Nota
11° Posta Sanitaria Cultural en MU: “El mercado nos enfermó, la salud la va a traer el arte”
Once semanas de las Postas Sanitarias Culturales, junto a la voz de Susy Shock, y las guitarras de Caro Bonillo y Andrea Bazán, siguen coloreando de arte y autogestión las calles porteñas. Guernica, cotorras, aborto legal y el amor, entre milongas, chacareras y tangos sudacas. El video, la crónica y el reportaje fotográfico.

La Posta Sanitaria Cultural arrancó con las palabras que la artista Susy Shock dijera de manera espontánea algunas postas atrás y que, a esta altura, ya se convirtieron en Manifiesto. Leído por las poetas de Somos Centelleantes hace dos viernes y hoy por las Cotorras, con la persiana negra de Mu Trinchera Boutique como fondo, actrices y actores que conformaron el ciclo Cotorras durante dos años consecutivos los primeros jueves de cada mes en la casa de Lavaca, lucieron y sacudieron sus plumas verdes e imitando el característico sonido de esas aves, cotorrearon el Pequeño Tutorial para el artista desprevenido, que invita a volver a habitar el barrio, la cuadra, a tomar el desafío de re-crearnos. «El mercado nos enfermó, la salud la va a traer el arte».

Luego, las Cotorras volaron a un costado y la persiana se fue levantando hasta dejar a Susy, con sus vistosas flores amarillas adornando su cabello, junto a Caro Bonillo y Andrea Bazán a la vista. «Somos plaga, somos cotorras», se entusiasma Susy y arranca el show poético-musical con una chacarera. «Necesitamos sanar, Viviana», le dice Susy a una vecina del barrio que se acercó a escucharla con Jimena, su hija. Y le canta una canción de cuna.

Cuenta Susy que Sara Hebe fue a cantar a Guernica y propuso que lxs artistxs hagan un festival allí. Se le ocurre entonces a Susy cantar un tema de Teresa Parodi que dice: «Tenemos mucha tristeza, nos sacaron el ranchito». Le sigue «Ramita seca» el tema de Aldana Bello que desde hace algunos viernes es la canción con la que los pañuelos verdes se agitan al son de esta vidala.

Las chicas vestidas con mamelucos blancos rocían alcohol en la palmas abiertas de todes les presentes y ayudan a mantener la distancia establecida. Miradas curiosas desde autos y colectivos, público fugaz que enfoca con sus celulares para registrar ese instante, también están quienes pasan caminado y se quedan. Pies que se mueven al compás, manos que aplauden, ojos que brillan y las palmas que agradecen posándose sobre el vidrio.

Susy invita al poeta y cantautor tucumano Mariano Barrionuevo a sentarse en la butaca y le dedica el tema de Milton Nascimento «Los bailes de la vida». Mariano escucha y luego es su turno para cantar, desde su lugar del lado de la vereda, y con acompañamiento de caro bonillo en la guitarra.

Al cantar «Tango Sudaka» Susy cambia la letra y entona «para de cacerolear» y agrega: «¿Cuando vas a cacerolear por Guernica, por las pibas que matan, por el aborto legal seguro y gratuito?».

Le siguen una milonga, un milongon y el final a pura cumbia.
Dice Susy: «Gracias a todas, a todos, a todes por el amor, una palabrita que es verdad que desde la disidencia venimos discutiendo, pero estuve tratando de encontrar otra que la reemplace porque en realidad hay que oxigenarla, re-crearla, re-abrazarla, re-confeccionarla, no encontré otra que me signifique tanto amor para las pares, para el canto, la tierra de una, las amigas, tu tribu. ¿Qué otra palabra hay que no sea amor? No eso que nos enseñaron yo quiero usarla, perdóneme familia disidente. No estoy hablando de Disney”. Luego, cantó: «La cumbia del abrazo».

«Vamos soñando el regreso y el regreso será en la calle. Nos vamos a juntar a celebrar», se despidió y luego posaron músicas, músico invitado y cotorras para la foto final. Terminó así una posta más y, cómo cada viernes, la alegría de encontrarse con otres, la caricia de la música y la vereda que ofrece -en su constante movimiento- el mejor paisaje.

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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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