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Sala Alberdi: Represión, batallas culturales y ladrones de bicicletas

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La fiscal ordenó el desalojo que el juez le había negado con la excusa de una nota publicada por el diario Clarín. La represión fue activada por el secretario de Cultura porteño, Hernán Lombardi, durante la reunión con 4 representantes de la asamblea. Los 3 heridos con balas de plomo eran integrantes de medios sociales de comunicación, pero ¿alguien pidió explicaciones por este ataque a la prensa independiente? La marcha al San Martín y una reflexión con los pies sobre política y cultura. El bonus track: qué dijo un intelectual del cine en una mesa de examen sobre la represión y el neorrealismo italiano.
Sala Alberdi: Represión, batallas culturales y ladrones de bicicletas
Toma 1. Exterior día. Clarín y la fiscal
El ex diputado Luis Zamora está parado en la puerta del Teatro General San Martín. Acaba de terminar la marcha de una nutrida cuadra de manifestantes, todos muy jóvenes, que desfilaron así su indignación por la represión que soportaron anoche quienes estaban resistiendo el desalojo de la Sala Alberdi.
Zamora habla por teléfono con la Procuraduría General de la Ciudad. Le está pidiendo autorización para llevarles alimento a las 4 personas que están dentro de la sala y que no comen ni toman agua desde ayer a la noche. Lo autorizan, me dice apenas cuelga.
Le pido entonces que me cuente qué pasó, ya que él estaba en el momento justo y en el lugar indicado. Había llegado dos horas antes a la plaza seca del Centro Cultural San Martín, con la intención de abrir una instancia de diálogo. Le pido que sea preciso con los detalles, porque él estaba en el epicentro mismo del desastre.
Cuenta Zamora: “Cuando llegué, me entero de que la fiscal Claudia Barcia había ordenado el desalojo. Te explico: lo había pedido antes y el juez Norberto Tavosnanska no lo admitió. En su fallo consignó que prefería resolver este tema de otra manera y la fiscal apeló esa decisión. Procesalmente, entonces, se estaba esperando la decisión de la Cámara. Pero la fiscal volvió a solicitar al juez el desalojo, amparada en una nota publicada en Clarín donde se informaba de un supuesto daño que habían hecho los acampantes a las obras de arte que estaban en esa plaza”. ( El título de la noticia: “Sospechan que dañaron valiosas obras de arte”. Nunca se aclara quienes sospechan. Sujeto tácito que ha dado inspiración a varios títulos de la revista Barcelona. Ver: https://www.clarin.com/ciudades/Sala-Alberdi-sospechan-danaron-valiosas_0_880711985.html ).
Sigue Zamora: “El juez volvió a negárselo, recomendándole que espere la decisión de la Cámara. Reconoció, también, que ella tenía facultad de ordenar el desalojo, pero que no se lo recomendaba. El juez dejó en claro que apostaba al diálogo. Pero se ve que la fiscal quería otra cosa. Cuando llegué, el jefe de la Policía Metropolitana a cargo del operativo me dijo: ¨Ya va a ver cómo es esta mujer¨. Y me di cuenta a qué se refería apenas entró. A los gritos, les daba órdenes a cada policía.  Y cada policía miraba a su jefe para saber si tenía que hacerle caso o no. Ese fue el primer momento de tensión, que terminó a eso de las 20, cuando el jefe de la Metropolitana se hartó y ordenó que los agentes se retiren de plaza seca e ingresen al hall. Sabían que si se iban, los chicos iban a volver a entrar, se lo habían dicho incluso a la fiscal, pero la tensión entre la policía y la fiscal era tal que prefirieron retirarse. Y pasó lo que decían: los chicos volvieron a ocupar la plaza seca. Horas después, se logró una reunión con el secretario de Cultura, Hernán Lombardi. Cuatro representantes elegidos en asamblea fueron a verlo a su despacho. Fue un momento de distensión, porque nadie suponía que mientras se estaba abriendo una instancia de diálogo se iba a reprimir. Si no se lograba una tregua ahí, quizá, pero no durante. La mayoría de la gente aprovechó esa especie de tregua para ir a comer o directamente irse, pensando que ya había pasado lo peor. Cuando el grupo mermó, sonó una explosión. Lo que yo te puedo asegurar es que todo pasó muy cerca de mí, y que en el mismo instante en que escuché la explosión empezaron a arderme los ojos. Así que lo que yo pensé es que la explosión se correspondía con el disparo de una granada de gas lacrimógeno. Ahora dicen que fue una bomba molotov y que por eso empezó la represión. Vos viste la cantidad de gente infiltrada que había en ese lugar, agitando para que tiren piedras y buscando el choque, así que si esto sucedió realmente, no fue responsabilidad de ninguno de los chicos del acampe. Eso está claro para cualquiera de los que estuvimos ahí y no nos pueden venir a contar otra versión. Lo increíble es que los 4 representantes que estaban reunidos con Lombardi fueron testigos de que lo llamaron por teléfono y él ordenó la represión. Lo dijo enfrente de ellos, en sus propias caras. Hasta ahora no lo pueden creer. Otra cosa increíble: el operativo policial era desmedido. Había más de 200 policías para desalojar a no más de 30 personas que, además, estábamos en un lugar cercado. La plaza seca tiene rejas por los cuatro lados. Era muy fácil para ellos terminar con la ocupación sin tirar una bala de goma. Pero evidentemente tenían orden”.
Sala Alberdi: Represión, batallas culturales y ladrones de bicicletas
Escena 2. Exterior. Noche. Corrientes y Callao. La bici.
El camión hidrante avanza a contramano por la avenida Corrientes.
Atrás, los patrulleros hacen aullar sus sirenas.
Se escuchan disparos.
Chicos que corren, muchos descompuestos por el humo lacrimógeno que envuelve la avenida y otros muchos más afectados por lo que, sabremos después, es gas pimienta.
La Metropolitana mete miedo porque se la ve literalmente desatada. La mayoría son oficiales jóvenes que enfrentan a otros pocos jóvenes que les tiran piedras, palos, lo que encuentran. Unos no están preparados para que se le oponga ninguna resistencia.
Los otros, están acostumbrados al pogo policial.
¿Militantes?
¿Activistas?
No: jóvenes.
Menores de 20 la mayoría.
Lo que estamos viendo es nada menos que una batalla cultural.
La batalla entre los malabaristas del semáforo y la caballería de los Newman School Boys, le digo a la fotógrafa que tengo a mi lado, como para aflojar la tensión. No se ríe. Me señala al chico que unos metros más allá está tirado en la vereda.
Venía de trabajar en su bicicleta, un policía le pegó un palazo en la cara.
Se lo llevaron en ambulancia, mientras él rogaba por su bici. “Si no mañana no puedo ir a laburar”.
Sala Alberdi: Represión, batallas culturales y ladrones de bicicletas
Escena 3. Exterior. Día. Obelisco. La marcha.
La Red Medios Alternativos denunció que los 2 heridos de bala de plomo durante la represión eran fotografos de medios sociales de comunicación. Esto es: balas de plomo usadas durante el desalojo de un centro cultural, disparadas contra la prensa independiente.
¿Renunció el jefe de ese operativo?
¿Alguien pidió explicaciones, solicitó un informe, prometió investigar a fondo?
“Tenemos Papa argentino”, me responde Pascual, profesor universitario y hoy, integrante de la escasa docena de veteranos que marchamos junto a unos 600 jóvenes en repudio a la represión policial.
Juana Chang, una de las voces de las Kumbia Queers, es quien me acompaña en la caminata y la reflexión. Agradezco cada paso y cada palabra, porque me permite acomodar la incomodidad  que produce esa multitud de chicos y chicas que nos desacomodan.
¿Por qué están dispuestos a dejarse pegar por una sala municipal?
Juana responde: “Porque nos sacaron todas las demás y nosotros no hicimos nada”.
Juana me cuenta entonces por qué está ahí: “Yo tomé mil cursos en el Centro, pero estos pibes, ahora, ¿dónde van a ir? Miralos.”
Los miro.
Pero recién los veo cuando proyecto la intensidad artística de Juana sobre ellos.
A todo gobierno conservador le nace su propio movimiento punk.
Mientras caminamos hacia el San Martin, ubicadas en la retaguardia de la marcha, hablamos sobre los cuidados que estos chicos no tuvieron y llegamos a la conclusión de que quizá les exigimos una experiencia que no tienen. Juana me cuenta lo que dijo el representante de la Asamblea de la Sala Alberdi poco antes de mi llegada. “Contó que hubo 10 detenidos y quedan 3. Que después sería bueno ir a la comisaría para pedir que los larguen. Que a las 21 hay una reunión con Lombardi y también sería bueno acompañar ahí. Que ellos no tenían ni molotov ni facas porque no saben ni cómo hacerlas. Qué les robaron todas las bicicletas y que no creen que hayan sido ladrones porque con toda la policía que había ahí no se hubiesen ni acercado. Fue el único momento en que pudimos reírnos. Después, agradeció la presencia de todos, incluso de los partidos políticos, pero que les iban a agradecer dos veces si no llevaban banderas durante la marcha”.
Miro las rojas del PTS: son dos docenas.
Juana me invita a mirar qué pasa en el frente de la columna, que ya llegó a la puerta del Teatro San Martín. Hay formada, paralela a toda la entrada, una barrera, como para proteger a los manifestantes y al teatro de la policía y los infiltrados. Diana Sacayán, una de las más destacadas intelectuales del movimiento trans argentino, está formando parte de la cadena humana y nos llama.
Nos pide que nos sumemos y nos acomoda.
Recién cuando miro la cara del brazo flaco y tembloroso que me aferra me doy cuenta de la sutil percepción política que ha hecho Diana: el chico tiene la cara tapada con una remera.
No se ve, pero se nota que es morocho.
Se ve y se nota que es muy flaco.
Es el estereotipo que los fotógrafos buscan para inmortalizar esta marcha.
Diana lo supo antes que todos, que nadie, y por eso me acomodó a su lado.
Pienso: “veterana del brazo de terrorista cultural” les complica el encuadre.
Gracias, Diana, por ubicarme.
Escena 4. Interior día. Examen.
Uno de los cronistas de lavaca que estuvo hasta la madrugada soportando la represión, se presenta a las 9 en punto a dar su último examen del primer año de la Carrera de Dirección Cinematográfica. Su profesor, un reconocido especialista en cine y literatura, licenciado en Ciencias de la Comunicación, está conversando con sus tres ayudantes de cátedra. El cronista de lavaca lo escucha decir:
-“Por fin sacaron a esos lúmpenes. Son impresentables”.
Comparte con el grupo un tuit de Quintín, otro obispo del sínodo cinematográfico. Lo lee en voz alta: “Encima son mimos y clowns. Lo más bajo de esa pirámide zoológica”.
Uno de los ayudantes contesta:
-“Pero los cagaron a palos”.
El profesor responde:
-“No tienen trabajo, no tienen salario y no tienen familia. No tienen nada”.
Y da por comenzado el examen.
¿El tema?
Neorrealismo italiano.
El cronista, ya simple alumno, le responde:
“Es considerado el primer movimiento moderno porque vuelve a esa calle que el cine había dejado de lado. Sale a la calle y lo que encuentra es una ciudad devastada. Y elige mostrarla a través de pequeñas historias que representan verdaderas tragedias sociales. Por ejemplo: qué significa para un trabajador que le roben su bicicleta. Esa sensibilidad social es lo que lleva a afirmar al crítico español Ángel Quintana que el neorralismo no es un movimiento estético, sino ético”.
-Excelente-, le dice el profesor.
Y da por terminado el examen.
Fotos: M.A.F.I.A.

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La Estela: tierra guaraní en escena

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Las actrices Casandra Velázquez e Ivana Zacharski crearon un unipersonal sobre una niña litoraleña que descubre aventuras al amparo del monte misionero. El calor agobiante, la siesta obligatoria, los árboles de yerba mate y las leyendas de ese territorio se cruzan con la inspiración de Clarice Lispector como punto de partida.

Por María del Carmen Varela

A la hora de la siesta el pueblo entra en una pausa obligatoria barnizada por un calor agobiante. Ni el sueño ni el sofoco detienen a la niña, que abandona su cama con sigilo y logra escapar al amparo del monte. Encuentra en la intemperie el abrigo que no es costumbre en su casa. Cada día la espera una aventura distinta, aunque no siempre hay juego y risas. Rebelde, divertida, decidida, busca compañía para sus andanzas y si no la encuentra, transita en soledad.  La salvación a cielo abierto, la naturaleza como sostén y una fascinación: “La Estela”.

La actriz y bailarina Casandra Velázquez y la actriz y directora de teatro Ivana Zacharski dieron luz a esta niña litoraleña sumergida en la vastedad de un paisaje indómito y deslumbrada por Estela, la joven esquiva con mirada de pantera. Ivana y Casandra se conocieron a sus 18 años tomando clases de actuación con Pompeyo Audivert en el Teatro Estudio El Cuervo, poco tiempo después de que cada una viniera a estudiar teatro a la Capital. Casandra nació en Rosario y creció en Venado Tuerto (Santa Fe), Ivana es de Apóstoles, Misiones, donde se desarrolla esta historia que juntas llevaron a escena. Este universo, recorrido por Ivana, de tierras guaraníes surcadas por árboles de yerba mate y leyendas de peligros a la hora de la siesta, fue la inspiración para La Estela.

Ivana tenía ganas de dirigir un unipersonal y eligió a su amiga Casandra para actuarlo. El punto de partida fue un cuento de Clarice Lispector: La relación de la cosa. Casandra: “Los primeros encuentros fueron sin texto, nos acercamos a la obra desde el cuerpo, la respiración y la carne. En los primeros ensayos bailé un montón, unas danzas extrañas, medio butohkas, transpire, canté, corrí, toqué el bajo. Ivana empezó a escribir y yo a probar y actuar todos esos textos e hipótesis, el insomnio estaba presente, la obsesión con el tiempo, los fantasmas del futuro, algo vinculado a la materialidad del agua y el devenir del río. Aparecieron unos cuentos protagonizados por distintas niñas en paisajes litoraleños. Nuestro personaje de ese momento: una mujer en medio del insomnio, se contaba esos cuentos a ella misma para poder dormir”.

La Estela: tierra guaraní en escena

Foto: Gentileza La Estela.

Después de que Ivana hiciera un taller de escritura con Santiago Loza y Andrés Gallina, la historia fue tomando fuerza. Cuenta Casandra que algo se abrió y comenzó a aparecer la trama: “La obra apareció y nos empezó a hablar. Nos metimos adentro de esos cuentos, de esos paisajes y de esas niñas y dejamos de lado todo lo demás. Apareció algo muy mágico entre nosotras, algo de eso que las obras permiten, que es crear un universo común, descubrir conexiones y relaciones nuevas. Sentía que la obra estaba apareciendo y tenía voz propia, apareció el cuerpo de la obra y una forma de narrar”. Casandra recorre el escenario y su fuerza expresiva invita a adentrarse en la historia de esta niña llena de vitalidad y asombro. La vemos en su habitación, presa del calor de la tarde, en busca de libertad y juego, invocando protección divina cuando algo se le escapa de las manos, trabajando en el puesto rutero, pateando una pelota, como se patea a la injusticia, hipnotizada al descubrir la mirada felina de “la Estela”.

El entusiasmo de la juventud, las tragedias inesperadas, las súplicas, el goce de la novedad caben en ese cuerpo palpitante de sueños. Ivana y Casandra apelaron a sus propias vivencias para hilar la narración. Casandra: “Las dos pasamos nuestras infancias y adolescencias medio punkis en distintos paisajes litoraleños, lejos de esta ciudad, sus ritmos y velocidades. Había algo de ese universo común, de elegir siendo muy chicas irnos de las ciudades donde crecimos, que empezó a operar, casi telepáticamente. El ejercicio de revisitar esos paisajes y poblarlos de ficción fue fascinante, mirar el mundo con ojos de infancia nos abrió mucho permiso y nos devolvió mucha vitalidad, nos permitió vincularnos con la violencia, el dolor y la crudeza de crecer desde un lugar de mucho delirio y mucho juego. La obra es bastante impune en ese sentido, el relato no pide permiso, ni da explicaciones, sólo sucede. Justicia poética, decimos, un conjuro de liberación”.

Al cabo de dias de ensayo, la voz de la niña litoraleña comenzó a asomar y Casandra hizo un trabajo específico con la coach vocal Mariana García Guerreiro. El actor Iván Moschner también se sumó a pulir el fluir de la voz. Escuchar radios misioneras, discos y entrevistas a Ramón Ayala y otrxs artistas misionerxs colaboró con esa tarea. La niña que sube el escalón hacia la adolescencia, la que se enfrenta al monte y sus amenazas, se abre paso en la oscuridad con la lumbre de su irreverencia. Salvar y ser salvada, desafiar la imposición de la siesta, para correr a soñar despierta.

La Estela

El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, CABA

Sábados a las 18  hs, hasta el 27 de septiembre

@laestela.obra

@casandravelazqz

@ivanazacharski

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Litio: nace un nuevo documental

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Este viernes 29 de agosto se presentará un nuevo contenido de Cooperativa de trabajo lavaca: Litio. Un documental dirigido junto a Patricio Escobar que refleja la lucha de las comunidades originarias y el paralelismo entre la reforma (in)constitucional de Jujuy, como experimento hacia la Ley Bases votada a nivel nacional.

“Te cuento esta historia, si me prometés hacer algo. ¿Dale?”.

Así arranca el documental Litio, una historia de saqueo y resistencias, que continúa…

Un documental independiente y autogestivo de cooperativa lavaca y dirigido en conjunto con Patricio Escobar, que traza un hilo conductor entre la reforma (in)constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).

Este proyecto tiene algunas particularidades: por un lado, no se trata de una única pieza audiovisual, sino de varias. Una más larga, de 22 minutos; y otras más cortas, de menos de 6 minutos. Por otro lado, se propone un documental en construcción permanente, al que se le irán agregando nuevas piezas de una cadena extractivista que parece no tener fin. Para esto, creamos una página web (que también estrenaremos el viernes 29) en la que iremos agregando los nuevos eslabones que surjan a futuro relacionados al oro blanco. 

LITIO muestra cómo viven las comunidades de la puna jujeña en la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, y a la par, zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. Dato insoslayable: para obtener un kilo de carbonato de litio se utilizan hasta dos millones de litros de agua. Las imágenes se entrelazan con los ostentosos congresos mineros, la represión policial a las manifestaciones por la reforma (in)constitucional y la resistencia de un pueblo que no otorga la licencia social a la explotación minera.

“¿Cuánto cuesta, cuánto vale… nuestra Pacha?”, cantan las comunidades originarias. Esa bandera hecha canción – y esa pregunta- se construye a través de distintas entrevistas a las comunidades Santuario de Tres Pozos, Lipán, El Moreno, Tres Morros, Potrero de la Puna, así como a otros actores. También evidencia el silencio de las autoridades, que no quisieron hacer declaraciones públicas. “Todas las Salinas están cuadriculadas de pedimentos mineros. Allí viven las comunidades y debajo, en el subsuelo, están las minas”, cuenta Alicia Chalabe, abogada de las comunidades.

El documental plantea una premisa: la reforma (in)constitucional de Jujuy en 2023 impuesta por el entonces gobernador Gerardo Morales –a merced de la explotación del litio, ya que modificó el régimen de agua, de tierras fiscales y de la propiedad privada, y ratificó la propiedad exclusiva de la provincia sobre los recursos naturales, entre los que incluye el subsuelo y el mineral de litio– fue el experimento que sirvió de antesala a la Ley Bases aprobada en 2024. Esta profundizó no sólo la matriz extractivista mediante enormes beneficios fiscales a empresas mineras, petroleras y del agronegocio, sino también las relaciones carnales con Estados Unidos y particularmente con Elon Musk, dueño de la empresa Tesla que construye autos eléctricos, para lo cual el litio es fundamental.

LITIO termina con tres palabras, y se erige como punto de partida:

“Esta historia continuará

¿Dale?”.

Te invitamos a seguir construyendo esta historia, este viernes 29 de agosto a las 20, en MU Trinchera (Riobamba 143, CABA).

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Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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