Nota
«Una cancha disidente es mi obsesión»: ganó la selección femenina de fútbol y la tribuna fue una fiesta
La selección femenina de fútbol le ganó 4-0 a Panamá en la ida por el repechaje para clasificar al Mundial, del que quedó a un paso. Además de los golazos, la fiesta estuvo en las tribunas: cánticos feministas y contra el ajuste, pañuelos del aborto, alegría y sororidad en vez de violencia. Los goles, la crónica y el Cancionero de las Pibas de la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista.
Por Darío Martelotti
Increíble y tremenda fiesta en Sarandí, donde familias enteras y una banda feminista hermosa coparon el Julio Humberto Grondona al grito incansable de «vamos, vamos las pibas». Con mucho pañuelo verde y cánticos para todos los gustos, la Selección Argentina sintió el aliento, hizo pesar la localía y con un contundente 4-0 puso un pie en el Mundial de Francia 2019, el sueño de toda futbolista.
Los goles fueron de Larroquette, Stabile, Rodríguez y otra vez Stabile, todos golazos. El tercero, tras un jugadón memorable de la número 10 Banini que entró al área a puro quiebre de cintura, enganchó para adentro y sacó un remate con comba al segundo palo que dio justo en el cruce entre el palo y el travesaño. De ahí vino el tercer gol en el segundo tiempo, y el delirio. «¡A Banini vas a ver, gambetear la Torre Eiffel, yo te juro que pronto se va a caer!», cantaban las tribunas la versión feminista, popular y mundialista del «Brasil, decime qué se siente…», gentileza del Cancionero de las Pibas de la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista, unas genias que van a dar que hablar…
La noche fue una fiesta, en todo sentido. Para mí que nací en los 90 y empecé a ir a la cancha en el 2001, fue darse y darnos cuenta que otra cancha es posible. La arquera rival se tiró al piso y me salió del alma cantar: «que la vengan a ver, que la vengan a ver, esa no es un arquera, es una p…». Por suerte, una amiga y compañera militante feminista, Juana García Berro, me cortó en seco: «Ni se te ocurra». A mí, que me crié entre escupitajos en la entrada, aprietes, barras, camiones hidrantes, policías y violencias de todo tipo, lo de ayer en Arsenal fue un baldazo de agua pura, hermosa, de fútbol de potrero. Y encima me sentí cuidado, entre bandas aborteras, conscientes y compañeras.
¿Es entonces una revolución? Hasta sonó el «Mauricio Macri la yuta que te parió» y un «el que no salta tiene cuenta en Panamá, hay que saltar, hay que saltar…», para el recuerdo. Fue bello sentirse parte de la marea, y también en la tribuna. «Y dale alegría a mi corazón, una cancha disidente es mi obsesión…», la partecita del tema que más resonó.

El equipo completo.
Nadie le gritó insultos a la arquera, aunque hizo bastante tiempo y para el «folklore» de una cancha de domingo hubiera sido normal, cotidiano y hasta obligatorio. Boliviano, negro y paraguayo, todos «estigmas» que un buen bostero ha sabido tener que resignificar para no generar odio («¡lavate el culo, con aguarrás!»). Eso: el fútbol bien macho es la entrada a todo un mundo de violencias naturalizadas a las que mejor, te dicen, acostumbrate, porque sino te pasan por arriba.
Ayer, entre compañeres del fútbol y todo ese bagaje de «cultura del aguante», mientras las jugadoras daban la vuelta festejando el triunfazo y las tribunas revoleaban camisetas al grito de «olé, olé, olé, es un sentimiento, no puedo parar…» pensaba cuánta de la banda amiga había ido por primera vez a la cancha este día. Y qué lindo que haya sido así. Puro goce del cuerpo, pura poesía del fútbol que ojalá algún día se haga costumbre: eso de ir a la cancha sin miedo.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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