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Bienvenida #Nieta126: la historia recuperada

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La hija Edgardo Garnier y Violeta Ortolani, secuestrada cuando estaba embarazada de ocho meses, hoy sintetizó lo que significa haber recuperado su identidad. “El amor vence al odio”. Así recuerdan la historia detrás de esta historia sus familiares y compañeros que estuvieron presente en la conferencia de prensa de Abuelas de Plaza de Mayo.

Bienvenida #Nieta126: la historia recuperada

Foto: H.I.J.O.S.


La última vez que Oscar Galante vio a Edgardo y Violeta, ellos anunciaron: “Estamos embarazados”.
Promediaba la mitad del año 1976 y él los recuerda “plenos, contentos, alegres”.
Los había conocido cuatro años antes, en la Facultad de Ingeniería de La Plata, cuando Violeta tenía 19 años y estudiaba Ingeniería Química y Edgardo 17 años y estudiaba Ingeniería Electromecánica.
Violeta Graciela Ortolani había llegado desde la cuidad de Bolívar.
Edgardo Roberto Garnier desde Concepción del Uruguay, Entre Ríos.
Sus compañeros de militancia a ella la llamaban La Viole y, a él, La Vieja Bordolino.
Oscar y Edgardo vivieron juntos en una casa de Ensenada junto a otros compañeros de Ingeniería. Ahí habían montado un taller que se llamaba El pollo eléctrico, donde Oscar recuerda hoy que arreglaban artefactos para la comunidad. En el fondo de la casa tenían una huerta.
Después del 24 de marzo de 1976 se mudaron.
Edgardo y Violeta alquilaron una casa juntos, en las afueras de La Plata.
Oscar los trae a la memoria: “Edgardo era bondadoso, buena gente, solidario, afectuoso. Muy reservado. Violeta, muy habladora. Tenía una mirada penetrante, ojos inmensos negros y cejas muy pobladas. Y una conversación que convencía a las paredes. Los dos eran buenos estudiantes, solidarios, con vocación por la entrega. Él era muy buen jugador de fútbol, fanático del rojo. Chueco, jugaba muy bien: muy bueno para la gambeta”
El 14 de diciembre de 1976 Violeta fue secuestrada. Estaba embarazada de ocho meses. Edgardo la buscó y buscó. Luego, volvió a Entre Ríos. Cerca de la fecha probable de parto volvió a emprender la búsqueda. “Para Edgardo, Violeta era el amor de su vida y de muchas vidas”, relata Oscar.
El 8 de febrero de 1977, en La Plata, Edgardo fue secuestrado.
Aún se encuentran desaparecidos.
Pasaron, desde esa última vez que Oscar los vio y anunciaron el embarazo, más de 40 años.
Hoy conoció a la hija de sus compañeros.
Nació en enero de 1977. Su partida de nacimiento es falsa y está firmada por la médica Juana Franicevich.
Se llama Adriana, aunque sus padres, si era mujer querían llamarla Vanesa.
Está sentada al lado de Estela de Carlotto, después de haberse acercado espontáneamente a Abuelas de Plaza de Mayo cuando se enteró que no era hija biológica de quienes la habían criado.
Desde la desaparición de sus padres su familia la buscó y fue una de las primeras en hacer la denuncia a Abuelas.
Hoy, cuarenta años después, es la nieta 126.
“Estoy feliz, estoy plena. Esta ficha del rompecabezas no es solo una ficha, se me armó otro rompecabezas con una familia más grande y hermosa. Se me completó la vida”, dice en la conferencia de prensa.
Los aplausos son de esos que parecen infinitos. De los que sanan heridas sociales.
“Sentir que fui una persona muy querida, muy deseada, muy buscada, que tengo una familia hermosa. ¡Y que tengo una abuela, con 40 años tengo una abuela! Ya la quiero. Se nota que es hermosa por dentro y por fuera”
Su abuela es Blanca Díaz de Garnier, tiene 86 años y vive en Concepción del Uruguay. “Realmente algo impensado me llegó de pronto, estoy todavía soñando. Cuando veía de otras personas que tenían esa felicidad, siempre pensé… y llegó el momento felizmente», dijo la abuela en una entrevista radial.
Su nieta, que alentó a acercarse a Abuelas a todo el que tenga dudas sobre su identidad, cerró la conferencia de prensa emocionada: “No pudieron: el amor le ganó al odio. El amor es más fuerte que el odio, siempre”
Está feliz, lo dice con la voz y la mirada.
La sonrisa queda enmarcada entre las fotos de su mamá y su papá.
En la foto ellos también sonríen.
Y con ella y con ellos, todos.
Oscar dice algo obvio, que en estos tiempos sorprende: “En estos tiempos de la posverdad , de tanta mentira organizada, esta noticia es un soplo de alegría, vida y salud para el periodismo.”
Que así sea.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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