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Un día de cordura

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Crónica de una jornada agitada en la que simultáneamente se manifestaban diversos conflictos. El lugar común fue decir que este 10 de noviembre fue un día de locos, pero tal vez haya que pensar las cosas que ocurrieron de otro modo. Por Francisco Pandolfi

Las piernas caminan, se multiplican. Los carteles relucen, se reproducen. Los reclamos aumentan. Una masa conjunta para, pero no se paraliza. Avanza. Está en movimiento. Son muchas masas. Son muchas protestas, diversas, pero no antagónicas. La calle arde, en la puerta de la Legislatura porteña; en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación; en la Dirección General de Enseñanza Artística porteña; en el Congreso Nacional. Todo sucede a la vez, en simultáneo. No es un día de locos. Es un día de cordura, de argumentos.

La Legislatura porteña, donde ahora mismo se vota el presupuesto 2023, tiene vallas por todos lados. No es ninguna novedad. Es un paisaje tristemente naturalizado. Las rejas separan a las y los legisladores de dos concentraciones, separadas por el monumento a Julio Roca, genocida de pueblos originarios.

Allí es el punto de encuentro de la comunidad educativa: los sindicatos UTE y Ademys mostraron unidad y llevaron a cabo un nuevo paro “por el ajuste en el presupuesto”, que según informaron en el acto central tuvo un acatamiento del 80%. Las consignas que proclaman arriba del escenario y abajo, en las centenares de banderas y cartulinas que sostienen docentes y estudiantes, son varias: “Por más escuelas, vacantes, cargos docentes y alimentación digna”, “Por la titularización de todxs los interinxs y contratadxs”, “Por la jornada laboral docente de lunes a viernes”, “Contra el vaciamiento de la Obra Social de la Ciudad de Buenos Aires”. Hay un dato incontrastable al respecto: el presupuesto en Educación pasó de 26,19% en 2007, antes de la asunción de Mauricio Macri como Jefe de Gobierno, al 20,04% que se estima para 2023.

Un día de cordura

En un vaciamiento estructural de la educación pública que lleva ya 15 años, el gobierno porteño, bien calladito, sigilosamente, acaba de dar otro zarpazo: esta vez, las víctimas directas son los Institutos de Formación Técnica Superior. De manera inconsulta, la Dirección de Gestión del Aprendizaje a lo largo de la vida, dependiente del Ministerio de Educación porteño, acaba de inhabilitar la inscripción a cinco carreras: Gestión Cultural y Pedagogía y Educación Social, en el instituto N° 28; Ceremonial y Protocolo en el N°12; y Administración y Relaciones del Trabajo y Administración Comercial en el N°8. Además, en otros terciarios, la cartera comandada por Soledad Acuña irrumpió, por un lado cambiando los planes de estudio, y por el otro, obligando a la institución a mudarse del edificio.

Gustavo Raide es docente en el Instituto de Formación Técnica Superior Nº28. Denuncia: “Hace unos días nos llegó una comunicación oficial que a partir del 2023 no se va a abrir la inscripción para dos de nuestras carreras. En Pedagogía Social con orientación en Derechos Humanos, ellos ponen “Recursos Humanos”; se ve que les molestan esas dos palabras. Ellos justifican que nuestras carreras no se engloban en el encuadre económico productivo que tiene la ciudad de Buenos Aires”. En un documento que envía la Dirección de Gestión del Aprendizaje a lo largo de la vida, a los institutos, deja claro sus motivos: “Se ha contemplado el contexto coyuntural imperante a fin de definir la oferta estratégica para la Ciudad de Buenos Aires, priorizando aquella con mayor requerimiento del sector socio-productivo”. A confesión de parte, relevo de prueba… Agrega Gustavo: “Se les solicitó una reunión oficial, pero hasta el día de hoy no nos han respondido. Esto implica que muchos docentes quedemos desafectados, porque los que somos de primer año, ya en 2023 no vamos a tener alumnos, o sea también genera precarización y expulsión de trabajadores”.

Un día de cordura

Gisela Panduro y Álvaro Rodríguez Batz son estudiantes de Pedagogía y Educación social con orientación en Derechos Humanos del instituto Nº28. Están rodeados de otras alumnas y alumnos de distintos terciarios que acompañan la resistencia. Dice Gisela: “Les estudiantes queremos seguir estudiando y elegir qué carreras estudiar. Decidimos formarnos en carreras socio-educativas y culturales, con orientación en Derechos Humanos porque creemos que otro mundo es posible”. Dice Álvaro: “Nos sentimos excluidos y excluidas; es una decisión totalmente inconsulta, de un momento para el otro. Sentimos una ofensa muy grande que esté direccionado a una carrera orientada en Derechos Humanos. Ante estos embates, vamos a responder con organización. Es importante dejar en claro que esto no sólo ataca a la comunidad educativa, sino a la población con la que trabajamos que en su mayoría vive en situación de vulnerabilidad”. Desde arriba del escenario se aplaude a los terciarios y el grito al unísono no tarda en nacer: “Queremos estudiar, queremos estudiar”.

El Instituto de Formación N° 20, por ahora, está emplazado en Gurruchaga 739, en el barrio porteño de Villa Crespo. Tiene contadas las horas ahí. Hugo Figueroa es docente de portugués. “Cuando llegué la semana pasada me encontré que había rumores de cambio de lugar. Estaba el rector Alejandro Mazzuco, hoy de licencia porque a su vez es supervisor. Él trabaja en la dirección de Formación Técnica Superior, al lado de la directora, así que es imposible que desconociera una situación que se viene cocinando hace mucho tiempo. Me dijo que no me preocupara, que no había ninguna resolución. Sin embargo, en la carrera de Turismo Sustentable y hospitalidad ya eliminaron varias materias, entre ellas las mías: portugués, 1, 2, 3 y 4. También hay materias que se van a fusionar, acortando el plan de estudio. Es toda una precarización de los contenidos”. ¿Cómo fue el diálogo? “A los docentes nunca se nos consultó ni comunicó nada. Y el lunes ingresé a la página web del gobierno y ya la carrera figura con un plan de estudio nuevo, con varias materias menos”. Hay más: “Otra cosa que nos enteramos hace dos días es que nos cambian de locación, a Tucumán al 700. Es una situación de ocultamiento total. Los estudiantes se anotaron con un plan de estudio y en un lugar físico que por algo lo eligieron. Muchos ya piensan en dejar la carrera, aunque están indignados pensando formas de luchar. Están precarizando todo. Y de todo quieren hacer un negocio; de la educación pública también. Querrán meter institutos privados, eso es lo que imagino y obviamente sacar su tajada”.

Un día de cordura

El hostigamiento a los Institutos de Formación Técnica Superior no es uniforme. Hay una variedad en la persecución, en las estrategias accionadas, aunque parece haber sólo un destino: el vaciamiento. Pablo Quatrini es docente y Consejero Docente del Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación. Reflexiona sobre la cirugía fina que aplica el gobierno porteño a través del Ministerio de Educación: “Para la inscripción a mediados de año, implementó un curso introductorio con evaluaciones de Lengua y de Matemáticas, que no son excluyentes, pero sí es una mediación más y establece un orden de vacante, cuando nuestro instituto nunca tuvo problemas con los cupos. El curso previo al ingreso, además de que no es claro, lo maneja el Ministerio, entonces perdimos el contacto directo con quienes se inscriben. Antes no era así, se anotaban a través de un correo electrónico, se contactaba con cada uno y cada una, hacíamos charlas para que preguntaran dudas. Ya no. Y esto se notó en julio pasado: se habían anotado casi 50 estudiantes para primer año, y de repente vinieron 14 nada más. Como no tenemos contacto directo, los perdimos”. ¿Cuál es el trasfondo? “Que lleguen pocos alumnos y alumnas a las primeras materias. Es la excusa que después le sirve al Gobierno de la Ciudad para decir ‘hay pocos inscritos, se tiene que cerrar la inscripción’. Se trata de una estrategia muy bien planificada, que no es un hecho aislado sino que tiene relación a todo lo que está pasando en el ámbito educativo, tanto inicial, primario, secundario y terciario”. Suma Denise Altieri, del Consejo Directivo del mismo instituto: «La inscripción digital no fue accesible, porque no tuvo ningún tipo de accesibilidad para personas sordas ni ciegas. Ya lo denunciamos en inscripciones anteriores y en esta última volvió a salir así. Además, la parte del soporte técnica del Gobierno de la Ciudad no daba respuesta; y las y los estudiantes no se podían dar el alta para inscribirse».

Desde lavaca quisimos hablar con Juan Pablo Becerra, Director General de la Dirección de Gestión del Aprendizaje a lo largo de la vida, pero en todo el día la respuesta al número de su oficina fue la misma: “Todos nuestros operadores se encuentran ocupados, su llamada será atendida a la brevedad; por favor aguarde en linea”. Y así en loop. Otro loop. Y otro loop.

El paro docente entrelaza otras protestas. Se suman a la movilización distintas peleas que se dan en paralelo. A dos cuadras, en Perú al 300, varios institutos de formación artística protestan frente a la Dirección General de Enseñanza Artística, dependiente de la Secretaría de Cultura porteña. “Se caen los techos”, se lee en un afiche rojo, con letras negras. “La precarización no para”, se lee en uno amarillo, con letras rojas. Una ronda canta sin parar bajo los potentes rayos del sol: “Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode”. Fernando Gutiérrez es docente del Instituto Vocacional del Arte. Alza la voz, como representante de sus compañeras y compañeros: “Estamos en contra del presupuesto a la baja en educación y lo mismo pasa con Cultura. Nuestros edificios se caen a pedazos, es un peligro trabajar dentro de un edificio donde se caen las mamposterías; el tendido eléctrico es re peligroso y no mandan material para laburar. Y lo que mandan es berreta. No hay computadoras. Se llevaron unas para arreglar desde principio de año y no las devolvieron. Es deplorable lo que pasa, no se puede mantener este tipo de situación”. ¿Más? “Sí, las titularizaciones a término. Es una precarización total, porque los docentes no tenemos ni la posibilidad de sacar un préstamo para comprarnos una bicicleta que nos permita trasladarnos de escuela a escuela”.

Un día de cordura

Arriba del escenario docente, Daniel Solis no tiene guardapolvo blanco, sino ambo celeste. No es maestro, sino pediatra del Hospital Garrahan. Su área depende del gobierno porteño. El cansancio por el tiempo que llevan en la calle no se nota cuando agarra el micrófono: “Venimos de ocho semanas de lucha, de defender la salud pública pero también la educación pública, porque venimos de la universidad pública en defensa de la voz de nuestros pacientes. En un país donde el 50% de las personas son pobres, la única forma de salir adelante es la educación y la salud, en contra del recorte del presupuesto del FMI y no solamente la ciudad, sino en todo el país, tenemos que unirnos”.

Tras los aplausos, Daniel se baja del escenario y camina hacia Avenida de Mayo y Perú, rodeando todo un vallado exagerado. Tras una movilización matutina, miles de auxiliares, enfermeras y médicos están sentados sobre la calle, en asamblea permanente. Discuten vivamente si vuelven a los hospitales, si siguen de paro, si el jueves 17 se unen a una gran jornada nacional en defensa de la salud pública. El motor fue la propia pelea que iniciaron el ya lejano 21 de septiembre. Es conmovedor verlos y escucharlas. Es sanador. Y votan que sí, que el 17 hay paro y movilización. Porque la lucha sigue.

Melina Michniuk es psicóloga del Hospital Elizalde y Yanina Scarmato ex residente enfermera del Santojanni. Contemplan la marea blanca. A metros hay un bombo que tiene una pegada y algunas letras que forman una oración: “Y si ahora gritamos y cantamos en modo de protesta es porque preguntamos bien y nadie nos dio una respuesta”. Melina: “Este proceso lo venimos haciendo organizándonos desde abajo, en asambleas dentro de los hospitales, donde circula la voz de todos los compañeros. Tenemos ganas de volver al laburo, nos cuesta no estar con los pacientes pero sabemos que esto es para mejor porque atender como lo hacemos, re contra quemados no es la mejor atención que le podemos dar, no y que recién atendemos quemar”. ¿Qué es estar quemadas? “Que estés pasada de rosca, que no te den las manos, que los pacientes a veces deben esperar meses a que les salga una derivación, que renuncian profesionales y entonces una se tiene que hacer más cargo de cosas, que en el caso de los clínicos estén 36 horas seguidas sin dormir y se te caen los párpados”. Yanina: “La salud es un sector muy feminizado, trabajamos en el hospital y en nuestras casas, un doble rol y eso genera mucha quemazón. En las enfermeras hay muchos problemas de salud mental por la necesidad de las horas extras y el doble empleo”. Melina: “Se te va rompiendo el cuerpo”. Un cartel pegado en una mochila sintetiza: “2020 esenciales; 2022 descartables”.

Un día de cordura

Detrás del escenario docente, del otro lado de Roca, de su caballo y todo un monumento inexplicable, pegados a las vallas hay una radio abierta, en donde las organizaciones sociales que se autodenominan las cayetanas, más cercanas al Gobierno Nacional (CCC-Barrios de Pie-Movimiento Evita), critican al presupuesto que está votando la Legislatura porteña, con mayoría de Juntos por el Cambio. Carolina Franco milita en la Corriente Clasista Combativa y está justo delante de un muñeco enorme que simula ser el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Está parada, sosteniendo una cartulina blanca que reza: “Más presupuesto para salud, para educación, para vivienda y trabajo”. Vive en la Villa 21-24 de Barracas y lleva una gorra verde, que es lo único que parece ampararla: “Somos cooperativistas, trabajo en dos colegios hace 15 años. Cobro 28 mil pesos y trabajo 5 horas por día, de lunes a viernes”.

A un par de cuadras, la 9 de julio está colapsada de gente. Desde Avenida de Mayo hasta Constitución. 12 cuadras rebalsadas de pueblo. Organizaciones sociales, no alineadas al Gobierno Nacional, llevan adelante lo que denominan “Piquetazo nacional”. Desde las 10.30 se concentran en Moreno y 9 de Julio, en la puerta del Ministerio de Desarrollo Social. Llegan de distintos lugares de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. Llegan porque ayer, miércoles, no hubo acuerdo, y porque la Ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, prometió que sólo habría una entrega de comida hasta fin de año.

Marianela tiene 42 años, vino desde Luján y está sentada en ronda, con sus pares de Libres del Sur. Quiere hablar: “Yo estoy a cargo de un comedor y es una vergüenza la comida que recibimos, no podemos comer todos los días polenta y arveja. Hace cuatro meses que no recibimos harina en los comedores y merenderos. Solo nos dan algunos alimentos secos; la verdura, la carne, el pollo, lo compramos nosotros. No pedimos que nos regalen nada, solo que nos ayuden porque trabajamos de lunes a lunes, cobramos un básico de 27 mil pesos o como máximo 54 quien tiene dos planes Potenciar Trabajo. Y de hace dos meses a esta parte, le damos de comer al doble de personas, alrededor de 60 familias”.

A pocos metros del retrato gigante de Evita, Belén está sentada en un banquito de plástico. Tiene 23 años y es del barrio Nicole de González Catán. “Uno de los más necesitados de la zona”, afirma la integrante del Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social. “Vinimos de nuevo porque necesitamos una respuesta concreta, que pueda cambiarnos en algo la situación. Hace 4 meses al comedor venían 45 familias, hoy vienen 100”. Horas después, el Ministerio de Desarrollo Social acuerda a lo que ayer no se había comprometido: entregas de alimentos de noviembre, diciembre y lo que adeudaba de octubre. Se desconcentra la movilización masiva. Lo mismo ocurre en la Legislatura porteña y en el Congreso Nacional donde se reclama por una Ley Nacional de Danza y también se exige, por enésima vez, la necesaria promulgación de la Ley de Humedales.

Las piernas vuelven a caminar. Los carteles siguen diciendo. Las masas, por ahora, se dispersan, pero no se paralizan. Están atentas. Latentes. La calle arde. Y mañana será otro día.

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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

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La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

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La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.

Por Francisco Pandolfi

Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”. 

Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».

Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.

En la conferencia de prensa convocada por la familia de Pablo Grillo, fotógrafo que fue impactado por una granada de gas lacrimógeno lanzada por las Fuerzas comandadas por Patricia Bullrich, Fabián, su papá, habló sobre la salud de su hijo.

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:35:39.538Z

Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.

Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”. 

En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.

La causa, sin avances

Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.

Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”. 

La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.

Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.

Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.

Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, es junto a Paula Litvachky, del CELS, la abogada que representa a la familia jurídicamente. En este video cuenta los avances de la causa judicial:

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:54:48.310Z

Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.

Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.

Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.

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La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

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Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.

Por Franco Ciancaglini.

La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo. 

En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso. 

“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.

La que habla es una de sus hijas, Paula.

El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10. 

Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.

El arma y la palabra

Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.

Es jubilada.

Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.

Tiene tres hijas.

Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.

Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.

Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.

La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.

Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.

El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.

Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.

Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.

Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.

“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.

Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.

Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.

Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.

Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.

La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”. 

¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.

La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.

¿Necesitan algo? “Sí: paz”.

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