Nota
Por Ata y por Luciano
El martes pasado Viedma amaneció inoportuno y frío y lluvioso. Hace dos años era domingo y la sonrisa de Atahualpa no sospechó que estaba tomando su última cerveza. Aquella madrugada nadie lo vio salir del bar. Fue encontrado el mediodía siguiente, a 5 kilómetros de donde había sido visto esa última vez, con un tiro en la espalda. Julieta Vinaya, su madre, sospecha de la policía. Mónica Alegre también cree que a Luciano Arruga, su hijo, lo desapareció esa fuerza. Juntas y mojadas marcharon este 15 hasta la Fiscalía rionegrina a pedir por Ata, por Luciano y por todas las víctimas de gatillo fácil e impunidad; las acompañaron cerca de 300 personas, entre vecinos, agrupaciones sociales y organismos de derechos humanos. El reclamo desafió la tormenta y se vistió de música, lecturas e intervenciones de artistas plásticos. Los padres de Oscar Zapata, de Eduardo Mello, de David Oliva y de Verónica Díaz, leyeron los casos ante un auditorio repleto y atento. Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, viajaría este martes desde Buenos Aires junto a otros familiares y lavaca, pero el Ministerio de Transporte de la Nación dijo a último momento no haber alcanzado a gestionar los pasajes que había ofrecido.Corría marzo y en el marco de la charla contra la impunidad propuesta por lavaca, Julieta Vinaya se lamentaba: «A un año y medio no hay siquiera una hipótesis. Nadie habla, hay mucho miedo». Los peritos policiales, según la familia, distorsionaron y hasta destruyeron pruebas; las dos mil fojas del caso sólo parecen una acumulación del relleno judicial. La recompensa de 100 mil pesos no tuvo efectos, ni las casillas de mail habilitadas y los contactos telefónicos. Las esperanzas estaban hasta hace poco depositadas en un informe de Gendarmería que investigaba el accionar policial, pero el resultado fue una simple trascripción de la causa sin datos novedosos.
En las últimas semanas la causa de Ata tomó otra dinámica. En una conferencia dictada el lunes anterior a la marcha, el abogado Diego Saquetti alimentó esperanzas: «Se han dictado una serie de medidas, a través de la cuales se van a cotejar con muestras de sangre que se han requerido judicialmente a sospechosos (que son tres entre ellos un policía)». Julieta, entre tanto, sí tiene una hipótesis: «Lo que yo creo es que Ata vio algo muy grave, vio a policías o supo de algo que estaban haciendo, que le costó la vida». A la espera de los resultados, remarca que habrá que seguir investigando complicidades y silencios, porque «Atahualpa era una persona grande y alta, tuvo que haber gente que ayudó a mover el cuerpo. Y además están quienes encubrieron todo. Estamos hablando de muchas personas».
La marcha de martes, entonces, surgió para encauzar estas investigaciones y presionar el débil quehacer judicial; Laura Vinaya, prima de Atahualpa, amplió en la conferencia: «El objetivo es reivindicar la memoria, seguir pidiendo justicia y verdad y denunciar los más de 100 casos que hay impunes en la provincia». Los familiares de estas víctimas están comenzando a tejer una red de debate y difusión de los casos. Julieta Vinaya, en ese sentido, contó a lavaca su experiencia en los medios: «Te dicen que el tema no vende, que la gente no está interesada, como si informar sobre una desaparición fuese una cuestión de ventas». Julieta también debió luchar contra otros monstruos: se cansó de aclarar que su hijo no era culpable de acusaciones vertidas por la prensa y la policía para criminalizarlo. Cuenta: «Cuando empezaron a decir que era un asunto de polleras o de drogas, por suerte cantidad de personas salieron a responder quién era en realidad Atahualpa. También me di cuenta de que teníamos que salir de Viedma, y de la provincia, lograr que se difundiera el caso en todas partes». Incluso a partir del asesinato de Atahualpa nace en Viedma un grupo de jóvenes amigos bajo el nombre Crece desde el pie, que ayudan a la difusión del caso y arman debates sobre, según ellos mismos, «la situación de los jóvenes (la noche, las adiciones, la marginación y la discriminación)». Se dedican a dar, además, talleres de música, teatro y escritura, quizá para emparchar el dolor y darle un sentido creativo a esa ausencia. El 22julio Ata cumpliría 21 años y su madre junto a los jóvenes de Crece ya auguran actividades: «Vendría Gustavo Melman (padre de Natalia, adolescente violada en Miramar cuya causa aún no fue esclarecida, y fundador de la Asociación Civil Antiimpunidad) a dar una charla sobre los derechos de los jóvenes».
¿Qué reflexión te dejó la marcha, Julieta?
Que la muerte nos tiene que servir para estar unidos, para estar comunicados y poder acompañarnos. Cuando terminamos de almorzar nos abrazamos, fue un abrazo gigantesco, que era poder decir que no estábamos solos, que estábamos juntos y peleándola por igual. De a uno es imposible, juntos podemos lograr muchas cosas.
El sol asomó al mediodía, después del almuerzo, después del abrazo.
Julieta secreteó a la mamá de Luciano: «Mirá lo que hizo Ata».
Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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