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Desde Porto Alegre (III). Mapa de la lucha por los recursos naturales

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¿En qué se parecen México, Bolivia, Brasil, Argentina, Ecuador y otros países latinoamericanos? La respuesta es múltiple, pero hay una que no suele ser vista con claridad: sus recursos naturales (petróleo y gas, por nombrar solo algunos) están siendo arrasados –sin fronteras- por el mismo grupo de multinacionales. Y en cada lugar donde eso ocurre se han organizado formas de lucha y respuesta que pudieron reunirse en el Foro Social. Las experiencias del MST de Brasil, la UTD de Mosconi y la Coordinadora boliviana de defensa del agua y el gas.

La mexicana Ana Esther Ceceña presenta cada testimonio saboreando lo que significa esa reunión. Están allí representantes de los movimientos que han dado batalla a las mismas multinacionales en diferentes puntos de Latinoamérica, y la charla es una excusa más para que intercambien lazos y experiencias.

De hecho, esta mesa convocada por Alerta Argentina y Clacso ya había tenido lugar en Buenos Aires, en el Instituto Goethe (ver en lavaca, 21 de diciembre de 2004, el artículo Crónica del estado imbécil). En esta oportunidad se repitió el título de la conferencia «El petróleo y los recursos naturales en la lucha emancipatoria», aunque cambiaron algunos de los expositores. Además de Oscar Olivera, de la Coordinadora por la Defensa del Agua y el Gas, de Cochabamba, Pepino Fernández y Mario Reartes, de la UTD, aquí se sumaron Elio Gutiérrez, asesor del Movimiento Sin Tierra de Brasil e integrantes de los pueblos indígenas de Ecuador.

Métodos, más que diagnósticos

La charla no fue solo una sucesión de diagnósticos sino una exposición de los métodos concretos de lucha que les permitieron dar batalla.

Como bien lo sintetizó Ceceña al promediar la reunión, en el caso de la UTD estas armas fueron los cortes de acceso para arrancar recursos. En el caso boliviano fueron los plebiscitos con los que lograron anular las concesiones, y en el caso del Movimiento sin Tierra, la ocupación.

El primero en exponer fue el boliviano Olivera, quien con un didáctico power point acompañó sus palabras con contundentes cifras e imágenes. Comenzó ilustrando acerca de la riqueza de su país uno de los 10 más ricos

del mundo en lo que respecta a la biodiversidad, el 4º productor mundial de estaño y el 5º de soja, con reservas petroleras calculadas en unos 929 millones de barriles.

Gracias a los buenos oficios del Banco Mundial y el FMI a partir de 1994 y sin interrupciones comenzó la aplicación de una política de privatizaciones y saqueos que destrozó las estadísticas. Hoy día, asegura Oscar, Bolivia pierde medio millón de dólares por dia, tiene 4.700 millones de dólares de deuda externa y una deuda social que puede medirse arbitrariamente con otro dato: cada niño boliviano nace debiendo 6000 dólares a un organismo de crédito internacional.

La reacción, entonces, fue expuesta en cada diapositiva. Una fecha: abril de 2000. Una cifra: 5 muertos, 200 heridos. Otra fecha: febrero de 2003. Otra cifra: 33 muertos. 280 heridos. Otra fecha: octubre de 2003. Otro dato: 66 muertos. 400 heridos. Así, en tres pestañeos, la situación quedó al descubierto: el pueblo boliviano había decidido dar batalla.

Oscar quiso terminar su exposición con la principal conclusión que le ha dejado esta pelea: la lucha por el dominio de los recursos naturales no tiene fronteras. Por eso, cuenta, le envió una carta a las organizaciones argentinas cuyos integrantes están sentados allí, junto a él, hoy, donde decía:

«El futuro nos pertenece y queremos construirlo asi, luchando a su lado».

Dejarle algo a nuestros hijos

Mario Reartes, ex trabajador de la nacional petrolera YPF, ciudadano de la rebelde localidad de Mosconi, en la provincia de Salta, el norte argentino que comparte la frontera, los recursos y las multinacional con Bolivia, trata de explicar el significado de haber enfrentado una y mil veces a empresas que se han quedado con todo: los recursos, el trabajo y la justicia.

Todo lo han comprado, explica. «La guerra de Irak nos hizo terminar de entender a quién enfrentábamos. Pero no tenemos opción. Estamos condenados a luchar para dejarle algo a nuestros hijos».

Gutiérrez, del MST, detalló que en Brasil hay 6 millones de hectáreas de tierras sin dueño. Un extensión suficiente como para justificar que ese movimiento impulse la bandera de la reforma agraria. Están librando, entonces, una guerra incansable contra todo un aparato de poder cuyo objetivo es que ni siquiera el proyecto más moderado logre ponerse en debate.

En esa pulseada están intentado que la suerte de las 8 millones de familias (o sea: 30 millones de personas) que aún esperan tener acceso a políticas públicas puedan, al fin, entrar en la discusión sobre qué Brasil y qué América Latina queremos.

El suelo y los sueños

Muy modestamente, Pepino Fernández resumió su lucha (que puede calificarse como heroica) en una sola frase: «Nos enfrentamos a empresas inglesas, norteamericanas, estadounidenses y latinoamericanas. A todas les interesa lo mismo: saquear nuestros recursos al más bajo costo posible». Eso que llamó una «cadena de saqueos y empobrecimiento» es lo que tratan de evitar los trabajadores desocupados de Mosconi cada vez que hacen lo que hacen: evitar que esos recursos sean depredados. Son los llamados cortes de acceso, con los que obturan las canillas de las petroleras.

Pepino, finalmente, menciona la necesidad de tomar conciencia y pensar qué vamos a dejarles a nuestros hijos. Se refiere a los recursos naturales. Pero no solo habla del suelo, sino de los sueños que en esta charla se intentan transmitir como posibles: «Hay que librar la batalla y saber que se puede ganar», resume Pepino.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
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Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
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