Nota
Ronda 2.386 de Madres de Plaza de Mayo y un diagnóstico: «Se va a caer solito»

Nueva ronda de las Madres. Reflexiones, visitas y el recuerdo de que esas rondas nacieron en dictadura, cuando la policía les decía «circulen». Caminaban entonces de a dos madres, circulando alrededor de la Pirámide, porque estaba prohibido cualquier reclamo que reuniera a tres personas o más. Las comparaciones con los intentos oficiales, la cautelar frente al DNU de Milei. Ideas sobre fracasos, incertidumbres, y una propuesta política: «Todo el daño que hacen transformémoslo en amor».
Magdalena tiene 18 años y un acento que suena distinto: “Soy alemana”, se presenta con sonrisa, pelo rubio, y anteojos de marco color rojo. Hace tres meses que reside en el país, hace trabajo voluntario en una biblioteca popular en Pilar, zona norte del conurbano bonaerense, y es la primera vez que viene a una ronda de las Madres en Plaza de Mayo.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
“Es una lucha que no se termina porque todavía falta información. Acá se necesitan personas que vienen porque las Madres y las Abuelas no van a existir todo el tiempo, y es importante que esa idea continúe”, dice en un perfecto español, ubicada en la importancia histórica del sostenimiento de esta ronda, la número 2386, a casi 47 años de la primera, aquel 30 de abril de 1977, en los inicios de la última dictadura cívico militar argentina.
Más adelante, en sillas de ruedas, hay dos de esas madres, Nora Cortiñas y Elia Espen, que gritan “presente” ante cada nombre que se lee por megáfono: Rolón Carlos Armando, Román Leonardo Adrián, Román Rubén Omar, Romano Palavecino Antonia, Romano Benito Vicente. Presente. Presente. Presente. Presente. Presente. Forman una mitad de la ronda, la de Línea Fundadora. Del otro lado de la Pirámide va rondando el otro grupo, la Asociación Madres de Plaza de Mayo.
Magdalena entiende este contexto por Internet: “Buscás Argentina desde afuera y, siempre, te encontrás con la lucha de las Madres y las Abuelas. Hoy es una situación difícil porque hay un gobierno que no está de acuerdo con esto. La vicepresidente dice que no hay 30 mil desaparecidos, y eso también se ve de afuera. Creo que es una prueba de la democracia. Vamos a ver si hay suficiente gente para sostenerla. Espero que sí”.
Dice que en Alemania no sería posible algo así: “Hay una ley que dice que no puedes negar el Holocausto porque, si lo haces, vas a tener un juicio”.
Alrededor, siguen los nombres.
Siguen los puños en alto.
Sigue el estribillo: “Presente”.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Moda motosierra
María Inés y Estela son dos docentes de escuelas públicas en La Matanza. Estela tiene 58 años, está jubilada, y se emociona al recordar que en 2015 vino con alumnos de tercer grado de primaria cuando eran pequeños y pequeñas de 8 años: “Hoy tendrán 16, 17 años. Lo único que espero es que hayan votado bien, que se acuerden de cuando vinimos”.
María Inés tiene 48, sigue en ejercicio en dos escuelas técnicas en las localidades de González Catán e Isidro Casanova, y aunque dicta materias de programación e informática, aprovechó el programa Jóvenes y Memoria, de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), para hablar sobre la dictadura y los derechos humanos durante 2023. Gracias a ella su curso vio Argentina, 1985 (de Santiago Mitre, sobre el Juicio a las Juntas) y Memorias del saqueo (de Fernando “Pino” Solanas, que habla sobre la dictadura, la continuidad neoliberal durante la década de los noventa, y el estallido del 2001).
“Algunos se organizaban y militaron, pero otros no entendían –dice, y también se emociona–. Se puso de moda la motosierra, el romper todo, como una especie de rebeldía, que no tiene sentido. Pero gracias al programa pudimos tratar el tema y viajar a Chapadmalal con el colegio, para generar conciencia. Son esas ventanas donde podés meter temas. Soy una convencida de que la lucha es con el amor, porque eso le falta a la sociedad. Lo que vivimos fue un voto desde el rencor, egoísta, con odio”.
Ambas son militantes del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA), y celebran las dos medidas cautelares que dictó la justicia laboral para frenar el DNU del presidente Javier Milei tras las presentaciones de amparo presentadas por la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA, central que integra SUTEBA).
Y dicen: “Hay que tomar conciencia de que la forma de lucha es estando organizados”.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Explicitar el fracaso
Otra persona que camina en ronda alrededor de la Pirámide de Mayo es Marlene Wayar, una de las principales activistas del movimiento travesti y trans argentino, autora del libro Travesti, una teoría lo suficientemente buena (Editorial Muchas Nueces).
Piensa Marlene:
“Tiene que ver con la necesidad de que hitos tan importantes como los generados por las Madres a nivel global respecto a los derechos humanos y los pensamientos fascistas, rígidos y antidemocráticos contra los derechos, no se pueden perder. No se puede volver a punto cero. Y, en estos momentos, estamos frente a un doble peligro, no solo por la avanzada de la ultraderecha, sino porque somos personas que morimos: quedan muy pocas Madres, con poco tiempo de vida, y no hemos pensado cómo pasarnos esto de mano en mano. Y no estamos haciendo de esto una forma de mantener la memoria que no tenga que ver con la insistencia de dar vueltas con las Madres alrededor de la Pirámide de Mayo”.
Tampoco, observa Marlene, hemos sabido actualizar el concepto de derechos humanos: “Hay nuevos desafíos respecto al riesgo de distintas corporalidades y comunidades. Por ejemplo, el derecho a un ambiente sano, a vivir en paz y en tranquilidad sin sobresaltos. En haber sentado las bases claras de cuál es el piso. Ilusoriamente vivíamos de que no se puede hablar reivindicando las fuerzas genocidas, pero eso vuelve a resurgir y pone en duda todo lo previamente trabajado. Hay una enorme porción de la población que no sabe si está a favor de una u otra postura, porque simplemente no tiene postura: no sabe de dónde venimos, los riesgos que hay, cómo se construye una democracia, de qué se trata un pacto social y un montón de cuestiones que hacen a la responsabilidad de vivir en sociedad”.
-¿Qué sentís que pueden aportar estas rondas al debate de hoy?
-A mí me pone en crisis. Lo veo pobre, con poca gente, y en algún punto como aletargado en el tiempo. ¿Cómo hacemos, de qué manera creativa, para resignificar y recrear todo esto y que permanezca vivo de manera real, que convoque amablemente a sostenerlo? Sostenemos tantas cosas en las que estamos incómodos, como las navidades, o cualquier otra tradición. Esto sí hace al impacto de nuestras vidas, de mis derechos humanos, porque en última instancia, las 30 mil vidas son la metáfora de que todos los cuerpos importan y que tenemos un montón de cosas para discutir, pero un límite claro es la no violencia, sobre todo la instituida y armada desde el Estado. Y estamos en momentos donde no solo eso es posible y propalado desde la institucionalidad, sino que además habilita la violencia en manos propias de muchas personas que sienten que, por cualquier razón o motivo, pueden tomar en sus manos la potestad de hacer justicia.
-¿Qué te imaginás como una forma de interpelar a otras juventudes y otros cuerpos para habitar este lugar?
-Estamos realmente en blanco, porque son tan totémicas las ideas y conceptos de los que venimos que nadie se puede correr de eso y hacer una traducción al hoy. ¿Cuáles son los derechos humanos de un pibe y una piba de hoy en Tilcara y en Belgrano R? Hablo de zonas diametralmente opuestas de nuestra sociedad para pensar cómo las convocamos. Venimos de muchos fracasos, este momento es de la explicitación del fracaso, y nos tenemos que pensar. Por eso digo que me pone en crisis: la verdad es que no sé si tiene sentido que esté acá hoy para otra cosa que pensar. Y no dejar sola a Norita. Pero también pensar: si esto no me conforma ni me parece transformador, ¿qué soy capaz de inventar y de proponer? En principio estamos en crisis, y las crisis, si algo tienen, es que nos ayudan a mover. Lo que veo es que la generalidad de los espacios políticos partidarios y sociales están pensando desde los mismos paradigmas que, hoy, no resultan tan atractivos para la gente que busca un cambio, aunque ese cambio le ofrezca tirarse por un precipicio. ¿Qué hacemos para construir amor propio? Porque hay poco amor propio en creer que no podemos construir un presente, una forma de vida, haciendo uso de todo nuestro recorrido histórico y de nuestra propia cultura. Creer que hay que mirar otros países y tratar de imitarlos. Preferimos vivir esclavos en una ficción de bienestar antes de remarla siendo autónomos y hacedores de nuestro propio presente.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
El megáfono y las cacerolas
Al terminar la ronda, como siempre, se busca escuchar las palabras de Nora Cortiñas y Elia Espen. Hoy no hay sonido porque se rompió la camioneta que lo trae cada jueves, y por eso las voces se amplifican desde un megáfono. Así recuerdan que, al comienzo, las Madres caminaban de a dos y en ronda, porque la Junta Militar prohibía las reuniones de más de tres personas. “¿Les resulta conocido?”, preguntan, en alusión a uno de los puntos del megaproyecto que el gobierno mandó a discutir en sesiones extraordinarias.
También advierten que familiares de genocidas están haciendo campaña para que los mayores de 70 años que cumplen condena vuelvan a sus casas: “Recordamos que no perdonamos y no nos reconciliamos: sus crímenes son de lesa humanidad”.
Además, convocan al cacerolazo del 10 de enero, promovido por el sector cultural (en alerta por el desfinanciamiento y la disolución de diversas instituciones relacionadas con el cine, el teatro, el libro y las editoriales independientes, la música, y otras escenas artísticas), que se realizará, en la ciudad de Buenos Aires, con el Congreso como epicentro, a las 20 horas.
Luego, Elia Espen se excusa de no hablar hoy por un problema en la garganta. Por eso leen lo que escribió para este jueves: “Hola, ¿cómo están? Pienso que todos estamos mal. Queremos que haya justicia y saber la verdad sobre los 30 mil y los niños apropiados, de los cuales no hablan. Estamos pasando momentos difíciles, pero que quede claro: no abandonamos la lucha. Seguiremos reclamando memoria, verdad y justicia. Al que no le caiga bien, lo lamento. No fue fácil para nosotras, pero acá estamos. Hay varios culpables de por qué no sabemos la verdad. Ante todo, la justicia, que ocultó y protegió a los genocidas. Es hora que abran los archivos”.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Luego, Nora Cortiñas sí habla, mientras le sostienen el megáfono para que se escuche. Primero, como siempre, recuerda que Milagros Sala continúa presa. “Otro jueves juntos, pero este es otro año –dice–. Las Madres estamos cerca de los 100. Ojalá lleguemos a ver qué hay. A ver si hay respuestas a nuestros reclamos. Quería decir que este gobierno es todo en contra del pueblo, pero ya hay unos jueces que decidieron no declarar legítimo el DNU. Ya le va a ir saliendo todo mal y se va a caer solito. Paciencia. Nosotros no queremos sacarlo como él sacaría a uno de los nuestros. Queremos manejarnos como hicimos estos 48 años: prudencia, no a la violencia, y pensar con la cabeza. Todo el daño que hacen transformémoslo en amor. Charlemos. Hablemos. Y lo que está caro, no lo compremos. Vamos a tener que bajar nuestro nivel de vida, aunque no teníamos ningún nivel”.
Como siempre, Nora desata risas, hoy bajo un sol bien caluroso.
Y cierra: “Sigamos viniendo. No bajemos los brazos. No pensemos que no hay nada por hacer. Hay mucho por hacer”.
Luego, invita a cantar La Cigarra, de María Elena Walsh.
El jueves que viene, a las 15:30, habrá ronda otra vez, como hace 46 años.
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La Estela: tierra guaraní en escena

Las actrices Casandra Velázquez e Ivana Zacharski crearon un unipersonal sobre una niña litoraleña que descubre aventuras al amparo del monte misionero. El calor agobiante, la siesta obligatoria, los árboles de yerba mate y las leyendas de ese territorio se cruzan con la inspiración de Clarice Lispector como punto de partida.
Por María del Carmen Varela
A la hora de la siesta el pueblo entra en una pausa obligatoria barnizada por un calor agobiante. Ni el sueño ni el sofoco detienen a la niña, que abandona su cama con sigilo y logra escapar al amparo del monte. Encuentra en la intemperie el abrigo que no es costumbre en su casa. Cada día la espera una aventura distinta, aunque no siempre hay juego y risas. Rebelde, divertida, decidida, busca compañía para sus andanzas y si no la encuentra, transita en soledad. La salvación a cielo abierto, la naturaleza como sostén y una fascinación: “La Estela”.
La actriz y bailarina Casandra Velázquez y la actriz y directora de teatro Ivana Zacharski dieron luz a esta niña litoraleña sumergida en la vastedad de un paisaje indómito y deslumbrada por Estela, la joven esquiva con mirada de pantera. Ivana y Casandra se conocieron a sus 18 años tomando clases de actuación con Pompeyo Audivert en el Teatro Estudio El Cuervo, poco tiempo después de que cada una viniera a estudiar teatro a la Capital. Casandra nació en Rosario y creció en Venado Tuerto (Santa Fe), Ivana es de Apóstoles, Misiones, donde se desarrolla esta historia que juntas llevaron a escena. Este universo, recorrido por Ivana, de tierras guaraníes surcadas por árboles de yerba mate y leyendas de peligros a la hora de la siesta, fue la inspiración para La Estela.
Ivana tenía ganas de dirigir un unipersonal y eligió a su amiga Casandra para actuarlo. El punto de partida fue un cuento de Clarice Lispector: La relación de la cosa. Casandra: “Los primeros encuentros fueron sin texto, nos acercamos a la obra desde el cuerpo, la respiración y la carne. En los primeros ensayos bailé un montón, unas danzas extrañas, medio butohkas, transpire, canté, corrí, toqué el bajo. Ivana empezó a escribir y yo a probar y actuar todos esos textos e hipótesis, el insomnio estaba presente, la obsesión con el tiempo, los fantasmas del futuro, algo vinculado a la materialidad del agua y el devenir del río. Aparecieron unos cuentos protagonizados por distintas niñas en paisajes litoraleños. Nuestro personaje de ese momento: una mujer en medio del insomnio, se contaba esos cuentos a ella misma para poder dormir”.

Foto: Gentileza La Estela.
Después de que Ivana hiciera un taller de escritura con Santiago Loza y Andrés Gallina, la historia fue tomando fuerza. Cuenta Casandra que algo se abrió y comenzó a aparecer la trama: “La obra apareció y nos empezó a hablar. Nos metimos adentro de esos cuentos, de esos paisajes y de esas niñas y dejamos de lado todo lo demás. Apareció algo muy mágico entre nosotras, algo de eso que las obras permiten, que es crear un universo común, descubrir conexiones y relaciones nuevas. Sentía que la obra estaba apareciendo y tenía voz propia, apareció el cuerpo de la obra y una forma de narrar”. Casandra recorre el escenario y su fuerza expresiva invita a adentrarse en la historia de esta niña llena de vitalidad y asombro. La vemos en su habitación, presa del calor de la tarde, en busca de libertad y juego, invocando protección divina cuando algo se le escapa de las manos, trabajando en el puesto rutero, pateando una pelota, como se patea a la injusticia, hipnotizada al descubrir la mirada felina de “la Estela”.
El entusiasmo de la juventud, las tragedias inesperadas, las súplicas, el goce de la novedad caben en ese cuerpo palpitante de sueños. Ivana y Casandra apelaron a sus propias vivencias para hilar la narración. Casandra: “Las dos pasamos nuestras infancias y adolescencias medio punkis en distintos paisajes litoraleños, lejos de esta ciudad, sus ritmos y velocidades. Había algo de ese universo común, de elegir siendo muy chicas irnos de las ciudades donde crecimos, que empezó a operar, casi telepáticamente. El ejercicio de revisitar esos paisajes y poblarlos de ficción fue fascinante, mirar el mundo con ojos de infancia nos abrió mucho permiso y nos devolvió mucha vitalidad, nos permitió vincularnos con la violencia, el dolor y la crudeza de crecer desde un lugar de mucho delirio y mucho juego. La obra es bastante impune en ese sentido, el relato no pide permiso, ni da explicaciones, sólo sucede. Justicia poética, decimos, un conjuro de liberación”.
Al cabo de dias de ensayo, la voz de la niña litoraleña comenzó a asomar y Casandra hizo un trabajo específico con la coach vocal Mariana García Guerreiro. El actor Iván Moschner también se sumó a pulir el fluir de la voz. Escuchar radios misioneras, discos y entrevistas a Ramón Ayala y otrxs artistas misionerxs colaboró con esa tarea. La niña que sube el escalón hacia la adolescencia, la que se enfrenta al monte y sus amenazas, se abre paso en la oscuridad con la lumbre de su irreverencia. Salvar y ser salvada, desafiar la imposición de la siesta, para correr a soñar despierta.
La Estela
El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, CABA
Sábados a las 18 hs, hasta el 27 de septiembre
@laestela.obra
Nota
Litio: nace un nuevo documental

Este viernes 29 de agosto se presentará un nuevo contenido de Cooperativa de trabajo lavaca: Litio. Un documental dirigido junto a Patricio Escobar que refleja la lucha de las comunidades originarias y el paralelismo entre la reforma (in)constitucional de Jujuy, como experimento hacia la Ley Bases votada a nivel nacional.
“Te cuento esta historia, si me prometés hacer algo. ¿Dale?”.
Así arranca el documental Litio, una historia de saqueo y resistencias, que continúa…
Un documental independiente y autogestivo de cooperativa lavaca y dirigido en conjunto con Patricio Escobar, que traza un hilo conductor entre la reforma (in)constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Este proyecto tiene algunas particularidades: por un lado, no se trata de una única pieza audiovisual, sino de varias. Una más larga, de 22 minutos; y otras más cortas, de menos de 6 minutos. Por otro lado, se propone un documental en construcción permanente, al que se le irán agregando nuevas piezas de una cadena extractivista que parece no tener fin. Para esto, creamos una página web (que también estrenaremos el viernes 29) en la que iremos agregando los nuevos eslabones que surjan a futuro relacionados al oro blanco.
LITIO muestra cómo viven las comunidades de la puna jujeña en la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, y a la par, zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. Dato insoslayable: para obtener un kilo de carbonato de litio se utilizan hasta dos millones de litros de agua. Las imágenes se entrelazan con los ostentosos congresos mineros, la represión policial a las manifestaciones por la reforma (in)constitucional y la resistencia de un pueblo que no otorga la licencia social a la explotación minera.
“¿Cuánto cuesta, cuánto vale… nuestra Pacha?”, cantan las comunidades originarias. Esa bandera hecha canción – y esa pregunta- se construye a través de distintas entrevistas a las comunidades Santuario de Tres Pozos, Lipán, El Moreno, Tres Morros, Potrero de la Puna, así como a otros actores. También evidencia el silencio de las autoridades, que no quisieron hacer declaraciones públicas. “Todas las Salinas están cuadriculadas de pedimentos mineros. Allí viven las comunidades y debajo, en el subsuelo, están las minas”, cuenta Alicia Chalabe, abogada de las comunidades.
El documental plantea una premisa: la reforma (in)constitucional de Jujuy en 2023 impuesta por el entonces gobernador Gerardo Morales –a merced de la explotación del litio, ya que modificó el régimen de agua, de tierras fiscales y de la propiedad privada, y ratificó la propiedad exclusiva de la provincia sobre los recursos naturales, entre los que incluye el subsuelo y el mineral de litio– fue el experimento que sirvió de antesala a la Ley Bases aprobada en 2024. Esta profundizó no sólo la matriz extractivista mediante enormes beneficios fiscales a empresas mineras, petroleras y del agronegocio, sino también las relaciones carnales con Estados Unidos y particularmente con Elon Musk, dueño de la empresa Tesla que construye autos eléctricos, para lo cual el litio es fundamental.
LITIO termina con tres palabras, y se erige como punto de partida:
“Esta historia continuará
¿Dale?”.
Te invitamos a seguir construyendo esta historia, este viernes 29 de agosto a las 20, en MU Trinchera (Riobamba 143, CABA).

CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre

