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El cuarto de Lucía, el cuarto de todas

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El cuarto de Lucía, el cuarto de todas

La instalación El cuarto de Lucía quedó inaugurada en el centro de Mar del Plata, en medio de una escalada de violencia machista creciente en la ciudad y el país. Cómo nació la idea, cómo se concretó y sigue. La capacidad movilizadora del arte, que convierte al dolor y la indignación por la impunidad del caso en fuerza y movimiento. Lo que sintió el público que salía de la playa y se encontró con la obra; lo que relata la familia, al ver representado el cuarto; lo que dicen quienes la acompañan, nucleadas en la Campaña Nacional Todas Somos Lucía. Y qué significa esa frase, ante un evento distinto e inédito en cuanto a la forma de reclamar justicia y construir memoria y verdad.

El cuarto de Lucía, el cuarto de todas
Foto: Lina M. Etchesuri

María Inés le avisó a la custodia policial que no se preocupara, que hoy salía a ver la muestra de Lucía. El viernes le habían baleado la casa.

Johana llega con el ojo morado, porque el sábado fue golpeada en la calle, donde vivía hasta que fue auxiliada por una de las integrantes de la Campaña Nacional Todas Somos Lucía, que convirtió su casa en un refugio para personas trans como ella.

Cada persona movilizada implica una historia. Así, en la rambla de Mar del Plata, entre el Hotel Provincial y el Casino, mientras muchas familias en malla huyen de la playa porque empieza la lluvia, se va tejiendo esa red que comenzó en la calle y hoy tiene una cita especial: también en la calle, pero como parte de una muestra oficial en el Teatro Auditorium, el más importante de Mar del Plata.

El refugio se llama El cuarto de Lucía.

El cuarto de Lucía, el cuarto de todas
Foto: Lina M. Etchesuri

Pasar por el cuarto

Marta Montero es la mamá de Lucía Pérez, la chica asesinada el 8 de octubre de 2016 aquí, en Mar del Plata. Aquel crimen provocó, a nivel nacional, el Primer Paro de Mujeres.

Marta está afónica. El jueves pasado estuvo cantando y gritando en la marcha por otro femicidio, el de Claudia Repetto, que terminó siendo reprimida por la policía.

Este domingo, a las 17, en la inauguración de la muestra que reconstruye el cuarto de su hija asesinada, una ronda la rodea. No hay afonía que la detenga:

“Tenemos que mirar el cuarto de Lucia para ver cómo es el cuarto de una adolescente. Ahí está su vida, sus amores, su cultura, las cosas que a ella le gustaban. Quiero que cada uno se sienta identificado en esas cosas, las que le gustan a cualquier adolescente. Es una mirada para que veamos cómo las víctimas transformamos ese odio y ese maltrato que tienen ellos. A varios les vendría bien pasar por el cuarto para que sepamos en qué consiste el cuarto de una niña. Todo lo que matan”.

El cuarto de Lucía, el cuarto de todas
Foto: Lina M. Etchesuri

Las personas que van saliendo de la Bristol, al pasar y ver el tumulto, afinan el ojo y la reconocen: es la mamá de Lucía. Se quedan escuchando por unos segundos, y entonces algunos se animan a entrar. Matías, el hermano de Lucía, y su novia Agustina, están a cargo de rociar con alcohol en gel a les visitantes.

Se ve la reconstrucción de la habitación en la que está todo, menos Lucía.

Entonces sucede, por ejemplo, que un hombre que venía de la playa ve una tabla de surf dentro del cuarto de Lucía, y llora.

O que una mujer observa los zapatos de Lucía: dice que le recuerda a los de su hija, y llora.

Cada objeto se transforma en un código que cada persona descifra según su historia. Esa decoración y compañía que Lucía eligió va transformando quien se acerca, y transforma además los llantos en comprensión, o en indignación, o en fuerza.

Guillermo, el padre de Lucía, cuenta que la tabla de surf, así como el longboard, fueron regalos que él le hizo por pasar de año en la escuela. “Si pasaba, podía pedir lo que quería”, cuenta el ritual. “Y le iba muy bien”.

Su mirada recorre el cuarto con asombro por lo idéntico de la representación. Toca uno de los “atrapasueños”: son iguales a los que hacía Lucía, dice. “Agarraba alguna ramita flexible, y se ponía”, recuerda y se queda observando las tizas. “¿Ves? Pensaba todo tipo de dibujos, como ésos”. Luego pasa a los pósters que ella misma hacía, los cuadros de bandas de rock: “Íbamos juntos a ver recitales, como los del Indio Solari”. Guillermo tiene la mirada atrapada por el cuarto que reproduce el que está en su casa, para que nadie deje de conocerlo.

“Son cosas que ella hacía o que le íbamos regalando para ir compartiendo algo con los hijos, ¿no?”, resume emocionado. “Como padre, Lucía me permitió compartir”.

El cuarto de Lucía, el cuarto de todas
Foto: Lina M. Etchesuri

Cómo es la muestra

La instalación el Cuarto de Lucía fue una idea que parieron Marta Montero y Claudia Acuña en uno de los tantos viajes que Marta hizo a La Plata para impulsar el jury contra los jueces del Tribunal n°1 de Mar del Plata Facundo Gómez Urso, Pablo Viñas y Aldo Carnevale, y pedir un nuevo proceso frente a ese juicio vergonzoso que pareció ensañarse en culpar a la víctima y no a quienes cometieron el femicidio.

El cuarto de Lucía, el cuarto de todas
Foto: Lina M. Etchesuri

La obra se propone exponer públicamente el ámbito privado de la víctima de un femicidio que sigue impune. Consta de dos dispositivos estéticos/comunicacionales:

1) El cuarto: El ámbito “privado” en dos sentidos de esa palabra: el de intimidad y, a la vez, el que nos recuerda la privación de esa vida a escala humana. La idea surge ya que las familias sobrevivientes de femicidios cuyas hijas compartían la casa han contado lo mismo: no han tocado el cuarto desde el día del crimen. Sacar a la luz pública ese cuarto es, sobretodo, compartir el peso del duelo de esas familias que ante la falta de justicia se tornó eterna lucha cotidiana contra los aparatos patriarcales vigentes y decadentes. Pero también humanizarlo: no es un “caso” ni una cifra. Es una vida joven, con sueños que ya no podrá soñar.

El cuarto de Lucía, el cuarto de todas
Foto: Lina M. Etchesuri

2) Las proyecciones: en un aparato de televisión se emiten en forma continua las 23 horas del juicio oral que dejó impune el femicidio y que, tras una larga batalla librada en la calle y con los pies por la familia de Lucía y la sociedad, se logró anular. En las paredes del cuarto se proyectan videos conceptuales breves, que repiten imágenes, detalles y palabras del juicio y la foto de Lucía, la de los acusados, la de los jueces.

3) Al “salir” del cuarto, un texto/volante invita a cada visitante a participar de la campaña Justicia por Lucía, adhiriendo a un petitorio y filmando un video por el nuevo juicio oral ya.

Lo posible

Marta, que es enfermera pero también vende unas exquisitas mermeladas en distintas ferias, compartió la idea de mostrar el cuarto de Lucía con Héctor Martiarena, miembro del programa municipal de Almacenes Culturales, que se acercó a su stand de mermeladas hace algunas semanas.

Martiarena hizo algo extraño en estas épocas: prometió y cumplió.

Le dijo a Marta que la muestra del cuarto podría hacerse en el Teatro Auditorium, el más importante de la ciudad costera. Y fue Marcelo Marán, director del lugar, quien dio el visto bueno para que eso sucediera.

Una semana después, en un Zoom se reunieron los ideólogos y los realizadores.

¿Era posible?

Era posible.

¿Qué se necesitaba?

Voluntad.

¿Tiempos?

Marta arriesgó: “¿Será posible que se llegue para el 14 de febrero, que es el día del cumpleaños de ella?”

Los realizadores se miraron: faltaba una semana.

Y respondieron:

-Sí.

Lo que siguió fue una artesanía hecha con talento, amor y voluntad.

El cuarto de Lucía, el cuarto de todas
Hector Martiarena, de Almacenes Culturales; Alejandra Vilar, Escenógrafa; Natalia Beresiarte, muralista; Juan Ignacio Echeverría, Escenógrafo
Foto: Lina M. Etchesuri

El equipo

Una de las indicaciones de la dupla creativa Acuña-Montero fue reproducir el cuarto de Lucía tal cual, detalle por detalle: “Lo que estéticamente representa esa reproducción fiel es el valor de la verdad: es el cuarto de Lucía. La herramienta del arte es la ética”, les escribieron a los realizadores.

Ese logro tiene nombre y apellido porque, como dice Juan Ignacio Echeverría, “jugó mucho lo emocional en esta muestra: no fue armar una estructura como quizá estamos habituados en la tarea que desarrollamos como escenógrafos, en teatro. Hay un equipo preparado para resolver técnicamente, pero lo más importante acá es el componente sensible del cuarto, de la historia que tiene adentro, de quien lo habitó: buscar esas fibras que son movilizadoras. Y hubo que hacerlo con cierto cuidado para no movilizar a quienes estuvieron conviviendo con Lucía, padres, hermanos. Transmitir esa sensibilidad en un espacio fue la tarea”.

Juan Ignacio llegó a Mar del Plata hace 10 años, es escenógrafo y si bien se define “autodidacta” es un talento de las artes visuales. Fue uno de los imprescindibles de un equipo interdisciplinario que contó con la participación esencial de Alejandra Vilar, escenógrafa, Natalia Beresiarte, muralista; Claudia Acuña, escritora y periodista; y Sebastián Smok, diseñador de la revista MU.

Lo primero que hicieron Alejandra, Natalia y Juan Ignacio fue ir a la casa de Lucía, tomar fotografías y conversar con los padres. Cuenta Beresiarte: “Ahí entendimos cómo era Lucía, cuáles eran sus intereses, cómo pensaba, qué le gustaba. Y como primera impresión nos detuvimos en la gran impronta artística de Lucía. Eso se plasmó en la instalación: dibujos, frases, posters, canciones, artesanías de atrapasueños. Una pequeña gran artista”, define.

Natalia hizo algo que sería increíble sino fuese porque todo, en esta historia, está teñido de una increíble profesionalidad y voluntad: hizo las copias exactas, como calcos, de los dibujos que Lucía tenía en su cuarto.

Imitó su letra, su trazo, la disposición de tramas y colores.

La familia sintetizó su trabajo en una frase: “No entendemos cómo hizo”.

Natalia también dibujó el frente de la instalación con los ojos de Lucía junto a otra compañera, Natalia González, quienes firman como Naná Begó. Esos ojos, que inspiraron al Observatorio Lucía Pérez, son el faro de toda la instalación en la que Lucía a su vez mira a los ojos a cada persona que pasa por la rambla de Mar del Plata.

El cuarto de Lucía, el cuarto de todas
Foto: Lina M. Etchesuri

Quiénes son Lucía

Paloma tiene 22 años, uno más de los que cumpliría hoy Lucía, y está escribiendo en un pizarrón “… días sin justicia”. Es una de las acciones que la Campaña Nacional Todas Somos Lucía empezó hace más de 150 días y seguirá hasta lograr que se celebre un nuevo proceso: “El 3 de junio salimos a las calles, a pesar de la pandemia, y pensamos que teníamos que conseguir una manera de visibilizar también por las redes”, cuenta la idea. “Decidimos que haya un video todos los días, contando los días. Porque esta es una lucha de todos los días”.

El contexto de la instalación, según Paloma: “El jueves balearon la casa de nuestra compañera María Inés Benítez, que es testigo de la causa de Lucía, como parte de lo que consideramos un crimen organizado. El jueves tenía que declarar quien secuestró y mató a Claudia Repetto, y terminaron reprimiendo a la familia que fue a garantizar que eso suceda. Nancy Segura, Blanquita, mamá de Agustina Frers, se hace cargo de su nieta; igual que Nancy Segura con su sobrina; todas en Mar del Plata, sin ningún tipo de ayuda. Las familias están solas”.

El cuarto de Lucía, el cuarto de todas
Foto: Lina M. Etchesuri

¿Están solas? Blanquita, una histórica en estas batallas marplatenses por la vida y la justicia, aparecerá sobre el final de la jornada de la mano de su nieta, demostrando que cuando Paloma habla de soledad, se refiere al Estado. “En Mar del Plata está demostrado que el Estado no da ninguna respuesta”, sigue Blanquita. “El otro día Marta dijo: no es que están ausentes: están presentes defendiendo al patriarcado. Y es así. Lo más valioso de esta lucha es que los familiares se han unido y se dan fuerza ente ellos. Y nosotros acompañamos”.

¿Cómo definiría qué es la Campaña? “La campaña Somos Lucía nace desde el movimiento y desde la urgencia y desde la indignación. En la calle. Salimos durante semanas y nos fuimos conociendo. Con la familia y entre nosotras. Nos hicimos hermanas. Y lo que hacemos es empujar los reclamos desde lo que pueda surgir de nuestras creatividades”.

Todas esas creatividades hoy entran en ebullición: junto a jóvenes como Sofía están filmando los videos de Días sin justicia con cada persona que sale de la muestra; a su vez proponen a cada una firmar un petitorio para la realización del nuevo juicio; sacan fotos, filman y reparten pedazos de un budín especialmente preparado para aguantar la larga jornada.

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Marta, Blanquita y su nieta

Para jóvenes como Paloma o Sofía, así como para miles de mujeres que motorizaron el Primer Paro de Mujeres, el femicidio de Lucía Pérez no fue uno más. Significó la canalización de la bronca y de la indignación pero también la visibilización de miles de historias como las que hoy acompañan con el cuerpo esta instalación. Lucía somos todas, es la consigna. Y desde esa unión que significa Lucía, asegura Paloma: “Hemos generado presión. Ahora tienen que sí o sí aparentar que dan una respuesta, porque hasta ahora no lo están haciendo. Hay jueces que incorporan perspectivas de género porque saben que hay un movimiento atrás: el fallo de casación que anula el juicio de Lucía repite las consignas que parimos en la calle. Parece dictado por nosotras, es todo lo que fuimos gritando. Siento que desde ahí hay un camino para seguir: el sentido común ha sido quebrantado”.

Un día antes de la inauguración de esta muestra, y días después de que el grupo de Familiares Sobrevivientes de Femicidios entregara su Sexta Carta al presidente Alberto Fernández, el gobierno creó una mesa federal para el abordaje de femicidios y transfemicidios. Paloma se ríe, dice que prefiere no hablar de eso, pero menciona otro tema de coyuntura: “Ahora se está hablando mucho de la reforma judicial, pero es por el bardo que tienen entre ellos. No escuché nada de reforma de género, que es lo que venimos pidiendo hace años”.

Cultura injusta

La muestra en el Auditorium marplatense durará 10 días, estará abierta de 17 a 21 horas, y se espera que siga girando por otros puntos del país, convirtiéndose en un ícono de cómo pensar nuevas formas de comunicar a escala humana la urgencia de políticas efectivas para parar los femicidios, prevenir la violencia y garantizar el fin de la impunidad para un grupo de familias y de mujeres que ya sí sabe qué más va a hacer para lograrlo.

Lourdes vino sola y está llorando apoyada en una columna.

Es quien se emocionó con las zapatillas de Lucía, iguales a las de su hija. “Queremos cambiarlo todo y falta muchísimo. Se sigue porque siguen ocurriendo cosas que no tienen que pasar. A mí me gustaría que todos vieran esto. Si a alguien no le llega… es porque es incapaz de sentir algo. Eso es lo que logra esta muestra”.

Marcelo Marán, director del teatro, coincide desde otro lado: “El Cuarto de Lucía es una gran metáfora sobre cómo debemos mirar desde otro lugar a nuestros jóvenes; cómo los podemos cuidar; y cómo debemos escucharlos. La responsabilidad de la mirada patriarcal, de la justicia, de la policía, de los medios, recaen sobre esta víctima joven, con un cuarto como éste. Este cuarto es el de cualquier adolescente. Y la justicia le da vuelta la cara. Esto hay que decirlo. Y los que estamos en la cultura debemos hacer algo.

-Y los que están en el Estado, también

-La cultura sin justicia no tiene sentido. El Estado tiene que reforzar más, todavía. Hay algunos intentos –como la Ley Micaela- pero hay que reforzarlo y apresurarlo. Quizás estas acciones calan más profundo que normativas que cuestan mucho llevar adelante, completarlas. A veces es el arte el que hace que mucha más gente empiece a entender que hay otros caminos y otra forma de relacionarse.

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Foto: Lina M. Etchesuri

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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