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Alucinada: Lucina Álvarez, o la maestra desaparecida que se volvió luz y escuela

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Lucina Álvarez fue secuestrada en 1976 y nunca llegó a dar su clase de literatura en la escuela para adultxs de Córdoba y Riobamba, en Buenos Aires. Sus alumnos salieron a buscarla, pero desde entonces sigue siendo una desaparecida. Era escritora, poeta, periodista, docente y militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). A partir de esa historia nace Alucinada, el nuevo unipersonal de Carolina Ayub, actriz, directora, dramaturga, docente e integrante del grupo teatral La Zancada. Un poema de Lucina en una intervención callejera fue la punta del ovillo para la obra cuyo título remite a Lucina y a la luz, para que el dolor no quede solo en eso, sino que se transforme en una posibilidad activa y vital. Alucinada transcurre durante un día de 1976. La portera, el alumnado, el control social, la poesía de esa joven docente, un pizarrón, el Teatro de los Objetos, los libros prohibidos, y el optimismo como metodología para una obra que se presenta los sábados en Mu-Trinchera Boutique.

Texto: María del Carmen Varela

Alucinada: Lucina Álvarez, o la maestra desaparecida que se volvió luz y escuela

Alucinada cuenta la historia de la maestra desaparecida Lucina Álvarez

Con su impecable guardapolvo azul, María entra en escena, nos mira con algo de timidez y da las buenas noches. “Soy la portera, seguro me conocen”, agrega. A partir de ese momento, formamos parte del alumnado que, sentado en las sillas escolares, aguarda la llegada de la maestra de literatura. El teatro que crea y recrea, nos invita en esta ocasión a trasladarnos a otro tiempo y otro lugar. María borra el pizarrón y escribe la fecha con tiza blanca: 7 de mayo de 1976.  Mirando a cada unx de lxs asistentes a la clase, da una noticia: la maestra no va a venir, según le dijeron. Ella se encarga entonces de darnos charla, pone voluntad, sonríe, nos cuenta de un “controlamiento de la población” que está en marcha, para asegurarse de que “todo esté en su sitio”. Nos dice que dos señores muy bien vestidos y pulcros le preguntaron si ella está dispuesta a colaborar. Claro que sí, una escuela limpia, ordenada, donde todxs tengan buen comportamiento, que nadie se escape al baño a fumar, que las chicas no usen pollera muy corta, qué bueno si leen la Biblia, el pelo bien corto y rasurada la barba. María gusta de los ambientes bien aseados, la lavandina es su aliada.

¿Quién es la maestra de literatura que no vendrá a dar su clase? Podriamos decir que la respuesta a este interrogante es el motor de Alucinada. Lucina Alvarez es su nombre y luego de nombrarla, hay mucho por contar. Los datos que figuran en la base de datos de la web del Parque de la Memoria –junto a la foto de su rostro sonriente en blanco y negro– afirman que Lucina tenía 31 años en el momento de su secuestro. Era periodista, docente en el instituto Ilvem y estudiante universitaria. Militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), había estudiado Filosofía y Letras en la UBA, estaba casada y había nacido en España.

Alucinada se inspira en ella, transcurre en el día en que se produjo su secuestro y su ausencia pesa durante toda la obra.

Alucinada: Lucina Álvarez, o la maestra desaparecida que se volvió luz y escuela

Carolina Ayub, protagonista de Alucinada

Morirse de risa, morirse de rabia

La actriz, dramaturga, directora y docente Carolina Ayub es quien después de tomar contacto con la historia de Lucina decidió llevarla a escena, en un largo camino de asombrosas coincidencias. Un 24 de marzo, hace más de seis años participó en una intervención artística callejera realizada en la Plaza de los Aviadores –más conocida como la Plaza del Avión– en Ciudad Jardín, El Palomar, muy cerca del Colegio Militar. Carolina llevó su personaje de maestra con un rollo de papel larguísimo. Antes buscó en Internet algún texto que fuera acorde a la fecha y al rol de maestra y dio con un poema de Lucina Alvarez llamado Morirse, que comienza así:

  • “Ocurre que unos se mueren de risa

 otros se mueren de ganas

 otros se mueren de frío

 otros se mueren de rabia”.

Para utilizar las metáforas del poema de Lucina, Carolina preguntaba: ¿Sabe de qué murió el reloj que tiene puesto? Murió de tiempo. ¿Alguien sabe de qué murió el tren? Murió de horario.  

“Estábamos recordando a desaparecidos, entonces me permití ese juego”, cuenta. Luego de haber encontrado este poema, siguió investigando y supo que Lucina era una detenida-desaparecida.

Grupo de tareas

Tiempo después, Carolina arrancó el Posgrado de Teatro de Objetos, Interactividad y Nuevos Medios en la Universidad Nacional de las Artes (UNA), dictado por la autora, directora, docente y fundadora del mítico grupo el Periférico de los Objetos, Ana Alvarado. “Lo que más me sedujo de ese posgrado es que sí o sí te recibís con una obra, tenés que producir una obra donde plasmes todo lo que estudiaste”, cuenta Carolina. Así fue dando forma a la obra teatral mientras encargaba Perros en invierno, el libro que el año anterior había publicado Omar Álvarez, donde narra justamente la historia de su hermana Lucina.

Carolina se decidió por el personaje de una portera de escuela, para que sostuviera el relato teatral. La obra transcurre durante el día en que Lucina es secuestrada, por eso no va a dar la clase. Lo que no sabía Carolina era que la realidad respaldaba ese dato que para ella era parte de la ficción. Cuando finalmente le llegó el libro, supo que la poeta y docente había sido secuestrada por un grupo de tareas el 7 de mayo de 1976 y al no llegar a la clase de literatura que daba en la escuela nocturna de Av. Córdoba y Riobamba, en Buenos Aires, sus alumnxs salieron a buscarla.

Cuando el archivo alimenta la creación

Al saber que en Ramos Mejía hay una escuela con su nombre, Carolina llamó y la atendió el portero, quien le dijo que le convenía hablar con la ex directora Liliana Leiva. Gracias a ella supo que cuando la escuela estaba buscando nombre, los propuestos fueron Lucina Álvarez y María Elena Walsh. Pocos días antes de la votación, apareció en la basura un libro, una antología llamada Los que siguen, en la que había participado Lucina. Alguien lo encontró y lo llevó a la escuela, donde lo guardan desde entonces como un tesoro. “La obra se llama Alucinada, tiene la luz adentro como palabra y también Lucina está manifestada en el proyector, es nuestro elemento fantasmagórico del cine, aparece la luz y aparece ella en ese pizarrón que quedó con su recuerdo, con sus escritura. Nos quedó Lucina”.

María, la portera, se adueña del tiempo, hace preguntas a lxs alumnxs, les aconseja cómo vestirse, peinarse, sugiere que se acerquen a dios, pega el grito cuando considera que algo está mal. Le dijeron que ciertas cosas son incorrectas y ella se convenció. Con sus afirmaciones y ocurrencias genera risas, hasta nos hace cantar. Esconde cierta inocencia e inmadurez y así permite que el horror organizado ajuste las tuercas de una maquinaria atroz, convirtiéndola en un instrumento más, con su libretita y sus anotaciones. En el banco que ocupaba Lucina, María encuentra algunos objetos de ella: un vasito desplegable de plástico de los que usaban lxs niñxs de la época, algunos libros que según la lista es mejor no leer, y un mapa. Ese mapa estaba en un puesto de fotos de San Telmo, allí Carolina lo vio y lo compró. Está hecho a mano, tiene fotos y está escrita la palabra “atentado”. Los objetos que intervienen en la obra la modelan y la definen, aportan sus cargas históricas y fortalecen la narración. Un banco de escuela de los años 70, el mapa original, la biblia “buena”, libros prohibidos. Carolina investigadora: “Me fui a los archivos para ver qué libros habían prohibido, saqué el motivo de la prohibición y compré un libro que dice cómo se prohibían los libros en dictadura. Aprendí un montón”.

Preciado, Susy Shock y el optimismo

Como objeto nuevo y construido con la memoria, aparece un “libro de los recuerdos” de la vida de Lucina hecho por la artista plástica, actriz y titiritera Ada Dorrego y ese bello recurso da pie para saber que Lucina nació en un pueblo español de montañas en 1945 y que a los dos años vino con su familia a la Argentina buscando un mejor destino dejando atrás una España devastada por la Guerra Civil. Admiradora de Lorca, Hernández y Machado, Lucina integró junto a su marido, el escritor Oscar Barros, la Agrupación Gremial de Escritores. El unipersonal tiene la intención de “mostrarla a ella como militante –afirma Carolina–, y como  una mujer activa, porque el dolor es tan grande por los desaparecidos que se los narra mucho o no se habla desde ese dolor. Acá intento que se hable por todo lo que hicieron. Esta mujer se volvió escuela”.

La música de la obra fue compuesta especialmente por Ezequiel Canosa, de Puerto Madryn, y el trabajo de la directora y artista visual Ro Larocca colabora con la intención de no darle lugar al olvido. Alucinada llevó más de siete años de proceso de creación, pandemia mediante, y ve la luz en un momento en el que un candidato cuestiona si los desaparecidos fueron 30 mil y una candidata califica como “pro terrorista” a la película Argentina, 1985. Carolina: “Yo quiero contar ahora esta historia. Leo a personas como Paul Preciado o Susy Shock diciendo que el optimismo es una metodología, me lo repito y con eso trabajo pese al dolor. Entonces casi que es una construcción de optimismo esta obra. Queremos que Lucina sea luz”.

En sintonía con el impulso que hace vibrar la producción creativa de Carolina, hay otro poema de Lucina, Un favor a la poesía, que refleja ese sentir:

  • “Amigos míos
  • No vayamos a olvidarnos de la luz
  •  Que no está allá arriba ni tan lejos
  •  Sino aquí
  • Por estos lados.

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Sábados 21 hs, desde el 4 hasta el 18 de noviembre

Dramaturgia: Carolina Ayub

Actriz: Carolina Ayub

Vestuario: Lucía Delgado

Escenografía: Nabila Hosain

Diseño de luces: Horacio Novelle

Diseño Multimedia: Ro Larroca

Música original: Ezequiel Canosa

Asesoramiento en manipulación de objetos: Ada Dorrego

Asistencia de Dirección: Micaela Cabovianco, Julieta Costa

Producción: La Zancada Teatro

Dirección de actores: Aldana Pellicani

Duración: 50 minutos

Alucinada: Lucina Álvarez, o la maestra desaparecida que se volvió luz y escuela

Nota

Bajotierra: una obra conmovedora sobre la muerte por asbesto en el subte

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Es interpretada y dirigida por la hija de un operario fallecido a causa de contaminación del material: Camila Pacci concibió esta obra en pleno duelo de su padre, Jorge Pacci, y logró una pieza artística sensible y potente que le da otra difusión a un tema silenciado. “Jorge, mi papá, trabajaba en el subte. Limpiaba 36 vagones por día, a puerta y ventana cerrada. Trabajó 7 años, a sus 56 años fue enterrado en Chacarita, a dos cuadras de su trabajo: el Taller Rancagua de la Línea B”, dice en escena y afirma a lavaca: “Para mí lo más importante es que se sepa, que se entienda claramente lo que pasó. Del asbesto nadie sabe nada, pero es importante decir que es peligroso y que te quita la vida”. Última función este domingo, a las 19hs en Área 623 (Pasco 623, CABA).

Por Anabella Arrascaeta

Primero, la respiración. Suave, casi imperceptible. El aire entra sin esfuerzo, y sale.

Pero la música sube, 

y la respiración 

crece 

de 

poco. 

Y ahora se mueve la espalda, imaginamos que lo hace también el tórax pero no lo vemos de frente. El impulso llega hasta los omóplatos, se traslada a los brazos, recorre las manos. El ritmo ya es frenético y toma todo el cuerpo de Cristian Franco, uno de los dos intérpretes de la obra teatral Bajotierra. 

En escena entra ahora Camila; se para en el centro de la caja negra, escenario de Área 623. Estamos en la Sala Ventana, y Camila nos permite mirar artísticamente un proceso personal: ella es hija de Jorge Pacci, trabajador del subte fallecido por mesotelioma de pleura en marzo de 2021, una enfermedad producida por la exposición al asbesto en el subte de Buenos Aires. 

Camila está a punto de recibirse de licenciada en composición coreográficas en la Universidad Nacional de Artes (UNA), donde ganó el Premio Estímulo a la Creación 2023 con esta obra de danza que además de interpretar, dirige. Y sí: en Bajotierra Camila relata la muerte de su papá. 

Los 36 vagones de la muerte

Bajotierra fue el proyecto de tesina de Camila, quien comenzó primero a investigar sobre otros temas; corría el 2022 y se encontraba en pleno duelo cuando empezó a pensar en crear una obra que pudiera ser también una despedida a su padre.Se puso a investigar sobre el asbesto. 

¿Qué encontró? El asbesto es un mineral natural que se emplea como aislante en revestimiento de construcción; por ejemplo, en los vagones de subte que en 2011 la Ciudad de Buenos Aires, con Mauricio Macri como jefe de Gobierno, compró a España. 

Fueron 36 vagones de subte para la Línea B que en habían sido retirados de circulación once años antes. Siete años después, notas periodísticas del país europeo dieron a conocer que había un trabajador del Metro de Madrid enfermo de asbestosis por la inhalación de asbesto que desarrollaba tareas en una flota de los mismos vagones comprados por Macri.

Las fibras del asbesto son flexibles y se descomponen con facilidad; y cuando esto sucede el material queda en el aire, puede ser inhalado, lo cual provoca graves patologías en el cuerpo. Trabajadores de la línea B manipulaban diariamente piezas de esos vagones para adaptarlos a la estructura porteña; en seguida al sindicato argentino se les prendió la alarma y gracias a su lucha el 20 de febrero de 2018 Subterráneos de Buenos Aires (Sbase), dispuso sacarlos de servicio ante las sospechas. 

Ya era tarde.

Desde entonces, la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP, conocida como Metrodelegados) realizó cientos de paros (el sindicato los llama medidas de autodefensa) para denunciar la exposición a asbesto de los trabajadores y trabajadoras del subte. Es que la situación es alarmante y trágica: al día de hoy en el subte hay 3 trabajadores muertos, 6 trabajadores con cáncer y 86 trabajadores afectados con neumoconiosis por exposición a asbesto. Además 2.150 ingresados al Relevamiento de Agentes de Riesgos para que les realicen estudios. 

Uno de ellos es el papá de Camila.

Camila se acercó al sindicato que la acompañó en el proceso creativo, y hasta le consiguieron un lugar para poder ensayar la obra. Ella recogió el guante para visibilizar desde otra perspectiva esta misma problemática. Dice en el escenario: “Jorge, mi papá, trabajaba en el subte. Limpiaba 36 vagones por día, a puerta y ventana cerrada. Trabajó 7 años, a sus 56 años fue enterrado en Chacarita, a dos cuadras de su trabajo: el Taller Rancagua de la Línea B”. 

Hay arte, pero no hay metáfora.

“Ellos se llaman familia subterránea. Y realmente son personas muy cálidas, muy familiares. Así me recibieron. Conocerlos me cambió”, dice a lavaca Camila, que tenía como objetivo poner en escena lo que pasó. “Para mí lo más importante es que se sepa, que se entienda claramente lo que pasó. Del asbesto nadie sabe nada, pero es importante decir que es peligroso y que te quita la vida”. 

Debut y despedida

En los costados del escenario el asbesto está representado: parece ser algodón o espuma, algo pesado, denso. “Mi nombre es Camila, no es que me interese no morir pero, como todos ustedes, quisiera que sea sin dolor”, dice en el centro de la escena. Después, el otro intérprete, Cristian Franco, representa la muerte de Jorge. Entonces Camila pregunta: “¿Cómo hacer aparecer algo que es invisible y letal?”

Camila lo lleva a escena, como una forma de memoria y también de justicia a la vida de su padre. Relata a lavaca: “Hay algo de mi viejo que se hace presente, aparece el peso de su muerte. Desde ya que tiene un peso enorme para mí, pero también lo tiene para los trabajadores del subte. La obra es un punto de encuentro: lo quise así, un puente hacia ellos. La obra era una despedida, pero cuando empecé a leer todo lo que hacen y lo que hicieron, me inspiraron, la obra cambió por ellos”. 

Bajotierra: una obra conmovedora sobre la muerte por asbesto en el subte
El asbesto, representado en Bajotierra. Foto: Micaela Novoa / Bajotierra

Cuando Bajotierra se estrenó, el gremio se encargó de garantizar entradas gratuitas a dos de las funciones funciones para todos los trabajadores y trabajadoras que quisieran ir. En las funciones llenan toda la primera fila del teatro, mínimo.. El resto se distribuye por las butacas de más arriba, y muchos están con sus familias. Cuando la obra termina aplauden de pie, emocionados, con lágrimas de dolor pero también de orgullo.  

  • La última función de Bajotierra es el domingo 17/12, 19hs en Área 623 (Pasco 623 – Balvanera)
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