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El legado de Barrick

El pueblo de Jáchal cumple una semana de asambleas y movilizaciones, con un pico de 6.500 personas el viernes y la iniciativa encaminada de una nueva marcha a la capital sanjuanina para presentar un proyecto de ley que prohiba la megaminería con cianuro en toda la provincia. ¿Qué (no) deja la mina?

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El pueblo de Jáchal cumple una semana de asambleas y movilizaciones, con un pico de 6.500 personas el viernes y la iniciativa encaminada de una nueva marcha a la capital sanjuanina para presentar un proyecto de ley que prohiba la megaminería con cianuro en toda la provincia. También se cumplen diez años desde que Barrick Gold comenzó a producir en Veladero. ¿Qué (no) deja la mina?

El legado de Barrick

Ojos que no ven

En Jáchal e Iglesia le dicen “la báyik” y la ubican con el brazo estirado en dirección al noroeste y arriba, en algún lugar de la Cordillera de los Andes. La nombran como quien habla de una prima lejana que llegó para entrometerse en la vida y la paz cotidiana de una familia (de su pueblo), hace ya diez años o quizá más.
En el centro de Jáchal la presencia de la empresa se reduce a una oficina (que cambió de dirección el lunes después del derrame de 224 mil litros de cianuro sobre el arroyo Potrerillos) y también a alguna campera roja con el logo de Barrick Gold, vestida por ex mineros o familiares que la siguen usando porque está buena. Los vecinos calculan que hoy, de los más de 3 mil contratados que dice tener la mina, apenas 30 son de Jáchal y tienen camperas nuevas.
En las rutas cada tanto se ven pasar colectivos que llevan y traen personal desde San Juan o camiones que llevan y traen combustible o cianuro, pero más allá de esas referencias, la convivencia con Barrick se fue volviendo costumbre a partir de los casi 200 kilómetros, y todas las montañas, que separan visual y físicamente al pueblo de la mina.
Lo que une a Jáchal con Veladero es el agua, el agua del Río Jáchal que se carga del Río Blanco, de Las Taguas y en la naciente del arroyo Potrerillos, sobre el que la empresa derramó, al menos, 224 mil litros de cianuro el domingo 20.

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El río Jáchal

Los vendidos

La noticia del derrame llegó por Whatsapp como la confirmación del peor pronóstico de la asamblea de Jáchal que ya en 2004 alertaba sobre los impactos de la instalación de esta mina; y, también, como la gota que rebalsó la paciencia de todos los sanjuaninos que fueron comprobando, en todo este tiempo, cómo las promesas del progreso y desarrollo minero se convirtieron en mentiras.
“Hubiera preferido no tener razón”, dice Silvina, profesora de biología y parte de la vieja guardia que en 2004 alertó del peligro del cianuro y, junto a otra decena de jachaleros, terminaron tildados de “locos”. “Nosotros tenemos una posición tomada desde hace muchos años y la hemos advertido. Me pregunto: ¿El gobierno y la empresa tuvieron tanto poder? ¿O la asamblea se equivocó en el modo?”. Silvestre, otro de aquella y de esta asamblea, responde con una teoría: “Barrick no compró a la gente: la gente se vendió”.
Fredy Espejo, vecino de Iglesia, confiesa ser uno de los vendidos y hace la historia larga que cuenta la estrategia que utilizó la empresa para desembarcar con éxito en el departamento de Iglesia: “Mi padre sembraba lechuga y porotos; las semillas de Iglesia eran muy famosas. En los 90 nos instalaron un control fitosanitario y no pudimos sacar más semillas de Iglesia: papa, ajo, porotos. Después vino la otra parte, y es que una empresa llamada La Nogalina SRL fue comprando a muy buen precio las tierras que eran de siembra. Ellos ofrecieron comprar la tierra y seguir cultivando y dando mano de obra. Y así fue”.
Fredy empezó a trabajar como jornalero en siembra, raleo y cosecha de peras y manzanas, que luego eran exportadas a Holanda. “Pagaban buen sueldo, en blanco, todo bien, pero de pronto dijeron: ‘no cosechamos más’. Y nos empezamos a mirar entre nosotros: ‘¿qué hacemos?’. Entonces fuimos para arriba”, dice, mirando la Cordillera de los Andes. “Antes de llevarnos a la mina nos crearon la dependencia laboral”. Además, marcaban el fin de una agricultura que nunca volvería a ser la misma.
Fredy trabajó durante diez años en los distintos puestos que la Barrick tuvo en la montaña y cuenta con gracia el momento en que la empresa descubrió que ahí había oro “en el pozo 38”. Su historia, que será contada en la MU de octubre, sigue con su labor en la parte de control ambiental de Barrick, su posterior despido y persecución. Hoy Fredy reparte cartas de OCA, vende seguros y tiene su pequeña siembra, todo parte del rebusque para sobrevivir.
Dice Silvina, de Jáchal: “Nunca estuvimos en contra de los laburantes. Teníamos corazón y lo seguimos teniendo. Hay mucha gente que en ese momento pensó con la panza y las tripas de los hijos. Y el corazón y la materia gris quedaron relegados porque nos hicieron creer que no quedaba otra. Como pueblo tenemos que hacer un mea culpa al respecto”.

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Silvia

La década minera

Jáchal era mundialmente conocida por sus cebollas, según cuenta el agricultor Bernabé, por una composición particular del agua que las hacía jugosas. Hoy ya no lo es más. Silvina: “Mi papá era un tipo productor de cebollas y no lo es más. Por diferentes motivos, pero nunca más pudo arrancar. Porque tampoco hubieron políticas aplicadas para impulsar a los pequeños y medianos productores. La mina se llevó todo. Al no impulsar estas políticas y darle tanto vuelo al trabajo minero, quedó como que no quedaba otra que trabajar en las mineras”.
“No han sido capaces ni de mantener lo que tuvimos antes del 2000”, dice María Inés, maestra rural. “No tenemos la agricultura, el agua está contaminada, el desarrollo que venía a partir del desarrollo minero tampoco está. ¿Para quién es sustentable? Para nosotros los jachalleros no lo es”.
Otros indicios del anunciado progreso:
-“Somos los mismos 20 mil habitantes que hace 20 años”, compara Rodolfo.
-“El hospital parece una sala de primeros auxilios”, afirma Leonesa, y todos asienten.
-Jorge, mecánico de Rodeo, dice lo mismo de ese pueblito iglesiano: “Gracias a dios soy papá hace 3 años y conocí una sala de pediatría: 4 paredes, una ventana, una cunita y listo. No hay insumos”.
En el hospital de Rodeo no se hacen partos. La mutación en estos diez años del hospital, describe Jorge, es la misma que en Jáchal: “Es una sala de primeros auxilios”.
Silvia, vendedora de ropa cuenta de un crecimiento: “Si hay un crecimiento fue de un 5%, lo que más pudo haber crecido acá son los electrodomésticos. Pero, por ejemplo, éstos de en frente que venden comida, a ellos los hicieron inscribirse como grandes contribuyentes, como proveedor del Estado para darle alimentos a la Barrick, pero al final jamás les pidieron”. Silvia suma la historia de una ferretería quebrada por las promesas: “Yo tengo un amigo que tenía una ferretería y le hicieron comprar un montón de cosas. Creía que iba a vender todo eso y el chico cerró porque se metió con ese material y no compró lo que le vendía al cliente de todos los días”.
Además de las anécdotas aisladas que terminan armando un panorama, en Iglesia ocurrió en febrero una marcha de desocupados que reunió a 50 iglesianos que marcharon desde el Municipio hasta la sede de Barrick para pedir trabajo. “Yo calculo que hay en el Departamento de Iglesia un 60% de la fuerza laboral sin trabajar”, dijo Hernán Montaño, uno de los afectados. Las únicas oportunidades, según relató, son las obras públicas del Municipio “pero que involucran al dueño de la constructora y algún ayudante; son contadas, realmente muy pocas y las posibilidades laborales son casi nulas”. Montaño cuenta que manejan una base de datos de 450 iglesianos desocupados.
Jorge, de Angualasto, mientras mira a su hijo jugar al fútbol en el equipo del pueblo dice que la realidad es más compleja: “Yo ahora estoy desocupado, pero tampoco se puede decir desde afuera que la mina se cierre, porque hay gente que vive de esto. Es complicado. Es cierto que no hay trabajo y también lo del agua… Yo no sé, si sigue así nos vamos a volver un pueblo fantasma”.
El derrame de cianuro ahora “ha generado un impacto no sólo ambiental, sino económico y social. ¿Quién te compra un cultivo de acá ahora?”, pregunta Silvina. El golpe al turismo también fue otro de los efectos inmediatos: las reservas en los hoteles se cayeron tras la noticia del derrame.

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Roberto

La mala palabra

Entre los balances también entra la sensación de que en Jáchal hay más enfermos que antes. El famoso “algo está pasando” que precede al espaldo científico, y lo reclama.
El atractivo del trabajo minero fue siempre y únicamente la alta remuneración, que puede rondar entre 30 y 40 mil pesos, aunque en la práctica, según cuentan empleados actuales, existen distintos tipos subcontratos como maniobras para eludir los sueldos del sindicato AOMA. “Hay más de 500 empleados con sueldos del sindicato de comercio”, asegura Roberto, uno de los trabajadores mineros vecinos de Jáchal.
Los sueldos intentan equilibrar las condiciones laborales: “Creo que nadie se fue a trabajar a la mina por gusto, a estar a 4.500 metros de altura, a morirte de frío, a enfermarte de presión arterial, estar lejos de tu familia 14 días”, dice Roberto, quien por estar tanto tiempo fuera de su casa, asegura: “perdí el respeto de mi hijo”.
Roberto es en los papeles contratado de Barrick, aunque su médico le prohibió “subir” hace 2 años. En los estudios le encontraron fibrosis pulmonar e hipertensión arterial. “Se me agrandó el corazón”, grafica él, en su casa que es a la vez una tienda de zapatos.
Deolinda sostiene que en Jáchal hay una mala palabra: cáncer. Ella lo tuvo y, según cuenta, se operó y ya está salvo. María Inés, por su parte, relata que tiene tres personas en su familia con esa enfermedad.
Silvia tiene una casa de ropa frente a la plaza principal, una de las más exitosas de Jáchal, al que se acercan muchas mujeres. Hace dos años, junto a clientes y comandadas por una psicóloga social formaron un grupo llamado “Cadena de luz” que reúne a mujeres con cáncer. “Tratamos de ayudarnos y darnos afecto, decir “te va a pasar esto con la quimio”, enseñar a cómo poner el pañuelo; tenemos pelucas para el que quiera usarlas, o gorritos en invierno. A la gente le cuesta mucho aceptar que tiene cáncer”. El grupo reúne a casi 30 mujeres de Jáchal.
La casa de ropa se ha transformado así en una clínica de contención psicológica. Qué percibe desde ese termómetro: “Yo lo que estoy viendo es mucho cáncer de hígado. Puede ser por la alimentación, para mí es por el agua. El agua siempre ha tenido mucho arsénico. Y te estoy hablando de que sabemos cáncer de mujer. De hombres sé que hay muchos también”. Su marido, ex intendente del municipio, murió a los 47 años por un cáncer de riñón.
Dice sobre la atención médica: “Todos los pacientes oncológicos viajamos a San Juan, acá no hay oncólogos ni el hospital tiene herramientas. Por eso no existen las estadísticas”.

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La Estela: tierra guaraní en escena

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Las actrices Casandra Velázquez e Ivana Zacharski crearon un unipersonal sobre una niña litoraleña que descubre aventuras al amparo del monte misionero. El calor agobiante, la siesta obligatoria, los árboles de yerba mate y las leyendas de ese territorio se cruzan con la inspiración de Clarice Lispector como punto de partida.

Por María del Carmen Varela

A la hora de la siesta el pueblo entra en una pausa obligatoria barnizada por un calor agobiante. Ni el sueño ni el sofoco detienen a la niña, que abandona su cama con sigilo y logra escapar al amparo del monte. Encuentra en la intemperie el abrigo que no es costumbre en su casa. Cada día la espera una aventura distinta, aunque no siempre hay juego y risas. Rebelde, divertida, decidida, busca compañía para sus andanzas y si no la encuentra, transita en soledad.  La salvación a cielo abierto, la naturaleza como sostén y una fascinación: “La Estela”.

La actriz y bailarina Casandra Velázquez y la actriz y directora de teatro Ivana Zacharski dieron luz a esta niña litoraleña sumergida en la vastedad de un paisaje indómito y deslumbrada por Estela, la joven esquiva con mirada de pantera. Ivana y Casandra se conocieron a sus 18 años tomando clases de actuación con Pompeyo Audivert en el Teatro Estudio El Cuervo, poco tiempo después de que cada una viniera a estudiar teatro a la Capital. Casandra nació en Rosario y creció en Venado Tuerto (Santa Fe), Ivana es de Apóstoles, Misiones, donde se desarrolla esta historia que juntas llevaron a escena. Este universo, recorrido por Ivana, de tierras guaraníes surcadas por árboles de yerba mate y leyendas de peligros a la hora de la siesta, fue la inspiración para La Estela.

Ivana tenía ganas de dirigir un unipersonal y eligió a su amiga Casandra para actuarlo. El punto de partida fue un cuento de Clarice Lispector: La relación de la cosa. Casandra: “Los primeros encuentros fueron sin texto, nos acercamos a la obra desde el cuerpo, la respiración y la carne. En los primeros ensayos bailé un montón, unas danzas extrañas, medio butohkas, transpire, canté, corrí, toqué el bajo. Ivana empezó a escribir y yo a probar y actuar todos esos textos e hipótesis, el insomnio estaba presente, la obsesión con el tiempo, los fantasmas del futuro, algo vinculado a la materialidad del agua y el devenir del río. Aparecieron unos cuentos protagonizados por distintas niñas en paisajes litoraleños. Nuestro personaje de ese momento: una mujer en medio del insomnio, se contaba esos cuentos a ella misma para poder dormir”.

La Estela: tierra guaraní en escena

Foto: Gentileza La Estela.

Después de que Ivana hiciera un taller de escritura con Santiago Loza y Andrés Gallina, la historia fue tomando fuerza. Cuenta Casandra que algo se abrió y comenzó a aparecer la trama: “La obra apareció y nos empezó a hablar. Nos metimos adentro de esos cuentos, de esos paisajes y de esas niñas y dejamos de lado todo lo demás. Apareció algo muy mágico entre nosotras, algo de eso que las obras permiten, que es crear un universo común, descubrir conexiones y relaciones nuevas. Sentía que la obra estaba apareciendo y tenía voz propia, apareció el cuerpo de la obra y una forma de narrar”. Casandra recorre el escenario y su fuerza expresiva invita a adentrarse en la historia de esta niña llena de vitalidad y asombro. La vemos en su habitación, presa del calor de la tarde, en busca de libertad y juego, invocando protección divina cuando algo se le escapa de las manos, trabajando en el puesto rutero, pateando una pelota, como se patea a la injusticia, hipnotizada al descubrir la mirada felina de “la Estela”.

El entusiasmo de la juventud, las tragedias inesperadas, las súplicas, el goce de la novedad caben en ese cuerpo palpitante de sueños. Ivana y Casandra apelaron a sus propias vivencias para hilar la narración. Casandra: “Las dos pasamos nuestras infancias y adolescencias medio punkis en distintos paisajes litoraleños, lejos de esta ciudad, sus ritmos y velocidades. Había algo de ese universo común, de elegir siendo muy chicas irnos de las ciudades donde crecimos, que empezó a operar, casi telepáticamente. El ejercicio de revisitar esos paisajes y poblarlos de ficción fue fascinante, mirar el mundo con ojos de infancia nos abrió mucho permiso y nos devolvió mucha vitalidad, nos permitió vincularnos con la violencia, el dolor y la crudeza de crecer desde un lugar de mucho delirio y mucho juego. La obra es bastante impune en ese sentido, el relato no pide permiso, ni da explicaciones, sólo sucede. Justicia poética, decimos, un conjuro de liberación”.

Al cabo de dias de ensayo, la voz de la niña litoraleña comenzó a asomar y Casandra hizo un trabajo específico con la coach vocal Mariana García Guerreiro. El actor Iván Moschner también se sumó a pulir el fluir de la voz. Escuchar radios misioneras, discos y entrevistas a Ramón Ayala y otrxs artistas misionerxs colaboró con esa tarea. La niña que sube el escalón hacia la adolescencia, la que se enfrenta al monte y sus amenazas, se abre paso en la oscuridad con la lumbre de su irreverencia. Salvar y ser salvada, desafiar la imposición de la siesta, para correr a soñar despierta.

La Estela

El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, CABA

Sábados a las 18  hs, hasta el 27 de septiembre

@laestela.obra

@casandravelazqz

@ivanazacharski

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Litio: nace un nuevo documental

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Este viernes 29 de agosto se presentará un nuevo contenido de Cooperativa de trabajo lavaca: Litio. Un documental dirigido junto a Patricio Escobar que refleja la lucha de las comunidades originarias y el paralelismo entre la reforma (in)constitucional de Jujuy, como experimento hacia la Ley Bases votada a nivel nacional.

“Te cuento esta historia, si me prometés hacer algo. ¿Dale?”.

Así arranca el documental Litio, una historia de saqueo y resistencias, que continúa…

Un documental independiente y autogestivo de cooperativa lavaca y dirigido en conjunto con Patricio Escobar, que traza un hilo conductor entre la reforma (in)constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).

Este proyecto tiene algunas particularidades: por un lado, no se trata de una única pieza audiovisual, sino de varias. Una más larga, de 22 minutos; y otras más cortas, de menos de 6 minutos. Por otro lado, se propone un documental en construcción permanente, al que se le irán agregando nuevas piezas de una cadena extractivista que parece no tener fin. Para esto, creamos una página web (que también estrenaremos el viernes 29) en la que iremos agregando los nuevos eslabones que surjan a futuro relacionados al oro blanco. 

LITIO muestra cómo viven las comunidades de la puna jujeña en la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, y a la par, zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. Dato insoslayable: para obtener un kilo de carbonato de litio se utilizan hasta dos millones de litros de agua. Las imágenes se entrelazan con los ostentosos congresos mineros, la represión policial a las manifestaciones por la reforma (in)constitucional y la resistencia de un pueblo que no otorga la licencia social a la explotación minera.

“¿Cuánto cuesta, cuánto vale… nuestra Pacha?”, cantan las comunidades originarias. Esa bandera hecha canción – y esa pregunta- se construye a través de distintas entrevistas a las comunidades Santuario de Tres Pozos, Lipán, El Moreno, Tres Morros, Potrero de la Puna, así como a otros actores. También evidencia el silencio de las autoridades, que no quisieron hacer declaraciones públicas. “Todas las Salinas están cuadriculadas de pedimentos mineros. Allí viven las comunidades y debajo, en el subsuelo, están las minas”, cuenta Alicia Chalabe, abogada de las comunidades.

El documental plantea una premisa: la reforma (in)constitucional de Jujuy en 2023 impuesta por el entonces gobernador Gerardo Morales –a merced de la explotación del litio, ya que modificó el régimen de agua, de tierras fiscales y de la propiedad privada, y ratificó la propiedad exclusiva de la provincia sobre los recursos naturales, entre los que incluye el subsuelo y el mineral de litio– fue el experimento que sirvió de antesala a la Ley Bases aprobada en 2024. Esta profundizó no sólo la matriz extractivista mediante enormes beneficios fiscales a empresas mineras, petroleras y del agronegocio, sino también las relaciones carnales con Estados Unidos y particularmente con Elon Musk, dueño de la empresa Tesla que construye autos eléctricos, para lo cual el litio es fundamental.

LITIO termina con tres palabras, y se erige como punto de partida:

“Esta historia continuará

¿Dale?”.

Te invitamos a seguir construyendo esta historia, este viernes 29 de agosto a las 20, en MU Trinchera (Riobamba 143, CABA).

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CABA

Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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