a la calle es culpa nuestra. No, es un culpa de ellos.

Foto: Nacho Yuchark
La teoría del huevo
Son miles.
Desbordan.
Por Once, por Congreso, por Rivadavia, por Entre Ríos, por Yrigoyen, por 9 de Julio. Todas las centrales obreras (CGT, Frente Nacional, las dos CTA) y los movimientos sociales están en la calle.
La multitud sigue. Y discute. Algunos exigen paro general. Otros dicen que la industria ya está parada. Algunos contestan que la marcha debería seguir hasta Plaza de Mayo. Otros murmuran que en 9 de Julio no habrá lectura de documento para evitar que haya un desplante a tono con el “Poné la fecha”. A la vez, es un dato de la realidad que movilizaciones de este tipo son una rareza en el neoliberalismo global, en el cual Argentina todavía logra signos de no aceptar pasivamente las políticas de precarización que inundan el planeta.
Juan Alberto, un camionero de 63 años, con 25 como repartidor de agua, parece entenderlo todo: “Estamos pésimo. Mirá que viví gobiernos, pero no te puedo nombrar ni un año como este. Muchos compañeros sin laburo. ¿Y sabés por qué? Porque no hay laburo. No hay ventas. Y si no hay ventas, no hay trabajo. Tuvimos gobiernos malos, eh, pero nunca uno así”.
-En 2015, Moyano hizo campaña por Macri y muchos camioneros votaron a Cambiemos. ¿Qué piensa?
-El voto es relativo. Vos votás a quien se antoje. Yo no lo voté, eh. Yo soy peronista. No lo votaría nunca. Tampoco a un radical. Pero sí, es como vos decís: pasó. Y lo discutimos.
-¿Y cuál es la síntesis?
-Los que lo votaron, hoy se quieren agarrar los huevos. Ahora hay que esperar que pase.
-¿Y frente a un posible paro?
-Obvio que hay que hacerlo. Pero un-paro-bien-hecho, amigo: tres días sin laburar hasta que no haya nada. Si parás un día, a nadie le importa, porque todo está parado y no se vende nada. Pero si parás tres, es otra cosa. Un paro en el que no haya comercios, no haya nafa, no haya transporte, no haya nada.

Foto: Nacho Yuchark
Le pregunto entonces a José Alberto, que no es trotskista, por qué piensa que cuesta tanto que la CGT tome una medida concreta ante esta situación de crisis compartida, bajo diluvio bíblico, por un vendedor de golosinas en trenes, un textil, un papelero, una docente, un químico, un kiosquero.
El camionero abre los brazos bajo la lluvia.
Y con un dedo apuntando al cielo, que en realidad señala a una cúpula sindical imaginaria, contesta:
-Vos y yo estamos acá, mojándonos, mientras ellos, mañana, van a estar comiendo asado.
No se sabe cuándo se anunciarán los próximos alertas meteorológicas.

Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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