Nota
Posta Sanitaria Cultural: 3° acto: Tejer alianzas para inventar el futuro
La ceremonia semanal portadora de arte tuvo lugar esta vez en las escalinatas del Teatro Colón. La Posta aportó lo que le falta en este momento al teatro reconocido mundialmente por su calidad: ópera, danza y poesía. Esta tercera irrupción en el espacio público es la última de este ciclo. La propuesta será abrazada por distintos centros culturales y salas teatrales de la ciudad que instalarán acciones artísticas puertas afuera de sus espacios – manteniendo el distanciamiento y las medidas higiénicas correspondientes- como una forma de recuperación de la calle y como invitación a reactivar la actividad cultural independiente.

Después de casi cinco meses la ópera vuelve al Teatro Colón. “Con te partiró” (“Contigo partiré”) es interpretada por Fernando y Luis De Gyldenfeldt, gemelxs artistxs e integrantes de Ópera Queer, dueto que intenta deconstruir y desacartonar al género lírico. Con brillos, encajes, pelucas y maquillaje acorde a una gala teatral, lxs hermanxs irrumpen con la potencia de sus voces en las escalinatas de la calle Libertad. Son poco más de las tres, en una tarde de casi veinte grados de temperatura y en la plaza frente al Colón hay varios pequeños grupos de personas al sol. Atraídos por los tonos de soprano y barítono -y probablemente también porque desde el 20 de marzo no hay música en vivo que no sea por streaming- muches se acercan para apreciar el show.
En el momento instrumental aparece una bailarina vestida de negro. Cecilia Grüner se desliza entre la escalinata y la vereda de un teatro de fama mundial por su acústica y su esplendor estético, un teatro cerrado desde el inicio de la pandemia.

Lxs gemelos vuelven a entonar la canción popularizada por el cantante italiano Andrea Bocelli y al finalizar, el público formado espontáneamente aplaude y agradece. Entonces se acerca y toma el micrófono la poeta y cantante Susy Shock. Y pregunta:
¿Qué queremos?
Queremos que entiendan una cosa muy simple: que esta pandemia no nos permita llenar una sala no significa que no podamos hacer teatro.
Las salas de los espacios oficiales de la ciudad de Buenos Aires están vacías, pero eso no significa que allí no podamos hacer nada.
Estos espacios existen. Sus estructuras humanas, edilicias, simbólicas existen y todo eso no está funcionando.
No nos referimos con esto a filmar cosas que se parecen al teatro y subirlas a las plataformas, aunque eso está muy bien, para empezar.
Pero podemos hacer mucho más con estas estructuras, llenas de fantasmas, cerradas desde hace meses.
Podemos, por ejemplo, hacer un debate nacional para pensar cómo será la escena que vendrá, sin violencias, y con relaciones más sanas que las que estableció la cultura del mercado.
O podemos hacer un ciclo que rescate la memoria de la escena argentina y transmitirlo por esa tevé que hoy sólo se dedica a contar muertes.
Podemos hacer un festival de improvisación que tenga como pauta transmitir las medidas de cuidado social y emitirlo por esas pantallas que hoy están infectadas de opinólogos.
Podemos llevar a esos barrios castigados por la desigualdad y paralizados por la cuarentena los mejores talleres de arte para que este tiempo sin empleo no sea un castigo sino una forma de recibir todo aquello que el trabajo agotador y mal pago les niega.
Podemos hacer una grilla para que las salas del complejo teatral Buenos Aires sean utilizadas por la escena independiente, de acuerdo a sus necesidades.
Podemos reunir a las personas que trabajan en el teatro oficial y a artistas de la escena Independiente y armar mesas de trabajo donde se discuta como articular esos dos sistemas de producción.
Podemos tener radioteatros en las emisoras públicas dedicados a rescatar las obras que nos legaron las grandes compañías.
Podemos hacer lecturas de aquellas obras de teatro que forman parte de las currículas escolares, para ayudar así a tantos docentes que están haciendo maravillas para sostener el sistema educativo en medio de este aislamiento obligado.
Podemos también recordarle al Estado que la labor de les trabajadores de la cultura merece el mismo tratamiento que le están dando a las grandes empresas concentrada.
Podemos usar este tiempo para repensar nuestras prácticas y vínculos
Podemos pensar a futuro.
Generar nuevas alianzas.
Inventar juntes cómo seguir.
Podemos hacer todo esto y mucho más.
Lo que no podemos es seguir paralizadas, quietas como liebres cegadas a la luz, con la gestión cultural pública abandonada como si en este contexto no fuera algo esencial.
Lo que no podemos es seguir sin existir.
Primero que nada porque existimos, tenaz y persistentemente
Pero además porque, en medio de tanto dolor y pérdida, hacemos falta
¿Es que acaso el Estado cree que el teatro y la danza no son importantes en este contexto?
¿Cómo es que vamos a reunirnos de ahora en más?
¿Cómo vamos a volver a mirarnos a los ojos?
¿Cómo nos vamos a vincular con el cuerpo de les otres?
¿Cómo vamos a volver a estar juntes?
Llevamos mucho tiempo pensando, haciendo y sintiendo cosas que giran sobre esas preguntas.
Trabajamos en comunidad y develando la belleza del mundo
Hay que inventar un futuro y para eso somos esenciales
Dejen de ignorarnos
Abran los teatros.

Se escuchan aplausos y varios “¡Bravo!”. Así concluye la tercera Posta Sanitaria Cultural. La poesía, la música y la danza ocuparon el espacio público durante once minutos enn la puerta de un teatro que – como tantos otros de la ciudad- sigue con las butacas vacías. Este ciclo que transitó por el Teatro Alvear y el Teatro San Martín, hoy tuvo su cierre en el Teatro Colón. Mientras sea necesario, lxs hacedorxs de cultura, continuarán golpeando las puertas cerradas de los teatros y ofreciendo su arte como llave. En movimiento, siempre alertas, con sus actos esenciales.

La ceremonia semanal portadora de arte tuvo lugar esta vez en las escalinatas del Teatro Colón. La Posta aportó lo que le falta en este momento al teatro reconocido mundialmente por su calidad: ópera, danza y poesía. Esta tercera irrupción en el espacio público es la última de este ciclo. La propuesta será abrazada por distintos centros culturales y salas teatrales de la ciudad que instalarán acciones artísticas puertas afuera de sus espacios – manteniendo el distanciamiento y las medidas higiénicas correspondientes- como una forma de recuperación de la calle y como invitación a reactivar la actividad cultural independiente.

Después de casi cinco meses la ópera vuelve al Teatro Colón. “Con te partiró” (“Contigo partiré”) es interpretada por Fernando y Luis De Gyldenfeldt, gemelxs artistxs e integrantes de Ópera Queer, dueto que intenta deconstruir y desacartonar al género lírico. Con brillos, encajes, pelucas y maquillaje acorde a una gala teatral, lxs hermanxs irrumpen con la potencia de sus voces en las escalinatas de la calle Libertad. Son poco más de las tres, en una tarde de casi veinte grados de temperatura y en la plaza frente al Colón hay varios pequeños grupos de personas al sol. Atraídos por los tonos de soprano y barítono -y probablemente también porque desde el 20 de marzo no hay música en vivo que no sea por streaming- muches se acercan para apreciar el show.

En el momento instrumental aparece una bailarina vestida de negro. Cecilia Grüner se desliza entre la escalinata y la vereda de un teatro de fama mundial por su acústica y su esplendor estético, un teatro cerrado desde el inicio de la pandemia.

Lxs gemelos vuelven a entonar la canción popularizada por el cantante italiano Andrea Bocelli y al finalizar, el público formado espontáneamente aplaude y agradece. Entonces se acerca y toma el micrófono la poeta y cantante Susy Shock. Y pregunta:
¿Qué queremos?
Queremos que entiendan una cosa muy simple: que esta pandemia no nos permita llenar una sala no significa que no podamos hacer teatro.
Las salas de los espacios oficiales de la ciudad de Buenos Aires están vacías, pero eso no significa que allí no podamos hacer nada.
Estos espacios existen. Sus estructuras humanas, edilicias, simbólicas existen y todo eso no está funcionando.
No nos referimos con esto a filmar cosas que se parecen al teatro y subirlas a las plataformas, aunque eso está muy bien, para empezar.
Pero podemos hacer mucho más con estas estructuras, llenas de fantasmas, cerradas desde hace meses.
Podemos, por ejemplo, hacer un debate nacional para pensar cómo será la escena que vendrá, sin violencias, y con relaciones más sanas que las que estableció la cultura del mercado.
O podemos hacer un ciclo que rescate la memoria de la escena argentina y transmitirlo por esa tevé que hoy sólo se dedica a contar muertes.
Podemos hacer un festival de improvisación que tenga como pauta transmitir las medidas de cuidado social y emitirlo por esas pantallas que hoy están infectadas de opinólogos.
Podemos llevar a esos barrios castigados por la desigualdad y paralizados por la cuarentena los mejores talleres de arte para que este tiempo sin empleo no sea un castigo sino una forma de recibir todo aquello que el trabajo agotador y mal pago les niega.
Podemos hacer una grilla para que las salas del complejo teatral Buenos Aires sean utilizadas por la escena independiente, de acuerdo a sus necesidades.
Podemos reunir a las personas que trabajan en el teatro oficial y a artistas de la escena Independiente y armar mesas de trabajo donde se discuta como articular esos dos sistemas de producción.
Podemos tener radioteatros en las emisoras públicas dedicados a rescatar las obras que nos legaron las grandes compañías.
Podemos hacer lecturas de aquellas obras de teatro que forman parte de las currículas escolares, para ayudar así a tantos docentes que están haciendo maravillas para sostener el sistema educativo en medio de este aislamiento obligado.
Podemos también recordarle al Estado que la labor de les trabajadores de la cultura merece el mismo tratamiento que le están dando a las grandes empresas concentrada.
Podemos usar este tiempo para repensar nuestras prácticas y vínculos
Podemos pensar a futuro.
Generar nuevas alianzas.
Inventar juntes cómo seguir.
Podemos hacer todo esto y mucho más.
Lo que no podemos es seguir paralizadas, quietas como liebres cegadas a la luz, con la gestión cultural pública abandonada como si en este contexto no fuera algo esencial.
Lo que no podemos es seguir sin existir.
Primero que nada porque existimos, tenaz y persistentemente
Pero además porque, en medio de tanto dolor y pérdida, hacemos falta
¿Es que acaso el Estado cree que el teatro y la danza no son importantes en este contexto?
¿Cómo es que vamos a reunirnos de ahora en más?
¿Cómo vamos a volver a mirarnos a los ojos?
¿Cómo nos vamos a vincular con el cuerpo de les otres?
¿Cómo vamos a volver a estar juntes?
Llevamos mucho tiempo pensando, haciendo y sintiendo cosas que giran sobre esas preguntas.
Trabajamos en comunidad y develando la belleza del mundo
Hay que inventar un futuro y para eso somos esenciales
Dejen de ignorarnos
Abran los teatros.

Se escuchan aplausos y varios “¡Bravo!”. Así concluye la tercera Posta Sanitaria Cultural. La poesía, la música y la danza ocuparon el espacio público durante once minutos enn la puerta de un teatro que – como tantos otros de la ciudad- sigue con las butacas vacías. Este ciclo que transitó por el Teatro Alvear y el Teatro San Martín, hoy tuvo su cierre en el Teatro Colón. Mientras sea necesario, lxs hacedorxs de cultura, continuarán golpeando las puertas cerradas de los teatros y ofreciendo su arte como llave. En movimiento, siempre alertas, con sus actos esenciales.

Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

Nota
Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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