Nota
Volver a las escuelas: ¿Y si nos escuchamos?
Un aporte al debate sobre la vuelta a clases, que pone blanco sobre negro algunas (i)realidades, preguntas, protocolos y pandemias de hoy y siempre. Una propuesta bien concreta: escuchar a quienes forman parte de la diaria educativa, para ver cómo poder recuperar la presencialidad deseada sin correr riesgos, en lo concreto, en los territorios. Una forma de pensar la política escuchando a la sociedad, y no a la inversa. Por el docente y especialista en pedagogía Carlos Melone.

Los docentes queremos volver a la presencialidad.
Extrañamos.
Tenemos encima cientos de años de tradición presencial.
Cientos.
La digitalización pandémica trajo un esfuerzo agotador escasamente recompensado por aprendizajes enriquecedores.
Y no es que la presencialidad sea la panacea.
Para nada.
Hicimos, hacemos y haremos muchas metidas de gamba.
Y las escuelas estarán (están) con los mismos problemas que cuando debimos dejar las aulas corridos por el virus.
Los sanitaristas indicarán (indican) protocolos y riesgos.
Lo harán genéricamente.
Esto está bien.
Los gobiernos locales indicarán regímenes de asistencia y «movilidad aulica» en forma genérica también.
Es aceptable (no me gusta pero bueno…).
Pero las instituciones escolares ediliciamente están conformadas por una diversidad extraordinaria y en muchos casos, dramática.
Particularmente en los grandes centros urbanos, y especialmente en el Conurbano profundo.
¿Ventilación cruzada? (No es lo mismo que tener ventanas).
¿Baños adecuados? (No es lo mismo que tener baños).
¿Espacios libres y abiertos? (No es lo mismo que tener un patio).
¿Ventiladores? (En la Universidad Nacional Lomas de Zamora – Sociales hay unos que hacen tanto ruido que para dar clase hay que apagarlos. Y hay ventiladores chinos o taiwaneses o de donde upite sean en algunas escuelas que como tienen las paletas planas apenas mueven el aire).
¿Aulas espaciosas donde (supongamos) 15 chicos pueden estar a distancia de 1,5 o 2 metros?
¿Cómo se circula en los establecimientos?
¿Cómo se viaja?
Las escuelas para los más vulnerables… ¿Son las más apropiadas sanitariamente? (Disculpen la ironía…).
Ni hablemos de cuando llegue el frío.
Quienes transitan las aulas saben de posibles respuestas a estas preguntas y pueden agregar muchas más.
No dedicaré líneas a funcionarios comentaristas de la realidad o enunciadores irresponsables e ignorantes o a los que no aparecen ni por debajo de la cama.
No hoy.
Los sindicatos hacen su trabajo de buscar garantizar las mejores condiciones para sus afiliados ¿No?
¿A nadie se le ocurrió hablar con las maestras de los más chiquitos, por ejemplo?
¿Y con los chicos?
No hablar «genéricamente».
No.
Hablar con los maestros concretos y conversar con los chicos de la escuela X ubicada en el Barrio A sobre como pueden hacer sin que volver sea ponerlos en peligro.
A todos.
¿A nadie se le ocurre que una vez establecido lo ideal, lo sanitariamente correcto, ir a conversar con los de abajo en cada caso para ver como se hace?
¿O si es posible hacerlo?
¿Alguien relevó a los docentes que están en situación de riesgo por su salud? (tal vez sí y Yo no lo sé)
¿Acaso piensan que las maestras de Especial o de Jardín (por ejemplo) son tontas y no conocen sus escuelas y como se mueven los chicos?
¿No hay nada que consultarles?
¿Acaso piensan que los profesores no conocen como circulan, hacen y deshacen los adolescentes?
¿No hay nada que preguntarles?
¿Por que no se consulta directamente a los que van a estar (o no) en el territorio?
En los territorios…
¿Nadie les va a preguntar?
No es tan difícil.
Claro que se trata de conversar con el pueblo.
Y es muy bien sabido que maestros en particular y docentes en general hacemos malabares para dar clase.
Y a veces es nuestro infortunio.
Y a veces es nuestro error.
Comprar rifas, limpiar mocos, comprar borradores, comprar tizas, comprar lavandina, darle lápices a los chicos. Y goma de borrar. Y goma de pegar. Y hojas. Y fotocopias. Y material.
Y, por supuesto, un alfajor, un sanguche para desorientar los dragones del hambre.
No me vengan con que somos vagos y no queremos trabajar: honestamente, quién piensa así es un imbécil o un perverso.
Vuelvo al tema: No hablo de hacer encuestas.
Hablo de conversar, preguntar, escuchar.
Los directores/as tienen para aportar.
Los padres.
Los preceptores.
Los auxiliares.
Y por supuesto, las y los chicos.
Todos queremos volver.
No de cualquier manera.
No a cualquier costo.
¿Y si nos escuchamos?
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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