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Qom Félix Díaz: “La intención era liquidarme”

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No fue casualidad que en el Día Internacional de los Derechos de los Pueblos Indígenas, Félix Díaz haya pasado unos minutos inconciente sobre la ruta que va desde Laguna Blanca hacia su paraje en la provincia de Formosa, la comunidad qom La Primavera.
Qom Félix Díaz: “La intención era liquidarme”
Ruta violenta en ese territorio violento defendido por la comunidad Qom, que es objeto de tentación para ganaderos, universidades y administradores provinciales bajo la órbita del gobernador Gildo Insfrán, motivo por el cual desde hace unos años Félix y los miembros de La Primavera sufren amenazas, hostigamientos y constantes episodios de agresión física y verbal por parte de varios agentes que cuentan con la pasividad de la policía formoseña.
“La intención era liquidarme”
Sobre esa tradición violenta –cuyo testimonio más ejemplar fue el asesinato de un miembro de la comunidad, Roberto López, a fines de 2010- se escribió un nuevo capítulo cuando el pasado 7 de agosto una camioneta negra atropelló a Díaz, que viajaba en moto de vuelta a su casa sobre la ruta provincial N°2. Félix dijo a lavaca: “No podría decir que fue un accidente, porque es muy notorio que la intención era tirarme o liquidarme. Me salvé de milagro”.
Elegido cacique
A pesar de una peregrinación (https://www.lavaca.org/notas/la-comunidad-qom-llego-a-la-capital-exigen-la-renuncia-del-gobernador-de-formosa/) hacia Buenos Aires realizada por miembros de la comunidad Qom que derivó en un acampe y huelga de hambre en plena avenida 9 de julio durante tres meses, la situación de La Primavera es igual o peor a los tiempos en los que se inició el reclamo. Los DNI que se les habían prometido no existen, el sistema de agua potable para el territorio -supuestamente gestionando a nivel provincial- es nada más que una hipótesis, la asistencia médica que reciben es precaria y la mesa de diálogo activada por el Ministro del Interior Florencio Randazzo entre el gobierno nacional, el formoseño y los qom tiene una actividad cuya principal cualidad es ser fantasma: el gobierno de Insfrán decidió retirarse de la Mesa una vez que Félix fue elegido cacique de la comunidad La Primavera, y los qom quedaron hablando solos.
Calibre 38
Luego de haber pasado unos días en la terapia intensiva del Hospital J.D Perón de Formosa, Félix Díaz se recupera en su casa. Mientras las múltiples heridas que otra vez lleva en el cuerpo van sanando, dice a lavaca:
“Tenemos ese problema gravísimo que es la falta de justicia y eso es lo que más afecta nuestra lucha. Estamos haciendo una lucha que no está detrás de un sector partidario, sino que es una lucha genuina y eso le molesta a la gobernación de la provincia, porque es la propia fuerza de los indígenas la que reclama. Siempre he sido objeto de muchas amenazas de muerte, muchas veces hechas por la misma gente de la zona. En el año 2006 un policía retirado, de apellido Ávalos, contrató un sicario paraguayo para que me elimine físicamente: vino a casa con un revolver 38 –así le dijo a mi familia- y por suerte yo no estaba. Y se fue a buscarme al monte, donde estábamos trabajando. Radiqué una denuncia en Laguna Blanca, donde el comisario no la recibió. Decía que era una broma de mal gusto porque en Formosa no hay sicarios o dementes”.
El auto verde
Acto seguido Félix narra otra repetición de esta historia sin casualidades: “En el año 2007 un auto verde me atropelló cerca de donde mataron a López. Yo iba a Laguna Blanca, y el vehículo venía de esa zona. Se iba hacia Florinda, me agarró detrás de la bicicleta y me tiró en la banquina. A mis hijos los amenazaron, hubo muchas agresiones físicas de parte de los criollos. En el mes de enero mi hijo fue golpeado por un criollo de la zona que justamente tiene su ganado ilegalmente dentro de nuestra comunidad. También otro hijo mío fue víctima de una herida cortante de arma blanca en su cabeza. Y mi esposa también fue muy perseguida por la policía. Como mujer la amenazan, se burlan de ella como indígena. Constantemente sufrimos esa agresión física o verbal. No tenemos libertad de salir tranquilamente de nuestras casas”.
A lavarse la sangre
Félix comenta que luego del golpe no quiso ir al hospital porque tenía miedo. Salido de la inconciencia se levantó, fue hacia la banquina, enderezó su moto con la ayuda de un joven y encaró para su casa: “Agarré la moto y me vine a mi casa lleno de sangre. Mi  cara estaba cubierta de sangre por una de las heridas que tuve, el corte en la frente”.
Una vez llegado a La Primavera fue la calma de su mujer la que le recomendó comunicarse con sus abogados.  Estos a su vez le propusieron ir al hospital para dejar constancia de los hechos, información que posibilitaría una denuncia. En el hospital de Laguna Blanca unos policías esperaban a Félix para consultarlo sobre la regularidad de los papeles de la moto y la vigencia del registro de conducir: “La moto es de mi hijo. Yo no tenía carnet porque no quieren habilitarlos por ser para ellos piqueteros o por ser opositores a la administración provincial. Entonces, para no tener conflicto con este organismo nos manejamos de esa forma, sin registro.  Al que no está con el gobernador no se le facilitan las cosas como corresponde, porque el gobernador condiciona el tema de poder extender otros certificados médicos o de domicilio. Siempre hay que tener un padrino para obtener ese tipo de cosas. Entonces nosotros no queremos estar apadrinados pero al mismo tiempo no podemos tener algunos papeles básicos”.
Gendarmes vs la policía
De Laguna Blanca llevaron a Félix hasta Formosa capital, donde se le hicieron estudios más complejos y fue internado. Durante el tiempo que pasó en el hospital Félix fue visitado por el ministro de Desarrollo Humano de la provincia: “Y también el presidente del Instituto de Comunidad Aborigen mandó personal para preguntar si necesitaba plata o ayuda. Pero nunca estuvieron ni están con nosotros para resolver a los problemas que afectan a los indígenas de Formosa. Entonces como no hay tanta confianza no pedimos nada, porque es un instituto que trabaja contra los intereses de los indígenas”.
El territorio de La Primavera hoy es zona liberada. La disposición legal vigente permite una contradicción: luego que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos intimase a los gobiernos responsables, una medida cautelar estableció desde abril de 2011 a la gendarmería provincial como garante de la seguridad física de los qom, razón que inhabilita la entrada de la policía al territorio. Por otro lado, la gendarmería no puede detener a ciudadanos por delitos comunes, si tipificamos por “comunes” a los atropellos, las agresiones con arma blanca, las amenazas con armas y las intimidaciones antes descriptas. Por ese motivo, los acosos del clan Celía –una familia terrateniente que rodea La Primavera- y la inacción de los funcionarios no encuentran límite, y cuando los miembros de La Primavera quieren denunciar, deben hacerlo ante un aparato judicial que es en verdad una sede anexa al edificio de la corrupción de los agronegocios. Este modus operandi se explica sobre todo por la necesidad del avance del modelo extractivo, cuya supervivencia requiere continuamente extender la frontera del saqueo. La repetición de escenarios similares en distintas provincias nos habla, antes que sobre un modelo de país, sobre los modos de relación humana. Y es sobre ese nivel donde los qom encuentran la mayor distancia.
Ser parte de la Argentina
La comunidad La Primavera se encuentra en un lugar difícil, inserta en un feudo y al mismo tiempo parada en el medio de este esquema donde la materia prima resulta más importante que el hombre. Por eso, Félix dice: “Todavía estamos peleando para ser parte de esta Argentina. Nos consideran usurpadores de esta tierra y entonces  somos peores que los extranjeros. Nos consideran usurpadores de las tierras ancestrales en las que han vivido nuestros padres. Si yo menciono algún responsable va a ser difícil. Pero tanto el gobierno provincial como otros punteros de la zona tienen intereses sobre nuestra zona, como ganaderos que introducen sus ganados sin autorización de la comunidad. Tenemos denuncias contra ellos pero la justicia no interviene. Sino que, por el contrario, ellos tienen respaldo cuando denuncian contra un indígena”.
Los dos idiomas del gobierno
Cristina Kirchner anunció el pasado 15 de junio un convenio con la multinacional Monsanto y prometió aumentar para el 2020 en un 60% la producción total de granos. La semana pasada, mediante una videoconferencia, inauguró en la provincia de Chaco un centro cultural bilingüe que “fue financiado con el Fondo Federal Solidario de la Soja”, según sus propias palabras. La inversión total fue de 17.908.225 de pesos. Según el plan proyectado, la capacidad del instituto será de 1.000 alumnos y tendrá un “sistema de formación de excelencia en lengua Qom y castellano para toda la comunidad”. La contradicción:

  • El primer anuncio, el de Monsanto, refiere al plan de transformar, contaminar y luego desaparecer los terrenos que hoy ocupan pueblos aborígenes.
  • El segundo, al proyecto que ayudaría a conservar su idioma.

La burla
Sobre ese plan que también habla dos idiomas, dice Félix Díaz: “El problema es que no pueden colocar ese título en las escuelas públicas, porque no hay una cuestión legal que pueda contemplar esa figura bilingüe, eso no está contemplado en los programas educativos. Es una burla para los indígenas creer que estamos siendo incorporados en los sistemas educativos. Formosa también tiene ese sistema MEMA, de modalidad especial aborigen, el cual tampoco se aplica en la educación. Es una pantalla de propaganda turística y política”.
Félix analiza traer todas estas denuncias de nuevo a Buenos Aires, finalmente el único lugar donde se vuelve visible el problema de su comunidad. Todavía no arriesga fecha porque se está recuperando de las heridas y porque quiere solucionar antes algunos problemas de La Primavera: “Tengo que juntar fuerzas para seguir trabajando a favor de mis hermanos porque hay muchísimas cosas en las que no estamos muy bien. Cada vez que queremos hacer algo se nos vienen encima los problemas. Queremos seguir en la búsqueda de la autonomía, la libertad, el respeto, que deberíamos tener como argentinos y ciudadanos”.
Contacto: https://comunidadlaprimavera.blogspot.com.ar/

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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