Nota
Ayer deseo, hoy realidad: Acoplados del Oeste es de los trabajadores
La metalúrgica conquistó desde el Oeste del conurbano bonaerense la media sanción que faltaba para cristalizar la expropiación de la fábrica. Soportaron despidos, deudas y humillaciones. Acamparon durante más de seis meses en la ruta para exigir respuestas. Hoy son casi 100 trabajadores con las máquinas encendidas a pura dignidad. Un triunfo autogestivo.
La metalúrgica conquistó desde el Oeste del conurbano bonaerense la media sanción que faltaba para cristalizar la expropiación de la fábrica. Soportaron despidos, deudas y humillaciones. Acamparon durante más de seis meses en la ruta para exigir respuestas. Hoy son casi 100 trabajadores con las máquinas encendidas a pura dignidad. Un triunfo autogestivo.
El obrero Hernán Noir cuenta que todo sucedió mientras estaba cortando el pasto en su casa.
Después de meses sin cobrar salarios, de hacer paro, después de acampar durante siete meses en la ruta 200 en Merlo, de ocupar la fábrica, de ser desalojados, de volver a tomar, después de formar una cooperativa, de pelear por la expropiación y conseguir la media sanción en Diputados, pero sobre todo después de ser padre, el obrero Hernán Noir se enteró que por todo lo que había luchado y apostado sucedió mientras tenía una máquina de cortar pasto en sus manos.
Le avisó su compañero Luis Becerra por teléfono. Entendió poco ente los nervios, la emoción y la poca señal, pero entendió. “Sabía que estaba, pero quería ver algún papel: ¡algo!”, dice, hoy, tranquilo, sentado en un cordón de la gigante y metalúrgica Acoplados del Oeste (exPetinari). “Por eso me quedé tranquilo. No dije nada”.
No dijo nada. Al rato llegaron sus padres de visita y entró a la casa.
Cerca de las 19 sonó su teléfono otra vez. Salió para atender.
Era la confirmación.
-Ya está -le dijeron.
“Ya está”, pensó.
Entró a la casa.
Vio la escena: su compañera, su mamá y su papá con su hijo de una semana en brazos.
“Yo deliraba un poco”, dice Noir. “Siempre decía que mi hijo iba a traer algo. Soñaba con que trajera eso por lo que luchamos tanto”.
No pudo evitarlo y rompió en llanto.
-Salió la expropiación -comunicó.
“Abracé a todos. Por ahí la que más duda tenía era mi vieja. Me decia: ´Pensá que con 31 años no vas a poder conseguir otro laburo´. Yo le decía que no se trataba de eso, que la plata no la iba a recuperar más y que hasta cuándo iban a seguir cagando gente, a compañeros grandes de la edad de mi papá. Estaban cagando a todos. Le decía: ´Mientras pueda, voy a estar ahí”.
Y estuvo.
Y está.
La lucha empieza ahora
El obrero Luis Becerra, que llamó a Hernán Noir, se enteró porque lo llamó Francisco Manteca Martínez, uno de los referentes de la exGatic (en Pigüé, también recuperada por sus trabajadores) que apoyó desde el minuto cero la lucha de Acoplados del Oeste. “Me dijo que rajáramos para La Plata que le iban a dar tratamiento”, recuerda Luis. Eran cerca de las 17. A diferencia de la media sanción en Diputados, donde los obreros viajaron y presenciaron la sesión que aprobó el proyecto sobre tablas, nadie les avisó que la ley estaba en la orden del día. Estaban tomando mate.
Becerra llamó a Jorge Gutiérrez, presidente de la cooperativa, al que ya le habían empezado a llegar mensajes de texto felicitándolo por la expropiación. “No entendía nada”, dice. Les enviaron la orden del día y, luego, un video desde el propio recinto del Senado. Cuando confirmaron se subieron a una camioneta rumbo a La Plata. Obviamente, no llegaron. Se encontraron en Cañuelas, a mitad de camino, con Manteca Martínez. El proyecto, que estipula que inmuebles, maquinarias, instalaciones y bienes muebles serán “adjudicadas en propiedad, a título oneroso y por venta directa” a la cooperativa, se aprobó nuevamente sobre tablas. “Por lo menos nos ahorramos el sufrimiento”, observa Becerra con una sonrisa enorme.
“Se nos dio, compañeros”, resumió esa noche Jorge Gutiérrez, presidente de la cooperativa, en un video que grabaron y subieron a Facebook. “Ahora es cuando empieza la lucha. Ahora tenemos que demostrar tanto a los senadores que la votaron, al gobierno, más que nunca, que nosotros podemos mantener esta fábrica. Cada vez estamos más unidos, esto es una familia”.
A llorar a Lanata
Los trabajadores consideraban dentro las posibilidades una reacción por parte de los dueños de la empresa. Había ocurrido después de la media sanción cuando el exgerente Ricardo Grégori habló en el programa radial de Jorge Lanata y en el portal Infobae. Esta semana habló nuevamente en Lanata sin filtro por Radio Mitre y pidió a la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal (Cambiemos) que vete la ley de expropiación.
Usó la palabra “guerra” para describir la situación.
También la palabra “delincuencia”.
No dijo nada de los sueldos atrasados ni de los guisos que los trabajadores tuvieron que mantener calientes durante siete meses en la ruta 200 para poder llevar algo de comer a sus casas. Tampoco de la deuda de 40 millones de pesos que mantiene con los trabajadores ni la de más de 100 millones con Estado, sindicato y proveedores. Carlos Galera, obrero, 45 años: “Le robaron a todo el mundo”.
Raúl Espinoza, obrero, 34 años, evalúa: “Es un último manotazo de ahogado”.
Félix León, trabajador de 60 años, la hace más simple: “No preocupa lo que digan. No pasa nada: estamos bien seguros acá adentro. Esto va a continuar y va a continuar bien. Esto es un logro, es la primera vez que pasa algo así en Merlo. Este lugar no es cualquier cosa, es algo muy grande. Y lo estamos llevando adelante. Te cuento algo personal: yo soy una persona creyente y una vez un pastor me dijo que esto iba a pasar. Yo sostuve esa palabra. Y cuando había amenazas de desalojo después de la primera media sanción, de los nervios que había porque no salía ni salía lo del Senado, estuve tranquilo. Sabía que iba a salir todo bien. Ahora hay que sostenerlo. Con nuestros problemas internos, como hay en todos lados. Esto es una familia”.
Hernán Noir dice que a veces piensa en el qué dirán “los innombrables”, por los Petinari.
Pero también la hace fácil: “Que digan lo que quieran. Para llorar está la Iglesia, no Lanata”.
La única verdad
Carlos Galera: “Antes había otro pensamiento entre los compañeros. Ahora todo esto es nuestro”.
Alberto Daniel Giménez, 59 años: “Hay gente que no cae todavía”. León completa: “Hay compañeros que no se incorporaban que ahora lentamente se incorporan a la discusión. Todavía algunos se enojan cuando no hay un mango los días viernes y hay que entender que hay veces que no da para todo y que tenemos que repartir lo que hay. Que es necesario un fondo de lucha por las dudas, para tener reservas. Que tenemos que pagar la luz, el teléfono. Tenemos que entender el momento: ahora va a venir laburo y vamos a estar trabajando todos. Ya tenemos la expropiación. Ahora hay que ir para adelante”.
Noir: “Pasó de ser un sueño a una realidad. Me acuerdo cuando contábamos que queríamos una cooperativa, de lo que necesitábamos para eso y que se interpretaba como una forma de presionar a la empresa para que ponga la plata. Pero pasó el tiempo y se fue haciendo realidad. No quedaba otra. Fuimos a full con esa convicción que tuvimos desde el minuto cero. Todavía no caemos. No termino de caer en que esto es nuestro”.
Noir mira la enorme fábrica sentado desde el cordón.
Y reflexiona:
“En algunos años, cuando estemos más viejos y estén laburando nuestros hijos, o la gente de Merlo, y cuando todo esto siga adelante, ahí nos daremos cuenta de lo que hicimos”.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
  Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
Nota
Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
 - “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
 
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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