Nota
Tiempo de no-dormirse: trabajadores de Bed Time toman la planta para defender el trabajo
140 trabajadores y trabajadores de la fábrica de colchones Bed Time, en Tigre, iniciaron una permanencia pacífica para defender las fuentes de trabajo. La empresa amenazó con despedir al 50% de la planta si no aceptaban una reducción salarial o el incremento de la jornada laboral, justificándose en la crisis económica por la pandemia de Covid 19. Cómo se construye colectivamente en época de aislamiento social. La propuesta de redireccionar la producción a hospitales y clínicas. Los resguardos de operarios y operarias. Y la defensa de la asamblea como instancia de organización.

“Hoy estamos un poquito mejor: salió el sol”. El delegado de la Comisión Interna de Bed Time, Lucas Sánchez, habla con lavaca a casi una semana del inicio de la permanencia pacífica en la fábrica de colchones ubicada en Tigre, al norte del conurbano bonaerense, medida que se vieron obligados a comenzar en plena cuarentena luego de que los dueños amenazaran con una reducción del 50% de la planta si los operarios no acataban la reducción de sus salarios o el aumento de la jornada laboral.
“Todavía no cobramos abril y tenemos deudas de marzo”, contextualiza Sánchez. El 6 de abril volvieron a trabajar luego de quedar exceptuados del aislamiento social, preventivo y obligatorio. “El lunes 20, en asamblea, decidimos empezar medidas administrativas, denunciando el pago de haberes y todos los trabajadores enviando telegramas de reclamo. El jueves 23 fuimos a una reunión con la empresa, donde planteaban como opción una reducción salarial del 50% o que los trabajadores activos compensemos las horas de los compañeros de licencia por ser grupo de riesgo. Si aceptábamos alguna de las dos, se comprometían a pagar lo adeudado”.
La otra opción: “El despido del 50% de la planta. Una extorsión”.

Defender la asamblea
La planta total de Bed Time es de casi 300 trabajadores y trabajadoras entre personal administrativo (120) y operarios de producción (160). De estos últimos, 20 están de licencia por estar en grupos de riesgo o por otras razones médicas.
Sánchez: “Hoy el conflicto es sobre los trabajadores de producción, porque los administrativos y empleados de ventas cobraron el salario mensual. Hay que ver qué pasa con ellos la semana que viene, porque también es una incertidumbre. En nuestro caso cobramos por quincenas, y el 20 de marzo tuvimos un adelanto del porcentaje de nuestros pagos. No sabemos por qué hubo esa diferenciación”.
Les trabajadores presentaron a los empresarios una propuesta votada en asamblea: “Rechazamos cualquier amenaza de despido, rebaja salarial y además le dimos a la empresa una opción para redireccionar la producción: está la capacidad para producir colchones sanitarios para hospitales, clínicas y todos los 140 trabajadores que estamos en actividad podemos producirlos para mantener las fuentes de trabajo y el salario. Pero la empresa nunca tomó en consideración lo que planteamos”.
El 23 de abril votaron la permanencia pacífica en la planta. Qué implica en medio de la cuarentena: “Empezamos a tomar mejores recaudos que la patronal: llamar la atención por el uso de tapabocas, una comisión de seguridad, una posta sanitaria en la puerta de ingreso con alcohol en gel y dos compañeros que toman la temperatura al resto, otra comisión de limpieza que tomó en sus manos la desinfección, y otra de comida para cocinar y producir alimentos. Por día, mínimo, somos 50 trabajadores. Y rotamos”.

Este lunes tuvieron una audiencia vía Zoom con el Ministerio de Trabajo de la Nación. La empresa estaba presente. “No dieron respuesta al motivo de por qué estamos con los salarios adeudados, y trataron de llevar la audiencia a la conveniencia de ellos. No hablaron de despidos, pero sí de reducción salarial. No hubo ningún avance”.
Ahora están en cuarto intermedio a la espera de una nueva convocatoria desde el Ministerio. “El Ministerio debe intimar a la empresa porque está incumpliendo con la ley”, dice Sánchez. “Teniendo en cuenta que el Presidente está llevando acciones que apuntan al cuidado de la salud de todo el pueblo, creemos que tienen que tomar acciones porque somos 140 trabajadores que estamos todos los días acá. Es un problema muy grave que haya trabajadores, en medio de la pandemia, reclamando su salario. Entendemos la particularidad del momento, pero sin salarios no hay cuarentena. Es simple. Ni nosotros ni ningún trabajador puede transitarla sin su salario”.
La permanencia continuará hasta que tengan una respuesta sobre los reclamos.
-¿Qué significa la medida de lucha en este contexto de aislamiento?
-En las últimas asambleas que hicimos diseñamos una grilla marcando los puntos a un metro y medio para que quienes nos reunamos respetemos el distanciamiento social. El principal motivo es defender la asamblea. Hasta para el Congreso Nacional, que está debatiendo cómo sesionar, planteamos una solución: entendemos que los problemas importantes se tienen que debatir en asamblea, el método que defendemos hace 12 años como Comisión. Es el pilar de la organización, más que nunca en estos tiempos.

Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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