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Encuentro Plurinacional en Bariloche: ceremonias, newen y la propuesta de la acción con sentido

Se inició este sábado el Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries en Bariloche, que durará tres días. Se decidió hacerlo allí cuando las mujeres mapuche fueron arbitrariamente encarceladas. El Nahuel Huapi, miles de participantes del Encuentro y la espiritualidad como cuestión no folclórica. Roca tapado, y los debates y sorpresas que surgen. Ideas sobre resistencia e insurgencia para tejer entendimientos y no quedarse solo en palabras.
Texto: Bernardina Rosini, desde Bariloche
Fotos Eugenia Neme, para lavaca

La ceremonia, la energía, las protagnistas y el escenario. Fotos Eugenia Neme para lavaca
Es sábado 14 de octubre. Son las 7 de la mañana. Una voz solicita ordenarse en filas de a dos a quienes van llegando y no filmar ni fotografiar durante la ceremonia de bienvenida.
Se trata de Wixa Xipan, una rogativa del amanecer que encabezaron esta mañana 30 mujeres mapuche. La línea que dibujan miles de mujeres y disidencias bajando ordenadamente de la calle hacia la orilla del lago Nahuel Huapi es interminable. El sol comienza a salir y los sonidos de la percusión dialogan con el oleaje. Cuatro grados de temperatura en la ciudad de Furilofche/Bariloche. De este modo comienza la 36° edición del Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries.

La resistencia a un año de los encarcelamientos. Fotos Eugenia Neme para lavaca
La ceremonia –explica Romina Ayelen Díaz, originaria de Piedra de Águila– tiene como función, o sentido “presentarse ante el sol, ante la montaña, ante el lago, decir quiénes somos, a qué venimos, pedir que nos acompañe el territorio en la misión del Encuentro, que facilite la escucha, el diálogo. y que este territorio se vea fortalecido por todo nuestro newen –energía– concentrado y que potenciamos tanto mujeres mapuche como feminismos”.
Esta instancia es una apertura de diálogo, de presentación, de afirmación “aquí estamos”, de intercambio, las ofrendas compuestas de semillas, granos, flores son entregadas al lago, los cuerpos van y vienen imitando el movimiento del oleaje en la orilla. Un latir, un acuerdo, y una danza.

Avelina Rogel y el fuego sagrado. Ceremonias para tejer nuevas tramas. Fotos Eugenia Neme para lavaca
La cárcel y el encuentro
Hace un año y 10 días exactamente, el 4 de octubre de 2022, doscientos efectivos federales ingresaban a la madrugada en Lafken Winkul Mapu –a 35 km de Bariloche– para realizar un violento desalojo. En ese operativo fueron detenidas siete mujeres –una de ellas con un embarazo a término y otras dos junto a sus bebés de sólo meses–y las mantuvieron incomunicadas por más de 48 horas. En ese periodo cuatro de ellas fueron trasladadas por la madrugada al Penal de Ezeiza, a mil quinientos kilómetros de su comunidad. Tres días después, renunciaba la primera ministra de Mujeres, Géneros y Diversidades, Elizabeth Gómez Alcorta.

Miles de mujeres frente al Nahuel Huapi y la Cordillera. Fotos Eugenia Neme para lavaca
Felisa Curamil, una de las lamien –mujer mapuche, hermana– que encabezó la ceremonia, señala que aquella situación precipitó la propuesta de que el Encuentro de este año se realice en Bariloche: “Invitar a la ceremonia, participar de esta gran reunión, nos da la oportunidad de ser escuchadas. El pueblo mapuche lucha por su territorio porque sin él no podemos desarrollar nuestra espiritualidad. No es una cuestión folclórica sino una cuestión de conciencia”.

Fotos Eugenia Neme para lavaca
El kultrunazo y la distancia
Cuando Felisa hace estas declaraciones se encuentra al pie del monumento de Julio Argentino Roca, ubicado en el Centro Cívico de Bariloche, el cual permanece cubierto desde el pasado miércoles 11 por un enorme kultrún, instrumento y elemento ceremonial de suma importancia para el pueblo mapuche.
El kultrunazo, realizado en alusión al último día de la Libertad de los Pueblos Originarios de América, fue intervenido y montado por artistas mapuches locales. Con el inicio del Encuentro Plurinacional, todo a su alrededor está plagado de puestos, carpas, cocinas improvisadas, publicaciones y artesanías.

Avelina, y su percepción: la necesidad de más acciones. Fotos Eugenia Neme para lavaca
Rocío Díaz tiene 19 años, está junto a una ronda de Warmis Sikuris. Vino con su madre Malena desde Puerto Madryn, Chubut, es su primer Encuentro y se la ve entusiasmada. Le consulto a Malena qué significa para ella estar aquí con su hija: “Compartir este viaje con ella es fabuloso, no hay ocasión igual para ver esta diversidad de historias, pareceres, sentires. Ella así puede entender por qué se habla de feminismos en plural. Personalmente, confieso que vengo sintiendo cierta distancia. Mucha movilización capturada en el último tiempo. No quiero influir en su mirada, pero hay gritos que siento están perdiendo sentido, o los noto vacíos. No sé si los lemas de hace cinco años dicen lo mismo hoy”.
Malena me cuenta de las luchas en su propio territorio, del avance petrolero sobre el Golfo San Matías, de las asambleas ambientales pujando contra el propio gobierno para ejercer el derecho de expresarse y ser escuchados.
“De todas maneras, los encuentros siempre me sorprenden por algún lado, creo que vine por eso, a ponerme a disposición”. Malena recoge así el espíritu del encuentro, poner a disposición la atención sensible, dejarse afectar por el diálogo. Dejarse multiplicar.

La ceremonia y el newen, como parte de la naturaleza. Fotos: Eugenia Neme para lavaca
Acciones con sentido más que palabras
Desde la selva amazónica ecuatoriana llegó la chamana Avelina Rogel. Está en el Centro Cívico de la ciudad mientras alrededor se despliegan ferias y actividades. “Vengo a acompañar a las lamien en su justa lucha. No somos resistencia, pasamos de resistencia a insurgencia”, sostuvo e invitó: “Vengo a decirles que somos el sueño y el soñador. Que somos tejedoras y la trama. Que para tejer bonito no necesitamos la voz sino la acción con sentido. Las invito a priorizar las acciones para tejer entendimiento. No necesitamos más palabras. Celebro este encuentro basado en la autoconvocatoria desde la insurgencia. Creo en multiplicarnos y generar vida para traer más vida”.
Durante tres días, en las calles de Bariloche se multiplicarán las voces, y la vida.


Fotos Eugenia Neme para lavaca
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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