Nota
Un deseo
Querida lectora, estimado lector:
Por intermedio de la presente te invitamos a imaginar la vida sin Clarín. Esto es: nuestra vida, la que podemos hacer juntos, sin monopolios informativos ni corporaciones mediáticas de ningún tipo, ni oficialistas ni opositoras.
Ojo: Clarín no es sólo una empresa. Es una forma de usar los medios para concentrar poder. Es un modelo y también un molde.
Lo que necesitamos, entonces, es que te imagines una vida cuyos medios estén al servicio de la sociedad con la mayor cantidad de detalles posibles. Nuestra suerte depende de eso: de todo lo que seas capaz de imaginar vos, y otro vos y otra vos y otra … Y así, dibujando en cada cabeza diferentes futuros posibles, estaremos creando ya y con nuestros sueños otra realidad.
Sin Tinellis que le enseñen a mover el culo a nuestras niñas, por ejemplo.
Ése es para nosotros el símbolo de la corporación mediática, aquello que desnuda sin metáforas su poder prostituyente.
Queremos, también, compartir con vos lo que nosotros vemos, desde esta década de transitar la comunicación por caminos no asfaltados.
Nuestra hipótesis es la siguiente:
El paradigma de la concentración está agonizando.
Hicimos todo lo posible para que así sea.
Nuestra fuerza social, nuestro deseo y nuestros ¡basta! lograron derretir el muro de hierro que erigió el mercado entre la sociedad y la noticia.
Punto para la hinchada.
Ese muro de hierro lo derritió la calle.
La calle real y la calle virtual, porque una fue construida con la lógica de la otra: la del espacio público, abierto, comunitario. Y así fue porque la construyó la gente y no el mercado.
Esa lógica social es la que ahora debe librar la batalla por lo que vendrá.
Sí: el paradigma de la concentración está muriendo.
Lo que nos desafía hoy es cómo vamos a relacionarnos con el nuevo que nos agita: el de la dispersión.
En este nuevo paradigma la batalla ya no es entre grandes y chicos.
Es el tiempo de Los Muchos vs. Los Pocos.
Los Muchos no cabemos en los estantes ni teóricos ni reales que organizan al mercado porque ambos han sido concebidos para sostener El Orden.
Un orden que consagra quién habla y quién escucha, quién manda y quién obedece, quién tiene y quién puede.
Ese es el orden de Los Pocos.
El que está en crisis porque el flujo de lo nuevo lo desborda.
Hay quienes quieren restaurarlo.
Y hay quienes queremos hacer y pensar todo de nuevo: desde las fórmulas hasta las formas.
Los Muchos ni siquiera sabemos cuántos somos porque nos enseñaron a restarnos frente al espejo de lo mismo, lo igual, lo idéntico.
Pero ser muchos es ser distintos.
Y crecer, tener más fuerza, es ser cada vez más diversos.
¿Cómo lograrlo?
¿Hay que confeccionar nuevas reglas para medir el éxito de nuestros proyectos?
¿Hay que aprender a compartir en lugar de competir?
¿Hay que armonizar en lugar de acumular?
Sí, y mucho más.
Y hay que hacer, también y al mismo tiempo, lo más difícil: encontrar lo común.
No lo que nos ata, sino lo que nos une.
No lo que nos encadena, sino lo que nos ancla.
En nuestro horizonte vemos luces y sombras.
Vemos un agujero negro gobernado por las mafias.
El pensamiento único sembrado como monocultivo.
La explotación a cielo abierto de cuerpos y montañas.
La polarización.
El combo tuneado del modelo corporativo, su versión 2.0.
Vemos, también, cientos de experiencias que esparcen su luz.
Titilan.
Hay que hacer mucho esfuerzo para notarlas si nos encandilan los flashes de la fama, el rating, la tirada, pero son evidentes como un cielo estrellado cuanto más nos alejamos de lo artificial.
Recién entonces, desde ese horizonte que logramos descubrir con las patas en el barro formoseño y las alas en Esquel, vemos algo distinto.
Vemos que somos muchos.
Vemos que podemos, queremos y necesitamos ser más.
Vemos que hay espacio para todas las experiencias que quieran ocupar el vacío enorme que nos queda en una vida sin Clarín.
Un vacío enorme que nos obliga a imaginar formas de comunicación que recuperen el sentido, la dignidad y la alegría.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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