Nota
Que sea ley: el film que narra cómo es el aborto clandestino y la lucha para que sea legal
Crónica del estreno de Que sea ley junto a Juan Solanas, el director del documental que narra el empuje feminista por la Ley de Aborto el 2018 en Argentina.
Son las cinco y media de la tarde cuando Jésica sale de la sala dos del cine Arte Multiplex y dice a lavaca estar todavía impactada por las historias que acaba de ver y escuchar: «Está buenísimo que el documental muestre la lucha desde tantos lugares distintos”. Ella llegó a ver Que sea ley sola, después de salir de trabajar, y lo mismo hizo otra mujer que, cinco horas después, se sienta en la Sala 1 de ese mismo cine y cuenta estar haciendo tiempo desde que salió de su trabajo porque vive en Ballester y no quería ir y volver. Apenas dos historias que presenciaron el estreno en salas del documental de Juan Solanas.
Llueve, es jueves 3 de octubre, día de la semana en que la entrada en este cine tiene promoción a $180, y el documental acaba de estrenarse luego de pasar por los festivales de Cannes y San Sebastián. Que sea ley puede verse en la Ciudad de Buenos Aires en la salas Arte Multiplex, Malba, Cinema Devoto y Cinemark Puerto Madero; en Provincia de Buenos Aires se ve en salas de La Plata, Mar del Plata, Quilmes y Adrogué; también está en cines de La Pampa, Mendoza, Córdoba y Santa Fe.

El director de cine Juan Solanas, retratado por Martina Perosa.
Las imágenes
El documental Que sea Ley comenzó a filmarse en julio del año pasado, tres días después de que el Proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo obtuviera media sanción en la Cámara de Diputados. Ahí empieza un relato que recorre más de 4.000 kilómetros a lo largo de país mostrando distintos testimonios y escenarios, para terminar con el voto a favor de la clandestinidad por parte de 38 senadores y senadoras.
“Si había ley, no hacía nada”, confiesa a lavaca el director Juan Solanas luego de una charla en una universidad y antes de una de las proyecciones de ese día maratónico. Describe así al documental como su aporte a la lucha, y en algún momento de la tarde dirá que lo hace desde su humilde lugar: “Soy cineasta, lo que puedo hacer son películas”.
Cuando se apagan las luces y la proyección comienza lo primero que se lee en la pantalla gigante es lo siguiente: “De las 320 millones de mujeres que viven en Latinoamérica, sólo el 8 por ciento puede interrumpir libremente su embarazo. Cada semana una mujer muere a causa de un aborto clandestino”. Durante una hora y media aparecen, estructurados en capítulos, referentes del movimiento feminista, escritoras, medicxs, abogadxs, periodistas, curas, diputadxs, senadorxs, mujeres que han pasado por abortos, y familias que han perdido a una mujer por la clandestinidad.
En su propia casa el documental de Solanas registra a la madre y padre de Ana María Acevedo, junto a sus hijxs. Tenía 19 años cuando le diagnosticaron un cáncer en la mandíbula. Tiempo después supo que estaba embarazada. Su caso entraba dentro de las causales que contempla el aborto no punible en Argentina desde 1921, pero los médicos del Hospital Iturraspe, en Santa Fe, se lo negaron. En abril de 2007, los médicos decidieron adelantar el parto y realizarle una cesárea por su pésimo estado de salud. Llevaba 22 semanas de gestación. La beba murió a las 24 horas. Y Ana María, también, el 17 de mayo de 2007. En la película su madre sentencia: “La asesinaron: no tuvo nunca un tratamiento”.
La cámara viaja también hasta un pequeño paraje donde se ven tres casas; es Santiago del Estero, donde vivía Liliana Herrera, 22 años y dos hijas de 3 y 6, que murió en agosto del año pasado, a causa de un aborto con yuyos. Años atrás, su hermana Mirna, de 31 años, también murió de un aborto clandestino: tenía cuatro hijxs. Mariano y Graciela, padre y madre de Liliana, y su hermano, aparecen en el film que en sus primeros minutos muestra a mujeres que salen desde MU Trinchera Boutique con un altar que incluye la foto de Liliana y velas camino al Senado de la Nación. En ese momento se escucha a la periodista Claudia Acuña decir: “Nuestras vidas no se negocian”.

El afiche del documental Que sea ley.
Los testimonios
El entramado de voces que sostiene la película rompe dos grandes pilares argumentativos de los antiderechos, que también aparecen en la película: la Iglesia y la corporación médica. “Tengo una posición tomada desde el comienzo, pero intenté ser lo más honesto posible con la realidad», cuenta Solanas. «No corté a nadie para hacerlo quedar mal, traté de cortar lo menos posible. Tampoco puse intervenciones caricaturales, patéticas. Veía que había un muro ideológico visible, un frente que dio batalla visible, la iglesia, y un muro más perverso, más dañino: los médicos, una corporación que tiene un poder infinito”.
Los relatos en primera persona, presentados con placas con el nombre de cada una de las mujeres, forman parte de los testimonios que se pegan en el cuerpo. Entre ellos está la voz de Belén, la joven tucumana que estuvo más de dos años presa por un aborto espontáneo. Con cámara en mano Juan hizo las entrevistas solo. Esa intimidad de estar solo le resultó a favor: «Hay testimonios que estoy seguro que salieron así porque fue así. Hoy la tecnología permite la calidad de la imagen pero siendo un mono equipo”.
La propuesta era, para quienes iban a prestar su testimonio, no tener que contestar preguntas. A algunxs referentes sí les daba un disparador. Por qué: “Con las preguntas achicás, bajás a tierra, con respecto a tu pregunta el otro se acomoda. Yo tenía una frase que era siempre la misma: ‘Esta es la cámara, le vas a hablar a la audiencia, contale lo que le quieras contar en el marco de esta película que sea llama Que sea le. Cuando estés lista si podes mirar a cámara mejor, sino mírame a mí’. Y me ponía al lado y apretaba REC”.
De esa forma, el documental logra un retrato sensible sobre un reclamo urgente, y el registro callejero de las jornadas históricas del 2018 recuerdan todo lo que hicimos para que sea ley.
Ese es el mérito de Solanas: dejar testimonio y abrir el juego como una herramienta más en la lucha por los derechos.
El mundo ya lo vio.
De este lado de la pantalla, un día de semana en Buenos Aires, también se puede escuchar al salir del cine:
– “Aguja de tejer”.
– “Estuve al borde de la muerte”.
– “Restos de troncos de perejil en el útero”.
– “A los curas no nos vienen a pedir permiso”.
– “La realidad duele”.
– “La ginecóloga me empezó a maltratar”.
– “No me quisieron poner ningún calmante para el dolor, se lo pedía llorando”.
– “Olor a podrido”.
– “Dos vidas o ninguna es un crimen”.
– “Jesús no mandaría a la cárcel a nadie porque hubiera abortado”.
– “Hasta el día de hoy no voy al hospital porque me da miedo: si me duele algo me lo aguanto”.
– “El costo más alto de la clandestinidad lo pagan las más jóvenes y las más pobres”.
– “Me estaba desangrando”.
– “Perdí la conciencia”.
– “Ese día zafé: soy sobreviviente de un aborto clandestino”.
– “La maternidad será deseada o no será”.
– “Será Ley”.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

Nota
Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
- Revista MuHace 2 días
Mu 204: Creer o reventar
- Derechos HumanosHace 3 semanas
Memoria, verdad, justicia y Norita
- MúsicasHace 2 semanas
Susy Shock y Liliana Herrero: un escudo contra la crueldad
- #NiUnaMásHace 3 semanas
Caso Lucía Pérez: matar al femicidio
- Mu202Hace 4 semanas
Comunicación, manipulación & poder: política del caos