CABA
Los trabajadores del casino brindaron frente a la Rosada
Desde el 20 de diciembre los trabajadores del Casino Flotante acampan en Plaza de Mayo. Exigen la reincorporación de los 97 despedidos. Todo comenzó por una asamblea que analizaba como reclamar ante condiciones laborales insalubres. La represión de la Prefectura, las idas y vueltas de Servini de Cubría y la historia de los 500.000 euros que llegaron en medio de jamón serrano. El misterioso Cristóbal López, el empresario petrolero de Santa Cruz que le prestaba los aviones a Kircher y es dueño de medio casino.
Justo a la medianoche, cuando las campanas de la Catedral Metropolitana comenzaban a anunciar con sus tañidos la llegada del nuevo año, un trabajador del casino de Puerto de Madero encendió un fósforo y lo llevó hasta un alambre que minutos antes había tendido entre dos árboles de la Plaza de Mayo. En segundos, las letras de estopa que allí pendían se convirtieron en fuego clamando “reincorporación ya”. A un costado, sobre el piso, otro compañero encendía decenas de candelabros que dibujaban las palabras “salud”, “paz” y “trabajo”, delante de una ornamentación de globos que formaba el número 2008. Recién después de ese ritual comenzó el baile al compás del cuartetazo: un centenar de trabajadores despedidos del Casino Flotante y sus familias festejaron Año Nuevo frente a la Casa Rosada, donde acampan desde el 20 de diciembre. “Nos quieren sacar el trabajo, no vamos a permitir que encima nos quiten la posibilidad de festejar”, señala Hernán Lopatka, croupier y uno de los voceros del grupo.
Los trabajadores del casino recibieron el nuevo año con ánimo esperanzador, después de que el cardenal Jorge Bergoglio cruzara a la Plaza de Mayo para transmitirles su solidaridad y firmar una declaración de los empleados en la que exigen la reincorporación de los 97 despedidos y denuncian, además, la violenta represión a la que fueron sometidos. “Yo quiero ganar el conflicto, no hacer la revolución. Menos de Menem, aceptamos a todos los que nos quieran apoyar”, dice Lopatka que enumera a dirigentes del ARI y la CTA que desfilaron por el campamento armado en torno a la Pirámide de Mayo.
Este capítulo del conflicto del Casino comenzó el 9 de noviembre pasado, cuando en una asamblea que se desarrollaba en el comedor del casino flotante los trabajadores afiliados a Alear –el gremio que agrupa a los empleados de empresas dedicadas a juegos de azar- analizaban medidas para denunciar condiciones laborales insalubres. “El promedio de edad de los empleados del casino ronda los 26 años y sufrimos patologías propias de gente de 60”, argumenta Lopatka que recuerda que entre ruletas y tragamonedas abundan el humo, el ruido y la escasa iluminación. Además, el vocero asegura que las tendinitis crónicas, las hernias de disco, lumbalgias, cervicaligias y artritis precoces son demasiado habituales entre sus compañeros. “Lo más grave es que 27 mujeres, sobre 130 encuestadas, sufrieron un aborto espontáneo”, denuncia.
Por todos estos datos, uno de los principales reclamos de aquella asamblea consistía en reducir la jornada laboral y aumentar los tiempos de descanso de los trabajadores. Exigían asimilar el régimen al de los trabajadores europeos de Cirsa, empresa que también es propietaria del casino de Puerto Madero. Mientras que en España, los empleados de Cirsa gozan de 40 minutas de descanso cada 40 de trabajo; aquí la proporción es 20 minutos de descanso por cada hora trabajada.
Pero aquella asamblea fue interrumpida de manera abrupta por una patota vinculada al Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (en el casino flotante conviven seis gremios distintos) que comenzó a arrojar piedrazos y golpes por doquier. Enseguida volaron platos y botellas en respuesta. Tras la batalla, la empresa envió 61 telegramas de despido a los afiliados de Alear, argumentando que se trataba de trabajadores violentos.
A pesar de contar con un reducido número de miembros en el casino, el Sindicato de Obreros Marítimos ya había tenido un fuerte protagonismo un tiempo atrás. Fue cuando obligó a cerrar el casino haciendo bajar a los marineros del barco (ningún barco puede estar abierto sin su presencia). Para Alear y varios medios de prensa española aquella medida de fuerza tuvo como única razón una supuesta extorsión a Cirsa Corporation para forzarla a vender el 50 por ciento del paquete accionario a Cristóbal López, un empresario muy vinculado al kirchnerismo y, desde entonces, dueño de medio casino.
Tres violines
Después de los despidos de noviembre pasado, los trabajadores de Alear comenzaron un paro bloqueando todos los accesos al barco casino. La medida duró 20 días, hasta que el 4 de diciembre la Prefectura Naval los desalojó tras una represión a puro palazo, golpes y gases lacrimógenos. “Usaban métodos propios de la dictadura –asegura Lopatka-. Yo me metí mientras estaban pegándole contra el piso a un compañero y caí detenido. Ahí me dicen: `A vos, zurdito de mierda, te tenemos marcado. Adentro te vamos a hacer mierda. En una celda, tenemos tres violines para vos`. Cuando un diputado del ARI, Facundo Di Filippo, se acercó y preguntó quién estaba a cargo del operativo, no consiguió que nadie se lo responda. Los gerentes de la empresa dirigían el operativo, eran los que estaban marcando trabajadores para que la Prefectura los detenga.”
Tras la represión la empresa intentó reabrir sus puertas e incrementó la cantidad de despidos hasta llegar a 97. Pero lejos de apaciguarse, el conflicto seguía creciendo a menos de una semana de la asunción presidencial de Cristina Kirchner. Tal vez por eso, el Ministerio de Trabajo se haya apresurado a dictar una conciliación obligatoria que retrotraía la situación al día anterior a los primeros despidos. Los trabajadores tomaron la medida casi como un triunfo. Pero nada resultó tan fácil como parece. Cuando los empleados se presentaron a retomar sus puestos de trabajo se encontraron con una orden judicial dictada por María Romilda Servini de Cubría que prohibía el ingreso a 81 croupiers porque –argumentaba- estaban siendo investigados por los actos de violencia. “Era absurdo, una jueza federal intervenía en un asunto del fuero laboral. Es una clara demostración de la influencia que López tiene en el poder político”, dice Lopatka.
De esta manera, los trabajadores se vieron obligados a desconocer la conciliación obligatoria y el conflicto cada vez estaba más caldeado. “Servini comenzó a recibir presiones porque su intervención no tenía justificativo alguno. Como no podía volver marcha atrás, decidió clausurar el casino. Así que ahora los 2.500 trabajadores estamos en la calle”, sintetiza el croupier.
Este jueves, vence el plazo de la conciliación obligatoria y no hay señales de que el conflicto se encauce. Como durante todo enero hay feria judicial, el casino debería permanecer cerrado hasta febrero. “Excepto que hagan una nueva demostración de poder político y abran la feria para levantar la clausura”, explica Lopatka.
Historia y personajes
La historia del casino de Puerto Madero es una sucesión de conflictos desde su nacimiento. Como en la ciudad de Buenos Aires están prohibidas las mesas de ruleta y los juegos de cartas por dinero, el ingenio menemista habilitó el casino flotante para que funcione en dos barcos: si la casa de apuestas funciona en aguas marítimas no está bajo la órbita porteña sino que lo rige la legislación nacional. Hecha la ley, hecha la trampa.
El Casino Puerto Madero, según los medios españoles, deja 60 millones de euros al año (240 millones de pesos, o casi 700.000 pesos de ganancia por día). En cambio los trabajadores estiman que la ganancia diaria es por lo menos de 1.500.000 pesos, y lo calculan porque Lotería declara que el 20 por ciento que le corresponde diariamente es de 300.000 pesos. Solamente en propinas se dejan arriba de 80.000 pesos diarios (pasan a la caja de empleados, una de las conquistas de los trabajadores). Los días de fin de semana ingresan unas 12.000 personas, y además de las 170 mesas de juego hay unas 2.000 tragamonedas y juegos de video con apuestas.
El propietario de Cirsa –la empresa que abrió el casino- es Manuel Lao Hernández, que también posee casas de juego desparramadas por España y Latinoamérica. El empresario catalán tuvo entre su personal a Miguel Ángel Egea, integrante de la Triple A, socio del menemista Alberto Kohan y también de represores de la ESMA como Jorge Radice, Jorge ‘Tigre’ Acosta y Ricardo Cavallo. En diciembre de 2006 cuando llegaba desde Barcelona en su avión privado, a Lao le detectaron un cargamento secreto de jamones serranos, que además estaban rellenos de euros: 500.000 más precisamente, según reveló Clarín. La Aduana pasó por alto el tráfico de jamones, pero denunció el de divisas, y el empresario quedó un tanto a merced de los buenos oficios oficiales. Cirsa declaró formalmente ser ajena a cualquier situación de lavado de dinero, tema por el que casualmente la investiga en España el juez Baltasar Garzón, basándose en que internacionalmente el negocio de los casinos “constituye una de las principales fuentes de lavado de dinero sucio en el mundo” según El País de España
Desde aquel paro del Sindicato de Obreros Marítimos, Lao Hernández es socio de Cristóbal López. Si Alfredo Yabrán sabía que el mayor poder lo tiene quien pasa desapercibido –no se olviden de Cabezas- hay varios empresarios actuales que siguen esa conducta. “De Cristóbal López hay una sola foto” cuentan los trabajadores del casino, que armaron con ella varias pancartas donde se lee “Kristóbal”. Datos: se lo supone de 48 años, hijo de españoles, nacido en Comodoro Rivadavia donde su familia vendía verduras y pollos. Su actual socio en la petrolera Oil M&S, Fabián de Sousa, declaró a la revista Fortuna, que López es un hombre tremendamente trabajador y que, en todo caso, su crecimiento no empezó con este gobierno. La leyenda cuenta que su primer negocio ocurrió a los 19 años (durante la dictadura), cuando logró representar a la empresa familiar para convertirse en proveedor de YPF en Comodoro Rivadavia, y terminó asociado implícitamente al petrolero Diego Ibáñez. De allí en más, con indudable audacia y apoyos poderosos, López fue construyendo su fuerza a través del juego, las tragamonedas, luego los casinos, compra de inmuebles y campos y esa biografía un tanto enigmática lo pone hoy como titular de Oil M&S, empresa que junto a otro desapercibido, Lázaro Báez, se adjudicó 15 de 16 pozos petroleros licitados en la provincia de Santa Cruz en 2006 (cada lector puede imaginar quién levantó el pulgar para aprobar la licitación). López tiene un avión que Kirchner conoce de memoria como candidato, posee empresas de transporte de carga, de turismo santacruceño, recolectoras de residuos, barrios privados, campos, exporta aceite a Italia, tiene más de la mitad accionaria de un canal de cable de Comodoro, y el diario El Patagónico. Es socio en el Hipódromo privatizado de Palermo con Federico de Achával, ganó proyectos de exploración petrolera en Brasil, y se lo supone eje del proyecto de energía eólica Vientos de la Patagonia, impulsado por el ministro Julio De Vido. Si el kirchnerismo intenta, como sostienen tantos pensadores, reconstruir algo parecido al peronismo, la clase trabajadora estaría representada por señores como Hugo Moyano, o su prole, y la burguesía nacional por empresarios como Cristóbal López. El fin de este relato queda abierto.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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