Nota
Dulce Carola: palos con patrón
El domingo 29 de julio una patota de diez personas comandada por directivos de la marca de lencería Dulce Carola irrumpió en la fábrica para sustraer documentación de las oficinas. En ese momento se encontraban allí 4 de los 43 trabajadores que desde el 7 de junio hacen guardia en la planta reclamando por el pago de 6 meses de salarios adeudados, más vacaciones y aguinaldos. Un trabajador quedó hospitalizado y otro, con el tabique roto.
La fecha del ataque no es casual: fue 2 días antes del vencimiento del plazo que tenía la empresa para saldar su deuda con los empleados, según un convenio firmado en el Ministerio de Trabajo. Los trabajadores reconocieron entre los violentos visitantes al abogado de la empresa, de apellido Corvalán, al jefe de producción, Oscar Sánchez y a la gerente, Liliana Noemí Romero. Antes que llegue la policía la patota ya había huido con documentación y algunas prendas, no sin antes violentar la puerta de la gerencia.
Pablo, delegado de los trabajadores concluye el relato a lavaca con una enérgica frase: “Al contrario del miedo que nos quisieron generar, como grupo salimos fortalecidos., Seguimos con las guardias sabiendo que tenemos que estar más unidos que nunca”.
El largo camino
Alicia tiene 56 años, ex delegada de SOIVA cumplió 20 de antigüedad en junio pasado. Trabaja en el sector de atraque.
Miriam hace 19 años que está en el sector de corte.
Ambas cuentan el proceso que están viviendo.
Y con sus propias palabras están volviendo a narrar la historia de siempre: el largo y doloroso camino que puede llevar o no a trabajar sin patrón.
Siempre es aleccionador recorrerlo de mano de una experiencia actual y concreta. Así nos la cuenta ahora Dulce Carola.
El deterioro salarial
“Esto viene desde hace tiempo. Hace como 6 años que venimos con pagos atrasados y parciales, aunque había buena producción y buenas ventas. A partir del año 2009 se fue acrecentando. El aguinaldo de junio lo terminamos cobrando en septiembre a través de un cheque. Y fue peor desde el año 2011, porque ya nos pagaban con vales parciales. Así se fue sumando una deuda enorme con cada trabajador”.
El panorama se completa con la producción en caída: “Las colecciones no iban bien, no hacían las inversiones y no entraban insumos: telas, elásticos”. Continúan las trabajadoras: “Comenzaron a atrasarse con el pago a los proveedores también. Y tal es así que el dueño anterior, comenzó a buscar alternativas para salvaguardar a la empresa. Al menos es lo que nos decía, y obvio que les tenés que creer, porque supuestamente ellos son lo que saben manejar la situación. Entonces ¿qué sucedió? En marzo del 2012 trajeron inversores. El 27 de marzo entra la nueva gerencia, representada por Héctor Casella y José Cantero. Y nos dicen que la situación va a cambiar, que vamos a percibir nuestros salarios en tiempo y forma, que se van a hacer cargo de las deudas con los proveedores y con nosotros.”
La trampa
Dulce Carola es la marca de lencería que en un tiempo fue explotada por la ex Virtus. La anteúltima gestión dividió el negocio en dos razones sociales: Underlen SRL, la razón social que aparece en los recibos de sueldo que no se reciben, y Marlio, la empresa que comercializa los productos de la marca. ¿Cuál es la conclusión para las obreras? “Marlio se llena de plata y Underlen está endeudada con nosotros.”
El vaciamiento
“Empezaron a hacer inventario, un relevamiento de las prendas que se habían elaborado con insumos de 20 años atrás y que ya se habían cortado. Y para que las terminen se lo dan a tercerizados. Así se estaba generando más deuda, y eso nos llamó la atención. En la semana del 20 de mayo comenzamos un paro, y nos dijeron que estábamos en nuestro derecho. Como trabajadores pensábamos, ¿cómo puede ser que a una empresa como ésta no le haga ni una urticaria un paro? Ahí se llegó a una instancia en que nos unimos todos. Ya no había diferenciación entre lo que era tercer piso de corte, segundo de producción, incluso de administración, que son los últimos que se unen. Estuvimos todos juntos.”
La lucha
La última semana de mayo y la primera de junio ya no les pagaban ni los vales. Fue lo último que decidieron aguantar: “El 7 de junio tomamos la decisión, con el apoyo de los tres sindicatos (SETIA, SOIVA y CORTADORES), de hacer la medida de fuerza. En estas últimas semanas, los dueños venían cinco minutos y se iban, prácticamente no estaban en la empresa. La apoderada de la empresa, Noemí Romero, decía que no tenían plata para afrontar la situación”.
Así comenzaron a quedarse en la planta, con guardias.
Ahora están a la espera de que se presenten en el Ministerio de Trabajo, como corresponde, porque hay un convenio firmado. Ellos han firmado, la apoderada firmó frente al Ministerio y a los tres sindicatos, los tres secretarios sindicalistas, que a partir del 20 de junio y hasta el 30 de julio nos tenían que pagar la deuda, que iban a llamar a tres personas por día para regularizar la situación y seguir trabajando conforme a lo que se tendría que trabajar, pero no cumplieron ni con una cosa ni con la otra.”
La asamblea
¿Cómo toman las decisiones? “Siempre hemos hecho asambleas para todos los temas gremiales, para ponernos de acuerdo en todo. La gente de los otros gremios se fue sumando, incluso los cortadores, que no tenía delegado. Después siguieron uniéndose los administrativos y al final éramos una gran masa de gente reunida en el segundo piso. Somos 43 familias aguantando”.
¿Bombachas sin patrón?
¿Pensaron en trabajar Sin Patrón? “En este proceso empezó a venir la gente de empresas recuperadas, del Ministerio también. Empezamos a tener reuniones informativas. Gente del INAES, de Bienestar Social. Mucha gente ha venido con ánimo de colaborar, de explicarnos y de orientarnos. Es muy difícil la situación. El conflicto tiene tanto tiempo, no es que te quedás hace un mes sin el sueldo. Ya veníamos endeudados, ya veníamos con falencias, ya habíamos hecho como un achique, ya se debían los colegios y ahora eso se acrecentó. Es difícil estar así, a la espera. Estas entidades que se acercan a ayudarnos por lo menos nos dan una esperanza de que se puede. De alguna manera vamos a salir, con tiempo. No es rápido. Estamos agradecidos.”
Lo fácil y lo difícil
El 8 de julio se hizo un festival en la puerta de la fábrica, se acercaron la gente de Lacar y la gente de Mc Body (dos fábricas sin patrón): “En el festival nos contaron su experiencia, muy parecida a la nuestra. No es fácil para nosotros pensar en una cooperativa. Es una idea, es un pensamiento. Somos 43 que tenemos que tomar una decisión así de importante. Hay que ver muchas cosas: el tema de la razón social, el edificio, ventas… Somos 43 familias que estamos acá. Esa es la razón principal por la que queremos hacer las cosas como corresponde. Cuando llegue ese momento se verá. Todavía no podemos, todavía solamente podemos pensar que estamos unidos en una relación de dependencia con esta gente. Por lo que comentaron, no es fácil, y tenés que perseverar mucho… Es más fácil venir, hacer lo que sabés, con una responsabilidad intermedia, que ponerte a hacer tareas que vos tenés que aprender y que te superan porque son otra responsabilidad, de otra índole… Eso se va a a ver. Yo supongo que es más fácil trabajar en relación de dependencia, excepto cuando caes en manos de esta gente.”
“Hasta que no me pasó a mí”
¿Antes del festival se enteraron de algunas experiencias de fábricas o empresas recuperadas? Cuentan: “Era muy remota la información. Aparte es como todo: hasta que no te pasa a vos, no sabés lo que es. Porque una cosa es cuando vos lo mirás a través de un periódico o a través de un reportaje en la televisión, pero cuando te toca vivirlo a vos, realmente ahí se te cae la ficha. Además hay un preconcepto de la gente y una falta de información: nosotros no somos ocupas, ni estamos robando nada, ni somos delincuentes. Todo lo contrario. Parece que cuando se habla de estar preservando la fuente de trabajo, se está hablando de quien quiere apropiarse de cosas que no son nuestras. No es así. Eso lo aprendí yo ahora. Yo era una de las que decía: no me veo a mi edad en una situación así. Ya sabemos lo que es, ya entendimos. A lo mejor en un futuro se arma la autogestión. En este momento no podemos decir tal o cual cosa porque hay pasos previos, hay que agotar todas las instancias.
La ética obrera
“Esta gente totalmente inescrupulosa que viene, que vacía la fábrica, no te pagan, te dejan sin trabajo, se mueven impunemente. Mientras que nosotros, los perjudicados, tenemos miedo de todo y nos fijamos y tratamos de movernos en un marco legal porque somos gente honesta y no queremos caer en nada que no sea así. Siempre salís mal parado.Siempre el honesto sale mal parado, el trabajador. Nosotros nos levantamos a las 6 de la mañana para venir acá. Hay gente que viene de Moreno, que se tiene que levantar a las tres, en esta época no es fácil manejarse en los trenes, nunca ha sido fácil. Algunas llegan una hora antes para no llegar tarde y no perder los premios. Eso a través de los años. Es un esfuerzo enorme, muchas veces viniendo enferma, para que no se les reste del sueldo, la puntualidad… Y esta gente rompe con todo eso, con las ilusiones, con los proyectos. No podés hacer planes con una persona que no te paga los sueldos.”
La miseria
“Mucha gente está endeudada, con las tarjetas, los colegios… Compañeros que como trabajadores quieren la mejor educación para sus hijos y se encuentran en una situación que en un colegio privado no pueden llegar a pagar la cuota y no le van a renovar la matrícula. Vos imaginate el desgaste y el stress psicológico que tienen esas criaturas, más el papá y la mamá, eso no es nada fácil… Y el tema de las obras sociales: los gremios son los primeros que les cortan los servicios si la empresa no paga. Tenemos un compañero recién operado que no tiene obra social ni atención… Además se le debe a la AFIP. Hay 17 millones de deuda en retenciones a nosotros que no llegaban a destino.”
El despilfarro
¿Qué hicieron mal los patrones? “Se trató que la marca fuera de primer nivel, una marca que compitiera con las primeras marcas. En un momento se iba a Francia, se buscaban las telas, se veían los modelos. Era todo de primera línea, pero se olvidaron de invertir en máquinas. Es cierto que tenemos una mano de obra impresionante, que suple todo eso, pero los tiempos son diferentes. Hay máquinas muy inteligentes, muy completas. La empresa no cuenta con eso. Ese fue uno de los errores: no invertir. También fallaron varias colecciones por los diseños, no dieron resultado, dos o tres colecciones seguidas. Porque venían familiares a diseñar: así como iban a los negocios, volvían las prendas, eran devoluciones… simplemente no gustaban… Y después malos manejos administrativos, malas inversiones, figuraban cosas que no existían. La última gente que viene nos informa que figuraban 50 Blackberrys. Nunca existieron esos teléfonos. Teníamos teléfonos de los más básicos que comunicaban un piso con otro, distintas áreas. Había muchos rumores y cuando lo intentábamos hablar, él dueño no quería escuchar, decía que no le interesaba.”
La paciencia y sus límites
Agrega Pablo, de 33 años que entró a trabajar a los 18: “La gente fue muy paciente, explicaciones que te daban que además de ser ilegítimas eran incomprensibles. Te decían que no se vendía, pero había pedidos ¿Qué hacían? ¿Los regalaban? No tiene lógica. Ni el subsidio del plan de Recuperación Productiva que da el Estado quisieron aceptar. Todo esto indica que había algún tipo de mala intención. Un manejo para conducir a la empresa a este punto. Sacarse de encima a la gente y ellos seguir adelante. La última gerencia, que decía que iba a salvar la empresa, lo primero que hizo fue cortar la entrada de insumos. Sólo vendían y no reponían lo que iban vendiendo. Así no iban a salvar la empresa, en realidad. Desde que iniciamos la medida de fuerza, no vinieron más”.
¿Y después?
Mañana vence el plazo para que la empresa se presente en el Ministerio de Trabajo. Los obreros de Dulce Carola estarán allí esperándolos. Una instancia más, de esas que hacen falta que un grupo de obreros rompan el molde.
Nota
Daniel Solano: la Corte Suprema confirmó la detención de los siete policías condenados por homicidio

Los siete policías condenados a prisión perpetua por el asesinato de Daniel Solano, el joven salteño de 27 años desaparecido en Choele Choel el 5 de noviembre de 2011, fueron detenidos tras el rechazo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a un recurso de queja de los efectivos, y así deberán empezar a cumplir la pena en prisión por primera vez desde la sentencia. El juicio concluyó el 1 de agosto de 2018, pero desde entonces los oficiales Sandro Berthe, Pablo Bender, Juan Barrera, Pablo Albarrán Cárcamo, Pablo Quidel, Diego Cuello y Héctor Martínez estaban en libertad, a la espera de la resolución de la Corte. “Nunca los sacaron de la policía: tenían libertad, cobrando sueldo y portando armas”, dice Leandro Aparicio, uno de los abogados de la familia Solano, que subrayó su “satisfacción” por el fallo: “Uno está golpeado, pero esto da energías para poder avanzar. No hay muchos casos que se detengan a 7 policías”.
La desaparición de Daniel se produjo tras un episodio de violencia policial en la vereda de un boliche de la ciudad. Antes había reclamado por su sueldo y el de sus compañeros como trabajadores rurales de la empresa Agrocosecha, tercerizada de Expofrut Argentina. Aparicio: “Fue un homicidio más allá de la desaparición, y fue un homicidio en un contexto de trata de personas, que está denunciada en la justicia federal de Roca, como está denunciado el narcotráfico, pero la causa no se mueve como se debería. Está parada. Pero esto va a servir para darle un impulso a toda esas cuestiones pendientes”.

Entre esas cuestiones, en abril habrá audiencias por la acusación a otros cuatro policías, entre ellos Tomás Vega, a quien la familia lo señala como el “nexo” con la empresa: “Vega estuvo cuando le pegaban a Solano en el boliche. Vio todo eso. Y fue el que estuvo a cargo de la investigación los primeros día de la desaparición”.
Daniel sigue desaparecido. Gualberto, su papá, murió en medio del juicio, sin poder llegar a la sentencia por homicidio, y fue el principal motor de la causa que denunció la desaparición forzada y la connivencia judicial y estatal bajo un reclamo concreto que repitió una y otra vez a lo largo de seis años y medio: “Quiero encontrar el cuerpo y llevarlo”. No se detuvo un día: hizo huelgas de hambre, inició acampes y se encadenó al juzgado para exigir respuestas. Así reveló la trama de explotación laboral en Río Negro, la corrupción judicial que cubrió el caso y logró la detención de los oficiales que hoy están presos. Aparicio lo recuerda: “Nosotros tenemos esperanza de que el cuerpo aparezca. Algún policía capaz que se puede quebrar, o Vega mismo, sabiendo lo que se viene, puede dar información. Hemos hecho lo imposible para que aparezca el cuerpo”.
Compartimos la investigación de MU sobre este caso:
Nota
Sí, podemos: 20 años del No a la Mina de Esquel

Esquel está cumpliendo 20 años del histórico plebiscito en el que por más del 81% de los sufragios la comunidad votó «No a la Mina» y rechazó así la instalación de la megaminería en la región. A qué le dijeron que «Sí», desde la nota histórica que se hizo desde MU en uno de los tantos viajes, el primero, a la madre de muchas batallas.

El 23 de marzo se cumplieron 20 años del rechazo a la megaminería en Esquel, símbolo de lucha contra los proyectos contaminantes, inconsultos, impuestos en silencio y con violencia, y símbolo también de la democracia participativa, la organización y una lucha que se contagió a otros lugares del país.
En estos días hubo recitales, charlas, caminatas, marcha el 23 de marzo, y este domingo culminará la celebración con un ascenso al cerro Calfu Mahuida, un modo de simbolizar ese contacto permanente de la comunidad de Esquel con la naturaleza.
La historia viva cuenta que un puñado de vecinas y vecinos, que fueron cada vez más, comenzaron a reunirse, a estudiar la situación, a ir a escuelas, clubes, barios, difundiendo capilarmente, en una movilización a la vez inmensa, lo que se estaba tramando para hundir a Esquel en la megaminería. El 4 de diciembre de 2002 fue la primera marcha que reunió a más de 6.000 personas. Nunca desde entonces se dejó de marchar el 4 de cada mes.
Esa creación de movilización involucró otro hecho histórico: se había formado la Asamblea No a la Mina, grupo apartidario, horizontal, democrático, diverso, expresión de las nuevas formas de organización social que emergían en el país tras la crisis de 2001.
El mecanismo asambleario en el que participaba todo el que quisiera, llevó a presionar la situación hasta obtener la posibilidad de la que se celebraron ahora 20 años: el 23 de marzo de 2003 se realizó un plebiscito en el que la comunidad rechazó por más del 81% de los votos al proyecto que intentaban imponer la empresa Meridian Gold y el Estado. Esquel hizo nacer aquel No, pero además generó un contagio en diferentes lugares en que se manifestaban conflictos ambientales en todo el país (Gualeguaychú, Famatina, Andalgalá, como emblemas de una actitud ciudadana no ha dejado de crecer hasta hoy frente a diferentes situaciones territoriales, de salud, y hasta de derechos humanos). Se ponía en foco al modelo extractivo.
Desde aquellos años Esquel ha pasado por situaciones de todo tipo que han sido reflejadas tanto en lavaca.org como en la revista MU:
- la intención de dar vuelta la decisión de la población a través de campañas de acción psicológica y desinformación;
- el espionaje a vecinas y vecinos que integraban la Asamblea, por parte de la AFI, como forma de amedrentamiento y control social;
- las presiones políticas y hasta laborales que sufría toda persona involucrada con el proceso asambleario;
- el contagio fundamental de la acción de Esquel a toda Chubut, que se pobló de asambleas en todo el territorio, incluyendo a las comunidades de pueblos originarios, siempre rechazando los proyectos y negociados minero-estatales;
- las trampas legislativas detectadas cuando se obtuvo la foto del diputado Gustavo Muñiz (del Frente para la Victoria) chateando por celular con el gerente Gastón Berardi de Yamana Gold, la empresa que había asumido el proyecto para impedir y ningunear la Iniciativa Popular presentada por la ciudadanía para que se convirtiera en Ley;
- las represiones a los manifestantes en Rawson, cuando la lucha debió concentrarse en la capital provincial; el acoso mediático a toda esta movida en defensa de la naturaleza por parte de buena parte del sistema mediático, dependiente de pautas publicitarias estatales y privadas.
- Y, por nombrar algo de lo más relevante en los últimos tiempos, el Chubutazo, o “Chubutaguazo”, con que la provincia movilizada logró dar vuelta de un modo comovedor en 2020 un nuevo intento de legislación que bajo el disfraz de una “zonificación” provincial buscaba lo de siempre: ir por la minería. La ciudadanía logró tumbar esa intentona y reponer la ley que prohíbe los megaproyectos extractivos.
- Otro detalle de estos tiempos: ya hay una tercera generación de integrantes de las asambleas participando plenamente, un sub-17 que demuestra el alcance de todo lo que se ha realizado, también desde el punto de vista inter-generacional.
Esquel fue el nacimiento de la resistencia de Chubut, que no significa solamente un rechazo al saqueo y la contaminación, un No, sino también múltiples Sí:
- Sí: sí a la vida.
- Sí a la reivindicación por la positiva de otras formas de producción que no impliquen la destrucción.
- Sí a la necesidad de licencia social para cualquier proyecto, de cuidado de ambiente como forma de preservación de la vida y el trabajo.
- Sí a nuevas formas de relación entre lo humano y la naturaleza. A nuevas relaciones también entre las personas para plasmar la idea de que el agua vale más que el oro, y de que el futuro es posible.
Como homenaje a todo eso aquí puede verse la primera de las notas publicadas en MU sobre la asamblea de Esquel: “La madre del No”, para conocer esa experiencia histórica hecha de resistencia, inteligencia, generosidad y, también, alegría.
Nota
24 de marzo de 2023: Que la memoria (los) ilumine
Crónica de un nuevo 24 de marzo desde la voz de la gente, que habla de todo: de cuánto estaba el chori la marcha pasada a cuánto está hoy; de la pesificación de los fondos jubilatorios y de las elecciones por venir; de las dos marchas, y de la realidad. La necesidad de seguir enfrentando al fascismo, ¿cada vez más presente?, y la energía que da la calle. El recuerdo de Hebe, la presencia y las palabras de Nora Cortiñas, la partida sin condena de Carlos Blaquier. Lo pendiente: los juicios aún en curso, la falta de respuestas del Poder Judicial y de la política, les desparecides de hoy. La presencia de niñas y niños como herencia de una sana costumbre: memoria, verdad y justicia, ahora y siempre.

Y si de vos
“Octubre 1976”, de Ana María Ponce, desaparecida.
me dijeran que no exististe,
les gritaría que me quedan,
tus ojos tristes,
tu caminar lento,
tu sonrisa apenas esbozada,
tu caricia leve,
y una espera,
una larga espera
de la que no volveremos
nunca,
o tal vez sí…

Ahora es marzo de 2023.
24 de marzo de 2023.
Un pibe alto camina lento, con ojos tristes; el frente y el dorsal de su musculosa negra, cuenta: “Son 30.000 y uno es mi abuelo”. Al lado, su mamá, camina lento, con una sonrisa apenas esbozada. Su musculosa gris, cuenta: “Son 30.000 y uno es mi papá”. Caminan lento porque hay un océano de cabezas, pies y corazones que se dirigen desde el Congreso de la Nación hacia Plaza de Mayo, a reivindicar la Memoria, la Verdad y la Justicia, a 47 años de la noche más sombría.
El pibe alto se llama Thomas Aballay y sostiene un cartel que contiene la foto de su abuelo, cuya sonrisa es tan ancha que parece desbordarse de la imagen. Se lee: “Jorge Oscar Tanco, detenido desaparecido, 16/09/1976”. Dice: “Pertenezco a la agrupación de Nietos de desaparecidos, conmueve un montón estar acá. El Nunca Más no debe quedar en el aire, por eso hay que seguir luchando”. Lo escucha su mamá, Maika Tanco, la hija de Jorge. Plantea deudas de esta democracia en relación a los castigos por los crímenes de lesa humanidad: “Necesitamos hablar no sólo del pasado, sino del presente y del futuro. La cárcel para los genocidas debe ser definitiva; cárcel común, no que estén en sus casas. Además, los juicios están retrasados. En los últimos cuatro años no hubo adelantos significativos y eso quedó manifiesto en que el empresario Carlos Blaquier acaba de morir sin ser juzgado por su complicidad con la dictadura. 47 años después, no es justicia. Y él ni siquiera la tuvo; falleció como inocente, y no lo fue”.


Lo que plantea Maika, minutos después lo confirman en números desde Sobrevivientes, Familiares Compañerxs y Amigxs del Centro Clandestino de Detención «El Olimpo”, emplazado en el barrio porteño de Floresta: “Hoy, 8 de cada 10 condenados por delitos de lesa humanidad están en sus casas cumpliendo las penas que debieran completar en cárcel común”. Desde que se reabrieron los juicios, entre 2006 y 2022 hubo 283 sentencias dictadas, 1115 personas condenadas y 171 absueltas. Hay 15 juicios en curso y 75 causas aguardan fecha de debate. En relación a la falta de celeridad, se debe a la escasez de tribunales orales disponibles. Un ejemplo es el proceso judicial por las violaciones de derechos humanos en el Centro Clandestino “Puente 12”, en La Matanza. El debate, pactado para principios de 2022, recién comenzará el próximo 3 de abril “por cuestiones de agenda”.
Como el mundial
El olor a humo que emana de decenas de parrillas acompañan toda la marcha. Hay olor a chori, hay olor a un pueblo que, pese a ser una fecha que evoca la peor de las crueldades, se hermana, se abraza. Se trata de una fecha para encontrarse y reencontrarse, con unx mismo y con el resto. El barro que se multiplica con el paso de las horas en varios sectores de la Plaza de Mayo refleja la masividad de la cita ineludible. Hay mil banderas de organizaciones sociales, de partidos, de sindicatos; pasacalles, stencils, graffitis viejos y que acaban de nacer; bombos, cánticos, intervenciones artísticas; hay sueños compartidos: “La importancia de estar acá es mostrar que la derecha, los milicos, la policía, no tiene la cancha libre; desearía que fueran menos, pero no lo son, siguen teniendo mucho poder. Entonces, la única defensa que tenemos es la calle”, alza Cecilia, 69 años, de Florida Norte. Y profundiza: “Hay que apuntar a la igualdad social como eje; tenemos alimentos para millones de personas, pero la mitad de nuestra población infantil es pobre. Alguien se la está llevando y es contra ellos que debemos pelear”.
Antes de empezar a marchar, Norita Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, le dice a la lavaca que está “con mucha fuerza para seguir pidiendo Memoria, Verdad y Justicia”; le dice que “el país está cada día peor, porque este gobierno, gobierna para los ricos, y hay que resistir en la calle”; le dice que pasó su cumpleaños (93, el 22 de marzo) “muy feliz, llena de abrazos y de afecto, pero la felicidad nunca es completa y será así hasta encontrar a Gustavo (su hijo, desaparecido)”; dice que el compromiso “debe ser hasta morir” y antes de terminar la charla, en medio de un intenso calor, propone ir tomar una cerveza al final de la jornada.

Lucía Iérmoli tiene 35 años y está embarazada de seis meses. “Las conquistas hay que defenderlas acá, contra el poder concentrado que sigue creciendo. No estar un día como hoy marcaría una ausencia. Que reviente de gente esta plaza es un logro de todas, de todos. No sé cuántos lugares en el mundo tienen un día que reivindique la memoria”, dice, con voz tierna y con Vera en la panza, que también sigue creciendo. A su lado, su amiga Alejandra Spinetta, 59 años, agrega: “No se puede no estar acá; si uno falta, si no se compromete, es dejarle el lugar para que avance la derecha”.
A unos metros, Laura, de 66, está contenta. Muestra una vitalidad que está recuperando, a medida que avanzan las horas: “Es mi primera movilización después de la pandemia; estuve muy enferma, durante muchos años, pero hoy sentía que debía estar con mi pueblo y no me arrepiento: me llena de energía”.
Detrás, una imagen bellísima que retrata a Hebe de Bonafini, en el primer 24 sin su presencia física. Está con sus dos hijos, chiquitos, ambos desaparecidos. Una frase acompaña el cuadro, a 40 años de la recuperación de la democracia: “El día que me muera no me tienen que llorar. Hagan una fiesta en la calle, porque hice lo que quise y peleé con todo como quise”.

El 24 de marzo de 1995 a las 6 de la mañana llegó al mundo Victoria Rossi. “Victoria por la frase del Che, de ‘hasta la victoria siempre’, por el concepto del triunfo del pueblo”, rememora Viqui, a metros de la Catedral vallada, en su cumpleaños 28. “A partir de que empecé a militar en el centro de estudiantes del secundario, sentí que los 24 de marzo ya no había lugar para festejos personales, sí para abrazos, sí para estar con mi gente, pero desde un lado más colectivo”. Su mamá y su papá, militantes de izquierda, venían a las marchas mucho antes de que se decretara feriado, allá por 2022: “Desde chiquita fui consciente del valor que tenía esta fecha y me acuerdo que en cuarto grado fue el último cumple que festejé en la escuela. Sin embargo, estar acá es lo más importante en este día; un año no vine y algo me faltó. Decidí que esa sensación no la quiero sentir más”. Y asocia: “Más allá de que esto no sea una celebración, vivo un 24 de marzo como lo más parecido a ganar un campeonato del mundo, porque hay un gran motivo para juntarse: hay orgas, partidos, familias, parejas, gente que va de la mano con quien quiere y eso tiene que ver con la búsqueda de la libertad por la que peleaban las y los desaparecidos”.

Ideas de ayer a hoy
Un hombre cuarentón camina de la mano de su hija. Ambos tienen puesta el mismo modelo de remera que exige “Juicio y castigo”. La diferencia es que una es talle X y la otra es talle S. Expresa Lucas: “Estamos acá por dos motivos: por responsabilidad social y porque mi papá es uno de los 30 mil”. ¿Qué utopías de su viejo hay que traer al presente? “Nunca dejar de hacer política seria y trabajar mucho en los barrios”. Se va a seguir marchando, siempre de la mano de su hija. En su espalda, de su mochila cuelga un pañuelo blanco que denuncia: “Pablo Córdoba, desaparecido”.

Ana Valverde escucha atentamente el documento leído por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Tiene 72 años, milita hace 54 y lleva bien alto un cartel con la foto y el nombre de Patricia Gaitán, desaparecida por la última dictadura cívico militar eclesiástica. “La principal pelea de los 70 que hay que dar hoy es cómo lograr la unidad de las y los laburantes”. Dice que es jubilada y protesta porque “el gobierno nacional acaba de confiscar el fondo de garantía de sustentabilidad que estaba en dólares y que por un DNU lo pesificó. Esto no perjudica a quienes ahora somos jubilados, sino también a ustedes, los más jóvenes”.
–¿Vos aportás? –me pregunta.
–Sí.
–Bueno, te acaban de afanar.
Un pasacalle grita: “30.000 razones contra el FMI”; un cartel pegado con engrudo sigue la línea: “Basta de extorsiones del FMI”; desde arriba del escenario, en el documento que leen los organismos de derechos humanos, se agita: “El Poder económico es el gran ausente de este proceso, y su impunidad la seguimos pagando como pueblo, porque nos siguen sometiendo a la miseria, buscando un enriquecimiento sin límites y sin importar los costos”. Abajo, la inflación arrasa. Alberto es de Avellaneda y atiende una parrilla que instaló en la esquina de Avenida de Mayo y Carlos Pellegrini: “En la marcha pasada, el chori estaba 150 pesos, cobrándolo caro; hoy, yo lo tengo 700, como barato; en otros puestos está hasta 900”. A 50 metros, Viviana está sentada en un banquito. En el piso, sobre una lona, expone pañuelos blancos y azules, con la consigna “Nunca Más”. “El año pasado estaban 250 pesos, hoy 500”. Agrega: “Fue muy floja la venta, hoy se vendió mucho menos que en 2022”.



La primera actividad que arranca el 24, a media mañana, y la que cierra, a eso de las 20, se da en Plaza de los Dos Congresos. Es un festival por la memoria donde cantan bandas de heavy metal, que se organiza desde hace 16 años. Quien presenta a las bandas se llama Fernando Ricart, tiene 52 años, un pelo larguísimo y un padrino que estuvo detenido desaparecido: “Se lo llevaron por ser delegado, como si eso fuera un delito. Estuvo un mes y medio desaparecido, pero el daño que le hicieron fue para siempre. Se lo llevaron siendo uno, y me devolvieron a otra persona. Nunca se recuperó”. Andrés, 39 años, escucha la música pesada junto a su hijo de 6. Lleva una remera que se pregunta qué hicieron con Santiago Maldonado. Le pregunto qué ideas de la militancia de los 70 serían importantes que hoy sean prioridad: “Se perdió la perspectiva de un cambio revolucionario real; el peronismo tiene su eje en la Justicia, como si no fuera parte de este sistema que hay que cambiar de raíz; mientras que la izquierda partidaria sigue en la pelotudez, discutiendo en el Congreso sobre concepciones marxistas de hace tiempo, sin pensar en el cambio social actual”.

Rocío y Darío viajaron desde Tandil junto a su hijo Amadeo, de un año recién cumplido, para sentir en vivo y en directo la marcha que tantos años recorrieron cuando vivían en Buenos Aires. “La memoria se construye desde la cuna y las Madres y las Abuelas son la escuela”, recuerda ella. “La mejor manera de reivindicar a las y los desaparecidos es seguir su camino: el trabajo de base que se hacía en esos años”, recuerda él, que al igual que su bebé lleva puesta una remera de Diego Maradona. A su lado está Belén, una amiga de la pareja que por primera vez es parte de esta movilización: “En Tandil es diferente; hay un espacio fuerte y comprometido con los derechos humanos, pero es una ciudad mayormente oligarca; para mí es muy fuerte estar acá. Más que nunca debemos mantener viva la memoria y para eso hay que movernos”.
Memoria en este momento
Hay un graffiti recién pintado en la estación de subte Lima, de la línea A, que reza: “Memoria en este momento”.
Aparece también en paredes, en carteles y en diversos reclamos. Elizabeth tiene 70 años y lleva colgado un cartel que pide “Libertad a Assange, una verdad sin mordaza”. Lo relaciona con el 24 de marzo: “En el caso de Julian, se condena la libertad de expresión, no hay derecho a la información de la población y se expone cómo se persigue a la gente cuando se descubren los secretos de los gobiernos”. Detrás de ella, un stencil negro exhorta: “Abran los archivos secretos de la Dictadura”. Elizabeth tiene tres compañeros desaparecidos: Mónica Epstein, Hernán Abriata y Klaus Zleschank. “De ellos, además de recordarlos, hay que seguir su ejemplo: militar por una mejor redistribución de los ingresos”.
El recorrido desde la 9 de Julio hasta la Plaza de Mayo está acompañado por afiches de la organización La Poderosa con un encabezado: “40 años alimentando la democracia”. Se da en el marco de un proyecto de ley que impulsa el conglomerado de asambleas villeras para que se reconozca con un salario a las más de 70 mil cocineras comunitarias que trabajan en el país sin percibir un salario. ¿Qué implica el reconocimiento laboral? “Un salario ligado al Mínimo Vital y Móvil como base; acceso al aguinaldo, vacaciones, seguridad social, cobertura contra riesgos en el trabajo por enfermedades y maternidad, por invalidez y vida, retiro, acceso a la jubilación y guarderías”, expresan desde el movimiento.
Uno de esos afiches lo tiene a su lado Francisca, que vive en la calle y ahora está delante de un kiosco de diarios cerrado. Tiene una bandeja de arroz por la mitad y una voz que pide escucha: “Se la pasa muy difícil acá”. Y en un puñado de palabras, esgrime una deuda sustancial de la democracia: “Pensemos, ¿cuántos políticos en los últimos años hablaron de la situación de calle, de las villas? Eso dice mucho de cómo estamos”.

Detrás de su lente, la mirada de Oswald, colombiano de 41 años que hace 14 vive en Argentina, fotografía a un pueblo que recuerda sin parar. “Es imposible estar acá y no compararlo con mi país. Allá, pese a que no hubo una dictadura tan marcada, la serie de gobiernos de derecha y los paramilitares han desaparecido a más gente que en cualquier dictadura del cono sur”. Añade: “Por eso es tan importante valorar lo que se consiguió acá. En mi país, el miedo y la violencia aún imposibilita la unión de familiares de víctimas para reclamar en conjunto. En el último tiempo la juventud comienza a jugar un rol clave y para esto la Argentina es un ejemplo a seguir”.
Sobre Avenida de Mayo, un gazebo contiene a un grupo de “peruanos autoconvocadxs” que vocifera por la “dictadura que vive Perú”. Más de 60 caras se alternan con cintas de luto negro, en un antimemorial que estremece. Son las “víctimas del Estado Peruano”. Merly tiene 36 años, nació en Parcona Ica y hace 20 vive en Argentina. “Estamos acá porque también queremos decir Nunca Más. Las muertes tienen rostro y la mayoría son de pueblos originarios, del sur del país”.
Carolina, de 23, muestra su juventud caminando rápido, para no perderle pisada a sus amigos que van un poco más adelante. “Recordar a los desaparecidos de la dictadura es luchar por los desaparecidos de hoy. La derecha sigue avanzando y no lo podemos permitir”. A pocos metros de la Plaza de Mayo, donde desemboca la enorme movilización, Daniela, de 35, vende hamburguesas veganas. En el frente de su heladerita de telgopor está pegado un cartel con los colores de la diversidad, que se pregunta: ¿Dónde mierda está Tehuel? “No se puede aceptar tener desaparecides en democracia. El Estado define de quién se ocupa y de quién no, discriminando a las identidades trans. El racismo sigue, nunca se fue”.

Pablo está a pasos de la Pirámide de Mayo. Tiene 36 años, una militancia desde la juventud y un miedo que le recorre el cuerpo: “La democracia vuelve a estar en riesgo; las voces que la amenazan vuelven a tener más peso, que se traducen en persecución, en proscripción, en prohibición”. Suma: “Sufrimos salarios de miseria que sólo lo podremos dar vuelta con una transformación obrera y un pacto social que resguarde un piso que la derecha busca perforar. Para esto, hay que poner el cuerpo como en los 70, porque salvo en determinados momentos como el 2001 o la reforma jubilatoria del macrismo, no pudimos hacerlo en unidad”. A su lado, lo escucha Fidel, su hijo de 8 años.
–¿Por qué estás acá? –le pregunto a Fidel.
–Por la desaparición de los compañeros.
La tarde empieza a caer, la multitud a desconcentrarse y, mientras las paredes siguen pintando preguntas, también se escuchan versos que alimentan la memoria.
Se que algún día dejaré de pertenecer al mundo,
“Poema para no morir”, de José Beláustegui, desaparecido.
y nunca más podré escribir,
ni hacer el amor,
ni disfrazar la naturaleza con un poema,
ni viajar en los libros,
ni exponer mis ideas.
Por eso en este poema dejo, mar, cielo y luna
mariposas, besos y sirenas,
y me dejo a mí,
porque cuando muera seguiré viviendo en estos
versos.

-
MU180Hace 3 semanas
La Sirena: Sofía Dieguez, cantante y actriz
-
NotaHace 3 semanas
Desaparecido en democracia: ¿Dónde está Tehuel de la Torre? 2 años, la misma pregunta
-
NotaHace 6 días
Sí, podemos: 20 años del No a la Mina de Esquel
-
MU180Hace 3 semanas
Más Que Unx: Rock & 10
-
Revista MuHace 3 semanas
Mu 180: Lo que está en juego
-
NotaHace 2 días
Daniel Solano: la Corte Suprema confirmó la detención de los siete policías condenados por homicidio
-
MU180Hace 3 semanas
El blues de la zanahoria: Fantastic Negrito, música & agroecología en EE.UU
-
NotaHace 2 semanas
Jury a los jueces del caso Lucía Pérez: un paso más cerca