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Justicia para Lucas Cabello: los ejes de un fallo histórico

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Justicia para Lucas Cabello: los ejes de un fallo histórico
Foto: Daniela Morán.

El Tribunal Oral en lo Criminal N°1 condenó a 16 años de prisión al oficial de la Policía Metropolitana Ricardo Ayala que en 2015 fusiló y dejó cuadripléjico a Lucas Cabello, en La Boca. Su caso fue la antesala de la Doctrina Bullrich con Luis Chocobar como estandarte. Por eso, la familia de Lucas y las organizaciones destacaron la importancia de un veredicto que confirmó que el joven fue víctima de gatillo fácil y que tuvo en cuenta la precariedad habitacional del barrio. Los jueces también intimaron a investigar el posible encubrimiento de las fuerzas por parte de los funcionarios del Gobierno de la Ciudad.

Por Lucrecia Raimondi

La formalidad del Palacio de Tribunales se ve distorsionada cuando los barrios del sur irrumpen a reclamar justicia. A las 11.30 llegaron en micros desde La Boca. Alrededor de 100 personas entre vecinos, vecinas y organizaciones sociales se acercaron al centro de la Ciudad para hacer el aguante a Lucas Cabello. El 5 de diciembre de 2019 fue la última audiencia del juicio contra el policía que lo dejó cuadripléjico. El fusilador Ricardo Ayala fue condenado a 16 años de prisión.

Las últimas palabras del acusado fueron: “Le agradezco a mi familia y amigos por acompañarme. Que se haga justicia”. Los presentes en la sala de la Corte Suprema de Justicia entraron en un silencio inquietante. El TOC 1 anunció un cuarto intermedio hasta las 14 que dio a conocer el veredicto.

Adentro aumentaba la ansiedad de Lucas y sus familiares. Afuera, se repartía una olla popular de almuerzo. Una bandera con la cara del joven y otra con la consigna «Justicia para Lucas Cabello» fueron pintadas a mano. De fondo, redoblantes y cantos contra el gatillo fácil. Lucas sobrevivió, denunció a su verdugo y logró justicia. La resolución de este juicio demoró cuatro años y tres suspensiones. El policía Ricardo Ayala fue excarcelado en 2017. Llegó al debate en libertad pero la Justicia lo condenó a prisión.

“El tribunal logró entender que era un crimen que no podía quedar impune. Entendió que no era una pelea de Lucas contra el policía Ayala sino que era contra un juzgado de instrucción que impidió que él ejerza su derecho como víctima, contra la policía institucionalmente, e incluso contra la jefatura de gobierno de ese momento”, analizó Ataliva Dinani, querellante en representación de la Liga Argentina por los Derechos Humanos.“Y tuvo en cuenta que sucedió todo en un marco de precariedad habitacional de las personas de la Ciudad de Buenos Aires que es una situación muy común y que los gobiernos que tenemos en la Ciudad nunca se han ocupado. Este fallo pone a la Justicia en el lugar en el que debe estar: imponer justicia y establecer la protección para aquellas personas mas débiles y vulnerables socialmente”.

El veredicto

Los alegatos de las querellas y la Fiscalía fueron tan contundentes que el TOC 1 sostuvo la calificación que pidieron las partes acusadoras. El juicio demostró que el oficial Ricardo Ayala era “autor del delito de tentativa de homicidio agravado por el abuso en su función policial y por el uso de arma de fuego”. El Tribunal lo condenó a 16 años de prisión y a 10 años de inhabilitación para tener o portar armas de fuego. Un grito generalizado de alivio, emoción y justicia interrumpió la lectura del fallo unánime: los jueces Pérez Lance, Fernando Ramírez y Luis Salas votaron por rechazar el pedido de absolución de la defensa.

El oficial Ayala tampoco podrá “desempeñarse en la labor de prevención y/o seguridad en el ámbito público o privado” hasta dentro de 19 años, cuando termine su condena. Y ordenó la restricción de acercamiento a menos de 500 metros de Lucas Cabello y su grupo familiar.

El Tribunal solicitó informar el fallo al Ministerio de Justicia y Seguridad de la CABA para que inicie “las medidas administrativas correspondientes en relación a las funciones y condiciones de servicio que desempeña (actualmente) Ricardo Ayala” en la Policía de la Ciudad. Y extraer testimonios para que la Cámara Nacional de Apelaciones de la Ciudad “impulse una investigación orientada a determinar la responsabilidad en que pudieron haber incurrido los miembros de las fuerzas de seguridad que intervinieron o los superiores que dieron órdenes y la presunta comisión del delito de encubrimiento cumpliendo los deberes de funcionario público”.

Además, comunicar la sentencia al Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) y al titular del Ministerio Público Fiscal de la CABA para que “evalúen las medidas que puedan adoptarse frente a los hecho comprobados en este caso”.

El 7 de febrero de 2020 el TOC 1 dará su fundamento.

La prisión de Ayala será efectiva cuando la sentencia quede firme.

Estoy acá por todos los pibes”

La abogada particular del joven Cabello, Gabriela Carpineti, no pudo asistir a la audiencia pero dejó por escrito: “Gracias Lucas. Por ganarle a la impunidad. Esta querella logró convencer al Tribunal no solo de la responsabilidad penal del agente Ayala sino también del conjunto de responsabilidades políticas y civiles que deben ser investigadas judicialmente. Una causa que arrancó amarilla en noviembre de 2015 y se va con una condena popular, como sus posibles encubridores, en diciembre de 2019”.

“Lucas, Lucas, Lucas”, alentaban sus vecinos cuando lo vieron llegar a la entrada principal del Palacio, en Talcahuano 550, acompañado por su familia. Tenía los ojos llorosos de emoción. De a uno se le acercaron para abrazarlo, felicitarlo por la valentía de denunciar, por la entereza para sostener el largo proceso del juicio.

“Gracias a todos los que vinieron, adentro se sintió el apoyo, me voy a acordar de sus caras toda mi vida. Esta no es solo mi lucha, hay muchas personas que no pudieron llegar a un juicio y la gente se olvida. Estoy acá por todos esos pibes también”, dijo Lucas animado por recibir tanto amor. En su proyecto de futuro espera seguir la rehabilitación, terminar de estudiar y tendrá una columna deportiva en FM Riachuelo.

Carolina Vila, su mamá, expresó conmovida que está contenta con el fallo aunque siente que “no es un festejo del todo por las secuelas que le quedan a mi hijo pero si es un gran logro que hayamos podido conseguir esta condena de 16 años y la inhabilitación”.

Respecto de los casos de gatillo fácil, Carolina entiende que el caso de su hijo es un ejemplo para todas las familias víctimas de violencia institucional: “Este logro va por todos, muchos casos no nos enteramos o no llegan a Tribunales. Hay que unirse y no abandonar la lucha porque al final del camino lo logramos. Hay que seguir insistiendo y luchando por nuestros pibes para que esto no vuelva a pasar”.

Mentiras y encubrimiento

El lunes 9 de noviembre de 2015, Ricardo Ayala cumplía servicio en una consigna policial por un conflicto entre vecinas en el PH contiguo a la casa de Lucas Cabello. El oficial le disparó tres veces al joven de 20 años por una discusión verbal. Eran las tres de la tarde. Estaba Lucas con su bebé de dos años, su pareja y su hermana. Una trabajadora de la cooperativa Eloísa Cartonera vio todo. La Comisaría 24 de la Policía Federal no quiso tomar la denuncia.

Al día siguiente de que Ayala acribilló a Lucas dentro de su casa, la entonces gobernadora electa de la Provincia de Buenos Aires y ex vicegobernadora de la Ciudad, María Eugenia Vidal, declaró a los medios de comunicación: “El origen es un caso de violencia de género. Se le había dado un botón antipánico a la pareja de esta persona. Además se agregó una consigna policial para la protección de esta mujer. Ya había denunciado que la había amenazado de muerte. Y cuando esta mujer salió de su casa gritando, el policía de la Metropolitana le da la voz en alto a la persona herida. No atiende y es ahí que se da la reacción de la policía”.

La Federal no quiso hacerse cargo del caso. La Metropolitana creó una versión falsa de los hechos. Los altos funcionarios políticos de la Ciudad reprodujeron ese discurso para justificar el accionar de la fuerza. La defensa de Ayala, puesta por la Policía, sostuvo hasta el final este argumento de una supuesta situación de violencia de género.

Pero los hechos y las pruebas dicen más que una pantalla. La Justicia pudo comprobar que no había tal contexto de agresión y que Lucas Cabello fue víctima de gatillo fácil. También tuvo en cuenta la precaria situación habitacional impuesta por el IVC que derivó en el conflicto vecinal por el que estaba la consigna policial. E intimó a que se investigue el posible encubrimiento de las fuerzas de seguridad y los funcionarios públicos para desviar la atención del accionar criminal del oficial Ricardo Ayala.

Desde el Gobierno de la Ciudad nunca más hablaron oficialmente del caso. Y la realidad mostró cuál es la política de seguridad de la gestión de Cambiemos. El caso de Lucas Cabello en el barrio porteño de La Boca fue precursor de la “doctrina Chocobar”. La Correpi pudo registrar que en la Ciudad, “un total de 1.303 personas fueron asesinadas por el aparato represivo estatal entre el 10 de diciembre de 2015 y el 12 de febrero de 2019. La Policía de la Ciudad (ex Metropolitana) mató 43 personas en los últimos 26 meses. Más de dos personas por mes”.

Uno de los abogados querellantes, representante de la Asociación Contra la Violencia Institucional (ACVI), Matías Busso, analizó que este fallo “asienta un precedente muy importante porque no solo asume la responsabilidad de Ayala sino que marca un quiebre respecto del intento de impunidad que se pretendía con la doctrina Chocobar. Esto es fundamental porque no es solamente el agente que comete el delito sino la corporación policial y los funcionarios políticos son parte esencial para garantizar la impunidad y que los casos no lleguen a juicio. Este fallo lo que marca es que no fuimos solo contra Ayala sino contra toda la institución”.

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Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día. 

La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán. 

En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.

En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas. 

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En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica. 

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En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

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Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.

En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

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Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.

Más información en www.observatorioluciaperez.org

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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

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Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.

Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar

25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..

Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.

      – Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.

Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.

–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.

Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.

La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:

Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género.  Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.

El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.

Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.

Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

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“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como  granaderos.

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Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado  notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón  se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

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Susana, Daniel y Daniela Pavón

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar  que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

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Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.

 El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.

La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?

Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.

La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el  centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:

 “Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación  y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.

Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.


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