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Un símbolo: Brukman 2007

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Se quedaron dentro de la fábrica un 18 de diciembre de 2001 esperando al patrón. Desde entonces, recorrieron un largo camino que incluyó desalojos, represión y tironeos políticos, cuyas heridas todavía se sienten. Hoy, ya sumaron 16 trabajadoras más, visten a los actores de la tira Casi ángeles y esperan que el Gobierno de la Ciudad haga, finalmente, su trabajo.

“Parece mentira todo lo que vino después. Sólo queríamos que nos pagaran los salarios”, coinciden Matilde Adorno y Celia Martínez, dos de las 52 costureras que el 18 de diciembre de 2001, un día antes de que la Argentina estallara, se plantaron frente a los gerentes de Brukman y les dijeron que no abandonarían la planta textil de Once hasta que no les abonaran los sueldos adeudados. Sin saberlo, se habían adelantado en 24 horas a la vigorosa revuelta popular que reclamaba “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.
Lo que a Matilde y a Celia les parece mentira es que aquella fábrica ahora les pertenezca por ley y que sea gestionada por ellas y sus compañeros. También les parece mentira que en los tiempos de baja temporada retiren unos 300 pesos semanales, cuando aquella jornada inolvidable se hubieran conformado con recibir lo suficiente como para abonar el boleto de colectivo que las devolviera a sus casas. Además, les resulta difícil de creer que hoy ya son 68 trabajadores, 16 más que los que había aquel tórrido diciembre. Y mucho más increíble resulta ver que en la tira Casi Ángeles, de Telefé, aparezca el logo de la Cooperativa de Trabajo 18 de Diciembre, ex Brukman. “Le prestamos la ropa a los actores y a cambio nos hacen propaganda”, explica Adorno, que ahora se dedica a las ventas y a las relaciones públicas después que sus cervicales le impidieran continuar en su máquina.
El principio
Cuenta la historia que aquel martes de 2001, los trabajadores se plantaron ante los dueños y gerentes y les dijeron que no se iban a ir hasta que no les dieran el dinero adeudado. Jacobo Brukman, el propietario, los contestó: “Si ustedes piensan que manejan la fábrica mejor que nosotros, aquí tienen la llave”, les dijo y agitó su llavero que de inmediato fue a parar a su bolsillo. Seguramente, hoy Brukman tampoco pueda creer el valor premonitorio de aquellas palabras.
Veintitrés trabajadores se quedaron aquella noche esperando a los gerentes que nunca aparecieron. “El primer día nos la pasamos mirando de aquí para allá”, recuerda Matilde. Mientras tanto estallaba el país. “A la segunda noche nos llamó el abogado y nos dijo que había Estado de Sitio. Nos dijo que sacáramos las banderas que habíamos puesto, que decían: “Queremos cobrar”. Casi nos morimos de susto, muchos compañeros se empezaron a ir. Pero Juanita, otra costurera, dijo: “De acá no se mueve más nadie y se puso las llaves acá (se señala el pecho)”.
Las costureras de Brukman no sabían qué pasaba: no tenían ni televisión ni radio. Mejor dicho, había en los despachos gerenciales, pero ellas no querían tocar nada porque guardaban la esperanza de que aparecieran los dueños. “Yo era la que cerraba todas las puertas para que nadie tocara, ¿cómo íbamos a pensar que no iban a volver más?”, señala Celia.
De pronto, comenzaron a escuchar ruido a la hora de la cena. Pensaban que era la gendarmería que iba por ellas. Tardaron bastante tiempo en descubrir que se trataba del tañir de las cacerolas. “Juanita nos decía que el Estado de Sitio era para los que estaban haciendo quilombo, no para nosotros”, recuerda Matilde. Cuando Fernando de la Rúa renunció a la presidencia, los obreros de Brukman comían un guiso de arroz, cocinado con los ingredientes que donaron los vecinos de la fábrica.
Un símbolo
La textil Brukman rápidamente se convirtió en un símbolo de la Argentina del 19 y 20 de diciembre. Despertó la solidaridad de las asambleas barriales que surgieron por entonces, también de los movimientos piqueteros, estudiantiles y de los partidos de izquierda. Pronto se transformó en una especie de meca para militantes e investigadores. “Cuando tomamos la fábrica a mi me decían `izquierda` y para mí era un solo partido. No tenía ni idea de que había tantos. Cuando se empezaron a acercar a la fábrica y me tironeaban de uno y otro para llenarme la oreja, me quería matar”, recuerda Matilde. “Ya el primer día llegaron los partidos, pero para mí la izquierda no significaba nada. Yo venía de Claypole, un barrio muy peronista. Con mi marido siempre votábamos PJ, pero no hacíamos nada de política. Pero ahora miro las cosas de otra manera, tanto social como políticamente”, dice Celia que se integró a las huestes del trotskismo, donde llegó a ser candidata a diputada por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS).
Este 20 de diciembre Celia sale rápido de Brukman. Va hacia Congreso a marchar junto a los trabajadores de Zanón, la fábrica de cerámica recuperada en Neuquén. Los acompañará a entregar un proyecto de ley de expropiación definitiva para todas las fábricas autogestionadas por sus trabajadores elaborado por los neuquinos.
La autogestión
Un mes después de que los trabajadores se instalaran en la fábrica aparecieron representantes de la firma Port Said pidiendo que le entregaran en carácter de urgente una tanda de bermudas: era plena temporada y las precisaban. “Decidimos entregarle la mercadería y nos pagaron. Con eso pagamos la luz, el gas, el teléfono para que no nos cortaran los servicios y lo que sobró, lo repartimos entre todos en partes iguales”, rememora Matilde. Así –dice- comenzó la autogestión obrera, sin patrón, sin gerentes. “Todavía vienen muchos a preguntar por nuestra historia. Y siguen viniendo de distintas fábricas para ver cómo lo hicimos. Siempre les digo que hay que tener fe y confianza de que se puede. Aunque reconozco que decirlo ahora es fácil, no siempre pensaba lo mismo mientras estábamos en la carpa”, admite Matilde.
La represión
La carpa llegó después del tercer desalojo. En los dos primeros lograron reingresar rápidamente. Pero en el tercero, el del 18 de abril de 2003, no. Cuando las costureras intentaron volver a entrar, apoyadas por miles de manifestantes que se congregaron en plena Semana Santa, fueron ferozmente reprimidas: gases lacrimógenos, balas de goma, carros hidrantes, palazos por doquier. Así lo recuerda Celia, que aquel día se encontraba en la primera línea de la manifestación, valla por medio con el cordón policial: “Ese día estábamos negociando con la Defensora del Pueblo. Le pedíamos, por favor, a Chiche Duhalde, que estaba en plena campaña electoral- que viniera a apoyarnos como mujer, que nos ayudara. También hablábamos con la ministra de Trabajo, Graciela Caamaño. Yo les explicaba que en ningún momento nos íbamos a ir de al lado de las rejas. En un momento las chicas me dijeron: ´Entremos, entremos`. Yo les decía que esperáramos, que estábamos negociando con la ministra. Pero después ya no había argumentos. Encima, el jefe de policía nos decía que no íbamos a entrar, que no podíamos pasar ni para discutir. Eso generó bronca, impotencia. Estaba muy presionada. Detrás de mí estaban todas las compañeras de la fábrica. Porque habíamos dicho que si alguien iba a caer, las primeras íbamos a ser nosotras. Yo estaba agarrada de las vallas y me gritaban; `Entremos, entremos´. Me di vuelta, con bronca, las miré, les pregunté si en serio querían entrar. Me contestaron que sí, me di vuelta y empujé la valla. Me agarré de tres compañeras que se adelantaron y avanzamos. Fue un momento de bronca, una chispa. Cuando cayeron las vallas, vi a la policía levantar los fusiles y apuntar. Enseguida empiezan a tirar. Pensé: ´Acá nos matan´. Con las chicas corrimos a un rincón, nos acurracamos en el frente de el laboratorio de al lado. No podía dejar de pensar que estábamos tan cerca y que, sin embargo, no podíamos llegar. La gente corría y corría. De pronto me acordé que mis dos hijas estaban ahí, me aterrorizó la idea de haberlas perdido”.
Tras aquella represión las trabajadoras decidieron acampar en una carpa instalada a 50 metros de la planta. Enseguida llegó el invierno, el frío y la lluvia. Muchas costureras cayeron ante el desánimo y las necesidades. Poco a poco esa carpa comenzó a vaciarse.
Las obreras apenas sobrevivían con el fondo de huelga que recolectaban en universidades o en diversos eventos, como la Semana Cultural, organizada en torno a la carpa. “De ahí salió un trabajito de 2.000 pañuelitos para una organización antiglobalización inglesa para una manifestación contra el G-8, en México”, señala Celia.
La cooperativa
Mientras tanto, los partidos de izquierda –que exigían la estatización de la fábrica con control obrero- comenzaron a disputarse la conducción del conflicto. A medida que el tiempo pasaba y las soluciones no llegaban, algunas trabajadores comenzaron a buscar otras salidas. Se acercaron al Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas y empezaron a analizar la posibilidad de conformar una cooperativa. La lucha comenzó a transitar más por los pasillos de tribunales. Brukman fue declarado en quiebra y en octubre de 2003 la Legislatura aprobó una expropiación transitoria que después se transformó en definitiva. Ahora falta que el Gobierno de la Ciudad desembolse la indemnización correspondiente a los acreedores de la quiebra. “Ahora que asumió Macri no sabemos qué va a pasar –dice preocupada Celia-. Por lo menos, dentro del presupuesto de 2008, hay 8 millones destinados a fábricas recuperadas, aunque no sabemos bien cómo se van a aplicar”.

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

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Todo lo que se narra a continuación sucedió mientras, en el Congreso, la policía reprimía a mansalva a jubilados, periodistas –incluido Lucas Pedulla, integrante de lavaca– y personas que se acercan a movilizarse cada miércoles. Fin.

Crónica de Franco Ciancaglini. Fotos de Sebastian Smok.

La historia comienza así: el partido del gobierno La Libertad Avanza organizó un acto de cierre de la campaña del vocero presidencial y candidato a legislador porteño Manuel Adorni, en Plaza Mitre, Recoleta.

El montaje del escenario afirma: “Adorni es Milei”.

Se espera que ambas personalidades estén y hablen hoy.

Pero falta para eso.

Media hora antes de la convocatoria, en distintas esquinas de la avenida Libertador, hay grupos de personas que, muy organizadas, esperan.

En las esquinas la mayoría va vestida de negro pero, en un acto de magia política, luego se las verá llegar a la plaza con la misma remera violeta, puesta arriba de sus verdaderas remeras o incluso de buzos y camperas.

Un notero de TN primero y luego de C5N hablaron con estas personas, que confesaron haber sido convocadas para trabajar en “prevención” bajo la promesa de una paga de 25 mil pesos.
El Whatsapp de la convocatoria, revelado a cámara por uno de ellos, decía: “Ahy (sic) un acto político de 17 a 21. 25 mil pesos. El que quiere se anota”.

Finalmente no era para prevención, sino para “presencia”.

Pero lo peor no es nada de esto, sino que finalmente no les pagaron los 25 mil, sino que quisieron darles 10 mil; ante la presión, algunos recibieron 20 y otros, nada: “Porque no me quiero poner la remera esa sucia no me quieren pagar”, denunció el más sincero ante las cámaras.

Fin.

Lo cierto es que estas columnas de unas 50 personas cada una fueron las que lograron ocupar una plaza Mitre que estaba semivacía.

Temprano, los remera violeta se negaban a hablar con la prensa, aún disciplinados por la promesa de la paga. Luego, ante la deflación de lo prometido descargaron su bronca ante las cámaras dejando en evidencia cómo trabaja el puntero Sebastián Pareja en la provincia de Buenos Aires, de donde provenían estas personas, para el cierre de una campaña porteña.

Alicia es jubilada pero no está marchando alrededor del Congreso, sino que está acá, colándose entre los violetas para saltear unas vallas y pasar más rápido hacia el sector del escenario. Hace un año y medio que se afilió al partido en la Comuna 13 Belgrano, Núñez. Habla de Milei como obnubilada, apurando su paso como ansiosa por la posibilidad de verlo en vivo. Faltan, al menos, dos horas.

Describe a Milei como un “bocho en economía” y se ríe al recordar que en la última elección, hace dos años, votó al actual jefe de gobierno, Jorge Macri. Está claro que no repetirá voto: “Está la ciudad muy abandonada. Mucho linyera, ratas por todos lados. En mis 82 años nunca había visto ratas en la ciudad”. Voto cantado: Adorni, a quien define como “alguien muy correcto”.

Sobre el otro Macri, el Mauricio, dice que “en su momento gobernó bien” pero ahora lo ve fuera de escena. No está al tanto de sus últimas apariciones contra Caputo, Karina y al propio Presidente, o no le interesan.

Alicia prefiere no hablar más y busca un lugar cerca del escenario para ver a su Presidente.

Lucía y Paula, también jubiladas, vinieron de Vicente López y prefieren mirar la escena desde atrás de todo. Es que llevan dos perritos de raza, o de diseño: Coca y Cola. ¿Qué les gusta de Milei? “Te puede gustar o no pero él habla desde el sentimiento. De lo que sentimos muchos”, dice Paula. Lucía suma: “Me gusta porque va a fondo”.

Sobre Mauricio Macri: “Yo lo voté. Ahora, de política no entiendo mucho, pero me da un poco de tristeza porque creo que tienen (con Milei) más coincidencias. Pero tiene que haber una oposición con responsabilidad. Tal vez Macri sea la oposición”.

Marta también es jubilada de 87 años bien llevados. Por qué vino acá (y no al Congreso): “Porque quiero escuchar quiero informarme quiero saber. Son tantos años de lo otro, que esto merece una oportunidad”.

Sigue sola: “El tono no me gusta. Cuando dice malas palabras es un mal ejemplo para la juventud”.

Qué le pedirías al gobierno a nivel Ciudad: “Por favor que saque las villas. La 31 es infernal”. Se pregunta y se responde: “¿Porque avanzaron tanto? Porque les han dado plata”.

¿Marra? “Sí, me gusta. Qué paso ahí, no sé. Me gusta, te soy sincera, pero ahora hay que unir fuerzas”.

¿Está de acuerdo con la medida anti-inmigratoria? “¿Vos te podés hacer ciudadano dinamarqués, o paraguayo? Acá entran todos. Los chorros, los burros. Y si no les gusta que se vuelvan a sus países”.

¿Y la pobreza? Marta cambie el eje: “Basta de decir ‘hagan lío’. Francisco se terminó. Basta de decir la iglesia de los pobres. Pepe Mujica era comunista. Se han hecho ricos con los pobres”.  

Precisamente Mujica pareciera que no. Ella: “No sé. Déjame dudar. Pero basta”.

¿Qué representa para vos Mujica y qué Milei? “Apoyo a Milei y lo nuevo. Y que dios nos ayude”.

¿Y si sale mal? “Creo que ya no voy a estar con vida. Que se arreglen los que quedan”.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Fotos: Sebastian Smok

A su lado hay un joven con una pala gigante. Posa sonriente para decenas de cámaras. Parece haber logrado su objetivo: llamar la atención.

Se llama Santiago y se tomó dos colectivos desde “la zona más fea de la provincia”, Florencio Varela, donde vive. Tiene 21 años, camisa manga larga a cuadros y una enorme mochila roja sobre la que ató un pañuelo celeste.

Cuenta sobre el sentido de la pala: “Hay que trabajar en este país. Nada se puede conseguir gratis. Todo es trabajo en la vida”.

De qué trabaja: “Soy Rappi y Pedidos YA”. ¿Cuánto gana? “Un poco, mi mamá me decía: muy bien Santiago, ese dinero lo sacaste de tus esfuerzos”. No dice números. Y finalmente revela que ahora ya no trabaja.

Al joven de la pala lo interrumpe Franco, otro joven, vestido de traje, que quiere sacarse una foto con el instrumento. Me da la cámara y posa de mil maneras para fotos que luego subirá a su Instagram. Franco Vera, sabré después, es un joven militante que ha irrumpido hace pocos meses en el colegio Nicolás Avellaneda de Palermo –estando él domiciliado en el conurbano- para postularse como Presidente del centro de estudiantes de la institución.

Franco Vera es de estatura pequeña pero en el debate del centro de estudiantes miró a sus contendientes de la lista oficialista, asociada al peronismo, y al ver que eran 8 personas dijo: “Yo estoy solo pero me la aguanto”. Primera gran ovación del público que recién lo conocía en un debate que ganó con comodidad con palabras clave como fútbol, Messi, Dios, diversidad.

Su lista, hasta antes del debate compuesta por él solo, se llama Ruge el cambio.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Vera, candidato a presidente por la lista Ruge el cambio del centro de estudiantes del colegio Nicolás Avellaneda.

Ahora tiene una decena de seguidores, más después de su segunda jugada: hacerle una cámara oculta a la directora. En la cámara, subida a las redes, se ve cómo la mujer lo apercibe por una serie de hechos difíciles de entender desde afuera, supuestas actitudes de Franco desde que llegó al colegio. Es cierto, se lo nota sobre excitado y concentrado en su carrera estudiantil. Y si bien el video no lo muestra, él asegura que el objetivo de la directora es censurar a Ruge el Cambio para que no se presente –y gane- las elecciones del centro.
Así utilizó la cámara oculta para denunciar la censura institucional.

Su historia merece un documental aparte, que no entra en esta nota. Sobre la elección porteña, él no puede votar. Y pese a las preguntas sobre la actualidad él hablará como representante de los jóvenes de LLA en tono candidato y pedirá que sea a través de videos: “Menos Estado es menos peso al sector público. O sea… Si una persona no capacitada no nos sirve, ¿para qué lo vamos a tener como empleado? Necesitamos tener personas capacitadas. Hay que aprender en esta batalla cultural que los que nos gobiernan son personas normales, no son entes superiores, no tienen título de nobleza”.

¿Los Menem no serán parte? A Franco no le entra una bala: “Los jóvenes somos el cambio” responde en casete y mostrando su sonrisa de dientes con aparatos. Corta la charla para seguir sacándose fotos que subirá tanto a su Instagram como al de la agrupación Ruge el cambio, actividad que le sale muy bien: durante la tarde noche logrará cosechar selfies con personajes como el Gordo Dan o el diputado Martín… Menem.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Lila Lemoine apareció vestida de playera de YPF.

Otras celebridades que se llevan las miradas:

El Zorro con la bandera de Argentina.

Mickey Mouse con un cartel que dice “Aguante Adorni”.

Lila Lemoine vestida como playera de YPF.

Una mujer que tiene tatuada en la cara, justo arriba de su ceja, la palabra “Castrate”. Hay que acercarse bien para entender bien de qué va… o no tanto. En su cachete izquierdo amplía las siguientes consignas:

  • Castrá
  • Adoptá callejeritos
  • Educá
  • No compres
  • No + piroctenia

Son tatuajes.

En la cara.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Franco Carcedo es autor de un libro recién salido del horno que se llama Milei: Conexiones filosóficas. Lo escribió junto a su esposa en La Pampa, donde vive, de donde llegó hoy 7AM y a donde vuelve hoy mismo a las 22. Vino, además de para ver a Adorni y Milei con el objetivo concreto de vender su libro. Lleva 5 ejemplares en la mano, y cuenta que ya vendió otros 5. “Es un camión”, anuncia. Y cuenta sobre su contenido: “El libro relaciona distintos acontecimientos que sucedieron durante la vida de Javier Milei, lo que hizo y muchas veces lo que dijo y dice”. ¿Un ejemplo?

Lo que sigue es literal y no está trucado ni escrito maliciosamente: es parte del libro editado por la editorial Dunken, que cualquiera puede comprar. Dice Franco: “Cuando habla de la felicidad él sin saberlo está hablando de algo que dijo Oscar Wilde en 1888”. ¿Cómo? “Cuando Milei dice que la felicidad es no tenerle miedo a la muerte. Oscar Wilde dice algo parecido”.

La pido mejor hojear el contenido; al inicio hay dos citas. Una de Napoleón que dice: “Los hombres excepcionales son parte de un momento excepcional”. Y otra de Javier Milei: “No seré reconocido como economista sino como rockstar”. Ahí nos vamos entendiendo.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Carcedo y su libro.

En el libro, profundiza Franco, “hay referencias a Nietzche, Maquiavelo, hay cosas de Spinoza… y la frutilla del postre”. Atención: “La cita de Wilde de la felicidad es de 1888. Milei en 1998 funda una banda que se llama Everest. ¿Sabés cuantos metros tiene el Everest? 8848.88”. Ante mi mirada atónita, Franco Carceda prosigue: “Pero hay más. El día que nació Milei se jugó un partido amistoso para homenajear a Arsenio Erico (futbolista paraguayo muy querido en Independiente). En ese partido debutan Bianchi, Carrascosa y César Laraignée. Ese día nació Milei”.

¿Y entonces? Franco Carceda repite: “El día que nació Milei ellos debutan con la casaca argentina”.

¿Pero cuál sería la conexión filosófica: “Es algo piola porque Milei es fanático de Boca y Bianchi es casi el máximo ídolo de Boca, con Riquelme y Palermo, ponele”.

Vuelvo a pedirle el libro. Sobre el nacimiento de Milei, se informa también que nació el mismo día que el guardameta ruso «Araña» Yasín (¡dos arqueros!) y que se editó un álbum del conjunto Jackson 5 de donde saltaría a la fama Michael Jackson.

Fin.

Equivalencias y bebidas.

Una señora envía videos a un grupo y le responden “como quisiera estar ahí”, “cuidate” y le ponen emojis de un león.

Una nena con la careta de Milei y una motosierra posa para las fotos mientras la mamá, al lado, tiene una careta de Adorni, un caniche y muchos pañuelos celestes atados a la mochila, como si los hubiera llevado para hacerse unos pesos.

Un remera violeta grita “viva la libertad” y otros remera violeta, alrededor, lo miran y estallan en carcajadas. Él también.

Franco Vera me contará luego, orgulloso y dolorido, que le tocó la mano a Milei pero que eso le costó que, literalmente, que los seguridad lo tiraran al piso y le pisaran la cabeza: “Estoy bendecido”.

Suena en el escenario un tema con acordes punk cuya letra asegura que Milei es “el último punk” y “el último superhéroe de la libertad”; eso significa que están al caer el Presidente y también Adorni, a quien nadie parece esperar demasiado. Menos que nadie, los remera violeta.

Aparece más allá otro contingente de remeras violetas que ahora llevan bengalas violetas y tocan bombos violetas, siguiendo a una bandera sostenida por jóvenes prolijos y sonrientes sin remera violeta.

La inscripción de la bandera en la cabecera dice «Jóvenes LLA» y otra atrás “Lugano”. La entrada es de cancha: se canta “el domingo cueste lo que cueste” y “un minuto de silencio para Macri que está muerto”.

Otro de los hits son “El que no salta es radical” y uno que cambia la palabra “Perón” por “León”.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Un hombre de 40 y pico, vestido de traje, es el que saca las canciones y agita.

Lidera a la barra hasta meterla en el centro mismo del escenario.

Mientras este cronista anota otras cosas, como la presencia de francotiradores en las terrazas de Recoleta y al lado del escenario, se ve que el hombre sale del tumulto, ofuscado.

Le han robado el celular.

Habla con una persona de seguridad, que abre las manos en señal de “no puedo hacer nada”.

El hombre está visiblemente afectado, dice “no lo puedo creer” y pide un celular para “dar de baja las tarjetas”.

Consigue una cómplice, a quien le confesará lo que él cree es la razón del robo:

-Es que está lleno de negros.

Fin.

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