Nota
#SomosTélam: lo que está en juego con los 357 despidos
Las trabajadoras y los trabajadores de la agencia estatal de noticias cumplieron dos semanas de paro y de permanencia pacífica en los edificios para exigir la reincorporación de los 357 despidos. El ajuste ya provocó el cierre de seis corresponsalías. Otras 14 se mantienen con una sola persona. Mientras, los jefes llaman a los periodistas que mantienen sus cargos para intentar armar una redacción paralela. Desde adentro, los trabajadores cuentan cómo se organiza la unidad. El cuidado del archivo histórico. Por qué el conflicto es uno de los ocho problemas que más le afecta al Gobierno después del acuerdo con el FMI. Y qué significó encabezar una de las marchas del gremio de prensa más importantes de los últimos tiempos.

Foto: Nacho Yuchark para lavaca.
La periodista Andrea Delfino dice que no tenía canas cuando entró a Télam el 2 de enero de 1990. Su primera cobertura fue un tiroteo con un asaltante muerto en Liniers y, de ahí, partió a una conferencia de prensa en Casa de Gobierno. Era cronista, estaba todo el día en la calle y esa rutina de trabajo fue su escuela en periodismo. En el ´93 pasó a Economía, un año después se adentró en el incipiente mundo del software y, desde entonces, es una especialista en esa industria, en Internet y en Telecomunicaciones. Andrea cuenta su trayectoria con una sonrisa y con voz firme, su principal fortaleza desde hace 15 días, cuando un telegrama le avisó que la despedían después de 28 años y medio de trabajo.
“Lo que pega es el contexto”, dice Delfino, 51 años, a lavaca. “Yo vi crecer a Télam. Y también la vi destruirse y achicarse en el 2000, cuando el mismo director que está hoy, Rodolfo Pousá, estaba en la empresa. En ese momento eran los retiros voluntarios: a mí me insistían para que me fuera, pero sabía que, como estaba el país, no había empleo. Se fueron 200 periodistas y 100 administrativos: de 700 pasamos a 400. Costó recuperarse de sentir que habían hecho polvo tu manera de laburar. Protestamos, tomamos la empresa y pusimos el servicio a nuestro cargo: informábamos del conflicto a través de los cables”.
A pesar de la sangría, Télam no cerró y se convirtió en Sociedad del Estado. Hoy, luego de los 357 despidos que desde hace 15 días dejaron a 357 familias en la calle, los recuerdos son flashbacks en la memoria de trabajadoras y trabajadores que, la semana pasada, encabezaron una de las marchas de prensa más importantes de los últimos tiempos.
“El gremio entiende que Télam es el último bastión donde se cumple el Estatuto del Periodista Profesional”, apunta Delfino. “Dos ejemplos: trabajo mínimo de seis horas obligatorio y la resistencia a la multitarea. El cronista es cronista, el fotógrafo no es camarógrafo y se respetan las especificidades. Hablan de la Télam del futuro: ¿cómo será? Todo el gremio, aún los no afiliados, saben que será ley muerta. Nos están cambiando las condiciones de trabajo y tenemos que tener una posición unida y fuerte para resistir”.
Eso es lo que hoy, con Télam, está en juego.

Foto: Nacho Yuchark para lavaca.
Del patrimonio a la boligoma
El edificio de la agencia estatal de noticias de la avenida Belgrano al 200 tiene hace 15 días el enorme ventanal cubierto de afiches: “No a los despidos. Reincorporación ya”. También hay fotos de algunxs de lxs 354 despidos –a los que hay que sumar tres más de un conflicto previo- con sus historias. Adentro, los oficiales de seguridad no toman el ingreso y la salida porque la empresa desactivó el sistema. Adentro, hace 15 días, están los trabajadores.
Mariana Torres y Victoria Ávila son dos de los más de 30 despidos que hubo en el Archivo. Mariana trabaja hace nueve años en el archivo fotográfico, el sector en el que hace tres años y medio había entrado Victoria para pasar, luego, al archivo periodístico. “Nos dedicamos a la conservación de todo el material que tiene Télam a través de la restauración, lo que implica evitar que se deteriore con el paso del tiempo”, explica Victoria, 28 años. “Digitalizamos todo. Pero desde el cambio de gestión se complicó porque teníamos muy pocos recursos. Ni siquiera boligoma teníamos. Y hablamos de coberturas de Malvinas, de los Juicios a las Juntas, también de muchas noticias de medios masivos de todas las décadas. Es un trabajo importante”.
Mariana dimensiona la labor en fotos: “Tenemos un millón de materiales. Para que te des una idea, pedimos discos externos para pasarlos, porque tenemos DVD´s del 98 que tienen sólo 20 años de vida útil. Tratamos de conservalo de distintas formas para que no se pierda porque no es algo mío ni de la agencia: es patrimonio de todo el país. Es un archivo público, pero sólo teníamos un escáner casero. Nosotros conservamos los negativos que están en el subsuelo, y los crudos que nos traen los fotógrafos los editamos, los archivamos y los catalogamos”.
En el archivo fotográfico eran 16 y quedaron cuatro.
En el periodístico, eran 20 y quedó uno solo, sin contar a los dos jefes.
Victoria: “Habla de una política pública que, también, apunta a perder todo el patrimonio que tiene el Estado a través de la historia conservada por Télam. No sólo es echarnos, sino volver inviable un área que debería ser fundamental. En estos 15 días desmitificamos un montón de cosas que se decían: que éramos ñoquis, que nadie laburaba. Hoy todo el tiempo se está produciendo material para evidenciar eso en #SomosTelam, nuestras redes. Nos están empujando a defender el derecho a trabajar: todo el tiempo tenemos que explicar porqué permanecemos en los edificios. Y hablamos de compañeros cuyos jefes los echaron sin dar la cara, otros que se enteraron porque les depositaron en home banking. Es una dimensión muy violenta y cínica, que vuelve muy difícil la continuidad laboral del resto de los compañeros: ¿cómo entrás a laburar con las sillas vacías de compañeros despedidos a tus costados?”.
A Victoria el telegrama de despido le llegó una semana después del martes negro. “Ese fue el nivel de incertidumbre de todos. Y no hubo tiempo para la angustia. Acá seguimos”.
Cómo se organiza la unidad
Mariano Suárez es delegado del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) y es uno de los casos que no recibió ningún telegrama de despido. “Se cuidaron de no despedir a delegados por los posteriores juicios de reinstalación”, apunta a lavaca. “Pero se equivocaron con compañeros del interior: muchos estaban afiliados a sindicatos locales y hoy están en litigio”. Suárez recuerda que, a la par de los telegramas y las cartas documento, otros trabajadores recibieron un “cínico” mail de bienvenida a la nueva agencia Télam: “Fue muy desprolija la situación. Algunos recibieron la carta documento y después el mail de bienvenida. Otros, el mail y una hora después el telegrama. Y hubo unos 80 casos en los que no hubo carta ni telegrama: se enteraron porque les apareció la liquidación del sueldo en su cuenta”.
Suárez trabaja en la agencia hace 21 años. Entró en Deportes y, desde 2010, está en Cultura y Espectáculos. También pasó la crisis del 2000 y recuerda que, parodia de tiempos actuales, se enteró cuando el exministro de Economía José Luis Machinea y el vicepresidente Carlos Chacho Álvarez anunciaron el plan de recorte por televisión. Previo a los 357 despidos, ahora los trabajadores se enteraron cuando el titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi (también funcionario en ese gobierno de la Alianza), comunicó las cesantías por Radio Mitre y, luego, a través de un posteo en su cuenta de Facebook.
“Pero los niveles de organización y unidad, junto a la instalación del conflicto, está en ascenso”, describe Suárez. “Hace dos semanas que estamos de paro, con una permanencia pacífica en la empresa con un acatamiento de casi el 100 por ciento. Logramos que no la empresa no quiebre la unidad: primero, cuando depositaron las indemnizaciones, y segundo, cuando la semana pasada envió un mail diciendo que no vinieran a trabajar y que el sueldo se lo iban a pagar igual. Eso no sucedió. Todo el mundo viene en su horario de trabajo y cumple horario. Es una autoorganización, porque la empresa desconectó los sistemas de reloj, de fichaje y ordenó a la empresa de seguridad que no anote quién entra y sale. Así y todo, mantenemos un esquema de permanencia las 24 horas en los edificios”.

Foto: Nacho Yuchark para lavaca.
El vaciamiento federal
Suárez subraya que los despidos tienen que ver con una combinación de recorte económico y sentido político. “Las 40 personas que llevan la voz de la asamblea están despedidas. Y hay un interés de desmantelar la estructura federal, con levantamiento de oficinas y alquileres para ahorrar costos. En total, cerraron seis corresponsalías: Bariloche, Viedma, Posadas, Formosa, Rawson y Catamarca. En otras 14 quedó una sola persona, que en varios casos ni siquiera es periodista. Este recorte arranca con el sentido fundacional de agencia federal”.
Desde hace 15 días, tampoco hay noticias de los jefes. “La semana pasada se reunieron en AEDBA (Asociación de Editores de Diarios de la Ciudad de Buenos Aires) para contar cuántos porotos tenían, porque sabemos que ya hay armada una redacción paralela: muchos se estuvieron comunicando por teléfono con compañeros para tantear si contaban con ellos o no. Pero desde el martes 26, no vino nadie. Ni autoridades intermedias ni nada. En 2006 hicimos 39 días de paro por dos despidos, y en ese momento lograron montar un servicio paralelo. Muy chico, de baja calidad, pero mantenía una emulación. Ahora no pueden ni eso”.
-¿Qué viene?
-Una editorial en Infobae ubicó a Télam como uno de los ocho problemas del Gobierno en la actualidad. Evidentemente, logramos quebrar cierto cerco informativo: por cuestiones de azar es el primer conflicto por temas de calendario posterior al acuerdo con el FMI, y en ese escenario es difícil para el Gobierno encontrar una salida donde no pierda todo. Es importante para el gremio en su conjunto, porque de acuerdo a cómo termine, se va a ver qué pasa en los medios pública, si en la TV Pública también va a haber un programa en un sentido u otro. Es un panorama importante para la configuración de los próximos cinco años en el gremio.
La lectura del contexto
En este contexto, Delfino vuelve sobre la importancia de la marcha, que reunió a trabajadoras y trabajadores de prensa de todo el país. “Aquí hubo reacción gremial porque tenemos mucha escuela gremial: nos enfrentamos a todas las gestiones. En el 96, al menemismo. En el 2000, a la Alianza. En el 2005 y 2006, al kirchnerismo. En 2016, empezaron los recortes, se eliminó el suplemento de Historieta, el reporte nacional, el diario digital, la radio dejó de salir en vivo para pasar a podcast, se eliminaron las funciones de contralor de la publicidad oficial”.
-¿Y hoy?
-Hoy veo que logramos ganar una batalla muy importante hacia afuera que es quebrar esa imagen de que Télam está sobredimensionaba. Acá no sobra nadie: la agencia hace muchas más cosas que años atrás. Queda claro que hay una decisión política: Lombardi necesitaba un golpe de poder, y decidió cortar por el lado de Télam. No calcularon que en la comunidad Télam, como buena familia que somos, podemos tener muchos problemas, pero somos Télam: todos los despedidos y los que están. Porque es una agencia de bandera. Por eso la marcha del jueves fue muy emocionante. Hay una decisión política de acallar voces, y cuando en el país primó un solo medio y un solo discurso nos llevó a cometer errores como sociedad. La tensión es mucha. Pero también creo que la batalla que estamos dando se puede ganar.
-¿Por qué?
-Porque se equivocaron mucho. Hicieron las cosas muy brutalmente. Y no leyeron el contexto, que es lo mínimo que tiene que hacer un buen periodista.
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Revista MuHace 2 semanasMu 209: Una de terror

Derechos HumanosHace 4 díasA 40 años de la sentencia: ¿Qué significa hoy el Juicio a las Juntas?

ActualidadHace 2 semanasExtractivismo en Mendoza: movilización y rechazo ante la legislatura por el intento de votación del proyecto San Jorge

ActualidadHace 2 díasMendoza en caravana hacia la capital provincial contra el proyecto minero San Jorge

NotaHace 6 díasEncuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

















