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Crónica del Estado imbécil. Petróleo: entre la privatización y la desmovilización kirchnerista

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Una conferencia sobre el petróleo y el saqueo de los recursos naturales en Latinoamérica reunió en el Instituto Goethe de Buenos Aires a la mexicana Ana Esther Ceceña (intelectual profundamente ligada al zapatismo), el boliviano Oscar Olivera (vocero de las coordinadoras para la Defensa del Agua y la Recuperación de los Hidrocarburos), y a los argentinos José Pepino Fernández (UTD-Mosconi), Fernando ‘Pino’ Solanas (ex diputado, cineasta) y Eduardo Basualdo (economista). Se trazó un panorama -¿asombroso?- sobre los resultados de la privatización petrolera y su viscosa continuidad en el gobierno de Kirchner. Qué se dijo en ese encuentro, la definición sobre “el sistema argentino”, y la inquietante sensación de que la sociedad mantiene –frente a demasiados temas- una resignación levemente suicida.

“Lo que hace la Argentina es igual que decirle a los empresarios: entren a los bancos, bajen a los tesoros, lleven las divisas que necesitan ustedes, ciudadanos tan honrados como nuestros petroleros, que siempre han sido honestos y pacíficos, y digan por declaración jurada cuánto se llevaron. Nadie los va a controlar. Ese es el sistema argentino. Una vergüenza” dijo Fernando “Pino” Solanas indignado, y siguió:

“Y esto lo sabe el señor Kirchner (presidente argentino) que mantiene a un conjunto de funcionarios que vienen del riñón de las privatizaciones. Es un escándalo, una inmoralidad. La energía es un bien social, un derecho humano. La energía debe democratizarse”.

Tal el tono de la conferencia El petróleo y los recursos naturales en la lucha emancipatoria, que se realizó en el Instituto Goethe, convocada por el propio instituto, Alerta Argentina, y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Escuchando esa definición sobre “el sistema argentino” había unas 150 personas, y un panel fuerte:

Ana Esther Ceceña, intelectual mexicana profundamente ligada al zapatismo, Coordinadora del Grupo de Trabajo “Hegemonía y emancipaciones” de Clacso y directora de la revista Chiapas, de México.

El boliviano Oscar Olivera, secretario general de la Federación de Fabriles de Cochabamba, vocero de las coordinadoras para la Defensa del Agua y de la Vida, y por la Defensa y Recuperación de los hidrocarburos.

José “Pepino” Fernández, de la UTD de General Mosconi, Salta, piquetero y ex petrolero que acumula 76 procesos en su contra iniciados por jueces afines a las petroleras.

Eduardo Basualdo, director de la Maestría en Economía de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

Y el ya presentado Pino Solanas, autor de un documental clásico, La hora de los hornos, y uno reciente, Memorias del saqueo, además de ex diputado y fundador del Movimiento para la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora (MORENO).

Como moderadora, Maristella Svampa, investigadora docente de la Universidad de General Sarmiento y del Conicet, miembro además de Alerta Argentina. Luego hablaron también Mario Rearte (de la coordinadora de ex ypefeanos de zona norte), Pablo Bertinat

(del Programa Desarrollo Sustentable y del Foro de Ecología política) y Ariel Ruiz, trabajador de Caleta Olivia -Santa Cruz- donde siguen detenidas seis personas por reclamar puestos de trabajo, acusadas de delitos absurdos, por lo que Ruiz pareció interpretar como una clarificación del estilo Kirchner frente al tema.

Pepino Fernández abrió la charla con una breve intervención en la que denunció por enésima vez -ante la indiferencia sorda de los gobiernos- que las petroleras contaminan, que el gobernador Romero es cómplice de las empresas, que no se controla nada y que a nadie parece importarle. Reivindicó al general Enrique Mosconi (1877-1940), por su defensa de los recursos naturales.

(Luego sería reivindicado Arturo Illia, presidente entre 1963 y 1966. Y se informó que incluso la mera aplicación de la actual ley de hidrocarburos, vigente desde tiempos de Juan Carlos Onganía y su ministro Adalbert Krieger Vasena, haría caer eso que Solanas llamó el sistema argentino).

Privatizar el agua de lluvia

Oscar Olivera describió cómo Bolivia no es un país pobre, sino rico, por su biodiversidad, sus ecosistemas, la producción forestal, la riqueza amazónica, el agua dulce y -obvio- el gas y el petróleo. Además hay producción de coca, minería (zinc, hierro, oro, plata, tungsteno, antimonio).

“Pero veamos quién se lleva esa riqueza” dijo mientras mostraba imágenes de los ex presidentes Jaime Paz Zamora y Gonzalo Sánchez de Losada, entre otros. Definió como un “contubernio” la relación entre gobernantes y petroleras, denunció como totalmente ilegals 75 contratos de extracción de recursos y explico que Bolivia ha perdido más de 5.000 millones de dólares. Mostró la imagen de un ejecutivo de Repsol que felicitaba a Bolivia por ser “muy rentable: por cada dólar de inversión, se ganan 10 dólares” (sic). Contó que a partir de una disposición del Banco Mundial se prohibió a los bolivianos acumular agua de lluvia.

Recordó que en Bolivia continúa “muy sutilmente” la prohibición promovida por el Banco Mundial de acumulación de agua de lluvia. (Todo empezó en Cochabamba, en el 2000. Se privatizó el servicio de agua a la norteamericana Bechtel Corporation que aplicó un tarifazo y llegó a querer cobrar a quienes acumulaban agua de lluvia, milenaria costumbre allí, lo que derivó en la llamada Guerra del agua, levantamiento popular reprimido con entusiasmo por las autoridades. Bechtel luego denunció a Bolivia -en el Banco Mundial- por no haber podido llevar adelante su proyecto).

La Guerra del Agua terminó con cinco muertos y más de cien heridos en el 2000. En el 2003 la represión contra los levantamientos para evitar la depredación del gas mató a 33 personas, y hubo casi 300 heridos.

“El 17 de octubre de 2003 el presidente Sánchez de Losada tuvo que huir del país, como antes lo había hecho Kirchner”, dijo Olivera, quien antes de aclarar sonriendo “De la Rúa” ya estaba recibiendo aplausos de la concurrencia de Goethe.

Aprovechó para explicar que el actual gobierno boliviano de Carlos Mesa “no es ni más ni menos que un paralelo del gobierno de Kirchner, porque genera desmovilización mientras continúa el saqueo”.

Para entender el saqueo

Ana Esther Ceceña relató de qué modo se convenció a los países latinoamericanos de algo incierto: que exportar petróleo es bueno. “Se convenció a nuestros países -donde se creía que el petróleo era un bien estratégico que podía dedicarse al desarrollo industrial- de que en realidad había que exportar petróleo para financiar el desarrollo. ¿En qué momento fue? El de la crisis de la OPEP” (En 1973 los países productores de petróleo se pusieron de acuerdo, frente a las grandes potencias, para fijar cuotas de producción y precios del crudo).

Ceceña explicó que en ese momento los Estados Unidos comprendieron que necesitaban productores alternativos. Los más cercanos, accesibles y fáciles de controlar fueron los países latinoamericanos, donde no se sabía ni cuánto petróleo había. Se produjo entonces la siguiente secuencia.

“Se dijo que si había mucho petróleo, y se lo exportaba, íbamos a ser más ricos. Pero para eso había que hacer inversiones en exploración”.
Para invertir, había que endeudarse. Dijo Ceceña: “En poco tiempo la deuda se triplicó, y además el precio del petróleo cayó”. El endeudamiento para enriquecerse terminó siendo empobrecimiento al cuadrado.
Con la idea de la exportación aparece la de privatización. “El Estado entrega los recursos que tiene, y ya no tiene de dónde generar riqueza”. (Salida típica para obtener recursos: endeudarse más aún).
Siguió Ana Esther: “Se generó un círculo vicioso. No para Estados Unidos que así puede mantener sus propias reservas petroleras intactas durante mucho tiempo, mientras usa el petróleo de nuestros países”.
Estados Unidos tiene el 6% de las reservas mundiales de petróleo, pero consume más del 25%. Se está previendo el agotamiento del crudo, razonó Ceceña, pero todavía no aparecieron fuentes alternativas. Los dos elementos básicos para producir electricidad son petróleo y agua.

“La lógica de privatización de cada uno de nuestros países no es una lógica propia. Aunque digan que el gas de Bolivia se exporta para ayudar a la Argentina, tiene una ruta muy precisa: sale por Argentina o chile rumbo al norte de México, y de ahí se traslada directamente al área industrial de California”.

Las mismas empresas que están en Bolivia aparecen en los proyectos gasíferos mexicanos, donde el petróleo no ha sido formalmente privatizado: “Pero se lo está haciendo con un esquema de contratitos. Para la exploración en un caso, para explotación en otro, para alguna cuenca de gas, o una plataforma petrolera, o el Golfo de México. Ahí perforan Repsol y Esso”. Los “contratitos” son una privatización de hecho.

Ceceña dijo que las tres grandes zonas petroleras del mundo son Medio Oriente, América Latina (hasta la Antártida) y toda el área alrededor de Nigeria, en África. “El ejército norteamericano ha entrado a todas esas regiones, de diferentes maneras”.

Explicó que a veces no parece entenderse que el petróleo mueve el mundo, imponiendo toda clase de condiciones. “Impone modos de producir y de consumir, impone patrones tecnológicos y modos de apropiación del territorio. No se trata sólo de un recurso. Es todo un patrón de organización de la producción, del comercio y de la vida, que se nos impone a través del saqueo de estos recursos”.

Recursos, además, como los minerales y el agua -la de lluvia incluso.

Sobre los resultados de la asociación comercial entre México y los Estados Unidos, Ceceña informó: “En diez años de tratado de libre comercio, el número de obres se duplicó. Los tratados favorecieron a los empresarios pero no a los pueblos, que están empobrecidos y degradados”.

Propuso entonces pensar que “la defensa de nuestros recursos es la defensa de nuestras vidas y nuestro futuro. La lucha es por el territorio y por la vida. Es la única alternativa que tenemos, y una necesidad para detener la carrera armamentista y la carrera económica de ocupación de nuestros territorios que han emprendido los grandes poderes, principalmente los que están en los Estados Unidos”.

¿Cómo industrializar el país?

Eduardo Basualdo recordó cuál era el fundamento racional para que existiera un monopolio estatal:

1) “Asegurar al país la oferta de un bien estratégico y buscar el autoabastecimiento porque estaba claro, hace ya muchas décadas, que la posibilidad de industrialización dependía de la posibilidad de disponer de petróleo”.

2) “Garantizar la apropiación social de la renta, y no la privada ni la oligopólica”.

3) “Asegurar la preservación ambiental y el uso racional de los recursos”.

Aclaró Basualdo que las ofensivas sobre estos recursos no han sido solo del capital extranjero sino también del capital oligopólico local. “Hubo muchos momentos de avance a través de la concesión de contratos durante la última etapa del peronismo, el desarrollismo, las concesiones durante la dictadura, el Plan Houston” (en gobierno radical de Alfonsín).

Agregó, pensando en el futuro, que la posibilidad de industrialización futura del país no depende sólo de que exista una empresa estatal sino una regulación estatal del mercado petrolero.

“El Estado fijaba desde el precio en boca de pozo hasta el precio final de los combustibles, los impuestos, los márgenes de distribución. Los privados y contratistas no disponían del petróleo”.

A partir de los 90, dijo Basualdo, ocurrieron dos cuestiones concatenadas:

La transferencia de YPF a manos privadas. “Un proceso gradual y violento al mismo tiempo, ya que primero el Estado se reserva el 51% de las acciones, luego el 20% y finalmente Repsol compra el 100% de YPF”.”
“La desregulación, que consistió en correr al Estado de la regulación. Se transfirió la capacidad regulatoria al monopolio privado, y así se permitió la convergencia entre el precio interno con el internacional. Es una clave para entender el proceso de desindustrialización del país. Se desvinculó a la producción petrolera de la creación de una industria.
Dijo al terminar: “Quiero ratificar la imposibilidad de plasmar un proyecto alternativo de carácter popular sin revertir la situación de la renta (se refería básicamente a la renta agropecuaria y a la petrolera). No hay posibilidades de industrialización. No hay posibilidades de superar lo primario (campo, minerales, petróleo), sin utilizar lo primario para generar industrias”.

La mayor chatura cultural

Pino Solanas dijo que estamos en una civilización del petróleo. “Es un recurso importantísimo. No diría que el único porque seríamos esclavos de lo irreversible, dado que el recurso parece ser que se acabará en 50 o 60 años”. El crecimiento demográfico mundial y el aumento de consumo de Estados Unidos y China, marcan ese medio siglo hasta que se llegue a un mundo sin petróleo.

Sostuvo Solanas: “Lo que nos sorprende es la ineptitud, la ignorancia o la complicidad militante de quienes nos han gobernado, y de quienes están también al frente de los organismos técnicos, incluso en el gobierno actual. La Secretaría de Energía está en manos de los mismos funcionarios y personajes que fueron ejecutivos activos en los peores momentos de la privatización del menemato”.

Explicaciones para que ocurra lo que ocurre:

“Aquí reina la imbecilidad. Pocas veces hemos vivido un momento de tanta chatura intelectual y cultural. Somos víctimas de la derrota cultural que nos provocó el neoliberalismo y el posmodernismo en la década del 90, empezando por el Consenso de Washington, donde nada podía cambiarse, y cualquier y cualquier idea de defender valores sociales o de lo público era anacrónica”.
“Digo derrota cultural, que es más profunda que la política, porque es la derrota en las convicciones y en el sentimiento”.
Solanas expresó que la sensación que quedó fue la de que no había cambio posible, y que sólo existía la posibilidad de subirse al supuesto tren de la historia: “En realidad, al último vagón de este tren carguero destrozado, penoso, corrupto e inmoral, pero que todos suponían que era el último que pasaba”.

Dijo que revertir esa noción es una tarea colectiva a la que, siguiendo su razonamiento, no se dedica casi nadie. “Hasta hace poco en ninguna de nuestras universidades había un solo trabajo que explicara cuáles fueron las consecuencias sociales que tuvo una de las mayores bestialidades cometidas en la Argentina, además de la privatización del petróleo: la aniquilación del ferrocarril. Ninguna nación culta del mundo destruye su ferrocarril. Aquí, de 36.000 kilómetros de vías quedaron 8.000. Pagamos más subsidios que antes. Cerraron 800 estaciones, dejando 800 pueblos fantasmas, y miles de personas que se mudaron a la periferia de las grandes ciudades”.

Solanas detalló que todo eso se hizo con el aval de casi todos los medios de prensa, y que aún hoy el diario La Nación se indigna con cualquier cosa que se parezca a la reestatización ferroviaria: “Hasta qué punto va el cinismo del diario del señor Escribano (Claudio Escribano, en realidad, no es el dueño aunque lo parece) que se cuida de informar que los ingleses renacionalizaron sus propios trenes”.

La renta que dejaba el petróleo al fisco, según Solana, es idéntica a la que aportaban las provincias de Buenos Aires, La Pampa, y todas las de la Patagonia. “Es como si una guerra nos hubiera cortado el territorio por la mitad. Pero ocurrió alegremente. Acá no hubo guerra. Acá hubo una acción corruptora de las petroleras. Y silencio, porque todo lo que pasó también fue por el bombardeo de los medios, en manos de comunicadores canallas y traidores que no eran ni periodistas, sino empresarios”.

Mencionó el caso del conductor de A dos voces, Marcelo Bonelli, que escribió en 1984 el libro “Un volcán en llamas”. “Ahí denunciaba todos los contubernios de las coroporaciones argentinas premiadas por la dictadura con contratos y concesiones tan canallas, que obligaban a YPF a comprarles la producción del petróleo que sacaba la misma YPF, pero pagándolo a precio internacional. Así se construyó la fortuna de los Pérez Companc, que no tenían nada que ver con el petróleo porque eran navieras. De los Rocca, que estaban en la construcción, los Bulgheroni, grupos de acción y vaciamiento del aparato del Estado que vivieron de grandes subsidios, créditos y sobreprecios, y de la condonación de todas las multas que se merecían sus incumplimientos”.

¿Cómo creció la deuda externa?

Según Pino Solanas esta situación, que llamó “Petrocracia”, es la que explica el fenómeno Menem, y una clave para entender parte sustancial del endeudamiento externo.

“En el menemato se traspasó una renta de 8.000 millones de dólares, que dejaba YPF. Como no existía ese dinero, que era el combustible que aceitaba y compensaba gran parte del desarrollo nacional, ¿qué hicieron? Pidieron deuda externa. El faltante de 8.000 millones, multiplicado por 10 ó 12 años, más el 10% de interés anual de la deuda, da 130 mil o 140 mil millones de dólares, buena parte de nuestra deuda externa”.
Agregó que la estafa actual consiste en que el precio del barril, en la Argentina, tiene como costo de producción 3 dólares pero por el acuerdo de las petroleras con el gobierno de Kirchner, lo hacen valer 28 ó 30. El consumidor argentino paga precio internacional. “ESTAFA: ese debería ser el título de todos los diarios” se ilusionó Solanas. “El producto es enteramente nacional y no hay relación entre el costo y el precio, en un mercado que fuera realmente desregulado y competitivo, y no un oligopolio”. Los salarios que pagan Repsol, Tecpetrol, y las otras petroleras, en cambio, no son de nivel internacional, con lo que la estafa se multiplica.

¿Cómo fue posible todo esto? Por la desinformación, según Solanas:

“Tenemos un pueblo que posa de saber mucho, sobre todo nuestra capa intelectual universitaria. Pero saben de lo que pasa afuera. Es un pueblo que no sabe lo que tiene, que no conoce el valor de su patrimonio. Confunde el patrimonio nacional con un conjunto de escuela, unos bueyes y un monumento histórico. Confunde lo que es público, patrimonio y tesoro nacional, con el Estado. Y al Estado lo confunde con el gobierno. Y al gobierno, con el partido gobernante.
Frente a la creación de ENARSA (Empresa Nacional de Energía Sociedad Anónima), Solanas reconoce haber reaccionado positivamente: “Era un paso importante, frente a la nada de un Estado imbécil, hijo de los pavotes, que no sabía ni cuánto petróleo tenía”.

Explicó que la desconfianza no puede ser el patrón único de relación “porque no se puede creer que nadie en la vida va a corregir sus acciones; si pensáramos así seríamos unos autoritarios espantosos”.

Dicho esto, y reconociendo que su agrupación MORENO quiso confiar en el gobierno, aclaró: “Sin embargo, las señales son negativas. El primer contacto de ENARSA es con una empresa de Angola que en realidad es de China y a la cual le vamos a ceder parte del territorio marítimo. De esto no se sabe nada porque la desinformación sigue siendo brutal”.

Rechazó la idea de que no es posible efectuar cambios y puso como ejemplo al propio gobierno de Kirchner, que logró derrumbar las leyes de impunidad por los actos de terrorismo de Estado.

“Pero la realidad se corta en dos o tres cuestiones. Decime, hermano, fuera del verso, ¿estás o no por recuperar la renta petrolera? Somos dueños virtuales, pero queremos recuperar la renta real. ¿Estás de acuerdo, dirigente político, social o lo que sea? Si no, no perdamos el tiempo en hablar de otra cosa”.

De Illia a Onganía

Puso otro ejemplo de posibilidad real de recuperación. “El petróleo puede recuperarse. Primero, hace falta decisión política. El presidente Illia (Arturo Illia, radical, gobernó entre 1963 y 1966) lo recuperó enseguida. Desde el Congreso pidió por razones de emergencia, desarrollo, económicas, jurídicas y demás, anular todos los contratos de Frondizi (Arturo, radical intransigente, había gobernado entre 1958 y 1962)”. Solanas informó que las regalías que cobra la Argentina, 12% son las más bajas del continente (más bajas aún que las que indignan al boliviano Olivera).

“Pero además lo que hace la Argentina es igual que decirle a los empresarios: entren a los bancos, bajen a los tesoros, lleven las divisas que necesitan ustedes, ciudadanos tan honrados como nuestros petroleros, que siempre han sido honestos y pacíficos, y digan por declaración jurada cuánto se llevaron. Nadie los va a controlar. Ese es el sistema argentino. Una vergüenza. Y esto lo sabe el señor Kirchner (presidente argentino) que mantiene a un conjunto de funcionarios que vienen del riñón de las privatizaciones. Es un escándalo, una inmoralidad. La energía es un bien social, un derecho humano. La energía debe democratizarse”.
Demostró entonces que en este momento ni siquiera haría falta apelar a la voluntad política o a los discursos soberanos: “Si hoy se aplicara la ley vigente de hidrocarburos, (la 17.319) que viene de la época de Onganía (Juan Carlos, general, ex dictador que sucedió en el poder justamente a Arturo Illia, derrocado por la llamada Revolución Argentina) y Krieger Vasena (Adalbert, ministro de Economía de Onganía), ley que en aquel momento calificábamos como horrorosa y hoy está a la izquierda de todo lo que vino después… si se aplicara esa ley las dos terceras partes de las concesiones petroleras se caerían”.

Que una ley de aquel gobierno hoy resulte casi revolucionaria, describe el estado de las cosas.

Solanas relató una urgencia, la de los procesamientos contra la UTD de Mosconi, y en particular Pepino Fernández. “En General Mosconi, la 2º cuenca de gas del país, el 70% de la población no tiene gas. Miles de hombre y mujeres enfrentaron a la gendarmería, y vencieron es esas puebladas. Han sido jornadas de las más importantes en defensa del petróleo y de los desocupados. Y este señor (Fernández) tiene 76 causas llevadas por dos jueces que vienen de la dictadura y permanecen en la mafiocracia de Salta, uno de los gobiernos más ligados al narcotráfico. El del señor Juan Carlos Romero, ex candidato a vicepresidente de Menem. Y hay 600 procesados en Salta, y ahora también en Santa Cruz, donde hay compañeros que han sido torturados (Karina Zauco, de Las Heras, perdió su embarazo, por ejemplo, como consecuencia de la golpiza recibida). Pero como estas luchas ocurren lejos de buenos Aires, y en los diarios no puede leerse una sola noticia de lo que pasa en las provincias, nadie se entera de lo que pasa. Digo: acá hay que rodear a los trabajadores que protagonizan estas luchas en defensa de una ética nacional y de una ética social”.

Concluyó: “O somos solidarios, o lo nuestro es de la boca para afuera. Hay que ser solidarios y correr la misma suerte de estos compañeros que nos enorgullecen”.

¿Volver al Estado?

El ingeniero Pablo Bertinat, miembro del Programa Desarrollo Sustentables y del Foro de Ecología política fue invitado también a hablar y agregó algo crucial: “Hay que incluir alguna idea más en este debate sobre lo público y lo privado. Es indispensable avanzar sobre el control público de los bienes energéticos, que no deben ser mercancías sino bienes sociales, pero tenemos que discutir el carácter de las empresas que vamos a tener porque en Latinoamérica también tenemos innumerables empresas del Estado que no garantizan la distribución de la renta ni que se eviten los daños ambientales, ni la exclusión de poblaciones”.

El punto es fuerte. El diagnóstico sobre los males de la privatización y el traspaso de la regulación y las rentas a los privados no deja claro, por ahora, cuál es la contrapropuesta. ¿Volver a lo estatal? El mismo Solanas recordó cómo Bonelli denunciaba en su libro los saqueos ocurridos con el petróleo estatizado, por mencionar sólo un ejemplo a mano.

Bertinat anunció que es posible otro modelo energético y de desarrollo, para lo cual habrá una serie de reuniones incluso en el Foro Social de Porto Alegre (enero 2005) buscando combinar los conceptos de energía, democracia, paz, derechos humanos, sustentabilidad ambiental, descentralización, creación de empleo, soberanía e integración, entre otros. “Tenemos que definir qué tipo de integración buscamos, si la de las ganancias de las multinacionales, o la de los pueblos desde la solidaridad”.

Los empresarios pinguinos

Daniel Ruiz, del Frente de Trabajadores Combativos de Caleta Olivia, explicó luego que la vida de la población depende del petróleo y la pesca, dos recursos que se están depredando sistemáticamente. “Los responsables, en el caso del petróleo, son Repsol, Panamerican, Tecpetrol, Astra, Petrobrás. Han contaminado pueblos enteros, y aparecen casos de cáncer que está estudiando la Universidad de la Patagonia”.

Narró que las petroleras utilizan agua potable para los trabajos de recuperación secundaria de pozos (para el libro Guinness de los desperdicios) y preguntó: “¿Saben cuántos empleados tiene Repsol en toda la Patagonia? Setenta. El resto son contratistas bajo convenios como el de la construcción”. Contó que cada día salen cinco millones de dólares de petróleo desde Caleta Córdoba, en Comodoro Rivadavia, y otros cinco millones desde Caleta Olivia: “Y nosotros estamos todos sin trabajo. Con hambre, muerte, prostitución. Eso hizo la privatización”.

Viendo los camiones que iban a cargar los barcos comprendieron que “ahí estaba el dinero y el poder. Nos cansamos de ir al municipio a pedir, o a la gobernación, antes con Kirchner y ahora con (Sergio) Acevedo. Vimos que la única forma de conseguir trabajo era pararles la producción controlando el acceso a la planta. Desde 2002 hasta ahora se han conseguido más de 2.200 puestos de trabajo”.

Contó de la represión del 3 de septiembre: “Fueron por las casas buscando a los compañeros. Actualmente quedan 6 detenidos, con cargos que vienen de laley de evasión económica de los años 70, con hasta 16 años de prisión. Les quitaron los subsidios que cobraban, o perdieron su trabajo”.

Consideró que la única forma de revertir este problema es la unidad. “Cada vez que venimos vemos que los movimientos están más divididos, y esa es una de las debilidades nuestras. Si no nos logramos unir, va a ser difícil combatir”.

Las petroleras, según el relato de Ruiz, han contratado policía privada, además de contar con las fuerzas estatales. “Acá se habló de ENARSA. Karina Zauco perdió su embarazo producto de la represión. Es la primera víctima fatal. La empresa en conflicto es Oil, contratista de Repsol, a cargo de Cristóbal López (un hombre que se jacta de su supuesta amistad con Kirchner, ver en lavaca “A los golpes, Karina perdió su embarazo”). Y uno de los socios de López es Ezequiel Espinosa, hoy titular de ENARSA. Así es que en Santa Cruz hay usurpación, hambre y represión, y millones de ganancias para las petroleras, las pesqueras y las mineras. Eso es Kirchner en Santa Cruz, y es lo que va a ser a nivel nacional”.

Recuerdos de la lechuga

Mario Rearte (coordinadora de ex ypefeanos Zona Norte) recordó que al comenzar su lucha tras la privatización y los despidos, los trabajadores fueron al Congreso. “Nos recibió un senador por Santa Cruz llamado Ludueña. Íbamos solos porque la burocracia sindical estaba entregada al poder político del menemismo. Nos dijo: lamentablemente muchachos, no se va a poder hacer nada, porque acá corrió la lechuga. La lechuga eran los dólares”.

Cuando se hablaba de privatizaciones -historió Rearte- se decía que la deuda externa de 45.000 millones y el déficit estatal, eran culpa de las empresas estatales. “Y bueno, si esto de privatizar es una solución, capaz que nosotros estamos equivocados. Eso pensaron algunos en aquel momento. Pero hoy estamos sin empresas. El Estado perdió el control total. La deuda creció tres veces más, y tenemos 4.500 trabajadores en el norte bajo la indigencia”.

Denunció, además, que el Estado sigue sin pagarles a los ex trabajadores la cifra que los propios funcionarios salieron a anunciar el año pasado. “Con eso quisieron hacer quedar como que la deuda estaba saldada. Todo fue mentira. Jamás se cumplió ni siquiera con el compromiso que ellos anunciaron. Nosotros vamos a seguir luchando y quisiéramos que esta batalla contra la desocupación, la marginalidad y la desnutrición, sea acompañada en el orden nacional, y especialmente por el capitalino, para poder triunfar”.

Una mujer del público preguntó por el caso de Venezuela. Ana Esther Ceceña contestó que se mezclan dos cuestiones: el petróleo y la rebeldía de dicho país. “Venezuela y México, juntos, tienen tantas reservas como Irak. Estados Unidos tiene un déficit petrolero grande porque con el 6% de las reservas mundiales, consume el 25% del total, y por eso busca quedarse con el petróleo de Irak e Irán, y buscará quedarse con el de Venezuela y México”.

La conferencia, ya hacia el final, mostraba una característica de mucho diagnóstico (indispensable) y pocas propuestas concretas sobre cómo seguir adelante. ¿Estatizar? ¿Recuperar para el Estado un nuevo y supuesto poder regulatorio? ¿Con qué clase de control social sobre el Estado? ¿Lograr nuevas formas de rescate de lo público? ¿Incorporar a trabajadores y consumidores como protagonistas de la gestión?

Solanas lanzó una idea previa: “Hay que desarrollar el debate sobre cuál es el modelo de gestión que debe reemplazar al fracaso de las privatizadas. Ese es el tema de los temas. El gobierno no quiere abrir este debate como tampoco quiere apelar al instrumento enorme que ofrece la Constitución Nacional: el referéndum vinculante. Si en la Argentina se convocara al pueblo, si no se le temiera, se abriría la posibilidad de redemocratizar las instituciones y redistribuir con sentido social y democrático la renta que producimos”.

¿Se desarrollará ese debate, o la sociedad seguirá la secuencia de hechos a larga distancia, como si todo le ocurriera a otros? Es apenas uno de los grandes dilemas de los próximos tiempos, para entender el devenir de el sistema argentino.

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La Ronda en la mirada de Alejandra López

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Octava entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa Alejandra López.

Toda la producción de La Ronda será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Por Alejandra López

Cuando Claudia Acuña me propuso que fotografiáramos la Ronda de las Madres con un grupo de colegas, acepté sin dudar con gran alegría por varias razones. Por una lado, la urgencia del registro ahora que se nos van poniendo viejitas, y por otro, la necesidad de emprender un proyecto colectivo.

La Ronda en la mirada de Alejandra López

He ido muchas veces a la Ronda. Una de mis primeras veces, yo fotógrafa debutante, lloré durante toda la cobertura y una de las Madres (no sé quién fue) me retó con ternura: “Sin llorar”, me dijo, y repitió: “Sin llorar”. 

La Ronda en la mirada de Alejandra López

Siempre hay algo de esa primera vez: la emoción, la admiración sin límites, y,  sobre todo, el asombro ante esa capacidad increíble de sostener el ritual de lucha durante 47 años.

La Ronda en la mirada de Alejandra López

Hice mis fotos el jueves 21 de marzo, en la Ronda número 2397.

Hoy más que nunca #memoriaverdadyjusticia.

Mi humilde homenaje a estas mujeres que, junto con Abuelas, son nuestro faro.

La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López

Sobre Alejandra López

Retratista.

Empezó a trabajar profesionalmente en 1990 haciendo fotografía teatral y en la revista El Porteño.

Durante 14 años fue fotógrafa de staff de la revista Viva del diario Clarín, donde fotografió a innumerables personajes del espectáculo y ha publicado en revistas como Elle, La Nación Revista, Brando, Harper’s Bazaar, Le Figaro Magazine, Bacanal.

Actualmente se dedica a la fotografía para gráficas de teatro y cine, colabora con la revista L’Officiel y es reconocida además por sus retratos de escritor, algunos ya icónicos, para editoriales de libros como Penguin Random House y Planeta.

Ha realizado numerosas muestras: Retratos (2001), La máscara (en el Festival Internacional de Teatro), Retratos de la Memoria, (imágenes de sobrevivientes del Holocausto) en el Museo Judío de Frankfurt, Calendario FOE 2009 y en junio del 2011, la exposición Algunos escritores, en la Fotogalería del Teatro San Martín. En 2021, realizó Ese día, una serie de retratos de víctimas sobrevivientes del atentado a la Amia. En 2023, Belleza Marrón, en el Centro Cultural Borges, (ensayo en colaboración con la agrupación Identidad Marrón).

Para ver más: en Instagram @alejandralopezfotografa

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La historia de las Madres de Plaza de Mayo: Érase una vez 14 mujeres…

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Se cumplen hoy 47 años de la primera aparición de las Madres en la Plaza de Mayo. La fecha llega en un momento en el que lavaca ha puesto en marcha un registro fotográfico colaborativo sobre las actuales rondas de Madres: una forma de homenaje, sabiendo que la memoria no es hablar del pasado, sino comprenderlo para actuar en el presente y el futuro.

Esta es una recorrida entonces, con un resumen del antes, el durante y el después de la instauración del terrorismo de Estado. Cuenta el nacimiento de la organización de estas mujeres que salieron a reclamar por la vida y, frente al horror y la desaparición de sus hijos e hijas, y lograron lo que parecía inconcebible: transformar el dolor en acción. ¿Cómo lo hicieron? Un recorrido por las últimas décadas, y algunas cuestiones prácticas sobre los tejidos, los territorios, las brujas y los alumbramientos. El video que muestra parte de la historia.

Por Sergio Ciancaglini

La historia de las Madres de Plaza de Mayo: Érase una vez 14 mujeres…
La historia de las Madres de Plaza de Mayo.

Había una vez un país con nombre de mujer, donde la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Y en ese país de nombre plateado, los sueños y la vida tuvieron que aprender cómo enfrentar a los verdugos.

La historia suele ser infinita, ¿cómo contarla?

Habría que hablar de un siglo XX Cambalache, que empezó con el país granero del mundo, con trabajo para pocos, democracia para pocos, dinero para menos, alguna ilusión de tiempos mejores, seguida de décadas infames. Surgió luego un gobierno que generó una expectativa de más justicia, y más democracia. La política empezaba a estar en las calles, en las plazas, en la cabeza y en el corazón de cada persona.

Ese gobierno fue tumbado en 1955 por los poderes económicos, políticos y militares de siempre. Poco antes los golpistas habían bombardeado con la aviación militar a transeúntes inocentes en plaza de Mayo. Más de 300 muertos. Que hubiera más igualdad de oportunidades, o mejor distribución de la riqueza, era una maldición que había que mutilar. Tierra extraña; aquí siempre hubo una envidia al revés. Los ricos envidiaron a los pobres, odiaron que los pobres pudiesen mejorar.

En 1956 aquella dictadura fue pionera: secuestró ilegalmente a decenas de personas acusándolas de planear una rebelión. Los militares ordenaron los fusilamientos en los basurales de José León Suárez. Fue la Operación Masacre, como la llamó Rodolfo Walsh en un libro inolvidable. Lo que nadie sabía, ni siquiera Walsh, es que la Operación Masacre apenas empezaba.

Poco después, en una pequeña isla del Caribe frente a las narices de los Estados Unidos, hubo una revolución que se proclamó socialista. Los militares argentinos temieron que esa revolución fuese contagiosa, y gatillaron sus armas junto a los de todo el continente.

Siguieron los tiempos de proscripción política, censura, gobiernos civiles derrocados, gobiernos militares que se iban tumbando entre ellos, mientras las fuerzas armadas actuaban como tropas de ocupación en su propio país, como trincheras contra la democracia, en nombre de la lucha contra el socialismo.

Frente a eso, crecía la resistencia de quienes que no se resignaban al silencio, la censura, ni al olvido. Resistían los mayores, con una especie de nostalgia por el pasado. Y resistían también los jóvenes, como añorando el futuro, pero un futuro que querían construir con sus propias manos.

El surgimiento de las Madres de Plaza de Mayo

Un argentino que había puesto la mente y el corazón para aquella revolución en la isla del Caribe, fue capturado y fusilado cuando quiso hacer algo parecido en Bolivia. Le decían Che. Los que lo mataron no sabían que lo estaban inmortalizando. El mundo se ponía violento. En todo el planeta oleadas de jóvenes salían a reclamar justicia, igualdad, rechazo a la guerra y la muerte, un mundo distinto.

En la Argentina las dictaduras seguían tropezando con las resistencias. Hubo un Cordobazo, un Rosariazo, la juventud se movilizaba pintando paredes y pintando proyectos. La democracia seguía presa. La violencia militar seguía libre. Nacieron las organizaciones guerrilleras, que quisieron agregarle armas a toda esa resistencia.

Tal vez esta historia haya que comenzarla, entonces, en 1972. El 22 de agosto en Trelew hubo una nueva versión de la Operación Masacre. Allí habían detenido a miembros de varias agrupaciones guerrilleras. Fueron acribillados a balazos, indefensos, con el falso pretexto de un intento fuga. Mataron a 16. Hubo tres que sobrevivieron por milagro, y contaron lo que había pasado. Tal vez en aquel momento, cuando el crimen fue evidente, los estrategas militares empezaron a diseñar la represión del futuro: matar sin evidencias.

Las movilizaciones protagonizadas fundamentalmente por la juventud, empezaban a ser gigantescas. La trinchera militar no soportó la correntada de tantos sueños, y en 1973 la vida pareció cambiar. Una multitud obligó a liberar a los presos políticos. La ilusión no duró demasiado.

Fue una danza alucinada.

Cámpora ganó las elecciones. Volvió Perón. En Ezeiza las patotas de la derecha peronista acribillaron a las columnas juveniles. Perón apoyó a esos grupos, contra la juventud. Cayó Cámpora. Asumió Lastiri que era el yerno de José López Rega. López Rega era ex policía, nazi militante, secretario privado de Perón, ministro de Bienestar Social, y astrólogo esotérico. Como si su brujería funcionara, concentró cada vez más poder. Lastiri llamó a nuevas elecciones que ganó Perón. Ocho meses después, murió Perón y asumió su esposa Isabel. La sociedad miraba aturdida, mientras el sistema de la muerte se instalaba alrededor de López Rega, que organizó a los matones policiales, militares y a las patotas de la derecha, para crear un monstruo al que llamaron Triple A. Alianza Anticomunista Argentina.

La Triple A era un escuadrón de la muerte, un grupo paramilitar con vía libre para salir a matar. Estudiantes, intelectuales, sacerdotes, artistas, sindicalistas, obreros: la sucesión de fusilamientos se hizo cotidiana, el terror empezó a ser la genética de cada día.
La lista es macabra. Cientos de víctimas. Por recordar algunos: Rodolfo Ortega Peña, diputado nacional y abogado de presos políticos. Carlos Mujica, sacerdote del Tercer Mundo, Silvio Frondizi, uno de los principales intelectuales que dio la izquierda argentina, Julio Troxler, que había sobrevivido a los fusilamientos de 1956. Atilio López, uno de los dirigentes del Cordobazo, que durante la breve etapa camporista fue vicegobernador de Córdoba.

Los bombardeos en Plaza de Mayo y la matanza en los basurales habían sido premoniciones.
Los fusilamientos de Trelew fueron una secuela.

La Triple A fue el perfeccionamiento del crimen mafioso.

El terrorismo de Estado y la desaparición forzada

Pero ahora imaginemos.

Imaginemos por un momento que hubiera miles de masacres como las de los basurales de José León Suárez. Imaginemos que hubiera de pronto miles de fusilamientos como los Trelew. Y miles de Triple A matando por las calles con absoluta impunidad.

Eso fue la dictadura militar, cuando los militares dieron el golpe de Estado para imponer la máquina de matar corregida y aumentada al infinito. Fue hace exactamente 30 años. Le pusieron un nombre que sería cómico, si no fuera tan patético. Proceso de Reorganización Nacional. El comunicado número uno que emitieron decía:

Se comunica a la población que, a partir de la fecha, el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta de Comandantes Generales de las FF.AA. Se recomienda a todos los habitantes el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas que emanen de autoridad militar, de seguridad o policial, así como extremar el cuidado en evitar acciones y actitudes individuales o de grupo que puedan exigir la intervención drástica del personal en operaciones.

Más que nunca, la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Pero esta vez, además, inventaron una especie de acto de magia superior a los de López Rega. La magia más perversa que alguien pueda imaginar.

No más bombardeos, ni basurales, ni fusilamientos en cárceles, ni homicidios mafiosos a la luz del día.

Los perseguidos, las víctimas, iban a desaparecer.

No iban a estar más: secuestrados y esfumados de la noche a la mañana.

Los militares creían que al no haber cuerpos, al no haber pruebas ni quedar en evidencia, nadie podría acusarlos de crimen alguno.

Eso es el terrorismo de Estado. Las Fuerzas Armadas se dedicaron a la muerte clandestina, mientras en público sus jefes iban a misa a ser bendecidos, a comulgar, y a la salida sonreían. En sus discursos hablaban de la ley, el orden, la paz y el progreso.

Empezó la cacería. Zonas liberadas, gritos en la noche, secuestros de gente indefensa, la absoluta desaparición de la justicia.

Hay bibliotecas enteras que podrían leerse para entender lo que pasó. Pero hay también una carta. Apenas un año después del golpe Rodolfo Walsh –otra vez- escribió en la clandestinidad su Carta abierta a la Junta Militar, donde explicó lo que nadie se atrevía a decir.

Hablaba de un lago cordobés convertido en cementerio lacustre. De personas arrojadas desde aviones militares al Río de la Plata, cuyos cadáveres afloraban en las costas uruguayas. Denunciaba un sistema de tortura absoluta, intemporal y metafísica, aplicada tanto con métodos medievales como el potro o el torno, como con la tecnología de la picana eléctrica, para machacar la sustancia humana. Hablaba de las guarniciones y comisarías convertidas en campos de concentración. De las mentes perturbadas de los militares que torturaban. Decía, apenas un año después del golpe y en medio de la censura y el terror: “Quince mil desaparecidos y desaparecidas, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror”.

Pero hay otro párrafo, que cada día se entiende mejor. Le decía a los militares:”Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.

Ahí estaba la clave para entender el crimen: la miseria planificada.

Walsh fechó esa carta el 24 de marzo de 1977, distribuyó varias copias, y un día después fue secuestrado por los militares.

Nunca más se supo de él.

Es otro desaparecido.

Érase una vez 14 mujeres: La historia de las Madres de Plaza de Mayo

En esa noche, hubo un parto.

En medio de la oscuridad, un alumbramiento.

Nació una historia.

Muchas madres y padres salieron a buscar a sus hijos. Salieron de sus casas, salieron del útero de su rutina habitual a enfrentar al aparato represivo más imponente de la historia del país. Llevaban impresas en la piel la desesperación y el amor, y de allí les nació el coraje. Recorrieron hospitales, caminaron juzgados, se atrevieron a ir a comisarías y cuarteles. Buscaron a las morgues. Nadie sabía nada. La ley del silencio. Cada día era la esperanza de una noticia. Cada noche era la frustración del silencio.

Los padres varones, de a poco, volvieron a sus trabajos.

La mayoría de las madres eran amas de casa: tenían intacto el tiempo y la sensación de que no había otra cosa que hacer que dedicar cada hora, cada minuto y cada segundo de vida a la búsqueda.

Estaban solas, moviéndose, preguntando inútilmente, aturdidas por tanto silencio. De a poco, empezaron a cruzarse por los mismos laberintos, a reconocerse y a descubrir que había otras que compartían esa especie de señal que cada una llevaba como un código secreto en la mirada: la desesperación y la incertidumbre.

Ese fue un primer triunfo contra el aislamiento. Comenzaron a encontrarse, reunirse, acompañarse. Estar juntas fue el modo de escaparle al terror de estar solas. Pero fue mucho más que eso.

Un día, esas mujeres se descubrieron a sí mismas en una iglesia militar, donde un cura psicópata les recomendaba santa paciencia y las confundía con rumores, insinuaciones y desinformaciones. Intuición femenina: les estaban mintiendo sistemáticamente, nadie hacía nada por salvar a sus hijos.

Una de esas mujeres dijo: Basta.

Y dijo: tenemos que ir a la Plaza de Mayo, tenemos que hacer ver y oír lo que nos pasa. Era una mujer con nombre de flor.

Y ese grupo de mujeres decidió que Azucena Villaflor tenía razón: su lugar sería la Plaza de Mayo.

La plaza sería el territorio de estas madres.

No tenían oficina, pero habían encontrado un lugar espacioso, aireado, iluminado y muy céntrico.

No tenían sillones mullidos, pero había bancos de plaza.

No había escritorios, pero tenían las faldas para apoyar allí las carpetas, expedientes, cuadernos o que hiciera falta.

No tenían alfombras, sólo baldosas y unas palomas revoloteando.

No tenían recepción, pero podían verse de lejos mientras iban llegando. No tenían teléfonos, pero se pasaban papelitos con mensajes, informes, o futuros puntos de encuentro.
Ocultaban esos mensajes en ovillos de lana, por si la policía o los militares se les cruzaban en el camino.

No querían que las descubrieran. Ya que tenían los ovillos, llevaban agujas y tejían en la plaza, mientras iban pasándose información, inventando qué hacer, cómo buscar, cómo evitar la impotencia de no hacer nada. Penélope tejía esperando el regreso de su marido. Ellas tejían juntas las acciones para buscar a sus hijos y denunciar lo que estaba pasando.

La primera vez fue el sábado 30 de abril de 1977. Eran sólo 14 en la Plaza de Mayo. Como no había casi nadie, decidieron volver el viernes siguiente. Después, una de las madres avisó, como atajándose de los malos augurios: “Viernes es día de brujas”. A la semana siguiente empezaron a encontrarse los jueves, el día que nunca más abandonarían, para escaparle a las brujas.

La policía empezó a desconfiar. Por el Estado de Sitio, se impedía cualquier reunión de tres personas o más, por ser potencialmente subversiva.

Para decir la verdad, en este caso tenían razón: buscar la vida era subversivo. Como pájaros de uniforme, los policías empezaron a revolotear alrededor esas mujeres que hablaban y tejían de los asientos de la plaza. Ordenaron: “Caminen, circulen, no se pueden quedar acá”. Ellas se pusieron a caminar y a circular alrededor del monumento a Belgrano, en sentido contrario a las agujas del reloj: como rebelándose contra cada minuto sin sus hijos.

Marchaban, cada jueves, en las narices del gobierno dictatorial más temible. La plaza ya era el territorio de las Madres.

Algunos periodistas extranjeros descubrieron esas raras vueltas y vueltas. Consultaron a los militares. Les contestaron que eran unas mujeres trastornadas, unas Madres Locas que andaban buscando a gente que no estaba en ningún lado. Gran parte de la sociedad prefería no darse por enterada. La censura bloqueaba orejas, cerebros y corazones. Las madres locas eran las únicas que parecían cuerdas, tejiendo y circulando al revés que las agujas del reloj.

En octubre de 1977 se sumaron a la peregrinación a Luján, que congregaba a un millón de jóvenes. El problema era cómo encontrarse y reconocerse en la multitud. Alguien propuso que todas se pusieran un pañuelo del mismo color. Lo del color era un problema, pero entonces una de las madres tuvo una ocurrencia: ¿Por qué no nos ponemos un pañal de nuestros hijos? No existían los pañales descartables y la mayoría de las madres todavía guardaba los de tela, tal vez pensando en los nietos.

Frente a la Basílica, reclamaron y rezaron por los desaparecidos y desaparecidas. Todos los que estuvieron pudieron verlas, identificadas con los pañales blancos en sus cabezas. Poco después hubo una marcha de los organismos de derechos humanos, que terminó con 300 personas detenidas, incluidos –por error- varios periodistas extranjeros. Gracias a tanta eficiencia, el mundo empezaba a enterarse de lo que ocurría. En la comisaría las Madres rezaban Padrenuestros y Avemarías. Los policías no se atrevían a incomodar a mujeres tan devotas. Entre rezo y rezo, haciendo cruces, miraban a los uniformados, les decían “asesinos”, y seguían rezando. Amén.

El hecho de reunirse, romper el aislamiento, buscar a sus hijos, se convirtió en sí mismo en un delito. Diciembre de 1977, un oficial de la marina que se hacía pasar por hermano de un desaparecido organizó el secuestro y desaparición de tres de las madres, dos monjas francesas y otros familiares y amigos. Así era el coraje militar.

Las madres estaban organizando la colecta para publicar una solicitada el 10 de diciembre, denunciando las desapariciones.

El 8 de diciembre secuestraron a Esther Careaga y a Mary Ponce de Bianco en la Iglesia de Santa Cruz, junto a ocho personas más, incluida la monja francesa Alice Domon. Esther era paraguaya. Ya había encontrado a su hija adolescente, a la que los militares habían liberado. Las otras madres le habían pedido que volviera a su casa, que ya no se arriesgara más. Esther no les hizo caso, decidió seguir junto a ellas hasta que encontraran a cada uno de sus hijos.

Dos días después, desapareció la mujer con nombre de flor. El terror de aquellos tiempos superó todo lo imaginable. Desaparecían quienes buscaban a los desaparecidos y desaparecidas. Pero los militares habían sido selectivos: secuestraron a quienes todas siempre consideraron “las tres mejores madres”. Sin Azucena, había que elegir: seguir, esconderse, o volverse a casa. Para las madres no hubo demasiadas dudas: ahora no solo debían buscar a sus hijos e hijas, sino también a sus amigas y compañeras. Lograron sobreponerse a la parálisis y al terror, para seguir su marcha.

Azucena había parido la idea de que las madres se organizaran para nunca más estar solas en su lucha. Y había dicho algo: “Todos los desaparecidos son nuestros hijos”. Así estaba socializó la maternidad, potenció a cada madre y le dio grandeza a cada minuto de resistencia.

Llegó el Mundial 1978. El fútbol tapando de gritos y sonrisas la realidad, mientras a pocas cuadras de la cancha de River seguían torturando gente en la ESMA. El mundial fue oxígeno para los militares: para seguir matando y seguir castigando cada vez a más gente con la miseria planificada. Las madres cambiaron sus lugares y horarios de reunión. No todos los jueves iban a la Plaza, para evitar que las detectaran. Cuando iban, la policía les largaba los perros. Cada una llevaba un diario enroscado para sacarse a los perros de encima, una de las pocas cosas útiles para las que servían los diarios de esa época.

Muchas veces detenían o demoraban a alguna de ellas en las comisarías. Se les ocurrió una idea: cuando una iba presa, se presentaban todas y pedían ir presas ellas también. Los policías veían llegar a decenas y decenas de mujeres que exigían ser encarceladas junto a su compañera. Una vez fueron tantas las que exigieron ser detenidas, que tuvieron que llevarlas en un colectivo de la línea 60.

Madres locas, dirían los policías, que no sabían bien qué hacer: muchas veces las soltaban para sacárselas de encima.

Cuando en la Plaza le pedían documentos a una, todas las demás se acercaban a la policía a entregar también los suyos. Cientos de documentos, cédulas y libretas cívicas, que la policía tenía que verificar. De paso, las madres se quedaban más tiempo en la plaza.

En 1979 llegó al país la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. También el fútbol jugó en contra. El mundial juvenil tenía a todos pendientes de Maradona, y los militares aprovecharon para que relatores de fútbol y periodistas radiales llamaran a la gente a Plaza de Mayo, y que de paso repudiaran a quienes hacían cola para declarar ante la Comisión. Querían mostrar lo que llamaban “la verdadera imagen del país”. Decían: “los desaparecidos algo habrán hecho”, o “por algo será que se los llevaron”. Los hinchas, sin embargo, no molestaron a los que estaban esperando para hacer sus denuncias.

Ya era la época de la plata dulce, la fiesta de las multinacionales, el dólar barato, miles de argentinos gastando en el exterior lo que nunca habían sabido ganarse, gracias a la miseria planificada de millones.

Los diarios y las revistas no sólo censuraban la información para defender su negocio, sino que hacían campañas por los militares: “Los argentinos somos derechos y humanos”. Confirmado: nunca hay que subestimar la estupidez humana, la capacidad de negación, el tamaño de la crueldad.

En ese 1979 hubo otro parto, otro alumbramiento: las Madres decidieron crear la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Si todas estaban en peligro, esa era una forma de mantener la lucha viva. La casualidad, o el destino, determinaron que la asociación fuese creada en una fecha imposible de olvidar: 22 de agosto. Habían pasado siete años de la masacre de Trelew, aunque parecían siete siglos.

Los militares asesinos argentinos inventaron un conflicto contra los militares asesinos de Chile, que a todos les servía para ganar tiempo en el poder. En esos días fue muy próspero el negociado de la fabricación de ataúdes, hasta que el Papa intervino. Secuestros clandestinos y desapariciones en la noche, permitían mirar para otro lado. Guerra abierta entre gobiernos tan vecinos y tan beatos era demasiado. Hasta para el Vaticano. Amén.

Seguían encontrándose en plazas y bares. Para que no las descubrieran cambiaban el nombre. Si iban a ir a Las Violetas, decían Las Rosas. Ellas mismas llevaban en sus carteras las carpetas, las denuncias, los expedientes.

Recién en 1980, gracias a los apoyos internacionales, las Madres pudieron tener una oficina. Pero también ese año decidieron volver a su territorio, la Plaza de Mayo, para nunca más abandonarla.

Fueron un jueves, al jueves siguiente las estaba esperando un escuadrón entero, con las armas gatilladas. Ellas cambiaban el horario, circulaban por donde no las veían. Poco a poco envolvieron a la Pirámide de Mayo con sus marchas que nadie podía detener. Llevaban diarios enroscados. Pronto aprendieron de sus hijos, y llevaban también botellitas de agua y bicarbonato por si las esperaban con gases lacrimógenos. No necesitaban gases para llorar. Pero habían decidido transformar el llanto en acciones.

Los militares eran la rigidez y la violencia. Las madres eran la fluidez y la energía. Los militares y la policía eran la muerte. Los verdugos. Las madres eran la vida.

Se editó el primer boletín de Madres, se iba ganando apoyo afuera y adentro. Los militares llamaron a los viejos políticos a dialogar, como abriendo el paraguas frente a la crisis económica y a su propio desgaste. Pero las Madres estaban simbolizando dónde estaba la verdadera política, y quiénes eran sus nuevos protagonistas. En 1981 lo demostraron retomando la Plaza y haciendo la primera Marcha de la Resistencia. Solas, pocas, pero juntas, resistiendo 24 horas seguidas.

Vinieron épocas de ayunos, de tomas de iglesias y catedrales. Los jóvenes, sobre todo, se conmovían. Nació la consigna “aparición con vida”.

El 30 de abril de 1982, hubo manifestaciones de protesta en Buenos Aires contra la situación económica, la miseria planificada, con la policía reprimiendo a todos. Dos días después, se llenó la Plaza de Mayo para aplaudir a los militares que habían invadido Malvinas, creyendo que así se iban a reciclar en el poder en una especie de brindis perpetuo.

Las Madres dijeron que la guerra era otra mentira. Los militares que secuestraban cobardemente, torturaban clandestinamente y asesinaban tirando cuerpos al río, no podían convertirse de un día para otro en patriotas impecables y valerosos guerreros. Por decir eso, acusaron a las Madres de antinacionales. Ellas inventaron un cartel: “Las Malvinas son argentinas. Los desaparecidos también”. Muchos que acompañaban a las Madres las criticaron: había que estar del lado de la guerra, del lado de los militares. El tiempo mostró quién tenía razón sobre los guerreros, entre ellos el mismo que había delatado a Azucena, Esther y Mary.

La derrota de los militares resucitó la posibilidad de la democracia. Se abrió la multipartidaria, formada por cantidad de partidos y políticos muchos de los cuales, durante los tiempos más duros de la represión, habían sido expertos en el arte de callar.

En 1983 hubo elecciones, Alfonsín llegó a la presidencia, y las madres hicieron la marcha de las siluetas para que nadie olvidara a los ausentes. En los afiches decían que esos hijos e desaparecidas habían luchado por la justicia, la libertad y la dignidad.

El gobierno formó la CONADEP, la comisión nacional para la desaparición de personas. Las madres desconfiaron, no quisieron integrarla. Siempre prefirieron la calle, y no las comisiones. Crearon un periódico, la Asociación iba creciendo y seguía reclamando aparición con vida y castigo a los culpables.

En 1985 Alfonsín las citó, pero luego no las atendió porque tenía que ir al Colón, según la explicación oficial. Las Madres tomaron la Casa Rosada, y se quedaron ahí instaladas como forma de resistencia pacífica. Esas acciones mostraban la grieta entre los discursos sobre los derechos humanos que hacía el gobierno, y la realidad. Y mostraban cómo el protagonismo político se desplazaba de los políticos de museo, a los movimientos generados en la sociedad para enfrentar los problemas tomando las riendas de sus propias decisiones.

Se hizo el juicio a las Juntas, pero sólo hubo dos condenas a prisión perpetua. Las de Videla y Massera. Los otros jefes militares recibieron penas bajas, o fueron absueltos. Las Madres opinaron del siguiente modo: se levantaron y se fueron de la sala de audiencias.

Seguían las acciones, marchas, escraches a los militares en sus casas, viajes y campañas en todo el mundo, la lucha contra las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, La lucha contra las rebeliones de Semana Santa y de los carapintadas, La marcha de las manos, La marcha de los Pañuelos, cuando taparon la casa de gobierno de pañuelos blancos, los premios internacionales.

El apoyo a los conflictos, a las huelgas, a los reprimidos y a los perseguidos.

Empezaban a hacer propia una idea: el otro soy yo.

Las Madres, además de denunciar lo que había ocurrido con sus hijos, hicieron otra cosa: comenzaron a levantar las mismas ideas y sueños por las que esos jóvenes habían luchado.
Por eso sintieron que aún sin estar, sus hijos las estaban pariendo.
Aquellas amas de casa desgarradas por la desesperación, habían logrado transformar el dolor en acción y en pensamiento.

Todas estas luchas se multiplicaron al infinito cuando Menem llegó a la presidencia para perfeccionar, en democracia, la miseria planificada: privatizó el país, regaló el Estado, masificó el desempleo, protegió a toda clase de mafiosos, asesinos y corruptos, y además los puso a gobernar con él. De paso indultó a todos los militares que habían sido condenados.

Hubo más de lo mismo cuando subió De la Rúa, y las madres estuvieron allí, nuevamente en la plaza, el 19 y 20 diciembre, cuando ese gobierno intentó imponer el Estado de Sitio y se dedicó a reprimir a miles y miles de personas hartas de tanta decadencia y de tanta mentira. Nuevamente las plazas se llenaron de balas, y de jóvenes muertos.

La historia reciente es más conocida, las Madres y su universidad llena de jóvenes, de movimiento, de conferencias, de proyectos. Las Madres y su flamante radio, para que se escuche cada cosa que hay que decir. La intervención en cada lucha contra las mafias, contra la miseria, contra la muerte.

Y cada jueves, como siempre, las madres circulando, tejiendo solidaridad, construyendo este territorio de la Plaza para que sea el espacio de todos.

Había una vez un país con nombre de mujer, donde la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Y en ese país de nombre plateado, los sueños y la vida tuvieron que aprender cómo enfrentar a los verdugos. Las madres están dejando esa herencia.

Cómo convertir al dolor, en acción.

La parálisis y el miedo, en lucha.

La desesperación, en coraje.

Las lágrimas, en acciones.

Para acorralar a la muerte, como el primer día:

tejiendo luchas,
haciendo circular los sueños,
y alumbrando la vida.

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Nota

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

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La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte volvió a viajar de Buenos Aires a Córdoba para reclamar que se asigne urgentemente un fiscal en la causa y que se investigue su femicidio. Hace 4 años el cuerpo de Cecilia fue encontrado luego de estar 20 días desaparecido; su familia denuncia una trama local que involucra a la última persona que la vio con vida, el ex boxeador Mario Mainardi, jamás investigado, y la complicidad de la justicia de Cruz del Eje, representada por Paula Kelm, que buscó inculpar a un perejil. Gracias a la lucha familiar se logró anular esa línea de investigación, que culminó en un juicio nulo, pero desde entonces no se retomó la instrucción; y pese a que en diciembre se anunció que un nuevo fiscal tomaría la causa, eso no sucedió, y las dilaciones siguen. Crónica de una nueva reunión con promesas y sin hechos, cuando la impunidad se hace cada vez más grande y el reclamo, también: “Verdad y justicia para Cecilia Basaldúa”.

Por Bernardina Rosini

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa ya perdieron la cuenta de las veces que han viajado desde la ciudad de Buenos Aires a Córdoba con el único objetivo de lograr justicia por su hija. Han perdido esa cuenta pero no la cantidad de días que contabiliza la impunidad: 1460, es decir, cuatro años. 

En efecto, hace cuatro años (el 25 de abril de 2020) encontraron el cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa en un codo del Río Calabalumba en Capilla del Monte, luego de veinte días de estar desaparecida. Cuando Daniel y Susana llegaron ayer a los Tribunales en Córdoba Capital, se los ve invadidos por la bronca y el hartazgo. Son cuatro años sin Cecilia y a la par sostienen que las líneas de investigación han sido deliberadamente manipuladas y el material probatorio  de contundencia, ignorado

La última vez que estuvieron parados sobre esa vereda fue el pasado 7 de diciembre, tras reunirse con el Fiscal General Juan Manuel Delgado. Celebraban la noticia: “Tenemos fiscal, vinimos con 3.000 firmas de apoyo pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”. Cinco meses después, otra vez viajan 700 kilómetros para golpear la puerta del Palacio de Justicia pues tal designación no sucedió y la causa acumula once meses sin fiscal a cargo de la instrucción.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas
Daniel Basaldúa y Susana Reyes, papá y mamá de Cecilia: viajaron desde Buenos Aires para mantener una reunión y reclamar justicia por su hija.

El baile del fiscal

Mientras los Basaldúa llegaban el 25 de abril nuevamente a Córdoba para pararse frente a Tribunales y exigir justicia, fueron notificados que la Fiscal General Adjunta Bettina Croppi los convocaría a una reunión. 

Antes de ingresar al edificio Daniel comparte la situación actual de la causa “Nos vienen diciendo que no designan fiscal porque falta una firma: me cuesta creerlo. No puedo hacer nada más que venir y reclamar. Hasta ahora la única justicia que logramos fue que no metan preso a un inocente”. 

Hoy le cuesta hablar; tiene un nudo en la garganta y el rostro de su hija estampado sobre el pecho. “Sólo espero que esta investigación vaya tras los verdaderos sospechosos, tras Mario Mainardi, última persona que vio a Cecilia con vida, quien tenía pertenencias de ella y las regaló; la policía y la fiscal Paula Kelm contaban con ésta y más información y nunca lo investigaron. No podemos creer que Mainardi, que dijo trabajar en Uber porque no podía acreditar ingresos, tenga más poder que Diego Concha, quien fue durante décadas Director de Defensa Civil de la provincia y sin embargo hoy está preso”. 

Daniel pasa lista de todos los uniformados que participaron del caso y que hoy se encuentran desplazados, procesados o presos por distintas causas: el común denominador es la violencia de género. 

Mientras las abogadas ingresan junto a los padres de Cecilia a la reunión, afuera les esperan periodistas, agrupaciones feministas, trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos y familiares víctimas de violencia institucional. Repiten el colgado de banderas, los carteles con rostros de otras víctimas, y los cantos que se recitan como mantras: “¡¡Queremos fiscal, queremos fiscal, queremos fiscal!!” y “¡¡Justicia, justicia, justicia!!”.

Al salir, Giselle Videla -una de las abogadas de la familia- comparte lo conversado en la reunión: “Para iniciar nos han pedido disculpas puesto que en noviembre nos dieron la seguridad que tendríamos fiscal apenas finalizada la feria judicial. Como hoy no hay fiscal, y están subrogando fiscales de otros territorios que toman la causa por un plazo corto de tiempo, el avance es mínimo. Nos informaron en relación a esta situación que la designación de Nelson Lingua espera la firma del gobernador, Martín Llaryora. Ahora bien, nos enteramos que será designado como Fiscal reemplazante, y no como Fiscal titular puesto que Lingua no ha rendido el concurso que lo habilita para ese cargo; debe rendirlo ahora y recién en julio- agosto podremos saber si será finalmente el fiscal titular de la causa”. 

Para que se entienda: desde que el tribunal absolviera a Lucas Bustos en julio del 2022 reconociendo su inocencia y su no vinculación al crimen, y ordenara una nueva instrucción para dar con los responsables del femicidio, la causa demoró meses en ser asignada a un fiscal. Luego recaería en el Dr Raymundo Barrera de Cruz del Eje, fiscal que, hábil con el calendario, entre feria judicial y licencias llegó a junio del 2023, mes en el que se jubiló. 

Por la presión de la familia Basaldúa, en diciembre el mismísimo Fiscal General anunció la designación del Lingua el 3 de febrero; eso no sucedió y no hay certeza de que Lingua resulte el fiscal que definitivamente dirigirá la instrucción, puesto que no cumple con los requisitos.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Preguntas sin respuesta

Es mediodía y el cielo se refleja en las ventanas del edificio neoclásico de la calle Caseros; da la impresión que adentro estuviera vacío, que sólo es una fachada. “Hoy, 25 de abril se cumplen cuatro años de la aparición del cuerpo sin vida de Cecilia Gisela Basaldúa” lee Susana de la pantalla de su celular; ella también lleva una remera con el rostro sonriente de su hija. Sigue:

Cuatro años de impunidad y de violencia sistemática por parte del Poder Judicial a quienes pedimos y exigimos justicia por ella. La causa volvió a foja cero en el 2022 luego de pasar por un juicio vergonzoso.

El tiempo pasa y los asesinos de Cecilia siguen libres e impunes. No tenemos fiscal ni respuestas” y continúa “¿Cómo vamos a llegar a la verdad? ¿Qué fue lo que pasó con Cecilia? ¿Por qué tardó tanto en aparecer? ¿Dónde está Mario Mainardi? ¿Por qué la fiscal Paula Kelm ordenó tan rápidamente detener a un joven sin tener pruebas? Todas estas preguntas nos conducen una y otra vez a un círculo cerrado de impunidad entre funcionarios judiciales que se jactan en demostrar un abuso de poder constante”. 

La carta leída en la vereda, casi sobre la calle, concentra todas las preguntas que la investigación del femicidio debiera responder. 

Y la carta también cierra como se espera que cierre la investigación: “Verdad y Justicia para Cecilia Basaldúa”.

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