CABA
Flan y circo
Del Parakultural a la concentración del 21A, Pablo Marchetti escribe sobre Alfredo Casero como símbolo de la patria opinadora e indignada que supimos conseguir. “A veces tiene destellos de aquella gloriosa gesta absurda y a contracorriente. Como el ´¡Quiero flan!´. Y otras invoca demonios, resucita muertos, empodera a los zombies. Como cuando se mete con las Abuelas de Plaza de Mayo y la ´manipulación´ de nietes restituides. También puede ser un sobrador machirulo antifeminista o un denostador serial de la militancia. Las redes, el hashtag, la tendencia. Todo eso llevó a Casero a concitar una atención enorme por parte de un público que no lo descubrió en los márgenes. Pero que lo sigue en primera, donde está jugando ahora, parado en una trinchera muy clara: la del oficialismo”. Leé el texto completo.

Alfredo Casero en la concentración del «21A» frente al Congreso.
Por Pablo Marchetti
Año 1991. Sábado a la 1 de la madrugada del domingo en el Parakultural “New Border” de Chacabuco 1072. Hace un rato terminaron de actuar Alejandro Urdapilleta y Humberto Tortonese. La rompieron, nos dejaron sin aliento. “¿Qué hacemos?”, nos preguntamos con el grupo de gente con la que fui. Hay varieté en el Parakultural. Nos quedamos.
Arranca la varieté. Sube un tipo. Un gordo con un bombo. Se sienta y empieza a hablar sobre el bombo. Arranca carcajadas. No es un monólogo. O sí, pero se va al carajo. Parece que está improvisando. Es un delirio. No puedo parar de reírme.
Es grandioso. Me desarma. Como cuando vi a Los Melli o a Los Macocos por primera vez. Con esa misma intensidad, con ese nivel de delirio absoluto. Pero con mayor margen de improvisación.
No tenía idea de quién era ese demente. Pero la descosió. Hoy la única persona que se me ocurre que puede hacer algo parecido es Gustavo Sala. Que es un genio improvisador.
Así de grande fue mi fascinación por este tipo que no tenía idea de quién era. Ese tipo era Alfredo Casero. Lo supe bastante tiempo después. En ese momento sólo me quedó grabada su imagen.
Un año después, cuando vi que empezaba un programa de televisión donde iba a estar ese tipo, aluciné. No podía creer que la tele le diera un espacio. Era como ver la varieté del Parakultural en la tele. Porque el programa, que se llamaba De la cabeza, increíblemente, era eso.
Tenía altibajos, claro. Como todo lo que se hace desde la experimentación. No tenía la uniformidad propia de lo que rige el medio. Era una anomalía absoluta. Era el triunfo de los márgenes.
Que se entienda: no existía YouTube ni Netflix. Sólo había películas en VHS. No es que podías ver fácilmente el Flying Circus. Aquello fue una bomba.
Casero formó parte de esa avanzada marginal hasta cierto momento. De la cabeza duró poco más de un año. Después vino Cha cha cha, su consagración, junto a Diego Capusotto, Fabio Alberti, Mex Urtizberea, Mariana Briski, Pablo Cedrón y Rodolfo Samsó.
El lugar que Casero, como cabeza visible de ese grupo, había fundado en la televisión lo continuó después de forma magistral un cuarteto: Diego Capusotto, Fabio Alberti, Pedro Saborido y Néstor Montalbano. Y finalmente lo llevó a la gloria Peter Capusotto, el monstruo bifronte de Saborido y Diego.
Mientras tanto, Casero tuvo otros momentos brillantes. Primero, en la música, con la Halibour Fiberglass Sereneiders (junto a Mex Urtizberea) y después como solista. Hasta tuvo un momento de masividad enorme con Casaerius.
El disco Casaerius tenía Shimauta, el hit de la Argentina post 2001. Y tenía también “Pizza conmigo” y “Mi combi”, hitazos de Casero, y versiones de temas de Sandro y Charles Aznavour. Todo con gran producción de Juan Blas Caballero.
Con ese disco, Casero viajó a Japón, vendió muchísimos ejemplares, recibió varios premios Gardel y hasta se dio el lujo de rechazar el de artista revelación. “Es mi tercer disco, no me pueden dar este premio”, se quejó. Chapêaux.
También se consagró como un gran actor de comedia y drama en unitarios y películas muy taquilleras, populares pero “bien hechas”. Fue un actor que trabajó mucho en las producciones de Pol-K.
Como Francella en su momento, logró salir de la comedia a la que estaba asociado y convertirse en un actor “serio”. Eso sí, nunca protagónico. Hasta ahora. Quién sabe qué puede pasar ahora.
Casero siempre fue un tipo muy inquieto. Delirante y experimental: hizo películas que no se estrenaron o se exhibieron poco; siguió haciendo música; escribió libros; fundó “experimendos”.
Hizo de todo, en el límite entre el artista interdisciplinario y el buscavidas. ¿O no es lo mismo? Así iba, a la deriva loca, cuando descubrió un filón: el de opinador anti K.
Pronto el músico talentoso, el actor, el creador, se volvió un panelista premium. En teatro pasó a hacer algo parecido a lo del comienzo en el Parakultural. Pero ya no hablando del bombo, sino de “Porota”, tal su apodo para Cristina Fernández de Kirchner.
Casero se transformó en lo mismo que dice criticar. Su capital pasó a ser su opinión. Diego Capusotto y Pedro Saborido son peronistas y kirchneristas y cada tanto hacen declaraciones políticas. Pero lo que importa es el programa que hacen, los personajes, el hecho artístico.
El hecho artístico de Casero es esa versión berreta aunque levemente contracultural de la patria opinadora e indignada que supimos conseguir.
Casero pasó a ser lo mismo que un panelista de 678, aunque con discurso contrario. La misma pasión, la misma retórica encendida, la misma energía para deschavar verdades del adversario, como para defender y/o barrer bajo la alfombra los errores. Y, llegado el caso, defender lo indefendible y justificar lo injustificable.
La diferencia es que, acorde a la trinchera que le tocó en el balotaje, reniega de la épica militante. Y trata de mostrar una cáscara de librepensador. No es el Estado quien lo financia, sino su propio trabajo. Como si lo otro no fuera trabajo. Como si no fuera el Estado, finalmente, quien financia esos canales.
La libertad de cajas disfrazada de libertad de expresión es lo que pone a funcionar la nueva usina Casero. Una usina que ya no es marginal y psicodélica, sino masiva y lineal.
Las redes, el hashtag, la tendencia. Todo eso llevó a Casero a concitar una atención enorme por parte de un público que no lo descubrió en los márgenes. Pero que lo sigue en primera, donde está jugando ahora.
Casero es un personaje popular, amado y odiado por igual. Como Jorge Lanata. Que viene de cierta progresía. O de haber sido admirado por cierta progresía. Una progresía que ahora se siente traicionada.
La progresía odia a Casero.
Casero dice cosas que irrita a ese progresismo. En principio, al kirchnerismo: Cristina chorra, devuelvan la plata, no somos boludos, las bóvedas, los cuadernos. Es como un Majul sin freno. Como un Lanata más surreal. Como un Baby Etchecopar con rock.
A veces tiene destellos de aquella gloriosa gesta absurda y a contracorriente. Como el “¡Quiero flan!”. Y otras invoca demonios, resucita muertos, empodera a los zombies. Como cuando se mete con las Abuelas de Plaza de Mayo y la “manipulación” de nietes restituides.
También puede ser un sobrador machirulo antifeminista (de esos que dicen “feminazis”, puaj) o un denostador serial de la militancia. Un honestista serial y sesgadísimo.
Casero tiene, además, un gran dominio del tiempo mediático dentro del discurso balotaje al que adscribe. Y genera magnetismo: más allá de amarlo u odiarlo, terminamos hablando de él.
Casero sabe cómo somos. Porque es parte de eso que somos, pero de una manera más intensa, más egocéntrica.
Es hora de admitirlo: somos unes egocéntriques. Egocéntricas y egocéntricos. Pero sobre todo egocéntricos, los chabones.
Las redes sociales se hicieron para demostrar que nos encanta mostrarnos. Que alucinamos viéndonos belles e inteligentes. O protagonizando grandes gestas.
Nos encanta argumentar, nos encanta librar batallas dialécticas en una red social. Y como el mundo de las ideas tiene un sistema que funciona de modo binario, lo que garpa es formar parte de la mayoría.
No es una mayoría: en un sistema binario las mayorías son dos. El sistema de las ideas o de los medios funciona del mismo modo que funciona el sistema político.
Lo que tenemos, entonces, no es una grieta: es un balotaje.
Hay una socialdemocracia no peronista; hay grupos del “campo popular” o “nacionales y populares” no PJ; hay una izquierda troskista; hay alguna que otra anomalía como partidos provinciales o locales. Pero la final siempre es entre les mismes.
El balotaje político siempre es entre Cambiemos y el PJ en todas sus variantes. Y el balotaje cultural es entre kirchnerismo y macrismo. El resto son equipos chicos.
Alfredo Casero tiene muy claro cuál es el partido que se está jugando. El grande. El de ser tendencia. El hashtag. La mención. El del balotaje, parado en una trinchera muy clara: la del oficialismo.
El balotaje debería ser una excepción. Una situación especial en la que nos vemos en la obligación de elegir. Y está bien saber cómo actuaríamos en esa supuesta contingencia. Pero la vida transcurre, mientras tanto, en otras elecciones.
Estaría bueno que hagamos esas elecciones independientemente del balotaje. Probar ser minoría, cuestionar, tomar nuevos rumbos. Interpelar al público, molestar. Total, la vida nos lleva siempre sola al balotaje. Un balotaje que siempre llega.
Casero dejó de experimentar, de optar por la dificultad. Ahora toma el camino sencillo, fuerza el balotaje, crea una trinchera y agiganta al enemigo, a un único enemigo. Se muestra vencedor, flaco, sobreviviente. Y a nosotros nos duele por lo que dice y por quién es. Pero el problema, en realidad, no es ese.
Lo que duele es eso en que tuvo que transformarse Alfredo Casero para volverse popular. Duele asumir que no son buenos tiempos para los hechos artísticos (o comunicacionales, o del pensamiento) con distintas capas de lectura.
Con la linealidad y tomando partido en el balotaje, Casero se vuelve tendencia. Y es tendencia porque aún quienes lo odiamos estamos alimentando su linealidad.
El problema de Casero no es su discurso sino lo que genera ese discurso. El público sobre el que hecha luz, a quien ese discurso interpela, las pasiones que ese discurso genera.
Un público que no tiene nada que ver con aquel público que llevó a que Casero fuera Casero. Porque ya no nos necesita, ahora que sabe por dónde va la cosa. ¿Por qué, entonces, nosotros deberíamos necesitarlo a él?
Formar parte de ese universo es el problema. Escribir sobre eso, analizar eso, lo inevitable de Casero para entender lo que pasa. Este texto es parte del problema. Me hago cargo. ¿Por qué estoy escribiendo sobre Casero? Me odio.
Tampoco es bueno caer en la tentación de pensar que desmentir en todo a Casero es la solución. Casero no miente tanto como parece. Lo que molesta es el recorte de la realidad. No es tanto aquello que Casero denosta, sino aquello que Casero defiende. Su ceguera con el oficialismo actual.
Lo malo es que tanto odio, tanta linealidad y tanta provocación ya nos sacaron las ganas de volver a ver esos momentos memorables de Cha cha cha. Lo malo es que la nueva payasada para infradotades nos sacaron las ganas de comer flan.
Eso es lo malo. Lo peor es que en este balotaje de flan y circo, sólo nos queda lugar para el circo. Y quién te dice, tal vez ni siquiera eso.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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