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Dos años sin Facundo: los tiempos de una familia que sigue construyendo justicia

Este sábado se cumplen dos años de la última vez que vieron a Facundo Castro con vida. Ese 30 de abril de 2020 coincidió con el momento más crítico de la pandemia desde el punto de vista de las medidas sanitarias y de cómo la policía tradujo esa política en los territorios. El último contacto del joven fue con diversos oficiales de la Bonaerense, y a partir de ahí la causa fue acumulando hechos que orientan las hipótesis hacia la desaparición forzada seguida de muerte. La familia logró recusar al fiscal y a la jueza que entorpecían la investigación. En diálogo con lavaca, Cristina Castro espera avances, con una urgencia que no se condice con los ritmos judiciales: “El desgaste de los familiares, el acoso, es muchísimo. Pero también nos mueve algo desde el alma: te falta un hijo. No vamos a bajar los brazos hasta que estén tras las rejas”.
“Estamos avanzando. No al ritmo que yo quisiera, porque los tiempos de la justicia no son los míos, pero no vamos a bajar los brazos hasta que estén tras las rejas”.
Cristina Castro no para. Habla con lavaca en uno de los pocos ratos posibles que le quedan del día: el almuerzo. A la mañana tuvo una jornada de simulacro de incendios en la estación de servicio donde trabaja, en la localidad de Pedro Luro, partido bonaerense de Villarino, y en unas horas debe entrar de nuevo en su horario habitual. Este sábado se cumplen dos años de la desaparición de su hijo Facundo y las actividades previstas se rediseñaron para que Cristina pueda estar. “Tengo que trabajar de tarde sí o sí”, dice, sin poder creer aún lo elemental: estar en la conmemoración de la última vez que vio a su hijo con vida, el 30 de abril de 2020.
Es que desde entonces y hasta hoy, Cristina exige verdad y justicia para saber qué pasó con Facundo: soportó humillaciones, amenazas, mentiras, operaciones, y una búsqueda que le llevó 107 días, cuando el 15 de agosto del 2020 encontró el cuerpo esqueletizado de su hijo en un cangrejal. En el medio, denunció a la policía bonaerense, al ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, y logró recusar a quienes estaban al frente de la causa, el fiscal federal Santiago Ulpiano Martínez y la jueza federal María Gabriela Marrón, sobre quienes pesan otras denuncias por su obstaculización: Cristina quiere el juicio político.
Por esos avances, y sobre todo, por su propio Facu, Cristina no baja los brazos: “Estoy segura de lo que digo desde el primer día: a mi hijo lo desaparecieron en Villarino y lo mataron en Villarino. En la causa ya dijeron que no tienen peso las hipótesis que se sostenían: Facundo no se suicidó, Facundo no tuvo un accidente. Y lo único posible es la desaparición forzada seguida de muerte. Cuando escucho eso, pienso: teníamos razón, nunca nos equivocamos, y fue el corazón de Facu el que nos llevó a sus asesinos”.
El tiempo y lo que falta
Facundo Castro desapareció el 30 de abril de 2020 cuando salió de su casa en Pedro Luro en dirección a Bahía Blanca para ir a ver a su exnovia. Su cuerpo esqueletizado fue encontrado por un pescador en un cangrejal inhóspito el 15 de agosto de ese año. Tenía 22 años. Su desaparición coincidió con el momento más crítico de la pandemia desde el punto de vista de las medidas sanitarias y de cómo la policía tradujo esa política en los territorios. El último contacto del joven fue con diversos oficiales de la Bonaerense, y a partir de ahí la causa fue acumulando hechos que orientan las hipótesis hacia ese sector, en particular a los oficiales Mario Sosa, Jana Curuhuinca, Xiomara Flores y Alberto González, con las operaciones que la familia tuvo que sufrir, además, del propio Estado, por el accionar del ministro Berni.
En medio de ese peregrinaje por la verdad, la familia siempre se encontró con la reticencia del poder judicial. En diciembre lograron recusar a quien consideraban el último «obstáculo” en la búsqueda de verdad, la jueza Marrón, pieza clave en trabar medidas cruciales para la investigación, orientando las sospechas a la propia familia, a quien sigue denunciando aun después de su apartamiento. En febrero de este año se reunieron con el nuevo magistrado a cargo del proceso, el juez federal Walter López Da Silva, quien pidió “tiempo” para poder leer una causa que supera las 1000 fojas. Si bien subrayan que ese “tiempo” no es el de la urgencia por saber la verdad, Cristina destaca un gesto que habla por sí solo de la violencia que sufren estas familias: “Es una persona que te habla y te mira a los ojos”.
Uno de los abogados de la familia, Leandro Aparicio, destaca a lavaca que Da Silva, entre sus primeras medidas, rechazó los pedidos de nulidad que habían presentado las defensas de los policías acusados sobre los hallazgos del perito Marcos Herrero. Entre ellos, se encuentran: una vaquita de San Antonio, amuleto de Facundo, encontrada en un destacamento policial en la localidad de Teniente Origone; y una turmalina, piedra del colgante del joven, hallada en un patrullero Etios. Este último móvil es de Bahía Blanca (otra jurisdicción) y tiene un interés particular: el 8 de mayo, en medio de la búsqueda de Facundo, estuvo detenido 35 minutos a 800 metros del lugar donde el pescador halló el cuerpo.
La familia espera ir desenredando esta oscura trama en las próximas semanas cuando el juez empiece con rondas de declaraciones testimoniales. “Estamos pidiendo pericias complementarias o finales que nos puedan acreditar diversas circunstancias que hoy tenemos como fragmentadas”, apunta Aparicio. Entre ellas están las pruebas referidas al celular:
- A las 13.30 del 30 de abril de 2020, Cristina recibió un llamado de Facundo, quien le dice: “Mamá, no tenés idea de dónde estoy. No me vas a volver a ver más”. Si bien la oficial Xiomara Flores –media hermana de Curuhuinca– dijo que a las 12.30 levantó a Facundo en la ruta y lo dejó en Teniente Origone, la querella afirma que es imposible porque no hay señal de teléfono en ese sitio y porque la llamada a Cristina –una hora después– impactó en una antena en la localidad de Mayor Buratovich. Por geolocalización, la familia comprobó que el móvil de los oficiales que infraccionaron a Facundo a las 10 de la mañana de ese día se dirigió a la subestación policial de ese pueblo.
- Esa misma noche, el celular de Facundo se activó. Aparicio: “Sabemos que desde allí se manda un mensaje a las 8 de la noche pero para nosotros no lo escribe Facundo. No sabemos desde qué lugar se manda”.
- Un tercer dato: “Sabemos que se activa en una celda Claro en Bahía Blanca el 1 de mayo a las 12 del mediodía. Es muy cerca de la comisaría comunal de donde se secuestró el móvil (el Toyota Etios) que estuvo detenido donde fue encontrado el cuerpo”.
La querella buscará un informe integral sobre estos elementos.
Otro aspecto importante tendrá que ver con la ropa encontrada en la mochila de Facundo: cabe recordar que si bien el esqueleto fue encontrado el 15 de agosto, la mochila del joven fue hallada días después, a una distancia aproximada de 800 metros, con toda su ropa dentro. Aparicio: “Tenemos un dictamen de Gendarmería que dice que la ropa encontrada estaba quemada por un material que no determinan. Lo terrible es que es la ropa que tenía puesta Facundo. Queremos que lo aclaren de forma urgente”.
No estás sola
En Pedro Luro recordarán a Facundo, entre otras actividades, con la proyección de su rostro en la plaza, que servirá para diagramar un mural. La familia está preparando un proyecto para que el Consejo Deliberante nombre a la plaza del mural como la Plaza Facundo Castro. A su vez, la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), organismo querellante, distribuirá una versión resumida de la causa que hicieron en formato de animé. En Médanos, cabecera del partido, realizarán una misa con velas. El domingo, en Bahía Blanca, también habrá una ceremonia convocada por la CTA y SUTEBA.
“En Luro lo seguimos recordando todos los días”, dice Cristina. Hace poco fue al cementerio a despedir a una amiga: “Llegué antes y corté camino, porque siempre que piso el cementerio paso a saludar a Facu. Llegando, veo unos chicos del Semillero (el espacio cultural que Facundo integraba). Me vinieron a abrazar fuerte. Habían pasado a ver que su tumba estuviera bien y que no le haya pasado nada por tormentas, lluvias y vientos. Me largué a llorar”.
Los jóvenes habían llevado, además, una bandera celeste y blanca que dice ‘Semillero cultural’ y la colocaron ahí. “Que vayan y planten bandera, orgullosos de que sea su amigo, nos llena el alma y nos devuelve la sonrisa: es saber que no estás sola”.
-¿Y qué significa eso a dos años?
-La causa de Facu tendría ya que tener culpables y personas detenidas. Yo, como mamá, sé que al momento en que esto me pasó debía empaparme de las personas que habían vivido esto, que estaban metidas. Sé que las luchas son largas y que tengo que dosificar mis energías para llegar al final. No me quiero morir como Gualberto Solano (papá de Daniel Solano, jornalero desaparecido en 2011, falleció sin saber qué había pasado con su hijo), esperando un poco de justicia. Sé que hay papás con una lucha grandísima, que muchos no tuvieron justicia. Sé que hemos logrado lo que muchos no lograron en muchos años: hemos podido avanzar y que no nos duerman la causa, que la jueza Marrón no nos archive. Y gracias a la lucha de otros familiares antes de nosotros pudimos llegar a esto. Mi visión a futuro es seguir peleando. Hay que ir despacio, dejar que la justicia avance, pero sin dejar de presionar para que investigue.
-¿Cómo se hace?
-El desgaste de los familiares, el acoso, es muchísimo. Pero también nos mueve algo desde el alma: te falta un hijo. Miro mucho por la ventana, pensando que en cualquier momento va a llegar, porque no lo despedí. A mi hijo tuve que acomodar los huesitos dentro de un cajón, no le pude ver los ojos, cerrárselos, los hermanos no pudieron verlo, lo velamos a cajón cerrado. Y al no poder despedirlo te pasa esto. Es la contracara de seguir esperando aun siendo conciente de que tu hijo está muerto. Y me sigue faltando: sé que no va a descansar en paz hasta que todos estén tras las rejas.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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