CABA
Conversaciones en el acampe

El centro porteño es escenario de un acampe masivo que refleja parte de la crisis que vive el país. Organizaciones de izquierda y gente no necesariamente encuadrada, se suman a un debate político y mediático que nunca ve con buenos ojos que la gente reclame derechos en la calle, cuando ya no encuentra otro lugar que brinde respuestas. Algunas charlas, imágenes y vaivenes desde adentro de una marcha con incertidumbres, frío y tortas fritas.
Daniel y Yésica toman mate sentados en el cordón de la 9 de Julio, a unos 20 metros del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Aunque no integran la organización, son parte de la columna más grande del Polo Obrero que va desde ese cordón hasta la Avenida de Mayo, que a su vez es parte de una marcha de decenas de organizaciones que reclaman que se distribuyan de manera urgente las partidas para sostener comedores, se aumenten las asignaciones para cooperativas y se incluya a más personas. Daniel, 54 años, hernia de disco, y Daniela, 31 años, madre soltera, son padre e hija. Son dos de los 17 millones pobres que anunció ayer el INDEC.
A las 9:30 de la mañana el paisaje más amplio incluye:
- Miles de personas que viajaron desde el conurbano, muchas familias, carros de bebé;
- Decenas de organizaciones sociales y políticas de izquierda y, también, de algunas afines al gobierno: “Personas del propio gobierno nos dicen que marchemos”, asegura Daniel.
- Mate o té con torta frita para aguantar el frío otoñal.
- Banderas y bombos que no pararan de sonar, para que se escuche desde las oficinas del edificio con la cara de Evita.
- Carpas y frazadas que indican que aquí hay varios que pasaron la noche y otros que ¿dormirán? hasta mañana.
Sobre la 9 de Julio la masa de gente migra de acá para allá, en bloques; Daniel y Yésica explican los movimientos: “Se van turnando. La otra vez, en la marcha del FMI, nos tocó acampar: estuvo lindo”, dice ella.

Su papá la mira sorprendido, y ella aclara: “…lindo, en el sentido de que no hizo frío”.
Esta vez les tocó a otros guardar los lugares más cercanos al Ministerio. Los movimientos cruzados indican los grupos que se van, cansados, relevados por quienes recién llegan, como Daniel y Yésica: “La otra vez vinimos a las dos de la tarde y nos fuimos a la mañana. Hoy hacemos al revés”.
Si bien están en la columna del Polo Obrero, no militan en la organización. “Me quedé sin laburo en el gobierno anterior, me echaron. Yo me fui a anotar solo al Polo, por un vecino que estaba cobrando hace un año: puso un kiosquito”.
Daniel cobra dos asignaciones: una bajo el paraguas del Potenciar Trabajo (16.000 pesos), orientada a apoyar a trabajadores de cooperativas y emprendimientos comunitarios; y la Asignación Universal por Hijo (5.000 pesos), para su hija más chica.
“Nuestro trabajo es marchar para que se mejoren los salarios de los que trabajan”, define él. “Con el tiempo, podés pasar a una cooperativa”, asegura sobre el proceso.
Está anotado hace un año en una cooperativa en la que no cumple funciones. Su hija cobra únicamente la Asignación Universal y, además de acompañar a su padre, está en la marcha para reclamar nuevas altas en las asignaciones. Tal vez, una le toque a ella.
Además de los 21 mil pesos por mes de estos dos planes sociales, Daniel suma otros miles de changas: “Hago horas extra”, dice un poco en chiste, un poco en serio. “Corto el pasto: ayer me hice dos mil pesos”, cuenta.
Su rol en la columna es el básico: acompañar, dormir, estar en el lugar que le indican. Pero dice que hay otros roles para ocupar, con otros sueldos. Lo menciona como “recategorización”: “Para que te recategoricen tenés que ponerte los chalecos, llevar las banderas, ir a descargar los camiones a los comedores, hacer de seguridad”, enumera. Según Daniel, quienes realizan estas tareas dentro de la organización cobran 32 mil pesos. “Yo no quiero”, define sobre los límites de su compromiso.

Durante muchos años Daniel fue motoquero. “Andaba por acá, por esta zona”, dice señalando al Obelisco. “¿¡Sabés cómo puteaba a los piqueteros!?”, dice entre risas. Vive en Moreno. “La primera marcha a la que fui fue en mi municipio”. Corría el 2017. “Me puse en la columna y me vieron todos. ‘¿Qué haces ahí?’ Tuve que mentir: vine a acompañar a mi hija”. La cosa era más bien al revés.
“No podés faltar, sino, te dan de baja”, comenta y aclara: “Pero siempre te explican bien cómo es: nadie te miente. De la organización te podés ir cuando quieras, pero en tiempos como estos, claro, no tenés mucha opción”, cuenta en relación a la situación personal pero sobre todo, a la situación del país: “Antes que movilizarme, prefiero barrer la vereda”, asegura sobre otro de los trabajos a los que asignan a sus compañeros. “No quiero molestar a nadie”, retoma pensativo. “Pero hoy hay que luchar. Hay gente que no está cobrando”, dice, tal vez pensando en su hija. Más allá de las opiniones que genere, la movilización es la expresión de un problema social de fondo que no solo no encuentra solución sino que tiende a profundizarse. Y es el símbolo de gente reclamando sus derechos en la calle, mientras buena parte de la clase política sigue sin dar respuestas.
Yésica tiene 31 años, una niña de 7 y hace dos meses no encuentra trabajo. Su último empleo fue como cajera en un supermercado chino en Moreno: ganaba 650 pesos por día, de 8 a 21, con un franco los domingos. “Dejé porque era muy poca plata”, dice. Antes trabajó en un Supercompras por 15 mil al mes. “Muchas horas, y no estaba con mi nena”.
Además de la Asignación Universal por Hijo, Yésica cuenta: “Recibo cajas de mercadería que da la escuela: galletitas, dulce de leche, harina, fideos, polenta. La otra vez, que arrancaron las clases, vino una chocolatada”. Estos comestibles (que no son necesariamente alimentos) son fundamentales para el cotidiano familiar desde hace años: “Ya cuando la nena iba al jardín nos lo daban”. También cuenta con la ayuda de su padre.
Daniel hace sus propias estimaciones: “La marcha sabemos para qué es; hay gente que no sabe. Pero la necesidad está para todos. El 20 por ciento no querría tener trabajo. El 70 por ciento de la gente debe estar igual que yo”, calcula, más acá del INDEC.
“Primero, iría a trabajar. Segundo a pedir un plato de comida. Pero la gente se cansó de dar en el tren: de Once a Moreno pasa uno tras otro pidiendo”. ¿Entonces? “Robar nunca es opción”, informa.

Daniel suspira y dice que tiene muchos años. Menciona 1988 y 2001 como comparaciones con el presente. Pero se detiene y niega con la cabeza: “No, no. Porque medianamente este es un gobierno que hace cosas. Lástima que hay una grieta muy grande…”.
Su percepción: “Hay un desprecio. Gente de acá desprecia a la gente que tiene una empresa. Y al revés. Hay una diferencia social muy grande. Hay mucha bronca”.
Daniel vive en el barrio donde nació. Dice que al lado, hace unos 5 años, nació un barrio nuevo: “Creció un montón. Vinieron muchos bolivianos y paraguayos, albañiles. Esa gente salió adelante. Pero generó pobreza en el barrio. A mí no me parece malo, porque son países hermanos”, reflexiona. Y ensaya una explicación: “Antes te cobraban para levantar una pared 200 mil pesos. Y estos (se refiere a las personas bolivianas y paraguayas) te la hacen por cien. Se desequilibró mucho. Estos no te faltan mucho, trabajan hasta los domingos. Son laburantes”.
Daniel cuenta una anécdota sobre un paro de colectiveros que hubo esta semana en Moreno: “Pedían un aumento del 150 mil pesos por mes. ¡Es lo que yo gano en un año!”. Enseguida piensa. “Igual, está bien que reclamen y les paguen lo que hay que pagarles”.
Reencauza la charla: “Esto es muy largo. Primero hay que cambiar la cultura de la gente”. ¿Alguna propuesta? Se ríe: “Podemos hacer la marcha y después dejar todo limpio: eso es trabajo”.
Cuenta que hace poco, otra marcha similar al Ministerio de Desarrollo “benefició a quienes limpian la verdad. Hubo bono de 15 mil pesos”.
De repente, por Cerrito, pasan varios camiones de policía.
Yésica avisa: “Si se pudre, yo me voy”.
Siguen llegando y yéndose distintas personas: cambio de turno.
Algunos miran fotos intentando encontrar dónde están sus compañeros.
Otros hablan por celular: “Después del semáforo, la tercer bandera”.
Alguien reta a un nene.
Otro pisa cenizas y una botella de vino que sirvieron para calentarse la noche anterior.
Algunas mujeres llegan con bolsones de fideos y frazadas para pasar la que viene.
Yésica y Daniel se disculpan; se tienen que ir porque los reasignan en otro lugar.
A la pasada, y mientras calculan que pasarán allí otra noche, con frío y tal vez sin respuestas, le preguntan a una de las mujeres que va llegando:
-¿Qué va a cocinar?
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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