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La Cancillería, la UTT y los chanchos para China

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Apio y propuestas: la UTT movilizada con barbijos (todas las fotos: Sebastián Smok)

A través de funcionarios de Cancillería, el gobierno confirmó a integrantes de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) que el acuerdo con China para la criar y exportar masivamente ganado porcino a dicho país no tendrá marcha atrás.  Pero abrió la posibilidad de discutir la implementación del cuestionado proyecto con organizaciones sociales, ambientales y con otros ministerios como el de Agricultura y Medio Ambiente. Participaron en la imprevista reunión Rosalía Pellegrini y Agustín Suárez, de la coordinación nacional de la UTT y, por Cancillería, el jefe de gabinete Guillermo Chávez y el secretario de Relaciones Económicas Internacionales Jorge Neme. En la conversación quedaron expuestos diferentes paradigmas e intereses para pensar la producción y el trabajo. La continuidad, o no, entre la gestión macrista y la actual. Para la UTT el saldo es positivo, porque se sacará a luz un tipo de debate que hasta ahora se resolvía de espaldas a la comunidad. El dilema entre el vaso medio lleno o medio vacío.  

En la calle Esmeralda al 1200 hay un spa, una regalería, un local que anuncia “uñas esculpidas”- “peinados para fiestas” – “sol pleno” (antes llamados “peluquerías”), un almacén de fiambres, quesos, aceites y vinos, una veterinaria y una Cancillería. Una diferencia entre los distintos negocios de la cuadra es la escala: la cantidad de gente a la que pueden afectar según lo que hagan o dejen de hacer.

A esa geografía se estaban sumando este viernes, casi al mediodía, 10 cajones de verduras agroecológicas y una olla popular acercados por la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) frente a la puerta de la Cancillería (Esmeralda 1212). La acción del gremio campesino, célebre por sus verdurazos, buscaba cuestionar el acuerdo entre Argentina y China para la cría masiva de cerdos que abastezcan parte del mercado de dicho país.

Desde Cancillería, diplomáticamente, les pidieron que al menos no instalaran la olla y los convocaron a una imprevista reunión con Guillermo Chávez, jefe de gabinete del canciller Felipe Solá y Jorge Neme, secretario de Relaciones Económicas Internacionales. Subieron a esa charla Rosalía Pellegrini y Agustín Suárez, de la coordinación nacional de la UTT, y Sergio Val de la fundación Che Pibe, de la CTA Autónoma.

Quedaron en la vereda los tentadores cajones mientras la reunión se extendía durante una hora, y los vecinos de esa zona afrancesada de Retiro consultaban a las mujeres de la UTT –todas con sus barbijos y las distancias pandémicas correspondientes– si podían comprarles calabazas, zanahorias, tomates o kale. “Si nos ponemos, las vendemos todas” comentaba una de las agricultoras, “pero estaba definido algo mejor: mandarlas a comedores comunitarios».

En los contendedores de la zona se veían afiches: «Argentina matadero del mundo. No al acuerdo con China. Liberación Animal». Un hombre se acercó en plan charla, saludando cada tanto a vecinos que pasaban en Mercedes o Audi. Postuló que el Covid-19 no existe, que el barbijo es inútil, y que el veganismo es una maniobra china para que la gente deje de comer carne, y quede toda para ellos.

A un costado, la olla estaba en modo espera.   

“El monocultivo es bueno”

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Los cajones que la UTT llevó frente a la Cancillería.

Tras la reunión hubo una charla informativa con quienes acompañaron la acción.

Agustín Suárez: “Nos plantearon dos posturas. La primera fue muy técnica. Están convencidos de que el acuerdo con China es positivo. Se va a hacer, va a traer dólares, puestos de trabajo y felicidad para todos” ironizó sobre lo que le plantearon. “Desde lo político, entienden  la propuesta que les acercamos: tiene que haber un diálogo con el resto de la sociedad para discutir si realmente va a ser o no positivo. Ahí está el conflicto. Parte de la sociedad tiene memoria sobre lo que significa la soja transgénica, lo que representó como saqueo, contaminación, vaciamiento de los campos, hambre. Y no nos convence tanto”.

El argumento se apoya en que una cría masiva de cerdos significará otro envión para la producción transgénicos como soja y maíz con que les dan de comer.

Rosalía Pellegrini: “Nuestra propuesta es que haya una mesa de diálogo. Que intervengan el ministerio de Agricultura, el de Ambiente y Cancillería, pero también entidades de las que llamamos ‘el otro campo’, organizaciones que participan en el Foro Agrario, organizaciones ambientalistas e incluso académicas. Gran parte de lo que veníamos buscando tenía que ver con eso: con poder debatir”.

Rosalía percibió las contradicciones de la situación: “Obviamente hay contradicciones. Hablan con una concepción popular, como gobierno de Alberto, pero parece que para ellos la justicia social y la protección ambiental son contradictorias. Llegar a la justicia social y un nivel de vida aceptable para el pueblo es contradictorio con pensar propuestas alternativas, por ejemplo agroecológicas”.

Agustín recordó que al hablar de justicia social, sus interlocutores les respondieron mencionando “inclusión” social.

“Y cuando nos íbamos seguían insistiendo en que el modelo sojero y de monocultivo fue bueno. ‘Revisen eso’, nos decían, y lo único que cuestionaban es que no estuvo correctamente controlado”. Cabe señalar que el señor Neme fue Coordinador Ejecutivo del ministerio de Agricultura de la Nación durante 14 años y 1 mes, entre enero de 2002 y enero de 2016, años del boom sojero que ahora describe como no “suficientemente controlado” durante su propia gestión.  “Pero ahí está la diferencia entre quien piensa un modelo de monocultivo frente al modelo diverso y agroecológico que planteamos nosotros”. El modelo de monocultivo que se vende como moderno, en realidad implica un atraso que pone al país en una etapa productiva de venta de materias primas, pre-“granero del mundo”.

Dólares & virus porcinos

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Otro planteo de los funcionarios fue el de la necesidad de dólares. Sergio Val: “¿Pero dólares para qué? Entraron dólares durante años por la soja, pero el país está totalmente endeudado, hay más pobreza y más hambre”.

Rosalía: “Y con este tema de China está la misma situación. Si los actores van a ser un puñado de empresas que especulan con el mercado internacional y mandan los ingresos afuera, ¿de qué sirve que entren un montón de dólares si no hay soberanía alimentaria, posibilidad de acceso a la tierra, y políticas públicas concretas?”  

“De todos modos es un desafío desde las organizaciones pensar cómo traer dólares a la Argentina, desde otro esquema productivo” propone Rosalía haciéndose cargo de lo que la clase política y económica no ha sido capaz de resolver.

El proyecto del Estado chino, a través de la Asociación para la Promoción y el Desarrollo Industrial de dicho país, consiste (supuestamente, porque en estos casos suele haber una brecha entre los números y la realidad) 27.000 millones de dólares en ocho años para la instalación de criaderos porcinos, que permitirían exportaciones a la propia China por 20.000 millones de dólares anuales (supuestamente).

O sea: es un traslado de sus criaderos a zonas lejanas, entusiasmo motorizado por la gripe porcina de 2018 que mató a más de 200 millones de cerdos, todo lo cual permite intuir que la culpa de los murciélagos en la actual pandemia es una leyenda frente a otros sistemas de relación enfermiza con los animales que generan las zoonosis. Los posibles efectos ambientales y sanitarios de este negocio son parte del rechazo que se manifestó en estos días.  

Para la Argentina, el proyecto representa (supuestamente) duplicar la producción actual. Y desde el punto de vista de la agricultura implica un relanzamiento –para alimentar a estos animales- de la producción transgénica basada en agrotóxicos, cuyos efectos cancerígenos han sido señalados por la OMS y por la justicia norteamericana en las causas contra Monsanto por el uso del glifosato Roundup.

Solá y la antinaturaleza

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Integrantes de la UTT tras la reunión con Chávez y Neme. (Fotos: Sebastián Smok)

Agustín Suárez: “Nos dijeron que van a instalar en principio cinco megafábricas de producción porcina en el norte argentino, de 12.000 madres cada una, con la idea de llegar en cinco años a 300.000 madres. No especificaron en qué provincias. Les dijimos lo que pensamos, que eso no va a funcionar, que va a traer problemas para la economía, para la salud, para la producción, la contaminación, pero ellos se cierran en que el proyecto es positivo. Creen que el desarrollo del país viene de la mano de la profundización del modelo agropecuario que ya tenemos. Nosotros decimos que tenemos casi 30 años de soja, y el discurso era el mismo: todo positivo. Y no fue así. ¿Quién abrió la puerta?”.

Rosalía responde: “Felipe Solá, el mismo que cuando negociaron con el sector del agronegocio dijo que la soja venía a solucionar el hambre de la Argentina. Hoy se ve más que nunca que no fue así. Aprobó el uso de transgénicos (en 1996, como secretario de Agricultura de Carlos Menem, en base a un informe de la propia Monsanto que ni siquiera había sido traducido al castellano). Y no hubo ninguna solución sino ganancias para un sector cada vez menor, mayor concentración de tierras y todo lo que ya conocemos como efectos en la salud”.

Plantea Rosalía que además ya es evidente que hay otros modos de producción: “Yo pensaba lo del ingreso de divisas, como algo que puede ser diversificado. En el Foro Agrario hemos presentado propuestas en ese sentido. Y además hay esquemas de producción extensiva de granos que son sustentables, experiencias reales como la RENAMA (Red de Municipios y Comunidades que Fomentan la Agroecología), que no dejan de crecer, y que tendrían que ser apoyados”.

Encadena Rosalía otra idea: “Estamos en el marco de una pandemia, una epidemia global, causada muy probablemente por la devastación de los ecosistemas. No es alteración, es destrucción: desmonte, monocultivo, contaminación. Y ahora quieren incorporar sistemas que implican hacinamiento de animales, que implican la antinaturaleza. Animales que hay que rellenar de vacunas y antibióticos para que no se mueran, y que después nos dan de comer. Yo creo que  la pandemia es una oportunidad para pensar otros modos de desarrollo y de vida”

Lo que huele Zulma

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Rosalía: “Celebramos la ida del macrismo, y saludamos la llegada de este gobierno, perro claramente es nuestra responsabilidad como movimiento social decir cómo son las cosas. Dudamos mucho de este proyecto, y tenemos todo el derecho a dudar”.  

Agustín:”Por eso planeamos que tiene que existir consenso social, y hablamos de abrir el diálogo. Entre esta gestión y la anterior, en lo técnico, no hay diferencias. No las hubo en estos últimos 30 años. Por eso es importante la actitud policía que se tome”.

En estos casos puede pensarse el diálogo como una oportunidad (el vaso medio lleno) o, por el contrario, como una forma oficial de evaporar las aguas y dejar el vaso medio vacío, para seguir con lo suyo sin ruidos en la calle.

Rosalía: “Para mi es positivo lo que pasó. Estamos logrando sacar a la luz un debate de política económica y agropecuaria dura, que venía gestándose a espaldas del pueblo. Es muy bueno poder sentar a las organizaciones campesinas, y a los ministerios para que pongan la cara y paguen el costo político de lo que hagan o dejen de hacer. Y a las organizaciones ambientalistas. Es un paso positivo. Una primera victoria”.   

Los cajones de verduras se cargaron rumbo a comedores comunitarios. La olla fue llevada a Plaza San Martín, donde comenzaron a acercarse personas que viven en la calle, en este invierno, en esta pandemia. Un guiso maravilloso funcionó como un gesto de convivencia. Rosalía: “Con las verduras y la amenaza de olla, logramos la reunión. Es apenas el comienzo, no es que mañana se vaya a lograr la reforma agraria. Pero hay que insistir e insistir para que se discuta, que la gente se informe y crezca la conciencia”.

Zulma Molloja, joven y aguerrida boliviana productora también de la UTT tiene una percepción: “Me huele mal el proyecto, porque todo lo hicieron a escondidas. Quieren más transgénicos, y ese es un modelo de muerte. Muerte para nosotras, para nuestros hijos. Como productores queremos ser parte de esto, pero llevándolo de otro modo.  En lugar de transgénicos, cosas sanas. En lugar de animales enfermos, animales saludables. Eso queremos: cambiar el modelo”.   

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

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Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

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Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

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Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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