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«Realidades»: toda la poesía de Susy Shock, en un solo libro editado por Muchas Nueces
Con ilustraciones nuevas y una edición cuidada, Susy Shock publica un nuevo libro que compila toda su obra poética y de relatos: Realidades. Editado por la autogestiva Muchas Nueces, se largó la preventa con un 20% de descuento como estrategia en medio de una época difícil para el sector editorial y artístico. Uno de los acontecimientos literarios del año, destinado a ser un clásico: «Chau Ficciones: vamos a hablar de Realidades«.

Tacones altos sobre un fondo magenta. El plano sube y se ve completa a contraluz la figura de la artista Susy Shock. Se escucha su voz cantando una canción de una niña guaraní durante unos segundos y luego aparece su rostro que nos mira de frente, semitapado por una palabra escrita en tres niveles: Realidades.
Estas imágenes son parte del video del título de uno de los acontecimientos literarios del año.
Un año en el que esta palabra nos despierta un sinfín de asombros, interrogantes e incertidumbres, Realidades recopila la obra completa de Susy, su poesía reunida, un tesoro de palabras en 160 páginas de sensibilidad en estado puro.
Abarca Revuelo Sur, Poemario transpirado, Relatos en canecalón e inéditos (entre ellos, uno dedicado a Eva Perón y otro a Diego Maradona). Son poseía que aguarda re-florecer entre las hojas que llevarán ilustraciones del artista León Ferrari y un dibujo que hiciera La Noy –el poeta Fernando Noy – de esta maravillosa artista que nos obsequia frases para pintar murales, hacer afiches y tatuarnos en la piel: «Buena vida y poca vergüenza», «Que otros sean lo normal» y «No queremos ser más esta humanidad», entre tantas otras.
¿Qué significa este nuevo libro para Susy?
La propia Shock responde: “Es la posibilidad de rescatar los tres primeros libros que están agotados. Revuelo Sur es la compilación desde que empecé a escribir en mi adolescencia hasta el 2007 y después Relatos en canecalón y Poemario Transpirado que fueron un proceso de autogestión antes de conocer a Muchas Nueces. Se agotó la tirada y no pudimos volver a hacerlo por la coyuntura económica. Fue un trabajo hermoso de mirarme hacia atrás, reconocerme, volver a poner la firma sobre textos que representan distintas etapas de mi vida pero que siguen gritando lo mismo, que siguen pensando lo mismo, sintiendo lo mismo”.
Para que la aventura de publicar un libro sea posible, la editorial autogestiva Muchas Nueces elaboró una estrategia en un contexto complicado: el lunes 2 de noviembre lanzaron una preventa en la que se puede obtener un 20% de descuento en el precio de venta del libro y además ofrecen diferentes combos con otros libros de Susy.
El envío es por correo, con un gasto adicional, o se puede pasar a retirar por el barrio de Colegiales a partir del 30 de noviembre. “Cuatro años de caída de la industria editorial más la caída en marzo por la pandemia, que no haya ferias donde poder vender, tampoco la Feria del Libro, hace que necesitemos de la comunidad para seguir creciendo”, cuenta Gonzalo Miranda, socio de la cooperativa Muchas Nueces y encargado de la distribución. “Nos piden siempre libros de Susy que están agotados –suma Lucía Aita, presidenta de la cooperativa- hay público que sigue descubriéndola día a día. Hubo que reescribir partes, de algunos de ellos no estaban los archivos digitales así que hubo que tipear todo de nuevo. Lo venimos preparando desde el año pasado”.
Para reunir todo el material que compone Realidades, les integrantes de Muchas Nueces realizaron un trabajo minucioso. El poema a Eva Perón había sido publicado en un fanzine de un grupo activista de Avellaneda y otro poema había aparecido en una revista en Chile. Para conseguirlos tuvieron que rastrear y establecer contactos, pedir si podían enviarles el PDF o una foto de las páginas y así poder armar el contenido de este libro que va a tener dos prólogos, uno de Susy y otro de la editorial, y va a incluir poemas dedicados a la activista trans Marlene Wayar, a la actriz y escritora trava Naty Menstrual y al inolvidable actor y performer Batato Barea.
¿Qué significa este libro para esta editorial cooperativa que ya lleva editados más de veinte titulos? Responde Gonzalo «Pocho» Miranda, uno de los editores: “Es aprender de la pedagogía trava. Es un paso más en la relación que tenemos con Susy y la colaboración de otras experiencias hermanas con quienes logramos encauzar este libro”. Lucía Aíta, otra de las responsables, sigue: “La voz de Susy es única. Cuando ganó el macrismo nos juntamos para hacer la bandera que decía No queremos ser más esta humanidad, que es una frase de Hojarascas. Nos tuvimos que anclar a Susy, es un salvavidas para todes nosotres, nos ayuda a seguir pensando. Hace poco pasó lo de Gabo Ferro, poder abrazar la poética potente y tierna que tenemos cerca es fundamental. En el medio de la pandemia todo se va resignifcando, cuando se plantea la nueva normalidad, la frase de Susy: Que otros sean lo normal, es de una fuerza conmovedora. Hace años que venimos abrazados a la frase de Susy. No queremos ser lo normal”.
¿Por qué Realidades? Susy: “El título juega un poco con pelearle de alguna manera a Borges sus Ficciones, porque Borges ha tenido la insolencia de plantarse como lo nuevo y discutirle a Lugones que era el cánon. Todo bien pero esto ya se murió, dijo Borges, ahora lo nuevo soy yo. Y eso es un poco la insolencia travesti, decirle: gracias Borges, sos lo mejor que ha dado la literatura universal pero también sos lo mejor de este mundo fracasado. Chau Ficciones, vamos a hablar de Realidades. Y eso enmarcado en una charla que acabo de tener hace unas horas con Camila Sosa Villada por su Premio (el Premio Sor Juana Inés de la Cruz otorgado por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara) y decirle: amiga, la venganza es travesti, pero la venganza viene por donde menos lo esperan, que es por el lado de la belleza. Nos estamos vengando de este mundo horrible con belleza”.
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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