CABA
Últimas lecciones de Richard Stallman sobre el ciber control
La tarjeta SUBE, el sistema SIBIOS, y el software de Microsoft y de Apple, vistos como sistemas de control social. Por qué compartir libros y música no es piratear. Por qué hay una guerra contra el compartir. Richard Stallman creador de Gnu Linux, cuenta por qué no volverá a la Argentina.
La batalla por el control social por parte de los aparatos del Estado parece estar, a nivel global, en un punto de inflexión digital. Sin duda, impulsado por la crisis terminal de los sistemas financieros, también por las protestas masivas que resisten ajustes brutales y porque los procesos electorales no logran acotar a las urnas la participación ciudadana, lo concreto es que diferentes Estados del mundo comenzaron a montar herramientas de control que convierten a la literatura de Orwell en el texto de leyes y noticias. Para sorpresa de muchos, fue Richard Stallman, el creador de Gnu Linux y profeta del software libre, quien nos advirtió que Argentina está a la vanguardia de ese proceso. Fue durante su última visita, en junio de este año, cuando anunció que no regresaría al país mientras estén en vigencia el sistema SIBIOS, que colecciona las huellas digitales de todas las personas que ingresan al país, y la tarjeta SUBE, que permite conocer los movimientos de los ciudadanos que se trasladan en el transporte público.
Ahora, en diálogo con lavaca y desde Italia, lo explica así: “No es que SUBE, solo, sea el peligro. SUBE aumenta la vigilancia, y a más vigilancia por parte del Estado, más peligro para los ciudadanos. Cuando el Estado sabe todo sobre a dónde va cada uno, sabe más o menos lo que cada uno hace. Es un arma muy fuerte contra los disidentes, para la supresión de la democracia. No sé a cuántos disidentes han podido matar, en los años 70, por la vigilancia proporcionada por el sistema de documentos nacionales de identidad, pero supongo que impedía que muchos se escondieran».
Naturalmente, el Estado no dice ´Es para reprimir a los disidentes´. Siempre dice ´es para perseguir terroristas´, como el Estado argentino decía en los años 70. En mi país, que fue el primero en implementar este tipo de controles, hace pocos meses arrestaron a unos disidentes en Chicago y los acusan de ´terrorismo´; los matones, en un allanamiento (sin orden legal) de su apartamento, encontraron un aparato para hacer cerveza y dicen que era para hacer una bomba”.
Con un Estado comportándose así es muy difícil ser ingenuo.
Estas medidas de control ¿son responsabilidad del Estado o del triunfo de las corporaciones sobre el Estado?
En este caso, pienso que el Estado decide. Las empresas que fabrican los sistemas de vigilancia hacen su publicidad y su lobby, pero no son tan fuertes ni grandes como para tener una gran influencia sobre las políticas del Estado argentino, como hace Monsanto. Pero hay otro peligro en la vigilancia estatal. Miles de funcionarios tienen acceso a los datos, y algunos usarán estos datos para fines personales, hasta criminales. Frecuentemente los hombres usan esos datos para seguir o amenazar a mujeres. Quizás no es el resultado que el Estado desea, pero resulta. Y es un peligro.Véase éste artículo.
Las principales batallas del ciber mundo
A través de sus últimas intervenciones, Stallman ha logrado identificar algunas de las principales trincheras desde las cuales se libran las batallas de control de la actualidad. Muchas de ellas son ahora leyes que criminalizan a los usuarios en España, Estados Unidos, Francia o Italia, por poner solo algunos ejemplos, y que se intentan imponer en Argentina bajo la alfombra de “protección de derechos de autor” . El caso más claro de lo que oculta esta operación es el de la industria del cine, ya que la ley actual no le otorga la titularidad de este derecho al director de la película sino a su productor, generalmente representado por una corporación. Lo interesante de leer los comentarios de Stallman es que ayudan a precisar las operaciones de prensa con las que intentan maquillar estas batallas. Especialmente, porque se amparan en la ignorancia de algunas cuestiones clave que él conoce mejor que nadie. Una síntesis de sus lecciones:
Por qué Anonymus no hackea ni crackea: manifiesta. “Las protestas de Anonymous en la web son el equivalente en Internet de una manifestación masiva. Es un error llamarlo hacking (inteligencia lúdica) o cracking (quebrantar la seguridad). LOIC, el programa que está siendo utilizado por el grupo, fue pre-configurado, por lo tanto no requiere de gran ingenio para ser ejecutado, y no rompe la seguridad de ninguna computadora. Los manifestantes no han intentado tomar el control de la página web de Amazon, ni extraer ningún dato de MasterCard. Más bien, entran por la puerta principal del sitio, el cual simplemente no puede dar abasto con el volumen de visitas.
Es también un error llamar a estas protestas “ataques DDoS”. Un ataque DDoS, hablando con precisión, se realiza con miles de computadoras “zombis”. Alguien quiebra la seguridad de los equipos (generalmente con un virus) y toma el control de los mismos en forma remota, luego los utiliza como “botnet” dirigiéndolos al unísono según su voluntad (en este caso, para sobrecargar el servidor). Por el contrario, los manifestantes de Anonymous generalmente ponen sus propios equipos a disposición para las protestas.
La comparación correcta es con la multitud que protesta frente a la puerta de una corporación.
Internet no podría funcionar si los sitios web fueran frecuentemente bloqueados por multitudes, al igual que una ciudad no puede funcionar si sus calles están permanentemente llenas de manifestantes. Pero antes de reclamar medidas enérgicas en contra de estas protestas en Internet, hay que tener en cuenta la razón por la cual se está protestando: en Internet, los usuarios no tienen derechos”.
Por qué compartir libros no es piratear. “En el mundo físico, podemos comprar un libro con dinero en efectivo, y una vez que lo poseemos, podemos darlo, prestarlo o venderlo a cualquier otra persona. Tenemos también la libertad de conservarlo para nosotros. Sin embargo, en el mundo virtual los dispositivos de lectura vienen con grilletes digitales que impiden la donación, el préstamo o la venta del libro, como así también con licencias que prohíben estas prácticas. En 2009, Amazon utilizó una puerta trasera de su lector de libros electrónicos para eliminar de forma remota miles de ejemplares del libro 1984, de George Orwell. El Ministerio de la Verdad ha sido privatizado”.
Por qué compartir música no es piratear: “Cuando la compañías discográficas arman tanto escándalo sobre los peligros de la «piratería», no están hablando de violentos ataques a los barcos. De lo que se quejan es de la práctica de compartir copias de música, una actividad en la que participan millones de personas con espíritu de cooperación. Mediante el uso del término «piratería», las compañías discográficas demonizan la cooperación y la práctica de compartir, equiparando estas actividades al secuestro de personas, al asesinato y al robo.
El “copyright” fue establecido después de la aparición de la imprenta, método que posibilitó la producción masiva de copias, generalmente para uso comercial. En ese contexto tecnológico el “copyright” era aceptable en calidad de norma industrial, no como restricción a los lectores ni (posteriormente) a quienes escuchan música.
En la década del 1890, las compañías discográficas comenzaron a vender música producida en masa. Estas grabaciones no interfirieron sino que facilitaron el poder escuchar y disfrutar de la música. El “copyright” de estas grabaciones musicales no implicaba prácticamente ningún tipo decontroversias, ya que sólo restringía a las compañías discográficas y no a los oyentes.
Hoy en día la tecnología digital le permite a cualquiera hacer y compartir copias. Las compañías discográficas ahora pretenden usar las leyes del “copyright” para impedirnos el uso de ese avance tecnológico. La ley que era aceptable cuando restringía sólo a los editores es ahora una injusticia porque prohíbe la cooperación entre ciudadanos.
El argumento principal de las compañías discográficas para prohibir que se comparta es que causa la «pérdida» de empleos. Claramente son puras suposiciones. Pero incluso aunque fuera verdad, no justificaría la Guerra Contra la Práctica de Compartir. ¿Debería la gente dejar de limpiar sus propias casas para evitar la «pérdida» de puestos de trabajo para los empleados domésticos? ¿O acaso prohibir a la gente cocinar ellos mismos, o prohibir compartir recetas, para evitar la «pérdida» de puestos de trabajo en los restaurantes? Son argumentos absurdos porque el «remedio» es mucho más dañino que la «enfermedad».
Las compañías discográficas aseguran también que el hecho de compartir música reduce los ingresos de los músicos. Esta es una verdad a medias, una de esas que son peores que una mentira, y el nivel de veracidad que contiene es mucho menos que la mitad.
Incluso si aceptamos la hipótesis de que si no hubieras descargado la música, la habrías comprado -normalmente falso, pero en ocasiones cierto- solamente si el músico es una superestrella consolidada verá algo del dinero de la compra. Las compañías discográficas intimidan a los músicos al comienzo de sus carreras con contratos que los explotan durante los primeros 5 ó 7 discos. Es casi imposible que un disco que se publique bajo esos términos venda suficientes copias como para que el músico vea un centavo de las ventas. Con respecto a los pocos músicos cuyos contratos no los explotan, o sea las superestrellas consolidadas, el hecho de que estas personas se vuelvan un poco menos ricas no representa ningún problema en especial para la sociedad o para la música. No hay nada que justifique la Guerra Contra Compartir. Nosotros, el público, debemos ponerle fin.
Por qué estamos en una Guerra Contra Compartir: Evitar que las personas puedan compartir va contra la naturaleza humana, y la propaganda Orwelliana que dice que «compartir es robar» normalmente cae en saco roto. Parecería que la única manera de hacer que la gente deje de compartir es mediante una dura Guerra Contra Compartir. Mientras tanto, las corporaciones conspiran para restringir el acceso público a la tecnología desarrollando sistemas de Administración de Restricciones Digitales (/DRM – Digital RestrictionManagment/), diseñados para encadenar a los usuarios e imposibilitar la copia. Los ejemplos incluyen iTunes, los DVD y los discos Blueray. (Para más información ver DefectiveByDesign.org). A pesar de estas medidas, la práctica de compartir sigue en pie; el ser humano posee un fuerte impulso hacia la cooperación.
Por qué el software de Apple y Microsoft es un mecanismo de control. “Todo lo que hacemos en nuestra propia computadora también es controlado por otros cuando se usa software no-libre. Los sistemas de Microsoft y de Apple aplican grilletes digitales (características especialmente diseñadas para crearles restricciones a los usuarios). La posibilidad de seguir usando un programa o funcionalidad también es precaria: Apple colocó una puerta trasera en el iPhone para eliminar de forma remota las aplicaciones instaladas. En Windows se ha detectado la existencia de una puerta trasera que le permite a Microsoft ejecutar cambios en el software sin pedir permiso.
Empecé el movimiento del Software Libre para reemplazar el software no-libre que controla al usuario por software libre que respeta su libertad. Con el Software Libre, al menos podemos controlar lo que hacen los programas en nuestras propias computadoras. En lo específico, los usuarios pueden leer el código fuente y cambiarlo, de modo que no se pueden imponer funciones maliciosas como Windows y Apple pueden.
El día en que nuestros gobiernos persigan a los criminales de guerra y nos digan la verdad, el control de las multitudes de Internet podrá pasar a ser nuestro problema a resolver más apremiante. Me alegraré mucho si llego a ver ese día.
Su última visita a Argentina
En su última visita –literalmente según lo anunció- Stallman fue víctima del robo de su computadora, sus documentos y su valija. Sobre la cuestión aclara: “Me robaron en la Universidad de Buenos Aires un viernes. Por consiguiente, no pude ir a Córdoba el domingo como tenía previsto; tuve que quedarme en Buenos Aires para conseguir mi nuevo pasaporte y visadopara Brasil, el lunes. Así perdí la conferencia en Córdoba. Losiento mucho, porque no podré reparar esa pérdida”.
¿Cree que fue una provocación?
Esta pregunta me sorprende. ¿Me tomas por paranoico?
Que sepa yo, el Estado argentino no me hacía seguimiento especial; me trataba como a cualquier turista estadounidense. Pero si me hicieran vigilancia especial a mí, no sería un asunto público importante. El asunto es importante porque hacen el seguimiento a todos, incluso a ti.
De hecho, logré evitar en esta visita el seguimiento aumentado que el Estado argentino hace. Evité dar mis huellas dactilares en el control de inmigración, porque entré y salí por Córdoba, donde no han instalado el sistema SIBIOS. No tuve oportunidad de usar el subte en esta visita, pero si lo hubiera usado, habría comprado un billete de un viaje, no una tarjeta SUBE. Por eso, el asunto no me afectó personalmente. Pero para mí no es un asunto personal. Que yo evite sufrir personalmente esta vigilancia no implica, para mí, que no sea injusta.
No supongo que el robo tuviera una relación con la vigilancia del Estado. Mis amigos dicen que parecía el acto de un ladrón profesional. Entonces el seguimiento ni lo causó, ni lo hubiera podido evitar. No tenemos las huellas dactilares del ladrón, y la base de datos de SUBE no sirve para identificarlo.
Por último, la carta con que se despidió:“Es mi novena y última visita a Argentina. El próximo lunes, saldré del país y, sin un milagro, nunca lo veré más.
Esta expectativa me pone triste, porque tengo muchos amigos en este país, compañeros en la lucha por el software libre y otros. He conocido varios placeres, como las chocolaterías de Bariloche, las montañas de Salta y su mar de nubes, Les Luthiers, los libros de Dolina, los asados, los tallarines finitos e infinitos, la Gran Pensión Libre y el puente de la estación de Coghlan. Hace pocos meses, anticipaba seguir volviendo a Argentina muchas veces más.
Luego recibí con susto la noticia del Sistema SIBIOS, con el cual exigen las huellas dactilares de todos los que entran en el país. Al ver esa noticia, pensaba que nunca volvería a Argentina. Hay injusticias que debemos resistir aunque cueste. No doy mis huellas dactilares; sólo pueden sacarlas con fuerza. Si un país me las exige, no voy.
Luego supe que, por el momento, SIBIOS sólo funciona en Buenos Aires. Reconocí que me ofrecía la oportunidad para una visita más, entrando por otra ciudad, y la aproveché. Así estoy aquí, pero la oportunidad no va a durar.
La injusticia de exigir datos biométricos a los visitantes se originó, como tanto mal, en los Estados Unidos. Con vergüenza por mi país, recomiendo que todos los no estadounidenses rehúsen visitarlo. Pero esto no justifica que otros países lo hagan. “No somos peores que los EEUU” no excusa nada.
Hay mucha tendencia a la vigilancia en la Argentina actual. Por ejemplo, la tarjeta SUBE (como las parecidas en otras ciudades) registra todo uso de los transportes.
En mis sueños, los argentinos eliminarían SIBIOS, y la vigilancia de SUBE. Si sucede, puedo volver a visitar este país en el que cuento con mucha amistad. Pero no tengo la fuerza de lanzar estalucha. Les toca a los argentinos.
Siendo ateo, no digo “adiós”. ¿Qué decir?
Hasta el milagro, Argentina”.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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