Nota
Sentencia agrotóxica en Corrientes: el segundo asesinato de Kili Rivero

“Este hombre mató a un niño inocente y recibió menos condena que una persona que usurpó un predio municipal» dice Eugenia, la madre de Kili. «Es una sentencia de terror, totalmente injusta” plantea el abogado Hermindo González. Este jueves se conoció el fallo por el crimen de José «Kili» Rivero, un chico que tenía cuatro años de edad cuando falleció en 2012 víctima de agrotóxicos fumigados a 15 metros de su vivienda por el productor tomatero Oscar Antonio Candussi.
La sentencia del Tribunal Oral de Goya condenó al acusado a 3 años de prisión condicional por homicidio culposo. Traducción: no irá a la cárcel, y se omitieron las pruebas que muestran que Candussi conocía la peligrosidad de los químicos que iba a aplicar y lo que podían provocar en las personas. Sin embargo llevó adelante esta conducta sin interesarse en esos efectos en la salud y la vida humana. El rol sinuoso del fiscal Guillermo Barry. El antecedente casi idéntico de Nicolás Arévalo (también muerto a los 4 años, por envenenamiento fumigador): la tendencia a la impunidad. La investigación en la revista MU, y un video con el ambiente, el paisaje, el abogado y la madre de Kil. La nota y el informe completo de la Defensoría del Pueblo de la Nación, confirmando la situación de contaminación y enfermedades que el organismo corroboró durante su investigación en Lavalle, Corrientes.
Diciembre de 2020. “Corrientes: condenan a productor por la muerte de un chico por agrotóxicos, pero no irá a la cárcel”.
El título de esa nota informó sobre el juicio que acababa de terminar para determinar la responsabilidad del productor tomatero Ricardo Prieto. En aquella sentencia, el Tribunal Oral de Goya dictaminó la pena de tres años de prisión condicional por el “homicidio culposo” de Nicolás Arévalo, un chico de cuatro años de edad, ocurrido en 2011.
8 de junio de 2023. Se puede copiar y pegar el párrafo anterior. Se reemplaza Ricardo Prieto por Oscar Antonio Candussi.
Nicolás Arévalo por José “Kili” Rivero.
Y 2011 por 2012.
Lo que no se reemplaza es la impunidad.

El contexto de la casa familiar en el Paraje Puerto Viejo en Lavalle, Corrientes: quintas de producción tomatera, donde se fumiga con venenos junto a casas y escuelas. (Fotos: lavaca/MU/ Sebastián Smok).
El leve arte de matar
Este jueves el Tribunal Oral de Goya condenó a 3 años de prisión condicional por homicidio culposo al productor tomatero Oscar Antonio Candussi, por la muerte del nene de 4 años José “Kili” Rivero, en la localidad correntina de Lavalle. El crimen ocurrió en mayo de 2012. Los fundamentos serán leídos el 15 de junio de 2023.
Se encontró culpable a Candussi de fumigar con pesticidas organosfosforados en su plantación de tomates distante a 15 metros de donde vivía Kili Rivero.
Sin embargo, el productor condenado no irá a prisión por tratarse de una pena en suspenso, que establece que no deberá cumplir privado de la libertad.
«La verdad es que siento que no fue el resultado que nos hubiera gustado porque este hombre mató a un niño inocente y recibió menos condena que una persona que usurpó un predio municipal» dijo a lavaca Eugenia Sánchez, la madre de Kili, tras conocer el fallo.
“Es una sentencia injusta, una sentencia de terror. Vamos a esperar los fundamentos y a presentar el recurso de casación para que el Tribunal Superior de Justicia provincial revoque el fallo”, planteó el abogado querellante Hermindo González ante la consulta de esta agencia.

Kili y su hermana murieron por enfermedades asociadas a los agrotóxicos. En la foto, su madre, Eugenia, en la huerta familiar donde cultivan diversidad, sin venenos: allí cuelga una parra sembrada por Kili: “Él era mi ayudante; cultivaba, tenía las manos del papá, la mano de las plantas”, cuenta en la entrevista concedida a MU. (Fotos: Lavaca/ MU/ Sebastián Smok).
El (in)cumplimiento efectivo
¿Por qué considera que Candussi debió ser juzgado por homicidio simple? Responde el abogado: “Porque la acción encuadra dentro de la figura de dolo eventual. Quiere decir que conociendo la peligrosidad de los químicos que iba a aplicar y lo que podía provocar en las personas, llevó adelante esta conducta sin interesarse en la salud y la vida humana. Sin dudas, merece una pena de cumplimiento efectivo”.
El fiscal del juicio se llama Guillermo Barry y en sus alegatos sostuvo que el imputado tuvo la culpa por estar acreditada la existencia del hecho y porque si tomaba los recaudos necesarios para realizar esa actividad, no hubiera provocado el daño. Sin embargo, pese a que su actividad provocó la muerte de Kili Rivero Guillermo Barry solicitó que se lo condene por el delito de homicidio culposo, con una pena de tres años en suspenso.
“El fiscal acreditó casi lo mismo que yo, sin embargo pidió sólo tres años y en suspenso. Habría que preguntarle a Barry cuál es su criterio para sostener ese pedido, porque no se entiende cómo si hizo una construcción muy similar a la mía, pida eso; es algo increíble” dice el abogado.
En el último número de la revista MU publicamos una investigación sobre el estado de las cosas en Lavalle, Corrientes.
Desde lavaca intentamos comunicarnos con el fiscal Barry pero no respondió los reiterados llamados.
Asesinato x 2
Hermindo González expresó así su indignación ante el fallo: “No es una condena, es casi un beneficio, un privilegio. Y para toda la comunidad una burla; es ratificar que hay sectores protegidos para cometer este tipo de hechos y abre la puerta a que se continúe de la misma manera, sin que importe la vida de los pibes de Corrientes”.
El abogado traza una distinción: “Desde el punto de vista objetivo y profesional me sorprende el fallo porque los elementos probatorios marcan otra cosa; ahora, desde el punto de vista subjetivo y de comprender el funcionamiento del poder judicial y el modo en que ayuda a estos sectores, no me sorprende para nada”.
La sensación: “Es muy mala, no es la sensación de haber obtenido justicia. La familia está muy mal, el padre se descompuso dos veces; vinieron con la esperanza de que pudieran tener algo de esa justicia tan anhelada durante 11 años, pero se van con lo mismo o peor, porque vinieron con su hijo asesinado y se van con su hijo asesinado por segunda vez. Esta sentencia lo vuelve a matar a Kili”.
Aquí acompañamos la nota de lavaca, publicada por la periodista Anabel Pomar, que incluye el informe completo de la Defensoría del Pueblo de la Nación, confirmando la situación en Lavalle, Corrientes.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
Nota
Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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