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La política está verde

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Un resumen de la jugada política y una lectura en clave histórica de cómo va el debate en el Congreso por el Aborto Legal. Los pragmatismos, las ideologías y los panqueques. Los partidos y la calle. La rosca parlamentaria frente a la realidad que mata mujeres. «Porque son muy necesarios el impulso de un Gobierno, el apoyo de diputados y senadores, los votos, la rosca, los acuerdos, los consensos, las leyes, las instituciones y la vida democrática. Pero si la política no está en la calle, no camina».

Por Pablo Marchetti


DIPUTADO 1: Señores: como legislador y como médico quiero dejar bien establecido en esta sesión que el hombre y la mujer no son iguales. Yo me pregunto entonces por qué darles igualdad política a dos seres que no lo son.
DIPUTADO 2: Señor presidente: me permito contestarle al señor legislador. Quiero agradecer a Dios que el hombre y la mujer no sean iguales. ¿O es que alguno de los que estamos aquí presentes piensa que existe en el Mundo varón alguno capaz de dar a luz? Dudo de haber nacido de un vientre masculino. ¿O ha visto el señor legislador alguna vez un hombre embarazado?
DIPUTADO 1: No voy a permitir que me tomen para la chacota. Yo no lo dudo.
DIPUTADO 2: No dudo en afirmar que esa diferencia biológica en nada afecta la capacidad de hombres y mujeres para ejercer de idénticas aptitudes intelectuales. Por lo tanto quiero refutar, de una vez por todas, la retrógrada idea de que la mujer es inferior al hombre.  Podrá haber diferencias. Pero no inferioridad. Podrán ser más débiles que algunos hombres. Pero también podrá ser más fuerte que algunos “varones”.  Señor presidente, invito al señor legislador a que me demuestre lo contrario.
DIPUTADO 1: No me intimida la invitación del legislador. No me intimida porque es una verdad de la ciencia que el cerebro de la mujer pesa menos que el del hombre.  Y me basta mi experiencia de médico para demostrar una vez más que hombres y mujeres no son iguales.
No fue hace tanto. Hace apenas 70 años. Casi nada en la vida institucional del país. Nada, si se tiene en cuenta lo que se estaba discutiendo. Este debate se dio en el Congreso Nacional, en la Cámara de Diputados, el 9 de septiembre de 1947, cuando se aprobó el Voto Femenino.
Aclaremos, por las dudas: hasta hace 70 años las mujeres en la Argentina no votaban. Inclusive 30 años después de aprobada la Ley Sánz Peña, aquella que, se dice, dio el “sufragio universal” a un universo que, evidentemente, era masculino.
Hasta hace 70 años las mujeres no sólo no votaban: también tenían que soportar que algunos diputados dijeran que no podían votar porque eran inferiores intelectualmente. Eso era parte de un discurso extendido, que representaba a una parte de la sociedad. Incluidas algunas mujeres.
Durante el debate por la legalización del aborto se escucharon argumentos que hoy nos resultan absurdos a muchos. Y que seguramente dentro de algunos años (no creo que haya que esperar 70) le resultarán absurdos a la mayoría de la gente.
Escuchamos a diputados comparar a la mujer embarazada con una perra embarazada; a la maternidad humana con la maternidad marsupial; tuvimos que soportar que una supuesta eminencia médica hablara sobre los riesgos del preservativo (“el virus del sida atraviesa la porcelana”, fue su hit) y aconsejara, como método anticonceptivo, que hombres y mujeres se casen jóvenes.
Escuchamos a “especialistas” alertar sobre el tráfico de órganos de fetos abortados, algo que implicaría una “industria”; los dueños inescrupulosos de esta “industria” estarían escrachados en videos (“chequeen en Youtube”, pidió) donde exigen: “Vendan rápido esos fetos que me quiero comprar un Lamborghini”.
Fuimos testigos de una manipulación discursiva fenomenal. La misma gente que pone de ejemplo al Primer Mundo a la hora de hablar de orden, de inseguridad, de mano dura o de control de la protesta social, se volvió súbitamente antiimperialista. Y pidió no parecernos a los países desarrollados (en todos ellos el aborto es legal) porque desde allá se había urdido un plan, diseñado por Nelson Rockefeller y ejecutado por Henry Kissinger, para despoblar la Argentina.
Escuchamos hablar de bracitos, piernitas y corazoncitos mutilados, tirados en una palangana. Porque a medida que pasaba el debate, el feto no sólo se volvía persona: también sentía, hablaba, gesticulaba, reflexionaba, se expresaba y hasta imploraba que no lo maten. Si el debate seguía algunos días más, es probable que algún feto llegara a ganar un Premio Nobel.
Los mismos argumentos increíbles, desopilantes, humillantes que se escucharon sobre el aborto pueden rastrearse, como vimos, en la discusión sobre el voto femenino. Pero también en los debates sobre divorcio o matrimonio igualitario. Claro que la discusión sobre el voto femenino es la que más se parece a esta del aborto por una cuestión fundamental: en ambas sólo está implicada la mujer.
La discusión parlamentaria sobre el Aborto Legal tiene una diferencia fundamental con el voto femenino, el divorcio o el matrimonio igualitario: esta es la única vez en la que el oficialismo no acompaña la ley desde el Poder Ejecutivo. Esto no significa que en aquellas ocasiones los diputados oficialistas hayan acompañado en bloque la medida impulsada por el oficialismo.
Durante el debate por la legalización del divorcio, la diputada Fausta Martínez (de la UCR de Córdoba y hermana del entonces vicepresidente de la Nación, Víctor Martínez) encomendó su banca a la Virgen para que la ayude en el rechazo a la ley que impulsaba el presidente Alfonsín.
Inclusive Alfonsín, como recordó Claudia Piñeiro en su impecable exposición en el Senado, estaba personalmente en contra del divorcio. Pero creía que una cosa eran las convicciones personales y otra cosa las leyes que debían regir la vida en comunidad.
Durante el tratamiento de la ley de matrimonio igualitario en el Senado los números no le daban al oficialismo. Porque varios senadores del Frente Para la Victoria estaban en contra. Fue allí que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner aprovechó un viaje a China para llevarse en la comitiva a varios senadores oficialistas pero opositores a la ley. Esto permitió que se aprobara.
Mauricio Macri sorprendió a todo el mundo cuando en la apertura de las sesiones parlamentarias en marzo anunció que esta vez sí se trataría el proyecto de legalización del aborto. Pero al mismo tiempo, nunca fijó posición. Sí dijo que personalmente estaba en contra. Pero en el contexto en que se venía dando la discusión, el gesto de enviar el proyecto y autorizar a que se trate, por lo menos empata la negativa personal.
Hay quienes creen que al Gobierno no le interesaba sacar la ley porque es la derecha oligárquica de siempre. Y hay quienes ven en Macri una bestia abortista que los traicionó. No me gusta eso de buscar equilibrios porque puede caerse en la pelotudez del abrazo entre la chica del pañuelo verde y la chica del pañuelo celeste. Pero en este caso creo que hay exageraciones de ambos lados.
El Gobierno no jugó explícitamente por ninguna posición. Sinceramente, creo que no hubo injerencia de parte de Macri o Peña. A ver, aclaremos: hablaron con todos y les pidieron de todo. Y creo que trataron de balancear. Lo que sí definió las cosas fue el hecho de que en Cambiemos hay un claro favoritismo celeste antiderecho.
Macri hizo una jugada desafiante hacia la Iglesia Católica. Pero enseguida aparecieron las espadas eclesiásticas que son constitutivas de la coalición de Gobierno: Vidal, Michetti, Bullrich, Pinedo, por citar los más notorios. Y algo fundamental: Macri no puede acelerar porque es suicida enfrentarse a su base social.
El debate sobre el aborto fue tan apasionante porque, más allá de la importancia del tema, mostró que existe otra lógica política. Lo que pasó en Diputados fue digno de un país que desconocíamos. La transversalidad imposible vestida de verde. La ilusión de una nueva construcción, al menos en torno a algo.  Una alegría tal que nos hizo envalentonar frente a lo que venía.
No contábamos con el Senado. No contábamos con la falta de sororidad. No contábamos con la reacción de la política tal cual la conocíamos antes del debate sobre el aborto legal.
Hablamos de la fractura en el oficialismo. Hablamos de la tibieza del presidente, sí. Pero también deberíamos hablar de la fuerza, el trabajo y la dedicación que le pusieron diputades como Daniel Lipovetzky, Silvia Lospennato, Karina Banfi o Brenda Austin. O ministros como Adolfo Rubinstein o Pablo Avelluto.
¿Y qué pasó en el peronismo, tanto el kirchnerista como el no kirchnerista? Lo mismo que en Cambiemos. Con distintas proporciones, es cierto. Pero el resultado es más o menos el mismo. Eso sí, con algunas variantes importantes respecto de lo que fue en Diputados a lo que está sucediendo en el Senado.
En Diputados, Unidad Ciudadana tuvo participación activa a favor. Mayra Mendoza, Mónica Macha, Gabriela Cerruti o Daniel Filmus fueron fundamentales. Aclaremos que también tuvo votos en contra. El más notorio fue el de José Luis Gioja, presidente del PJ Nacional y vicepresidente de la Cámara de Diputados. O sea, no un legislador más.
El peronismo no kirchnerista tuvo poca participación en Diputados. Sergio Massa sí jugó muy fuerte, a través de su mujer, Malena Galmarini, activista clave en los acuerdos parlamentarios. Pero ni Massa ni Galmarini son diputados y el Frente Renovador, al igual que el Peronismo Federal, votaron de forma dispersa.
En el Senado, en cambio, el kirchnerismo se diluyó. Cristina ni apareció por los debates. Ni tuiteó ni nada. Muy lejos que aquel memorable “machirulo”. Eso sí, llevó calma de entrada cuando inmediatamente después de la media sanción en Diputados se sacó una foto con el bloque completo y anunció que votarían a favor. Todes.
De todos modos, la voz cantante del peronismo la llevó Miguel Ángel Pichetto. Que, junto con el radical Luis Naidenoff, fueron los principales impulsores del Aborto Legal en el Senado.
Lo de Naidenoff fue épico porque se repuso (si es que uno puede reponerse de algo así) de la muerte de su mujer y su hijo de 17 años, por la inhalación de monóxido de carbono, el 18 de junio, cuatro días después de que saliera la media sanción en Diputados. Después de una breve licencia, Naidenoff volvió y le puso el cuerpo a la causa.
El problema que tiene Naidenoff es que preside un bloque de nueve senadores, de los cuales 6 dijeron que votan en contra. Pichetto tampoco la tiene tan fácil. Nada está fácil, para qué negarlo. Y más desde que la senadora kircherista Silvina García Larraburu anunció que votaría en contra, contradiciendo lo que había sido una posición unánime de su bloque.
Al espejismo ilusorio de Diputados le llegó esta violenta respuesta de Senadores. O, más bien, la triste realidad de es esto de lo que hablamos cuando hablamos de política en la Argentina.
El Senado es la cámara a la que sólo acceden partidos de Gobierno. Puede haber alguna extraña anomalía, como Pino Solanas. Pero no mucho más. Y los partidos de Gobierno necesitan, necesariamente, “un poco de bosta”, siguiendo la receta de Perón para construir una casa. “Un poco”, decía el General, que en eso era muy benévolo. Parece que la bosta que se precisa es bastante más que “un poco”.
Sería muy hipócrita negar que el cambio de posición de García Larraburu se debió a un acuerdo de Cristina con la Iglesia. Para ser más exactos, con el Papa. ¿Cómo se explica, si no, este cambio repentino? Negar eso anula cualquier posibilidad de análisis.
Por supuesto, no es menor que sea justamente una senadora de la misma provincia del “sororo” Pichetto quien se da vuelta. Pero creer en las convicciones personales de la senadora es tan inverosímil como creer en las convicciones de Ángel Rozas, por nombrar un radical que también se dio vuelta.
Están los partidos que no tienen una plataforma programática. Esos partidos son los que gobiernan. Y están los partidos que sí tienen plataforma programática. Que tienen convicciones y las defienden. Pero esos partidos no gobiernan. Ni siquiera tienen representación en el Senado.
Lo del kirchnerismo es visto como una traición por sectores de izquierda. Pero, ¿es una traición? ¿Traición a qué? Cristina Fernández de Kirchner gobernó durante 8 años y nunca permitió que el tema se tratara en el recinto. ¿Quién debería sentirse traicionade ahora que una senadora de su bloque decide votar en contra?
Puede pensarse en traición porque habían dicho que iban a votar todos a favor. Pero, ¿no pasa lo mismo en la UCR? Por otra parte, así como desde la izquierda poco puede decirse sobre la traición kirchnerista (y no hablo sólo del FIT; incluyo aquí también al resto del “progresismo”), en el kirchnerismo debería dejar de sobreactuarse tanto progresismo nac&pop.
El kirchnerismo es un movimiento político pragmático, no programático ni ideológico. Y en su pragmatismo, un acuerdo con el Papa puede pesar más que legalizar el aborto. Lo siento por las feministas kirchneristas que se habían ilusionado con ver a la Jefa vestida de verde. Pues no. No digo que tengan que optar entre ser feminista y ser kirchnerista. Simplemente, hay que saber cuáles son los límites entre ser programático o ser orgánico.
El pragmatismo del kirchnerismo es igual al que hay en el PRO o en la UCR. ¿Eso quiere decir que son lo mismo? No, por supuesto que no. Sus bases son diferentes, su clientela electoral es distinta porque su imaginario representa otros intereses.
Hablamos de la representación de las cosas, no de las cosas. Es esa representación, ese imaginario, el que los pone a la izquierda del PRO o de Cambiemos. Pero siempre puede haber circunstancias puntuales que den vuelta este imaginario. Excepciones lógicas que presenta el pragmatismo político.
El aborto fue un tema que se instaló socialmente. Fue la calle, fue el movimiento de mujeres quien lo puso en la agenda política. Pero institucionalmente, quien abrió el debate parlamentario fue el presidente. Macri, no Cristina.
En Diputados, la mayoría del bloque kirchnerista votó a favor y la mayoría del bloque de Cambiemos votó en contra. Pero hubo posiciones encontradas en ambos bloques. Y hubo en el bloque kirchnerista un fuerte desahogo por parte de diputades que durante ocho años debieron hacerse les boludes para bancar a su jefa.
No digo esto para denostar al kirchnerismo. Trato de analizar cómo funcionan las cosas en la política argentina. Puedo ponerme principista, condenar todo esto argumentando que “son lo mismo”. Me siento cómodo allí, para qué negarlo. Pero sé que me estoy parando en un lugar que está ausente en esta discusión del Senado. Un lugar hipotético. Un lugar cómodo.
Tal vez habría que bajar algunos cambios. Ni quienes estamos afuera de todo la tenemos tan clara. Ni quienes justifican todo son tan revolucionarios. Y hasta es probable que algunos de aquellos que, creemos, son “el enemigo”, no sean más que gente que forma parte de espacios políticos más lejanos pero con la que podemos llegar a coincidir en temas puntuales.
Sabíamos que el Senado es una institución muy conservadora, que no tiene una representación real de la sociedad argentina, sino que es la voz de las provincias, todas por igual. Y en este reparto queda en evidencia que en la calle el partido tampoco se juega como pensábamos que se jugaba.
Hay mucha gente en contra del aborto. Y hoy para un senador que quiere renovar su banca el año que viene en una provincia como Salta o La Rioja le “conviene” en términos electorales votar en contra. Negar esto sería tan ciego como negar el acuerdo de Cristina con el Papa por el voto de Larraburu.
Son las últimas horas de una rosca parlamentaria donde puede pasar de todo. Porque hasta que no se vote, nadie sabe muy bien qué es lo que puede llegar a suceder, aunque creamos que el partido está complicado.
Parece ser el momento de volver a las bases. De volver a confiar en aquello que nos trajo hasta aquí. En lo que logró dar vuelta el resultado en Diputados, cuando también nos hicieron creer que el partido estaba perdido.
Este miércoles 8, la posibilidad de que el aborto sea legal en la Argentina está en la calle. Una vez más. Como siempre. Porque son muy necesarios el impulso de un Gobierno, el apoyo de diputados y senadores, los votos, la rosca, los acuerdos, los consensos, las leyes, las instituciones y la vida democrática. Pero si la política no está en la calle, no camina.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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