Nota
Los sentidos de la memoria

El tacto certifica que, a las 14 horas, llueve.
El olfato huele choripán. (Los vendedores, preparados para una movilización gigante y hambrienta).
El sonido de tambor tiene la particularidad de que, además de los oídos, retumba en el pecho.
Los ojos ven desfilar banderas, remeras y pecheras de distintos colores, de agrupaciones sociales y políticas y de miles de grupos de amigues, padres y madres con niñes que se abren paso por Avenida de Mayo, ida y vuelta hacia la Plaza.
El escaneo de sentidos arroja un resultado inequívoco: después de 2 años de pandemia, todo parece haber vuelto a su lugar:
La calle.

A las 14:15 sale el sol y el grupo de tambores Batuka resuena en 9 de julio y Avenida de Mayo con la misma inscripción en cada bombo: Falta Tehuel.
A las 14:30 pasa una joven. Lleva un cartel que dice: “Marchamos porque hay dos diputados negacionistas en el Congreso” y recuerda que conviene, por las dudas vuelva el mal clima, tener a mano el paraguas.
Dice: “No hay que dormirse, porque los discursos negacionistas nunca se van, todo lo contrario: están ahí. Desde la derecha más rancia como Milei hasta la centro derecha como el PRO niegan a los 30 mil desaparecidos. Hay que seguir insistiendo. Tuvieron el espacio para salir en los 4 años de gobierno de Macri donde intentaron con el 2×1 que salgan los genocidas a la calle y dimos respuesta. A partir de esto intentan con más fuerza ahora: por eso volvemos a salir y seguiremos saliendo, además de cada 24 de marzo, siempre que haga falta”.

A las 14:45 una charla entre amigues recuerda que la memoria no es un ejercicio que mira hacia atrás; y que a veces conviene seguir aclarando lo que hasta ayer parecía obvio.
Las propias Madres y Abuelas, que a las 15:15 pasan en una combi y se tocan el corazón, nos recuerdan que la memoria es un músculo que se ejercita en la calle, jueves a jueves, 24 a 24, 24×24.
Rafa, Fermín, León y Aimé, que miran pasar piernas y piernas por Avenida de Mayo, nos recuerdan además que se aprende desde chiquito.
Ezequiel y Andrea, Camilo y Camila, nos confirman que se comparte entre amistades, compañerismos y amores.
Sergio, que se grita con bronca.
Batuka, que se toca con alegría.
Kndelah y Tomi, que se canta.
Lucas y su madre, que se reconstruye en familia y que la historia es una red y no una vía.

Lucas lleva una remera negra que dice Nunca Más y antes de ir rumbo al Cabildo a encontrarse con su madre, teje el recuerdo que lo trae a estar parado hoy acá.
23 de agosto de 1977: su tío Juan Carlos Wehitt y su abuelo Jorge Wehitt, hermano y padre de su madre, son secuestrados en Isidro Casanova, en la misma casa familiar donde Lucas se crio y hoy siguen viviendo sus padres: “Había una tapita de desagüe que el abuelo siempre pisaba al llegar: era su forma de avisar. Ese día la tapa sonó pero no lo llegaron a ver entrar: la apertura de la puerta desató el operativo. Entraron los milicos y sacaron a mi tío de la pieza, encapuchado y en cuero”.
La madre de Lucas tenía 14 años, fue la última vez que vio a su hermano.

Lucas, que hoy tiene 31, de chiquito preguntaba por qué había nonos y tíos de parte del viejo y de parte de la mamá, solo una abuela: “Nunca me lo negaron, siempre me lo contaron de chico: crecí con eso. Después, en la escuela siempre hacíamos algo, cantábamos una canción de Charly…. Pero es loco porque sin duda hay una parte de la historia política que me faltaba; no tengo recuerdo de los 90 yendo a las marchas. Eran otros años: no era la masividad de hoy”.
*
Después del secuestro, la abuela de Lucas comenzó a buscar a su compañero y a su hijo: “Con lo que había y lo que se podía. Tengo el recuerdo de que fueron a reuniones de Madres. Después –en eso sí fue muy tajante– mi abuela remarcaba que tenía una hija que tenía que cuidar. En un momento cortaron la búsqueda, estuvo muy mal mi abuela, una depresión enorme. Y se mentalizó a ella misma de salir de eso, porque tenía una hija”.

Lucas fue reconstruyendo su historia de a pedacitos. Hasta que mientras estudiaba Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Matanza, le tocó la tarea de hacer un perfil familiar. Eligió a su abuela: “Me acuerdo cuando por ese trabajo por primera vez senté a mi vieja y mi abuela a hablar de nuevo de eso. Terminamos todos llorando”.

Lucas escribió el perfil: “Escribirlo, te ordena: vas reconstruyendo los pedazos fragmentados. Mi abuelo militó en el radicalismo, de la línea balbinista, después se cansó pero siempre votaba al radicalismo; activaba en el barrio, en la cooperadora de la escuela. Y mi tío salió peroncho, más cercano a los procesos de la Juventud Peronista, estaba en el centro de estudiantes. Siempre cuentan que cuando fue el golpe en Chile salieron a cortar Ruta 3: tenían esa impronta”.

La historia de su abuelo y tío significó empezar a reconocer secuencias de su propio presente: “Y también notar que seguían muy a flor de piel en mi familia. Después que hablamos, y a partir de que yo empecé a movilizarme, mi vieja empezó a marchar y hace años no se pierde un 24 de marzo”.
En 2017 Lucas y su madre pegaron en un cartón la cara de su Jorge y Juan Carlos: “Fue la primera vez que marchamos con el cartel: lo llevé yo, y después se lo dejé a mi vieja. Ahora viene ella con el cartel”.
No fue el único clic: “Incluso mi abuela se fue a sacar sangre, para que esté en el Banco Nacional de Datos Genéticos”.

La memoria se sigue haciendo presente, a veces, de formas poco felices: “El lunes llegó a la casa de Casanova de un estudio jurídico privado dirigido a mi tío, que estaría cumpliendo 65 años, algo relativo a la jubilación… Y sigue llegando la citación a votar: esas son cosas que siguen removiendo”.

La abuela de Lucas murió hacia fines del 2021: “Hoy mi vieja me dijo: estoy más aliviada porque hoy capaz se están reencontrando los tres, después de mucho tiempo. Es un alivio para ella, para todes, pensarlo de esa manera, pero si me tengo que poner más frio es: loco, no están, ni sabemos qué pasó. Hay algo que siempre remueve en esto, y es que la esperanza siempre está”.
Para Lucas, el hecho de que su abuela se haya ido a sacar sangre antes de irse es una fuga hacia adelante: “Reaviva la idea de que alguna vez podamos saber algo”.

Lucas es periodista de lavaca. Desde siempre y ahora, cubre temas relacionados a los derechos humanos de ayer y hoy. Las desapariciones forzadas de Luciano Arruga y de Santiago Maldonado fueron algunas de sus coberturas sostenidas en el tiempo: “No por nada uno va por estos temas, y tiene otro aguante al escuchar estas historias: se va creciendo con ese dolor, con esa ausencia”.
El 23 de agosto de 2017, mientras cubría en Chubut la desaparición de Maldonado, se cumplían 40 años del secuestro de sus tíos y abuelos.

A las 16.30, Lucas completa por Whatsapp el relato compartiendo la otra parte, no menos importante, del recuerdo familiar: “A mi abuelo no le gustaba mucho el fútbol, pero mi tío era fanático de Boca. Y cuando vinieron a vivir Casanova se volvió fan de Almirante Brown”.
Acaso como otra demostración de la memoria presente, Lucas, que milita esos colores, durante la tarde enviará por Whatsapp varias fotos de una colorida intervención de la hinchada de Boca en plena Plaza de Mayo cantando por la memoria, la verdad y la justicia.

A las 17:00 horas, Sergio Maldonado está parado frente a un bar de Avenida de Mayo, y no tiene la popularidad de cuando su hermano estaba desaparecido bajo la gestión macrista.
Tal vez por eso habla con bronca: “La causa está demorada desde noviembre de 2018. Desde entonces no se hizo absolutamente nada. Sí: desde hace más de dos años en la Corte suprema, esperando que se asigne un nuevo juez y se investigue como desaparición forzada. Aparte de eso, el Poder Ejecutivo debiera acompañar el reclamo con una clara voluntad política para que de esa manera acercarnos a la verdad. Además de lo judicial, es importante la parte política. El Poder Judicial no se mueve si no hay una postura política. Si el gobierno hace silencio, garantiza la impunidad”.
Sergio está al lado de la agrupación La Poderosa: “Hay personas que genuinamente acompañan, pero a los políticos y políticas que ayer levantaban la foto de Santiago hoy no les suma, y entonces la bajan”.

A las 17:30 la Organización Nunca Más está cumpliendo 15 años organizando un festival de Heavy Metal en la Plaza de los Dos Congresos, cada 24 de marzo.
El cantante de Retro Satán recuerda a los presentes por qué eligieron esa fecha:
-Porque odiamos a los milicos.

A las 17:45 un vendedor de pines confirma que el más vendido es el que lleva un diseño de un pañuelo de las madres con el color de la whipala.
A las 18:00 se leen estos carteles seguidos:
-Nunca más.
-Son 30 mil.
-Memoria, verdad y justicia.
-30400.
-¿Dónde están?
-No estamos todos.
-Juicio y castigo.
-Falta Tehuel.

A las 18:30, Tomi, artista trans, canta en Mu Trinchera Boutique canciones prohibidas por la dictadura. E invita a entonar a todxs, para que los sentidos sigan despiertos:
Hice un nudo del pañuelo
Pero me olvidé después
Que no era la única vez
Y seguí cantando
Y a la hora del naufragio
Y la de la oscuridad
Alguien te rescatará
Para ir cantando
Cantando al sol
Como la cigarra
Después de un año
Bajo la tierra
Igual que sobreviviente
Que vuelve de la guerra.
Continuará…
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
Nota
Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Todo lo que se narra a continuación sucedió mientras, en el Congreso, la policía reprimía a mansalva a jubilados, periodistas –incluido Lucas Pedulla, integrante de lavaca– y personas que se acercan a movilizarse cada miércoles. Fin.
Crónica de Franco Ciancaglini. Fotos de Sebastian Smok.


La historia comienza así: el partido del gobierno La Libertad Avanza organizó un acto de cierre de la campaña del vocero presidencial y candidato a legislador porteño Manuel Adorni, en Plaza Mitre, Recoleta.
El montaje del escenario afirma: “Adorni es Milei”.
Se espera que ambas personalidades estén y hablen hoy.
Pero falta para eso.
Media hora antes de la convocatoria, en distintas esquinas de la avenida Libertador, hay grupos de personas que, muy organizadas, esperan.
En las esquinas la mayoría va vestida de negro pero, en un acto de magia política, luego se las verá llegar a la plaza con la misma remera violeta, puesta arriba de sus verdaderas remeras o incluso de buzos y camperas.
Un notero de TN primero y luego de C5N hablaron con estas personas, que confesaron haber sido convocadas para trabajar en “prevención” bajo la promesa de una paga de 25 mil pesos.
El Whatsapp de la convocatoria, revelado a cámara por uno de ellos, decía: “Ahy (sic) un acto político de 17 a 21. 25 mil pesos. El que quiere se anota”.
Finalmente no era para prevención, sino para “presencia”.
Pero lo peor no es nada de esto, sino que finalmente no les pagaron los 25 mil, sino que quisieron darles 10 mil; ante la presión, algunos recibieron 20 y otros, nada: “Porque no me quiero poner la remera esa sucia no me quieren pagar”, denunció el más sincero ante las cámaras.
Fin.


Lo cierto es que estas columnas de unas 50 personas cada una fueron las que lograron ocupar una plaza Mitre que estaba semivacía.
Temprano, los remera violeta se negaban a hablar con la prensa, aún disciplinados por la promesa de la paga. Luego, ante la deflación de lo prometido descargaron su bronca ante las cámaras dejando en evidencia cómo trabaja el puntero Sebastián Pareja en la provincia de Buenos Aires, de donde provenían estas personas, para el cierre de una campaña porteña.
Alicia es jubilada pero no está marchando alrededor del Congreso, sino que está acá, colándose entre los violetas para saltear unas vallas y pasar más rápido hacia el sector del escenario. Hace un año y medio que se afilió al partido en la Comuna 13 Belgrano, Núñez. Habla de Milei como obnubilada, apurando su paso como ansiosa por la posibilidad de verlo en vivo. Faltan, al menos, dos horas.
Describe a Milei como un “bocho en economía” y se ríe al recordar que en la última elección, hace dos años, votó al actual jefe de gobierno, Jorge Macri. Está claro que no repetirá voto: “Está la ciudad muy abandonada. Mucho linyera, ratas por todos lados. En mis 82 años nunca había visto ratas en la ciudad”. Voto cantado: Adorni, a quien define como “alguien muy correcto”.
Sobre el otro Macri, el Mauricio, dice que “en su momento gobernó bien” pero ahora lo ve fuera de escena. No está al tanto de sus últimas apariciones contra Caputo, Karina y al propio Presidente, o no le interesan.
Alicia prefiere no hablar más y busca un lugar cerca del escenario para ver a su Presidente.


Lucía y Paula, también jubiladas, vinieron de Vicente López y prefieren mirar la escena desde atrás de todo. Es que llevan dos perritos de raza, o de diseño: Coca y Cola. ¿Qué les gusta de Milei? “Te puede gustar o no pero él habla desde el sentimiento. De lo que sentimos muchos”, dice Paula. Lucía suma: “Me gusta porque va a fondo”.
Sobre Mauricio Macri: “Yo lo voté. Ahora, de política no entiendo mucho, pero me da un poco de tristeza porque creo que tienen (con Milei) más coincidencias. Pero tiene que haber una oposición con responsabilidad. Tal vez Macri sea la oposición”.
Marta también es jubilada de 87 años bien llevados. Por qué vino acá (y no al Congreso): “Porque quiero escuchar quiero informarme quiero saber. Son tantos años de lo otro, que esto merece una oportunidad”.
Sigue sola: “El tono no me gusta. Cuando dice malas palabras es un mal ejemplo para la juventud”.
Qué le pedirías al gobierno a nivel Ciudad: “Por favor que saque las villas. La 31 es infernal”. Se pregunta y se responde: “¿Porque avanzaron tanto? Porque les han dado plata”.

¿Marra? “Sí, me gusta. Qué paso ahí, no sé. Me gusta, te soy sincera, pero ahora hay que unir fuerzas”.
¿Está de acuerdo con la medida anti-inmigratoria? “¿Vos te podés hacer ciudadano dinamarqués, o paraguayo? Acá entran todos. Los chorros, los burros. Y si no les gusta que se vuelvan a sus países”.
¿Y la pobreza? Marta cambie el eje: “Basta de decir ‘hagan lío’. Francisco se terminó. Basta de decir la iglesia de los pobres. Pepe Mujica era comunista. Se han hecho ricos con los pobres”.
Precisamente Mujica pareciera que no. Ella: “No sé. Déjame dudar. Pero basta”.
¿Qué representa para vos Mujica y qué Milei? “Apoyo a Milei y lo nuevo. Y que dios nos ayude”.
¿Y si sale mal? “Creo que ya no voy a estar con vida. Que se arreglen los que quedan”.
Fin.

A su lado hay un joven con una pala gigante. Posa sonriente para decenas de cámaras. Parece haber logrado su objetivo: llamar la atención.
Se llama Santiago y se tomó dos colectivos desde “la zona más fea de la provincia”, Florencio Varela, donde vive. Tiene 21 años, camisa manga larga a cuadros y una enorme mochila roja sobre la que ató un pañuelo celeste.
Cuenta sobre el sentido de la pala: “Hay que trabajar en este país. Nada se puede conseguir gratis. Todo es trabajo en la vida”.
De qué trabaja: “Soy Rappi y Pedidos YA”. ¿Cuánto gana? “Un poco, mi mamá me decía: muy bien Santiago, ese dinero lo sacaste de tus esfuerzos”. No dice números. Y finalmente revela que ahora ya no trabaja.
Al joven de la pala lo interrumpe Franco, otro joven, vestido de traje, que quiere sacarse una foto con el instrumento. Me da la cámara y posa de mil maneras para fotos que luego subirá a su Instagram. Franco Vera, sabré después, es un joven militante que ha irrumpido hace pocos meses en el colegio Nicolás Avellaneda de Palermo –estando él domiciliado en el conurbano- para postularse como Presidente del centro de estudiantes de la institución.
Franco Vera es de estatura pequeña pero en el debate del centro de estudiantes miró a sus contendientes de la lista oficialista, asociada al peronismo, y al ver que eran 8 personas dijo: “Yo estoy solo pero me la aguanto”. Primera gran ovación del público que recién lo conocía en un debate que ganó con comodidad con palabras clave como fútbol, Messi, Dios, diversidad.
Su lista, hasta antes del debate compuesta por él solo, se llama Ruge el cambio.

Ahora tiene una decena de seguidores, más después de su segunda jugada: hacerle una cámara oculta a la directora. En la cámara, subida a las redes, se ve cómo la mujer lo apercibe por una serie de hechos difíciles de entender desde afuera, supuestas actitudes de Franco desde que llegó al colegio. Es cierto, se lo nota sobre excitado y concentrado en su carrera estudiantil. Y si bien el video no lo muestra, él asegura que el objetivo de la directora es censurar a Ruge el Cambio para que no se presente –y gane- las elecciones del centro.
Así utilizó la cámara oculta para denunciar la censura institucional.
Su historia merece un documental aparte, que no entra en esta nota. Sobre la elección porteña, él no puede votar. Y pese a las preguntas sobre la actualidad él hablará como representante de los jóvenes de LLA en tono candidato y pedirá que sea a través de videos: “Menos Estado es menos peso al sector público. O sea… Si una persona no capacitada no nos sirve, ¿para qué lo vamos a tener como empleado? Necesitamos tener personas capacitadas. Hay que aprender en esta batalla cultural que los que nos gobiernan son personas normales, no son entes superiores, no tienen título de nobleza”.
¿Los Menem no serán parte? A Franco no le entra una bala: “Los jóvenes somos el cambio” responde en casete y mostrando su sonrisa de dientes con aparatos. Corta la charla para seguir sacándose fotos que subirá tanto a su Instagram como al de la agrupación Ruge el cambio, actividad que le sale muy bien: durante la tarde noche logrará cosechar selfies con personajes como el Gordo Dan o el diputado Martín… Menem.
Fin.




Otras celebridades que se llevan las miradas:
El Zorro con la bandera de Argentina.
Mickey Mouse con un cartel que dice “Aguante Adorni”.
Lila Lemoine vestida como playera de YPF.
Una mujer que tiene tatuada en la cara, justo arriba de su ceja, la palabra “Castrate”. Hay que acercarse bien para entender bien de qué va… o no tanto. En su cachete izquierdo amplía las siguientes consignas:
- Castrá
- Adoptá callejeritos
- Educá
- No compres
- No + piroctenia
Son tatuajes.
En la cara.
Fin.

Franco Carcedo es autor de un libro recién salido del horno que se llama Milei: Conexiones filosóficas. Lo escribió junto a su esposa en La Pampa, donde vive, de donde llegó hoy 7AM y a donde vuelve hoy mismo a las 22. Vino, además de para ver a Adorni y Milei con el objetivo concreto de vender su libro. Lleva 5 ejemplares en la mano, y cuenta que ya vendió otros 5. “Es un camión”, anuncia. Y cuenta sobre su contenido: “El libro relaciona distintos acontecimientos que sucedieron durante la vida de Javier Milei, lo que hizo y muchas veces lo que dijo y dice”. ¿Un ejemplo?
Lo que sigue es literal y no está trucado ni escrito maliciosamente: es parte del libro editado por la editorial Dunken, que cualquiera puede comprar. Dice Franco: “Cuando habla de la felicidad él sin saberlo está hablando de algo que dijo Oscar Wilde en 1888”. ¿Cómo? “Cuando Milei dice que la felicidad es no tenerle miedo a la muerte. Oscar Wilde dice algo parecido”.
La pido mejor hojear el contenido; al inicio hay dos citas. Una de Napoleón que dice: “Los hombres excepcionales son parte de un momento excepcional”. Y otra de Javier Milei: “No seré reconocido como economista sino como rockstar”. Ahí nos vamos entendiendo.

En el libro, profundiza Franco, “hay referencias a Nietzche, Maquiavelo, hay cosas de Spinoza… y la frutilla del postre”. Atención: “La cita de Wilde de la felicidad es de 1888. Milei en 1998 funda una banda que se llama Everest. ¿Sabés cuantos metros tiene el Everest? 8848.88”. Ante mi mirada atónita, Franco Carceda prosigue: “Pero hay más. El día que nació Milei se jugó un partido amistoso para homenajear a Arsenio Erico (futbolista paraguayo muy querido en Independiente). En ese partido debutan Bianchi, Carrascosa y César Laraignée. Ese día nació Milei”.
¿Y entonces? Franco Carceda repite: “El día que nació Milei ellos debutan con la casaca argentina”.
¿Pero cuál sería la conexión filosófica: “Es algo piola porque Milei es fanático de Boca y Bianchi es casi el máximo ídolo de Boca, con Riquelme y Palermo, ponele”.
Vuelvo a pedirle el libro. Sobre el nacimiento de Milei, se informa también que nació el mismo día que el guardameta ruso «Araña» Yasín (¡dos arqueros!) y que se editó un álbum del conjunto Jackson 5 de donde saltaría a la fama Michael Jackson.
Fin.


Equivalencias y bebidas.
Una señora envía videos a un grupo y le responden “como quisiera estar ahí”, “cuidate” y le ponen emojis de un león.
Una nena con la careta de Milei y una motosierra posa para las fotos mientras la mamá, al lado, tiene una careta de Adorni, un caniche y muchos pañuelos celestes atados a la mochila, como si los hubiera llevado para hacerse unos pesos.
Un remera violeta grita “viva la libertad” y otros remera violeta, alrededor, lo miran y estallan en carcajadas. Él también.
Franco Vera me contará luego, orgulloso y dolorido, que le tocó la mano a Milei pero que eso le costó que, literalmente, que los seguridad lo tiraran al piso y le pisaran la cabeza: “Estoy bendecido”.
Suena en el escenario un tema con acordes punk cuya letra asegura que Milei es “el último punk” y “el último superhéroe de la libertad”; eso significa que están al caer el Presidente y también Adorni, a quien nadie parece esperar demasiado. Menos que nadie, los remera violeta.
Aparece más allá otro contingente de remeras violetas que ahora llevan bengalas violetas y tocan bombos violetas, siguiendo a una bandera sostenida por jóvenes prolijos y sonrientes sin remera violeta.
La inscripción de la bandera en la cabecera dice «Jóvenes LLA» y otra atrás “Lugano”. La entrada es de cancha: se canta “el domingo cueste lo que cueste” y “un minuto de silencio para Macri que está muerto”.
Otro de los hits son “El que no salta es radical” y uno que cambia la palabra “Perón” por “León”.

Un hombre de 40 y pico, vestido de traje, es el que saca las canciones y agita.
Lidera a la barra hasta meterla en el centro mismo del escenario.
Mientras este cronista anota otras cosas, como la presencia de francotiradores en las terrazas de Recoleta y al lado del escenario, se ve que el hombre sale del tumulto, ofuscado.
Le han robado el celular.
Habla con una persona de seguridad, que abre las manos en señal de “no puedo hacer nada”.
El hombre está visiblemente afectado, dice “no lo puedo creer” y pide un celular para “dar de baja las tarjetas”.
Consigue una cómplice, a quien le confesará lo que él cree es la razón del robo:
-Es que está lleno de negros.
Fin.
