Nota
Ayuí no será el Río Clarín
«Sin los movimientos de base de ciudadanos correntinos, que cuestionan desde siempre el proyecto Ayuí, más allá de la pelea del gobierno con Clarín, nadie hubiera cuestionado este tema» dijo a lavaca Emilio Spataro, de Guardianes del Iberá, sobre la resolución de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de detener el proyecto que asociaba a José Aranda, vicepresidente del Grupo Clarín, con el norteamericano de origen húngaro George Soros (alianza que ha culminado en divorcio).
La resolución 1238/2011 establece: “Las obras del ‘Proyecto Productivo Ayuí Grande’ resultan incompatibles con las disposiciones de la Ley General de Ambiente Nº 25.675 y de la Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos Nº 26.331”. Fue firmada por el el secretario de Medio Ambiente Juan J. Mussi y poco después se oficializó la separación de las empresas de Aranda y Soros, vecinos que pretendían quedarse, entre otras cosas, con un curso de agua.
Soros -financista y especulador financiero internacional, 80 años- maneja en Corrientes Adeco Agro, tiene al menos cinco estancias. A través de su empresa Pilaga estaba asociado a Copra, empresa de su vecino José Antonio Aranda (estancia El Rocío, 40.000 hectáreas dedicadas al arroz). Días después de que los Guardianes del Iberá anunciaran la ampliación de un plan de lucha que venían sosteniendo en todo Corrientes, se conoció la decisión oficial. El gobierno kirchnerista de Corrientes, sin embargo, venía aprobando con entusiasmo operístico el proyecto y esperaba ponerlo en marcha cuanto antes; ahora, discursivamente promueve el tema como cuestión de “soberanía provincial”, va en contra de la intervención del gobierno nacional, y hasta insinúa presentarse en la Corte Suprema para tratar de dar vuelta el fallo.
Aparentemente, ni Soros les pidió tanto, y abandonó su sociedad con Aranda. Dice Spataro: “La decisión que tomó la empresa de Soros, demuestra que cuando existen leyes, fundamentos técnicos y movilización ciudadana, las empresas no pueden avanzar con sus planes ilegítimos por más de que tengan el apoyo irrestricto de algunos gobernantes.”
Contaminar el Uruguay
El Ayuí Grande es un arroyo que desemboca en el río Miriñay, en el departamento correntino de Mercedes, junto a los Esteros del Iberá, y unos 800 metros arriba del Acuífero Guaraní. Pese a ser llamado “arroyo”, el Ayuí en muchos momentos tiene un caudal mayor que el Miriñay. La idea de los terratenientes José Antonio Aranda y su vecino George Soros era construir lo que la propia Unidad Transitoria de Empresas (UTE) que los unía llamaba una “mega-represa”, en los siguientes términos:
- Anular el curso del arroyo Ayuí
- Construir una represa como dique que inundará 8.000 hectáreas, que hoy son campos ybosques.
- Esa palangana lisérgica (también llamada “lago artificial”) servirá para obtener gratuitamente agua que riegue al menos 25.000 hectáreas de arrozales, de los campos de los susodichos. Eso afecta – por rotación de cultivos- a 77.000 hectáreas en total.
Es cierto que las fumigaciones contaminarán el agua, pero el tema se solucionaba (en el proyecto Aranda-Soros) dejándola correr cual cloaca hacia el Miriñay y de ahí al Uruguay, creando una especie de Botnia argentina y arrocera.
La maniobra implicaría además la monopolización de buena parte del negocio arrocero.
La resistencia
Guardianes del Iberá es una de las organizaciones que fue llevando adelante toda una serie de reclamos que atravesaron la provincia e hicieron posible la propia resolución gubernamental: “Lo más importante que ha incidido en llegar a esta situaciónes la cantidad de movimientos de base que hemos construido en la provincia. Sin estos movimientos de ciudadanos correntinos cuestionando el proyecto Ayuí, mas allá de la pelea gobierno y Clarín, nadie hubiera cuestionado este tema”, asegura Spataro.
Así, con movilizaciones multitudinarias para la provincia, y con pruebas fehacientes de la irregularidad del proyecto, saltearon instancias hasta que el gobierno nacional los escuchó; para julio de 2011, en nota publicada en Mu, Spataro lamentaba que la causa había entrado en el célebre cono del silencio. En Corrientes comentaban que la muerte de Néstor Kirchner dejó al gobierno sin el principal adversario de la represa.
El proyecto había sido denunciado primero por la Fundación Reserva del Iberá ya en 2005. La movida fue sumando adhesiones. Como una devolución de atenciones, las campañas ambientalistas detectaron que las broncas del gobierno contra el Grupo Clarín podrían interesarlo en el tema. Spataro dijo entonces a Mu: “No nos interesan sus intenciones, sino que se hizo lo que había que hacer: parar la obra”.
La obra, en efecto, está en stand by desde 2009 a causa de estas denuncias y la entrada en escena del gobierno nacional.
Los protagonistas
José Antonio Aranda es el vicepresidente del Grupo Clarín, egresado de Ciencias Económicas de la Universidad de La Plata. Entró al diario como gerente de finanzas a comienzos de los años 70 y su alianza eterna con Héctor Magnetto llevó a ambos administrativos a fumigar desarrollistas y otras malezas hasta la captura de la conducción del grupo, con notable eficacia. Fue el encargado de echar de Clarín a Osvaldo Bayer, (que era jefe de Política y Fuerzas Armadas), por mencionar un mínimo anecdotario de quien compartió la conducción de una empresa que arrasó con toda representación sindical y negoció con la dictadura la apropiación de Papel Prensa, entre otras historias.
En Corrientes maneja la empresa COPRA, que posee la estancia El Rocío, 40.000 hectáreas dedicadas al arroz, con producción de 50.000 toneladas, facturación de 30 millones de dólares anuales, exportación del 70 por ciento que en buena parte se destina, sin hacerle asco al cliente, al gobierno venezolano.
George Soros, 80 años, nació en Budapest, nacionalizado estadounidense, alcanzó la fama por considerárselo el especulador financiero responsable de la quiebra del Banco de Inglaterra. Entre otras muchas cosas (ver Mu nº 46), es dueño de Adecoagro, empresa que tiene las estancias Itá Caabó y San Agustín entre otras propiedades correntinas. Adeco Agro había anunciado inversiones por 55 millones de dólares en Argentina, 23 de los cuales son en Corrientes, fluyendo por el Ayuí. Detalle: se aumentó la superficie sembrada de arroz en 20 mil hectáreas en el último año, generando una cosecha extraordinaria que ubica a Corrientes a la vanguardia de la producción arrocera. Salvemos al Iberá pregunta: ¿Ello modificó la calidad de vida de los correntinos? Los mismos datos gubernamentales demuestran que no.
Cuatro días después – y más de 4 años de lucha- que una multitudinaria marcha en Corrientes pidiera a las empresas que desistan del proyecto (la movilización ocurrió el6 de septiembre), Adeco Agro anunció su retiro de la Unión Transitoria de Empresas (UTE) a cargo del proyecto Ayuí. También esa movilización formó parte de un plan de lucha impulsado desde Guardianes del Iberá que incluía despertar el interés del gobierno nacional y presionar por la resolución. Así fue.
La importancia
Desde Corrientes, dice Spataro a lavaca: «Es un antecedente importante. Más allá de lo que pase de aquí en adelante, ya lo es para muchísimos otros casos, por el procedimiento que se ha aplicado y los argumentos que se han utilizado”.
¿Antecedente para qué casos?
Lo trascendente que se genera es la defensa de las leyes de presupuestos mínimos, que deben implementarse ante la evidencia de irregularidades o de contaminación. Para todo lo que es contaminación de cuencas hídricas que afecten más de una provincia o más de un país, también es un antecedente que se puede tomar.
La resolución reconoce además a todos los reclamos ambientalistas por el Iberá: “También debe tenerse presente la jurisprudencia de la Provincia de Corrientes, en aquellos casos que involucran obras hidráulicas en beneficio de la actividad arrocera con afectación de los cursos de agua, en especial humedales y Esteros del Iberá».
El proyecto, así, está frenado hasta nuevo aviso. Queda que el gobierno provincial, en caso que insista en su inexplicable defensa del proyecto, se presente a la Corte Suprema y apele la resolución del gobierno nacional. Spataro interpreta: “Es realmente muy difícil, yo creo que lo van a dejar en un contexto de discurso para la tribuna o bueno… tal vez si recurre a la Corte Suprema definitivamente se aclare esto, para que la Nación puede intervenir en la defensa de recursos naturales”.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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