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Aníbal Fernández: la versión del ministro
El actual ministro del Interior Aníbal Fernández declaró que recién tuvo ingerencia en la política sobre la protesta social después del 26 de junio. «Antes me había apartado porque no estaba de acuerdo con la posición del gabinete social. Soy un político de raza y creo que estos problemas se solucionan hablando», explicó y señaló al ex jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, como el abanderado de las políticas más duras que pretendían «ignorar» a los grupos de desocupados. Las cenas con Castells, las expresiones de deseos de Eduardo Duhalde y la semblanza que trazó sobre Darío Santillán.
No podía ser de otra manera. Aníbal Fernández ingresó a los tribunales de Lomas de Zamora por el sector K. Solícito, allí contestó las preguntas de todos los periodistas antes de que se inicie la 47ª audiencia del juicio oral y público por la Masacre del Puente Pueyrredón. Vengo a colaborar con la justicia. No tengo por qué no venir a testimoniar, aunque no tengo demasiado para aportar, anticipó el Ministro del Interior, quien en su declaración judicial hizo gala de la verborragia política para esquivar el puñado de preguntas interesantes que le formularon los abogados querellantes.
Con gesto adusto, Fernández ingresó al recinto y comenzó por aclarar como para evitar responsabilidades- que el 26 de junio de 2002 llegó desde el exterior a las 15 horas, es decir después de que ocurrieran los hechos que se investigan en este juicio. Había partido dijo- el 14 de ese mes. Primero asistió a un reunión de cancilleres en Barbados, después viajó a Nueva York para participar del Comité de Descolonización por Malvinas en la ONU y por último acompañó a Sudáfrica a Martín Redrado, por entonces secretario de Relaciones Económicas Internacionales.
Fernández recordó que no bien aterrizó en Ezeiza se subió a un helicóptero -donde le informaron que dos manifestantes habían muerto- que lo transportó a la Quinta Presidencial de Olivos. Allí mantuvo una reunión a solas con el entonces presidente Eduardo Duhalde y otra con todo el gabinete. El presidente me pidió que tome contacto con los distintos grupos de desocupados, porque yo los conocía de cuando era ministro de Trabajo. Quería que encausara la situación, cosa que creo prosperó. Yo fui el primer funcionario en mantener un diálogo con los piqueteros, se ufanó.
El ministro aseguró que el 26 de junio por la tarde, los funcionarios desconocían los autores y las razones de las muertes de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Recién al día siguiente aparecen las imágenes de lo que había sucedido, dijo. Nadie le preguntó quién hizo rodar la falsa versión de que las muertes se habían producido por un enfrentamiento entre piqueteros.
La abogada Claudia Braccamonte, patrocinante de la familia Kosteki, quiso saber por qué el ministro había declarado tres días después de la masacre que había una vocación formal para que sucediera lo que sucedió. Fernández contestó que, como tenía diálogo con distintos grupos piqueteros, algunos le comentaron que había organizaciones dispuestas a cruzar el Puente Pueyrredón. Después, el ministro negó haber estado al tanto de documentación sobre un supuesto complot piquetero para derrocar al gobierno. También dijo desconocer los archivos secretos que la SIDE elaboró sobre este tema.
– ¿Y por qué en declaraciones periodísticas hizo mención a ese complot y a la lucha armada? inquirió Braccamonte.
– Hubo una reunión en el gimnasio Gatica, de Avellaneda que se habló de la lucha armada. Esa es la referencia periodística que hice. Lo que pasó allí me lo hicieron saber personas que estuvieron en el lugar y me acercaron un casete- contestó Fernández sin precisar a qué grupos se refería. (Tal vez sea oportuno recordar que un informe sobre esa reunión apareció en los archivos desclasificados por la SIDE para ser incorporados en esta causa)
–¿Y por qué hace unos días declaró que conoce elementos no revelados sobre este tema durante el gobierno de Duhalde? repreguntó la abogada
-Fue una respuesta a declaraciones de la mujer de Eduardo Duhalde, que había dicho que ella nunca había tenido relación con los piqueteros. Desde el 26 de junio, cuando yo me hice cargo de la relación con esos grupos, comencé a charlar con ellos e informar a su marido. Algunos fueron llevados por mí al living de su casa, como Raúl Castells. Lo llevé yo, para morigerar la situación. Yo estuve tres veces con Darío Santillán, a Castells lo invité a cenar y estuve en su casa.- respondió Fernández en uno de los tantos tramos de su declaración que sazonó con algún bocadillo de campaña electoral.
Fernández recordó que durante el gobierno de Eduardo Duhalde ocupó el cargo de secretario General de la Presidencia. Explicó que sus funciones consistían en asistir en líneas generales al presidente y participar y ofrecer políticas públicas. Sin embargo, aseguró, no intervino en reuniones vinculadas a las cuestiones de la seguridad interior. En los primeros tiempos del gobierno la intención era ordenar a través del diálogo político el alto grado de conflictividad de fines de 2001. Después, el gobierno fue trocando y yo me aparté, hasta la noche del 26 de junio. Había una visión distinta del gabinete social de la que yo tenía. Soy un político de raza y creo que estos problemas se resuelven hablando y no desafiando posiciones. Rodrigo Borda, abogado de uno de los heridos de bala, quiso saber cómo era la otra posición. El ministro señaló: Era más dura, consistía en no prestar atención. La idea era ignorar a estos grupos. Mi visión era otra, cuando no hay posibilidad de diálogo, hay más expresiones públicas. Yo creo que hay que hablar para morigerar. Fernández se explayó y nadie le recordó que en algún momento reciente declaró que a la protesta callejera había que correrla con el Código Penal en la mano.
El ministro identificó al entonces jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, como el abanderado de la posición más dura frente a la protesta social, algo que ya habían hecho otros funcionarios en el juicio, como los ex ministros de seguridad bonaereneses Juan Pablo Cafiero y Luis Genoud. Sin embargo, Fernández se preocupó por despegar a Duhalde: En la primera reunión de gabinete nos dijo: ´No puede haber más muertos´.
–¿Cómo se transformó ese mandato en una directiva concreta? quiso saber Borda.
– No era una directiva, era una expresión de deseos. La Argentina tenía al 54 por ciento de la población debajo de la línea de pobreza y había que poner paños fríos.
–¿Pero qué medida concreta se tomó para transformar esa expresión de deseos en realidad? insistió Borda.
-No es una medida concreta, es una gestión de gobierno. El Plan Jefas y Jefes de Hogar, por ejemplo, buscaba atacar las causas y no los efectos- se enojó Fernández y comenzó a dar un discurso sobre qué entiende que es la política.
–Yo le estoy preguntando en materia de seguridad. ¿Qué medidas concretas tomó el gobierno?
– Eso es simplificar. Además, no lo sé porque no tenía ingerencia en esa área concluyó Fernández con ayuda de la presidenta del Tribunal, Elisa López Moyano, que cortó el debate argumentando que la pregunta ya había sido respondida.
Antes de retirarse, Fenández quiso dejar una semblanza sobre Darío Santillán, uno de los asesinados el 26 de junio. Muchas veces lo puse como ejemplo. Una vez vino a mi despachó junto al cura Alberto Spagnolo y me plantearon que querían poner tres hornos en distintos barrios, que necesitaban un subsidio de 1200 pesos. Yo llamé al gobernador Felipe Solá y me garantizó que iba a salir. Entonces, le anticipé 400 pesos de mi bolsillo para destrabar la situación. Por supuesto que pensaba que era dinero perdido. Pero cuando el subsidio se hizo efectivo, vino Darío Santillán y me devolvió la plata.
A continuación de Fernández, declaró Nicolás Becerra, que por entonces era el Procurador General de la Nación. El otrora jefe de los fiscales declaró que por aquellos tiempos existían mensajes informales desde el gobierno para que sus subordinados acompañaran a las fuerzas de seguridad en los operativos callejeros. Siempre lo deseché de plano dijo-, porque los fiscales deben actuar ex post facto. Cuando hay un hecho delictivo, debe comenzar su labor. Además, muchos de ellos decían que no querían ir junto a las fuerzas de seguridad porque sería legitimar posibles actos irregulares de la policía. Nadie le preguntó a Becerra por qué los fiscales desconfiaban.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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