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30.001

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Este ex albañil de 76 años que tuvo el coraje de prestar su crucial testimonio en un juicio por genocidio, está desaparecido desde el 17 de septiembre. La hipótesis del shock emocional es casi tan temible como la del secuestro policial: las personas que buscan justicia abandonadas a su suerte, en un país donde la impunidad no es una pieza de museo y la defensa de los derechos humanos vuelve a estar en los pies de quienes salen a la calle con una consigna: aparición con vida. Nilda Eloy, la otra querellante de esta causa, calcula: “Menos de un 5 por ciento de los represores están en la cárcel. Mientras el otro 95 por ciento esté libre, nosotros estamos en peligro. No hablo de nosotros los testigos, hablo de nosotros como sociedad”. De eso se tratan las movilizaciones e iniciativas por la aparición con vida de Julio López, para reafirmar dos palabras: nunca más.

Jorge Julio López, 76 años, ex albañil, testigo crucial y querellante en el primer juicio oral y público por genocidio tras la anulación de las leyes de impunidad, no contaba con cuidado ni protección alguna. Está desaparecido desde el 17 de septiembre. Fue un desaparecido durante la dictadura. Es un desaparecido ahora en democracia. En la Casa de Derechos Humanos que comparten varias organizaciones de la provincia de Santa Fe apareció un volante con su foto y la siguiente leyenda:
“Jorge Julio López terrorista 30.001. ¿Quién será el 30.002?”
Jorge Julio López fue durante dos años y medio un desaparecido, pero tuvo el extraño privilegio de sobrevivir para contarlo. Estuvo prisionero en un circuito clandestino de detención que representa el nido de los amos de la vida y de la muerte en esa ciudad de La Plata de tiempos de la dictadura y de la policía comandada por Ramón Camps y su secuaz, Miguel Etchecolatz. “Tenía cara de mono”, describió López en su primera declaración en los llamados Juicios por la Verdad. No sabía todavía el nombre de ese “mono” que terminó condenado a prisión perpetua y que en los tiempos en que López era una desaparecido acompañaba a Camps en las torturas. A López le quedó el pecho marcado con los rastros de la picana y por eso ofreció mostrarle sus heridas a los jueces como prueba. Él, junto a tantos otros, lograron así reconstruir con lo que tenían –pedazos de nombres, fragmentos de lugares, terrores y heridas- ese nido de impunidad de la policía bonaerense: lo allí pasaba y quiénes pasaban. Nombraron a los represores y nombraron a sus víctimas.
El 18 de setiembre López iba a terminar un capítulo de esa historia que comenzó cuando lo secuestraron, el 27 de octubre de 1976 y que a lo largo de 30 años tropezó con las más increíbles formas de impunidad. La causa que lo tuvo como testigo puede ser también considerada un nido: solo contabilizando los últimos tropiezos judiciales, tuvo desde marzo de 2000 –fecha en que se llevaron adelante las audiencias de los llamados Juicios por la Verdad- tantas idas y vueltas que cuesta creer que en el momento crucial, López no estuviera allí para escuchar el fallo. Pero no estuvo. No hay metáforas para explicar el por qué: una vez más, nadie vio qué pasó.

Romper el silencio
“Callate la boca y no digas nada”, le dijeron cuando lo soltaron dos años y medio después, luego de haber soportado cuatro centros clandestinos de detención –el Pozo de Arana, la Unidad de Cuatrerismo, la Comisaría 5 de La Plata y la Comisaría 8, también de esa ciudad- hasta que lo “legalizaron” poniéndolo a disposición del Poder Ejecutivo Nacional en una cárcel, de donde salió finalmente el 25 de junio de 1979.
Pero López habló –como tantos otros- y el represor Miguel Etchecolatz fue condenado. Sin embargo, la historia no terminaba allí: el nido de impunidad que denunció López involucra a –por lo menos- 62 militares y policías. Sólo 7 están detenidos.
Ahora, López volvió a ser un desaparecido.
En tanto, el funcionario que en la actualidad oficia como ministro del Interior -Aníbal Fernández- se reunió con el grupo que impulsa la causa por el genocidio cometido por el Estado argentino durante la dictadura, y realizó una revelación asombrosa. Les dijo que la desaparición de Jorge Julio López le produce preocupación, pero que se trata de “un problema provincial”.
Adriana Calvo, en cambio, sostiene ante lavaca: “A Julio López lo secuestró la Policía Bonaerense. Y que siga desaparecido es una respuesta a la condena por genocidio contra Etchecolatz”.

El caso
Desde que Jorge Julio López desapareció, hubo diversas formas de explicar la ausencia:

  • Un shock emocional que pudiera causarle pérdida de memoria, o alguna forma de extravío.
  • Simple y puro miedo, y que López decidiera esconderse en alguna parte ante la exposición que significaba la condena de Etchecolatz.
  • El secuestro: la desaparición forzada por sectores policiales o “bolsones” de represores en actividad (la idea transmitida hace ya una semana por lavaca tras conversar con ex detenidos desaparecidos, ratificada por el ministro bonaerense León Arslanián y luego por el propio gobernador Felipe Solá).

López había sido un testigo fundamental en el juicio. Explicó detalladamente su propio secuestro y torturas, pero además el modo en el que fueron sometidos y asesinados Patricia Dell’Orto y Ambrosio De Marco, y la participación de Etchecolatz en esos crímenes. Además fue uno de los tres querellantes en la causa, junto a la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos y a otra sobreviviente del terrorismo de Estado, Nilda Eloy.
Teniendo en cuenta estos datos, ¿tenía Jorge Julio López alguna forma de cuidado o protección?
Adriana Calvo: “Ninguna, en absoluto. La verdad es que nadie pensó en el tema, ni el gobierno ni el Tribunal”. En el caso de la propia Asociación, “lo que nos pasa es que pensamos: ¿quién es que nos va a cuidar? ¿La Bonaerense? ¿Los mismos que nos secuestraron? Nunca en todos estos años de democracia hemos pedido esa protección” reconoce Adriana. “Por el lado del gobierno es imprevisión, irreponsabilidad, le quitaron importancia. Jamás se pusieron a pensar en esto”.
Nilda Eloy, la otra querellante, calcula:
-La realidad te indica que menos de un 5 por ciento de los represores están en situación de cárcel. Mientras el otro 95 por ciento esté libre, nosotros estamos en peligro. No hablo de nosotros como “testigos”, nosotros como “sobrevivientes”, hablo de nosotros como sociedad.
-Pero el caso de López tiene la particularidad de tratarse de un testigo muy importante, incluso para futuros juicios.
-La desprotección es hacia todos. Si nos vamos a lo chiquito, a este juicio solamente, te pido que pienses: ¿Para quién hubo medidas de seguridad? Para el reo (Etchecolatz), para el abogado del reo, y para el testigo del reo, Raúl Alfonsín. Punto. Nada más. En el Estado no se evalúa que la seguridad pasa por otro lado: que no haya impunidad, que haya justicia plena, que no se nos rían en la cara en plena calle.
-¿No se consideró que alguien como López podía estar en peligro?
-No. Parece que éste fuera el tema de un grupito, unos locos que estamos reclamando. Y nos dan esta respuesta: acá estamos, miren lo que podemos hacer. Un secuestro en la cara, como si fuese la Triple A en 1974. (Triple A, o Alianza Anticomunista Argentina, fue el grupo paramilitar que dio inicio a la represión ilegal previa al golpe de 1976).

Los que no se resignan
La hipótesis de que López se haya escondido por miedo, cada vez más descartada, es en sí misma temible, por lo que indica acerca del desamparo en que se encuentra una persona que quiere impulsar la justicia. Con la teoría del “shock emocional” ocurre algo similar: si existió tal shock, sólo puede ser visto como la consecuencia de las enormes dosis de miedo a vencer, pesadillas de décadas y compromiso de cuerpo y alma que una persona debe poner en juego en una situación como esta.
En realidad, siempre ocurrió lo mismo. Fueron personas concretas las que hablaron, revelaron, dijeron lo que había pasado. Personas como López son las que han hecho que la justicia no sea una mera metáfora en los escenarios. Cuando Jorge Julio López declaró por primera vez en 1999, el objetivo ni siquiera era el castigo de los responsables, sino simplemente el conocimiento de la verdad. Y esas declaraciones (de López, de Nilda Eloy, y de cientos de testigos) se hicieron en el marco de un tremendo silencio oficial, estatal, mediático y social. Y ese conocimiento de la verdad, y la movilización, y la acción de organismos de derechos humanos, es el que fundó el clima para la anulación de las impresentables leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Y eso motorizó los juicios como el actual. Son décadas y décadas de luchar contra la resignación y el silencio. Así se entiende el estallido de H.I.J.O.S el día de la sentencia a Etchecolatz, con lágrimas, gritos, abrazos, la emoción de sus abuelos, y algo que corearon juntos:
“Vas a la cárcel, Etchecolatz, no es el Estado, es la lucha popular”.
Actualmente hay toda una movilización de fuerzas buscando el paradero de Jorge Julio López. La pregunta es: cuando era crucial protegerlo realmente ¿tuvo López algún apoyo, acompañamiento? Ninguno, salvo el de los otros testigos, como si se tratara de un problema privado. Consulta a Nilda Eloy:
-¿Tiene lógica en este marco la posibilidad de que López haya huido o se haya escondido por miedo?
-No. Él estaba chocho, radiante. Había declarado por primera vez en 1999, en los Juicios por la Verdad. Lo hicimos juntos. Pero esta era la primera vez que iba a declarar con el apoyo y la compañía de sus hijos. Eso lo tenía feliz. Al contrario, estaba medio enojado porque Etchecolatz no estuvo el día que él declaró, y quería ir a la lectura de la sentencia para verle la cara.
-¿Y la hipótesis del shock emocional?
-No. Con lo único que encaja esto es con un secuestro.
Adriana Calvo sabe que todo esto es una especie de diálogo con el mal: uno de los campos de concentración, el Pozo de Quilmes, era llamado El Infierno por sus administradores; “de aquí nadie sale”, decían para justificar el nombre. Tal vez por eso calcula: “Una vez que lo secuestraron, también lo pueden hacer aparecer en un puente al lado de dos linyeras, como si hubiera fallecido de muerte accidental”. En la Argentina de monseñor Enrique Angelleli, ya hay experiencia sobre el contenido real de ciertas muertes accidentales.
De todos modos la insistencia de algunos medios acerca del shock emocional la irrita: “¿Y éste, para quién trabaja?” dice sobre uno de los empleados del periódico Página 12 que sostuvo tal teoría en una nota del martes, como para moderar las declaraciones del propio gobernador Felipe Solá, quien reconoció que López podría ser “el primer desaparecido en democracia”. Esa frase, luego, recibió la respuesta de Rosa Schönfeld, la madre de Miguel Bru, estudiante de periodismo desaparecido en 1993, secuestrado también por la Policía Bonaerense: “Se olvidó de Miguel y de unos cuantos más”. (Puede mencionarse, entre otros, el caso de la desaparición de Iván Torres en Comodoro Rivadavia en octubre de 2003, en el que tres posibles testigos murieron asesinados y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos exigió al Estado argentino que tome recaudos para defender a los otros testigos de una causa con olor a policía, petróleo e impunidad, sumadas al silencio oficial. Aunque tal vez se trate de un problema provincial).

 Desconfiar del Estado
Nilda Eloy ya recibió llamadas de testigos que iban a presentarse a los futuros juicios orales y públicos contra represores:
-Llaman y dicen: yo no declaro. Es miedo, difícil de controlar.
-¿Y usted, Nilda?
-El miedo nunca se pierde. Pero no te podés paralizar. En algún momento una aprende a que el miedo sirva de motor. Lo que quieren es volver a manejarnos con el terror. Y la respuesta tiene que ser “no”. Como sociedad no podemos permitirnos eso. Vamos a seguir declarando, vamos a seguir adelante con los juicios.
La propia Nilda ahora cuenta con custodia, pero sus amigos relatan que ni ella quiere subirse al auto de sus guardianes. “El otro día estábamos en una reunión, se tuvo que ir, y armamos una colecta entre todos para que tomase un remis. Y atrás iba la custodia”, cuenta Adriana Calvo.
Nilda tuvo que salir de esa reunión cuando recibió un urgente llamado de su hija, 21 años, que estaba sola en su casa. Cuenta Nilda: “Empezaron a llamar, ella se daba cuenta que había alguien del otro lado de la línea, pero no le contestaban, y tampoco cortaban”. El miedo se apoderó de la joven. Nilda misma recibió una llamada el día anterior a la desaparición de López: “Me pasaban algo que quiero creer que era un simulacro de sesiones de tortura”.
Adriana Calvo no cree en las intenciones del gobierno.
“No tenemos ninguna confianza en estos discursos tan defensores de los derechos humanos. Se parte de un Estado ausente, con testigos y víctimas que le tienen desconfianza al Estado por la impunidad de décadas. No es solo la desconfianza por la impunidad de ayer, sino porque venimos con la certeza de que hay tipos vinculados a los campos de concentración en la policía actual y eso lo confirmamos al hablar con (León) Arslanián”.
Por eso considera que la desconfianza “va más allá del aparato de seguridad. Es el Estado. El mismo gobernador Solá, que ahora parece tan cercano a este tema, ¿qué hizo en estos últimos años, yo pregunto? ¿Qué hizo mientras las leyes de impunidad y obediencia debida estaban vigentes? Nunca lo escuché quejarse o pedir la anulación. ¿Y Kirchner? ¿Qué hizo antes del 2003 por la nulidad de las leyes de impunidad? Desde el represor hasta el gobernador o el presidente, no tenemos confianza”
Adriana recuerda que en su reunión con Felipe Solá, el gobernador pareció molesto y dijo “acá parece que partimos de la desconfianza”. Obviamente era así. Pero a partir de ese recuerdo, analiza una cuestión decisiva para entender el presente:
“Estamos ante un Estado que aniquiló, que impunizó, que reivindicó. Y que de buenas a primeras anula las leyes del perdón. Pero todos los personajes que aniquilaron, impunizaron y reivindicaron, ahora están de nuestro lado diciendo: bravo, bravo, hagamos justicia ¿En eso quieren que confiemos?”

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

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Todo lo que se narra a continuación sucedió mientras, en el Congreso, la policía reprimía a mansalva a jubilados, periodistas –incluido Lucas Pedulla, integrante de lavaca– y personas que se acercan a movilizarse cada miércoles. Fin.

Crónica de Franco Ciancaglini. Fotos de Sebastian Smok.

La historia comienza así: el partido del gobierno La Libertad Avanza organizó un acto de cierre de la campaña del vocero presidencial y candidato a legislador porteño Manuel Adorni, en Plaza Mitre, Recoleta.

El montaje del escenario afirma: “Adorni es Milei”.

Se espera que ambas personalidades estén y hablen hoy.

Pero falta para eso.

Media hora antes de la convocatoria, en distintas esquinas de la avenida Libertador, hay grupos de personas que, muy organizadas, esperan.

En las esquinas la mayoría va vestida de negro pero, en un acto de magia política, luego se las verá llegar a la plaza con la misma remera violeta, puesta arriba de sus verdaderas remeras o incluso de buzos y camperas.

Un notero de TN primero y luego de C5N hablaron con estas personas, que confesaron haber sido convocadas para trabajar en “prevención” bajo la promesa de una paga de 25 mil pesos.
El Whatsapp de la convocatoria, revelado a cámara por uno de ellos, decía: “Ahy (sic) un acto político de 17 a 21. 25 mil pesos. El que quiere se anota”.

Finalmente no era para prevención, sino para “presencia”.

Pero lo peor no es nada de esto, sino que finalmente no les pagaron los 25 mil, sino que quisieron darles 10 mil; ante la presión, algunos recibieron 20 y otros, nada: “Porque no me quiero poner la remera esa sucia no me quieren pagar”, denunció el más sincero ante las cámaras.

Fin.

Lo cierto es que estas columnas de unas 50 personas cada una fueron las que lograron ocupar una plaza Mitre que estaba semivacía.

Temprano, los remera violeta se negaban a hablar con la prensa, aún disciplinados por la promesa de la paga. Luego, ante la deflación de lo prometido descargaron su bronca ante las cámaras dejando en evidencia cómo trabaja el puntero Sebastián Pareja en la provincia de Buenos Aires, de donde provenían estas personas, para el cierre de una campaña porteña.

Alicia es jubilada pero no está marchando alrededor del Congreso, sino que está acá, colándose entre los violetas para saltear unas vallas y pasar más rápido hacia el sector del escenario. Hace un año y medio que se afilió al partido en la Comuna 13 Belgrano, Núñez. Habla de Milei como obnubilada, apurando su paso como ansiosa por la posibilidad de verlo en vivo. Faltan, al menos, dos horas.

Describe a Milei como un “bocho en economía” y se ríe al recordar que en la última elección, hace dos años, votó al actual jefe de gobierno, Jorge Macri. Está claro que no repetirá voto: “Está la ciudad muy abandonada. Mucho linyera, ratas por todos lados. En mis 82 años nunca había visto ratas en la ciudad”. Voto cantado: Adorni, a quien define como “alguien muy correcto”.

Sobre el otro Macri, el Mauricio, dice que “en su momento gobernó bien” pero ahora lo ve fuera de escena. No está al tanto de sus últimas apariciones contra Caputo, Karina y al propio Presidente, o no le interesan.

Alicia prefiere no hablar más y busca un lugar cerca del escenario para ver a su Presidente.

Lucía y Paula, también jubiladas, vinieron de Vicente López y prefieren mirar la escena desde atrás de todo. Es que llevan dos perritos de raza, o de diseño: Coca y Cola. ¿Qué les gusta de Milei? “Te puede gustar o no pero él habla desde el sentimiento. De lo que sentimos muchos”, dice Paula. Lucía suma: “Me gusta porque va a fondo”.

Sobre Mauricio Macri: “Yo lo voté. Ahora, de política no entiendo mucho, pero me da un poco de tristeza porque creo que tienen (con Milei) más coincidencias. Pero tiene que haber una oposición con responsabilidad. Tal vez Macri sea la oposición”.

Marta también es jubilada de 87 años bien llevados. Por qué vino acá (y no al Congreso): “Porque quiero escuchar quiero informarme quiero saber. Son tantos años de lo otro, que esto merece una oportunidad”.

Sigue sola: “El tono no me gusta. Cuando dice malas palabras es un mal ejemplo para la juventud”.

Qué le pedirías al gobierno a nivel Ciudad: “Por favor que saque las villas. La 31 es infernal”. Se pregunta y se responde: “¿Porque avanzaron tanto? Porque les han dado plata”.

¿Marra? “Sí, me gusta. Qué paso ahí, no sé. Me gusta, te soy sincera, pero ahora hay que unir fuerzas”.

¿Está de acuerdo con la medida anti-inmigratoria? “¿Vos te podés hacer ciudadano dinamarqués, o paraguayo? Acá entran todos. Los chorros, los burros. Y si no les gusta que se vuelvan a sus países”.

¿Y la pobreza? Marta cambie el eje: “Basta de decir ‘hagan lío’. Francisco se terminó. Basta de decir la iglesia de los pobres. Pepe Mujica era comunista. Se han hecho ricos con los pobres”.  

Precisamente Mujica pareciera que no. Ella: “No sé. Déjame dudar. Pero basta”.

¿Qué representa para vos Mujica y qué Milei? “Apoyo a Milei y lo nuevo. Y que dios nos ayude”.

¿Y si sale mal? “Creo que ya no voy a estar con vida. Que se arreglen los que quedan”.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Fotos: Sebastian Smok

A su lado hay un joven con una pala gigante. Posa sonriente para decenas de cámaras. Parece haber logrado su objetivo: llamar la atención.

Se llama Santiago y se tomó dos colectivos desde “la zona más fea de la provincia”, Florencio Varela, donde vive. Tiene 21 años, camisa manga larga a cuadros y una enorme mochila roja sobre la que ató un pañuelo celeste.

Cuenta sobre el sentido de la pala: “Hay que trabajar en este país. Nada se puede conseguir gratis. Todo es trabajo en la vida”.

De qué trabaja: “Soy Rappi y Pedidos YA”. ¿Cuánto gana? “Un poco, mi mamá me decía: muy bien Santiago, ese dinero lo sacaste de tus esfuerzos”. No dice números. Y finalmente revela que ahora ya no trabaja.

Al joven de la pala lo interrumpe Franco, otro joven, vestido de traje, que quiere sacarse una foto con el instrumento. Me da la cámara y posa de mil maneras para fotos que luego subirá a su Instagram. Franco Vera, sabré después, es un joven militante que ha irrumpido hace pocos meses en el colegio Nicolás Avellaneda de Palermo –estando él domiciliado en el conurbano- para postularse como Presidente del centro de estudiantes de la institución.

Franco Vera es de estatura pequeña pero en el debate del centro de estudiantes miró a sus contendientes de la lista oficialista, asociada al peronismo, y al ver que eran 8 personas dijo: “Yo estoy solo pero me la aguanto”. Primera gran ovación del público que recién lo conocía en un debate que ganó con comodidad con palabras clave como fútbol, Messi, Dios, diversidad.

Su lista, hasta antes del debate compuesta por él solo, se llama Ruge el cambio.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Vera, candidato a presidente por la lista Ruge el cambio del centro de estudiantes del colegio Nicolás Avellaneda.

Ahora tiene una decena de seguidores, más después de su segunda jugada: hacerle una cámara oculta a la directora. En la cámara, subida a las redes, se ve cómo la mujer lo apercibe por una serie de hechos difíciles de entender desde afuera, supuestas actitudes de Franco desde que llegó al colegio. Es cierto, se lo nota sobre excitado y concentrado en su carrera estudiantil. Y si bien el video no lo muestra, él asegura que el objetivo de la directora es censurar a Ruge el Cambio para que no se presente –y gane- las elecciones del centro.
Así utilizó la cámara oculta para denunciar la censura institucional.

Su historia merece un documental aparte, que no entra en esta nota. Sobre la elección porteña, él no puede votar. Y pese a las preguntas sobre la actualidad él hablará como representante de los jóvenes de LLA en tono candidato y pedirá que sea a través de videos: “Menos Estado es menos peso al sector público. O sea… Si una persona no capacitada no nos sirve, ¿para qué lo vamos a tener como empleado? Necesitamos tener personas capacitadas. Hay que aprender en esta batalla cultural que los que nos gobiernan son personas normales, no son entes superiores, no tienen título de nobleza”.

¿Los Menem no serán parte? A Franco no le entra una bala: “Los jóvenes somos el cambio” responde en casete y mostrando su sonrisa de dientes con aparatos. Corta la charla para seguir sacándose fotos que subirá tanto a su Instagram como al de la agrupación Ruge el cambio, actividad que le sale muy bien: durante la tarde noche logrará cosechar selfies con personajes como el Gordo Dan o el diputado Martín… Menem.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Lila Lemoine apareció vestida de playera de YPF.

Otras celebridades que se llevan las miradas:

El Zorro con la bandera de Argentina.

Mickey Mouse con un cartel que dice “Aguante Adorni”.

Lila Lemoine vestida como playera de YPF.

Una mujer que tiene tatuada en la cara, justo arriba de su ceja, la palabra “Castrate”. Hay que acercarse bien para entender bien de qué va… o no tanto. En su cachete izquierdo amplía las siguientes consignas:

  • Castrá
  • Adoptá callejeritos
  • Educá
  • No compres
  • No + piroctenia

Son tatuajes.

En la cara.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Franco Carcedo es autor de un libro recién salido del horno que se llama Milei: Conexiones filosóficas. Lo escribió junto a su esposa en La Pampa, donde vive, de donde llegó hoy 7AM y a donde vuelve hoy mismo a las 22. Vino, además de para ver a Adorni y Milei con el objetivo concreto de vender su libro. Lleva 5 ejemplares en la mano, y cuenta que ya vendió otros 5. “Es un camión”, anuncia. Y cuenta sobre su contenido: “El libro relaciona distintos acontecimientos que sucedieron durante la vida de Javier Milei, lo que hizo y muchas veces lo que dijo y dice”. ¿Un ejemplo?

Lo que sigue es literal y no está trucado ni escrito maliciosamente: es parte del libro editado por la editorial Dunken, que cualquiera puede comprar. Dice Franco: “Cuando habla de la felicidad él sin saberlo está hablando de algo que dijo Oscar Wilde en 1888”. ¿Cómo? “Cuando Milei dice que la felicidad es no tenerle miedo a la muerte. Oscar Wilde dice algo parecido”.

La pido mejor hojear el contenido; al inicio hay dos citas. Una de Napoleón que dice: “Los hombres excepcionales son parte de un momento excepcional”. Y otra de Javier Milei: “No seré reconocido como economista sino como rockstar”. Ahí nos vamos entendiendo.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Carcedo y su libro.

En el libro, profundiza Franco, “hay referencias a Nietzche, Maquiavelo, hay cosas de Spinoza… y la frutilla del postre”. Atención: “La cita de Wilde de la felicidad es de 1888. Milei en 1998 funda una banda que se llama Everest. ¿Sabés cuantos metros tiene el Everest? 8848.88”. Ante mi mirada atónita, Franco Carceda prosigue: “Pero hay más. El día que nació Milei se jugó un partido amistoso para homenajear a Arsenio Erico (futbolista paraguayo muy querido en Independiente). En ese partido debutan Bianchi, Carrascosa y César Laraignée. Ese día nació Milei”.

¿Y entonces? Franco Carceda repite: “El día que nació Milei ellos debutan con la casaca argentina”.

¿Pero cuál sería la conexión filosófica: “Es algo piola porque Milei es fanático de Boca y Bianchi es casi el máximo ídolo de Boca, con Riquelme y Palermo, ponele”.

Vuelvo a pedirle el libro. Sobre el nacimiento de Milei, se informa también que nació el mismo día que el guardameta ruso «Araña» Yasín (¡dos arqueros!) y que se editó un álbum del conjunto Jackson 5 de donde saltaría a la fama Michael Jackson.

Fin.

Equivalencias y bebidas.

Una señora envía videos a un grupo y le responden “como quisiera estar ahí”, “cuidate” y le ponen emojis de un león.

Una nena con la careta de Milei y una motosierra posa para las fotos mientras la mamá, al lado, tiene una careta de Adorni, un caniche y muchos pañuelos celestes atados a la mochila, como si los hubiera llevado para hacerse unos pesos.

Un remera violeta grita “viva la libertad” y otros remera violeta, alrededor, lo miran y estallan en carcajadas. Él también.

Franco Vera me contará luego, orgulloso y dolorido, que le tocó la mano a Milei pero que eso le costó que, literalmente, que los seguridad lo tiraran al piso y le pisaran la cabeza: “Estoy bendecido”.

Suena en el escenario un tema con acordes punk cuya letra asegura que Milei es “el último punk” y “el último superhéroe de la libertad”; eso significa que están al caer el Presidente y también Adorni, a quien nadie parece esperar demasiado. Menos que nadie, los remera violeta.

Aparece más allá otro contingente de remeras violetas que ahora llevan bengalas violetas y tocan bombos violetas, siguiendo a una bandera sostenida por jóvenes prolijos y sonrientes sin remera violeta.

La inscripción de la bandera en la cabecera dice «Jóvenes LLA» y otra atrás “Lugano”. La entrada es de cancha: se canta “el domingo cueste lo que cueste” y “un minuto de silencio para Macri que está muerto”.

Otro de los hits son “El que no salta es radical” y uno que cambia la palabra “Perón” por “León”.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Un hombre de 40 y pico, vestido de traje, es el que saca las canciones y agita.

Lidera a la barra hasta meterla en el centro mismo del escenario.

Mientras este cronista anota otras cosas, como la presencia de francotiradores en las terrazas de Recoleta y al lado del escenario, se ve que el hombre sale del tumulto, ofuscado.

Le han robado el celular.

Habla con una persona de seguridad, que abre las manos en señal de “no puedo hacer nada”.

El hombre está visiblemente afectado, dice “no lo puedo creer” y pide un celular para “dar de baja las tarjetas”.

Consigue una cómplice, a quien le confesará lo que él cree es la razón del robo:

-Es que está lleno de negros.

Fin.

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