Nota
¿Dónde está Diego Duarte?
Comuníquese, notifíquese, difúndase y nunca archívese: Un enorme mural espera ser pintado, el 13 de agosto, mientras suenan bandas y comparten mates, a la vera del puente Benedetti de la autopista del Buen Ayre, en el acto homenaje a Diego Duarte, 15 años, desaparecido el 15 de marzo de 2004 en un basurero de José León Suáres, o mejor dicho, bajo la basura de la impunidad. «Lo hacemos para trazar la memoria de Diego, para mantenerlo vivo, haciendo también un reclamo de justicia, de que estamos ahí y vamos a pelear porque no se vuelva a repetir», dice la hermana, Alicia Duarte.
La historia
Fue Alicia quien lo alojó, junto a su hermano Federico, una vez muertos sus padres. Vivían entonces en el asentamiento Costa Esperanza, José León Suárez, a cuadras de uno de los basurales que tiene el CEAMSE. Antes y después de Diego, es común que quienes allí viven salgan en búsqueda de alimentos, ropa o lo que se encuentre. Incluso la policía controla el horario de cirujeo: a las 17 abren las puertas, a las 18 las cierran con lo que cada uno haya juntado. La imagen: gente saliendo en estampida, como de una línea de largada, revolviendo desesperada y pidiendo unos minutos más para la búsqueda. ¿De qué? Lalo, referente histórico del barrio, ciruja de chico, enumera: «Te podés encontrar una televisión o un equipo de música en perfecto estado, sin fallas, que las empresas tiran porque son modelos viejos. Igual con los alimentos de corto vencimiento. Una vez, encontré un televisor y, a la semana, el control remoto que me faltaba».
Diego y su hermano salieron a cirujear fuera de horario – si es que los hay para tales cosas- y se metieron en el basural entrada la madrugada. Los dos policías de turno, Hugo Campesi y Gustavo Alcaraz, los vieron y persiguieron. Los hermanos corrieron, acaso sabiendo las represalias y recordando, sobre todo, las historias que contaban: palazos, torturas, ejecuciones. Diego se escondió bajo unas bolsas y cartones. La historia cambia de plano: su hermano escucha cómo uno de los dos agentes le hace señas a un camionero para que descargue los residuos donde estaba Diego. Así desapareció.
Si no hay cuerpo, no hay delito
Hasta 2009, Diego era otro de los desaparecidos en democracia, aquellos que la justicia se consuela en no investigar siguiendo el lema dictatorial: «si no hay cuerpo, no hay delito». A fines de ese año se encontró entre la quema un cráneo humano que alimentó esperanzas. Pero hasta este 2011 la familia sigue esperando los resultados de ADN a cargo del Equipo de Antropología Forense de La Plata. «Siempre tienen una excusa por la cual no está», dice Alicia. Por el resto, están identificados los dos policías de turno aquél 15 de marzo de 2004: Hugo Campesi y Gustavo Alcaraz.
El festival del 13 es una forma de presionar por justicia. Además, la hermana de Diego recuerda la consigna: que no se vuelva a repetir. «Hay muchos pibes y familias que viven del cirujeo porque no hay otra salida», asegura Alicia. El festival intentará reunir a esos jóvenes para pintar entre todos un mural; habrá bandas de música del barrio, artistas de folklore y otras actividades todavía por moldearse. Todo interesado puede acercarse y proponer al 15 53 27 16 71, siempre para ayudar al festival y a la familia y amigos de Diego. Norta Cortiñas ya confirmó su presencia. ¿Y vos?
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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