Nota
Los derechos territoriales de los pueblos originarios. Caso testigo: Lof Casiano
En junio de 2004, el Lof Casiano-Epugner en una audiencia con el Fiscal de Estado, Domingo Carosio, le entregó una investigación que probaba el despojo ilegítimo de los Abi Saad de parte de su territorio comunitario. Y le exigió que, en base a las pruebas presentadas, ordenara el desalojo de la familia usurpadora y la restitución ! del campo y las mejoras al Lof, en cumplimiento de los derechos que le reconoce la Constitución Nacional, el Convenio 169 de la OIT y la ley provincial Nº 2287.
Esta ley provincial Integral del Indígena y su decreto reglamentario establecen que ante una denuncia de despojo de tierras en perjuicio de una comunidad o poblador mapuche, la Fiscalía de Estado debe desalojar a los estafadores y restituir las tierras a dicha comunidad o poblador. En particular contempla el caso de la lesión subjetiva, esto es, cuando los usurpadores se aprovechan para concretar el despojo de la situación de discriminación y opresión del pueblo mapuche, en muchos de los casos valiéndose de la complicidad de funcionarios del estado.
En el mencionado encuentro con el Fiscal, el funcionario se comprometió a tener el caso resuelto en una semana. Un año más tarde, ante el evidente incumplimiento de lo prometido, el Lof Casiano, después de haber agotado todas las instancias frente al gobierno provincial sin éxito, decidió iniciarle un juicio al gobierno de la provincia para exigirle el reconocimiento definitivo e incondicional de sus derechos de posesión y propiedad sobre los campos de Quetrequile.
Desde entonces la Fiscalía está impulsando un desalojo ordenado hace más de 10 años contra la familia Abi Saad acusándolos de haber violado la ley de tierras Nº 279 y que, por lo tanto, los obliga a restituir los mencionados campos a la provincia. Desalojo que, además, nunca se cumplió por negligencia o complicidad de diferentes funcionarios de gobierno y que sólo afecta parte de lo reclamado por el Lof.
De esta manera, la provincia se resiste a reconocer nuestros derechos, y oculta esa resistencia confundiendo a la opinión publica, al reactivar una sentencia de desalojo, que si bien nos favorece porque evita la generación de situaciones de peligro y agresión, en nada tiene que ver con nuestras pretensiones que son: el reconocimiento de nuestros derechos originarios y la restitución definitiva de nuestro territorio ancestral.
Consejo Asesor Indígena (CAI)
El Bolsón, 30 de noviembre del 2005
Contacto
El Bolsón. 02944-455409
Ing. Jacobacci: 02940-432812/432213
Laura Ramos [email protected]
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De la idea al audio: taller de creación de podcast
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Docente:
Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.




Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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