Nota
Hecho el decreto, falta la casa: una necesidad básica que no es cubierta por el Estado ni en tiempos de pandemia
Miles de personas duermen en las calles de la Ciudad de Buenos Aires mientras el gobierno nacional y el provincial pregonan “quedate en casa”. La consigna no es solo un mensaje sino un Decreto de Necesidad de Urgencia que establece penas para quienes no lo cumplan, pero no resuelve el problema de vivienda, cuya garantía figura en la Constitución. Mientras tanto, el Gobierno de la Ciudad informó a lavaca que el número de repatriados del exterior que se alojan con gastos pagos por el gobierno porteño en hoteles de varias estrellas es de 5.414 personas. ¿Entonces?

Por Claudia Acuña. Fotos de Nacho Yuchark.
1.
Un Decreto de Necesidad y Urgencia obliga a quedarse en casa. Establece, incluso, que las fuerzas de seguridad así lo garanticen y se considera una infracción legal no cumplir con esa norma. Hay entonces algo de crueldad y mucho de político implícita en esta escena que se desarrolla en el rincón dónde se refugia Paola con su hijita de 5 años, apenas protegidas por una frazada a cuadros marrón con la que se cubren del frío de este día de otoño. Están a metros del Palacio de Justicia y hay un patrullero y hay tres parejas de policías recorriendo la cuadra, y hay cuarentena y hay decreto, pero si bien ellas están ahí, en la calle y a la intemperie, nadie las ve.
No son invisibles.
Son una mujer y una niña sin casa.
No hay decreto ni necesidad ni urgencia para ellas.

Duermen en un rincón de las escalinatas de la escuela Presidente Roca, de la calle Libertad al 500, y allí pasan el día y la noche, salvo cuando la portera tiene que baldear o cuando, cada quince días, se abren las puertas de esa escuela para el reparto de las viandas escolares. Entonces, tienen que irse.
-¿Y no les dan esa comida?
-No, porque es para los que van a ese colegio, pero me dijeron que la próxima vez, si sobra algo, me van a dar.

En la puerta del Normal 7, de Callao al 500, hay otra familia que con colchones, una mesa plegable de madera y una silla blanca, de plástico, exhibe en la vereda su ausencia de casa. Usan los pilares de la escuela como estantes y sobre la pared apoyan la escoba y la pala con la que barren el espacio cada día, antes de dormirse. De noche no descansan. Están alertas porque hay gente que la está pasando aún peor y que observan esas pocas pertenencias que salvaron del desastre –las dos bolsas de ropa, las sábanas, el paquete de yerba que les regaló la empleada de la farmacia vecina-, como un botín a arrebatar.
La tercera familia está en las escalinatas del Nacional Buenos Aires y con ella la confirmación de que estas personas sin techo enuncian así un grito en común que tampoco nadie escucha: escuelas cerradas, familias sin casa, decreto, necesidad, urgencia, derechos.
Falta algo que una esos conceptos y ese algo es lo que está así, con colchones a la intemperie, obscenamente expuesto.

2.
En la puerta del Teatro Metropolitan, justo sobre la cara del actor Fabio Posca, hay dos hojas blancas pegadas con cinta scotch. En una, Miguel, 53 años, agradece a quienes quieran colaborar y en otra, exhibe la historia clínica que certifica que hace apenas unos meses le extirparon un riñón. Protegido por una caja de cartón, alta, blanca, que en letras negras enuncia “París”, improvisó las cuatro paredes que resguardan su colchón y su bolso azul, donde guarda todo lo que tiene: ropa, documentos, fotos, comida, medias y los blisters de remedios, vacíos, porque la última tanda que consiguió en el hospital se terminó hace una semana. Parado detrás de la caja, con la leyenda “Facking Posca” detrás – tal es el nombre de la obra- Miguel cuenta que el día de la tormenta llamó cinco veces a Buenos Aires Presente –tal es el nombre del programa del Gobierno de la Ciudad para asistir a las personas en situación de calle- sin suerte. Explica, también, que no es fácil para él llamar por teléfono, porque no tiene.

Esteban tiene teléfono. Está ahora mismo usando el chat de Whatsapp para hablar con su madre, que lo espera en Tucumán desde hace más de 40 días. Su colchón está en la puerta del teatro Broadway, a metros del Obelisco, junto al de otros dos muchachos que, como él, quedaron varados por el cierre de las fronteras provinciales y el decreto que obliga a no trasladarse para el país; sus casas quedaron lejos. Esteban tiene 30 años, dos cajas, una mochila y dos sillas de madera, tapizadas en marrón, que recogió de la basura y que colocó a cada lado del colchón. También llamó para que Buenos Aires (se) Presente, sin suerte, aunque dice que por “su condición” –así la llama- los paradores no son una opción.
-¿Por qué?
-Porque soy homosexual y cuando fui me quisieron atacar. No es tampoco un lugar para estar en una pandemia, porque las condiciones sanitarias son peores que las que podemos darnos nosotros acá.

El piso está impecable, a pesar de la lluvia y el viento que azotaron la ciudad el día anterior y como el teatro tiene un amplio techo que sostiene la marquesina, pudieron resguardar así lo imprescindible: la ropa, las camas, los pocos paquetes de comida que ellos preparan ahí, en la vereda, cerca del cordón, para no salpicar las puertas de la sala.

-¿Eligieron este teatro por eso?
-No: porque el dueño nos permitió, siempre que no consumamos alcohol ni otras cosas. Y nosotros cumplimos, así que nos deja.
El cine Gaumont está ahora atravesado por una nueve colchones en hilera. Hay también un tender desplegado con ropa recién lavada y un sillón rojo, de pana. Desde que comenzó la cuarentena obligatoria se instalaron allí varias familias, a metros del Congreso Nacional, esperando que viniesen a rescatarlas o, al menos, censarlas.
-¿Y?
-Y nada. Nosotros somos bienaventurados: estamos en manos del de arriba, porque acá abajo ni bola- dice Marta sonriendo mientras ceba el mate.
No quiere fotos ni quiere notas. “No sirven de nada”. Quiere, sí, poder bañarse, que es lo único que no pueden resolver bien desde que quedaron así, a la deriva. “El resto, nos vamos arreglando. Y ya ves lo que pasa: se muere gente que tiene casa, así que de ésta nadie está a salvo. Eso la gente lo entiende, pero no sé si lo entienden los que mandan”.
-¿Qué tendrían que entender?
-Vos sos periodista: deberías preguntarles por qué está esto cerrado y nosotros en la calle.

3.
La pregunta que decido hacer es otra: desde que comenzó el aislamiento social obligatorio la ciudad de Buenos Aires ha invertido muchos recursos en darle techo a determinadas personas. No son por cierto las que están ahora en las puertas de escuelas, cines y teatros cerrados.
Son personas que tienen casa y que, sin embargo, fueron alojadas en hoteles de cinco y cuatro estrellas, con los gastos pagos y con un único objetivo: garantizar que cumplan los 14 días de reclusión obligatoria, tras viajar al extranjero.
La pregunta que elijo hacer y me responde el encargado de prensa, rápido y diligente, es a cuántas personas cobijó el gobierno de esta ciudad.
La respuesta:
“Desde que comenzó el aislamiento social obligatorio el gobierno dela Ciudad lleva hospedados 5414 pasajeros provenientes de a Miami, Londres, Madrid, Alemania, Italia, Brasil, Estados Unidos, Uruguay, Emiratos Árabes, Tailandia, México, India, Chile, Panamá, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Perú, Bolivia y Suiza, que fueron distribuidos en los siguientes 22 hoteles:
Panamericano.
Deco Recoleta
Regente Palace.
Ibis Obelisco.
Presidente Cyan de las Américas
Gran Viuw.
Ibis Congreso
Cyan Américas Tower
BA Central
Facón Grande
Escorial
Argenta Tower
Sarmiento Palace
Impala Hotel
Rochester Luxor
Viasul
Wilton
Feirs Park
Fatsa”.
La respuesta agrega: “A la fecha, 13 de estos hoteles están activos”.
La web completa: las tarifas van de 8 mil a 4 mil por noche.
El último censo organizado por movimientos sociales registró 7.251 personas en situación de calle en 2019.
Hay algo cruel y mucho de político en estas cuentas.

Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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